Partida Rol por web

El patillas le hace un gesto con la cabeza señalando la puerta frontal, en verdad había querido impresionar a sus acompañantes y aunque sabía de llaves como todo buen mecánico distaba mucho de ser un experto, ahora bien, estaba claro que sus acompañantes no tenían ni puta idea pues hicieron poco más que asentir con la cabeza, mucha policía, mucho niño muerto… funcionarios.

Esteban se aproximó a la puerta y echó un vistazo por ver si se veía claramente que la cerradura no admitía esa clase de llaves, y en caso que no fuera así procedió a intentar abrirla muy lentamente.

No hace falta ni que lo intentes, la llave no encaja en esa cerradura, tendréis que buscar otra puerta donde intentarlo...

Esteban se gira hacia los dos policías sin llegar a meter la llave y niega con la cabeza, esta llave no es de esta puerta, después mira al mexicano y le dice, ¿Había más puertas, no? Llévame a ellas, mientras espera que le guíen resopla como si estuvieran perdiendo el tiempo, ¿No estaba yo ralentizándoles? Parece que no tienen mucha prisa...

Julio César os guía por el lateral de la nave hacia la parte de atrás que es donde están esas entradas secundarias de las que hablaba. Cuando estáis a apenas 20 metros de doblar la esquina oís una puerta abrirse de golpe y un grito: ¡¡¡Znayty dzherelo postrilu!!! No os suena a chino, más bien a ruso e instantes después dos hombres fornidos, empuñando pistolas, aparecen en vuestro campo de visión. Está claro que, a pesar de esta alertas no esperaban encontrarse de frente con vosotros. Frenan su carrera a la vez que comienzan a levantas sus armas con la intención de dispararos, no parece que sean de los que hacen preguntas. Uno de ellos, el más espabilado acierta a decir: Vony tut, Grigor

Esteban sigue al mexicano a pocos metros intentando no hacer mucho ruido, el estruendo de la puerta que se abre golpeando la pared lo pone en guardia. De él salen dos tipos que empiezan a apuntarles, redios – atina a decir, ya estamos otra vez, coño Esteban, sabrás que esto no es lo tuyo cuando estés muerto. Espero que los polis sepan disparar bien. El sudor le empapa el pasamontañas y con la mirada busca apresuradamente un sitio para esconderse detrás de unos barriles, o cajas o algo. Si lo encuentra correrá hacia él para desde allí apuntar a los interfectos, caso que no exista ningún sitio donde cobijarse parcialmente se moverá lateralmente un poco y tratará de disparar mientras murmura entre dientes amartillar, apretar, bah, fuego.

La llave no se corresponde con la primera puerta que tenemos enfrente. Era demasiado pedir que así fuera, todo tenía que complicarse y apenas habíamos empezado a movernos. Ya teníamos a un pegado con un pasado chungo, un muerto con la cabeza abierta y una llave que de momento no nos servía para nada. Y sólo habíamos saltado un muro. Íbamos de record, y eso no se podía quedar ahí, cuando damos la vuelta siguiendo a Juls, resulta que salen a nuestro encuentro dos ivanes. Sin venir a cuento. 

¿Pero no se supone que aquí estaban los chinos?

Escuchar a Esteban tratando de recordar qué tenía que hacer para disparar dibuja una sonrisa en mi cara. Sin mediar más palabra, pues no tenía ni idea de lo que estaban diciendo y se les veía con intención de dispararnos, saqué mi pistola y empecé a disparar contra ellos, tratando de quitárnoslos de encima lo más rápidamente posible. Tenía que llegar a por Makoto y no iba a permitir que todas estas dificultades me retrasasen mucho más...

El atronador ruido de los disparos se deja sentir otra vez en el polígono. Archibald y Julio César, acostumbrados ya a trabajar juntos disparan sobre el de la izquierda que gruñe de dolor al recibir dos impactos de bala, uno en el vientre y otro en la cabeza que lo tumban boca arriba.

Por su parte, Esteban solo consigue un impacto superficial sobre el de la derecha pero es lo suficiente para que éste a su vez falle el disparo hiriéndolo también de manera superficial.

Sin pensármelo dos veces disparo otra vez contra el que queda en pie, pues está claro que hablar no sirve de nada y hemos pasado la barrera de la diplomacia. Alguno habrá que dejar vivo para interrogar, pero estadísticamente, ninguno de los que guardan las puertas son buenos para obtener información. Sin embargo el día de mañana pueden convertirse en una amenaza. Y no voy a consentirlo.

Esteban observa como los dos policías derriban al adversario, pero él no había tenido tanta fortuna, el vigilante le había rozado Auuuuh, hijo de puta, mugroso, piojoso, liendroso, sarnoso…, el dolor vuelve a recorrer a Esteban aun renqueante por el anterior encontronazo, ¡Joder! Desde luego no estaba nada preparado, de esta no salgo, se recompone a duras penas y vuelve a abrir fuego, ¡Cabrón!

Vuestros disparos tumban al vigilante que quedaba que ni tiempo tiene a devolveros el fuego, pues muere casi sin darse cuenta al recibir un impacto entre los dos ojos cortesía de Esteban...

Tras el atronador ruido de los disparos la noche parece más silenciosa, no se oye nada; os miráis entre vosotros y miráis los dos cadáveres, ha sido fácil...

Esteban se sienta en el suelo a recuperar el resuello y se levanta parcialmente el pasamontañas de soldar, uff uff, se pasa el dorso de la mano por la boca y escupe al suelo, ¡joder!. Con la mano izquierda se toca en el brazo rozado por la bala del imbécil de turno que le había disparado, al tocarse siente un pinchazo de dolor pero intenta no mostrarlo.

Después mira al adversario en el suelo y el agujero entre ceja y ceja, una mueca de sonrisa aparece en su rostro, la suerte del principiante. Le extiende la mano al patillas para que le ayude a levantarse y una vez de pie dice, no sé si tenéis que registrarlo por eso de que sois policías y tal, pero daros prisa que aún tenemos que probar la llave en esas puertas al otro lado de la esquina antes de que aparezcan más.

Miro la mano para asegurarme de que no tiene sangre y le ayudo a ponerse de pie. Poco aguante tiene si con un roce de nada ya está tirado por los suelos... pero es lo qie hay y ha sabido defenderse dentro de lo que cabe.
De todas formas, lo que me sorprende es que quiera probar las llaves, a lo que yo me niego. Ya hemos pasado la barrera de la infiltración, si no han oído los disparos es que son sordos. Así que, señalo a los cadáveres y le miro mientras me acerco a la puerta. A menos que lleven armas automáticas no me voy a preocupar de hacerme con alguna.
-Recoge toda la munición que puedas. No te quedes sin balas en mitad de un tiroteo.
Me acerco a la puerta y saco la pistola. Es hora de sacar la llave maestra a pasear, mi intención es volar de un disparo la cerradura y saltar hacia el interior apuntando a un lado y después, volver al otro. Disparar sólo si veo a alguno de los rusos.

Al girar la esquina por donde aparecieron los tipos veis una puerta que está abierta y que, al acercaros a ella con precaución, no vaya a ser que hubiera alguien allí escondido descubre un pasillo con dos puertas, una al fondo, cerrada, y otra a la izquierda, entornada. Justamente de esa puerta oís un grito de dolor emitido por una garganta femenina y una voz masculina. Calla, shorra y estate quieta...

Cuando comento que deberíamos seguir con las llaves niega con la cabeza y me indica que coja balas, ¿Cuántas he disparado? ¿De qué tipo usa este arma? , al no verlo muy claro cojo unas cuantas al bulto, si no encuentro cojo el arma entera.

Después voy tras el patillas que va delante al girar la esquina, claramente escucho los gemidos de una mujer y la voz de un hombre, ¡pedazo de hijo de puta!. La sangre me hierve y no aguanto un segundo más, aparto al patillas y de una patada empujo la puerta dispuesto a abrir fuego sobre el cabrón abusador.

No puedo evitar que se me olvide que este tipo no sabe nada de armas, así que evito mostrar ninguna reacción, sobretodo negativa, al verle recolectar como bien puede las balas de los caídos. Al girar la esquina continúo por la puerta abierta hasta llegar al fondo de un pasillo donde hay una puerta cerrada y otra entornada. Ahí escucho como abofetean a una mujer y siento como soy desplazado para ver a Esteban entrar disparando.
En cuanquier otro momento me hubiera cubierto contra la pared y hubiera esperado a ver cuántos hay dentro. Pero debo encontrar a Makoto. Ese grito podría ser suyo.
Me dejo levar por la adrenalina y, tratando de evitar que Esteban caiga por imprudente, entro tras de él añuntando y disparando al prinero que vea que pueda devolvernos el fuego.

Irrumpís por la puerta por la que se oyó el grito para encontraros a una chica preciosa, a pesar del hilillo de sangre seca que cae por la comisura de su boca, vestida como una colegiala muy, muy sexi pues la ropa apenas tapa sus evidentes encantos. Pero no os dejáis distraer por tan espectacular visión pues tras ella, pasándole un brazo por el cuello hay un hombre bastante grande que, al veros irrumpir, asoma el cañón de una escopeta por un costado del cuerpo de la chica, el muy cabrón la está usando de escudo humano... Y los disparos se suceden...

Esteban y Julio César son los primeros en entrar, cada uno hacia un lado de la estancia, disparando al ruso con cierto cuidado de no disparar a la chiquilla, impactando al ruso en el brazo con el que rodea a la chica (menos mal que estaba ese brazo ahí)  el hombro del mismo lado, haciendo que trastabille lo suficiente para que el disparo de su escopeta roce ligeramente a Julio César. El último en entrar, pero no menos importante, es Archibald, que aprovecha ese desequilibrio para tomarse unas décimas de segundo en apuntar, realizando un magistral disparo que impacta entre los ojos del ruso que se desploma contra un flamante Mercedes que había aparcado detrás...

La chica cae de rodillas sollozando...

Ahora con algo más de tranquilidad os fijáis que estáis en una especie de cochera donde está aparcado un bonito Mercedes. A parte de eso, hay una puerta en frente de la que habéis entrado y otra a la derecha, además de, a vuestra izquierda, un portón diseñando para el tránsito de los vehículos...

Entro en estampida por la puerta, veo a la muchacha y casi sin apuntar disparo al hombre, detrás de mi entra el mexicano que hace algo parecido, la verdad no se muy bien quien le ha impactado pero le hemos dado en el brazo, a su vez veo que el mexicano se lleva la mano a su brazo también que parece haberle impactado. Me giro hacia el mexicano pero con la boca hace un gesto como que está OK.

Todo eso transcurre en unos segundos, momentos después aparece el patillas que de manera muy profesional se detiene un instante, levanta su mano y de un disparo acaba con el hijo de puta.

La chica cae de rodillas sollozando, con la mano izquierda me descubro el pasamontañas, guardo la pistola en uno de los bolsillos del pantalón de mecánico y me acerco a la chica mientras los recuerdos de Laia y esos horribles videos me cruzan la mente, estas a salvo, tranquila, ya estamos aquí, todo irá bien, con la mirada busco algo con que taparla, de momento cojo la manta y se la echo por encima para que se cubra, busco en el pantalón y saco un botellín de agua, ¿Tienes sed? Echa un trago, nos vamos a ir de aquí echando ostias, me giro hacia los policías, ¿Es esta vuestra compañera? ¿O está tras esas puertas? Quizá debería quedarme con ella, no debe permanecer sola aquí.

Mis lágrimas no me dejan ver los primeros segundos de todo lo ocurrido. Estaba esperando que el dolor viniera a mi debido a los disparos que había escuchado. Pero no sentí nada. Cuando me tranquilicé un poco pude ver al asqueroso de Grigor tirado en el suelo y como su sangre brotaba del interior de su cuerpo. Tuvo su merecido.

Escucho al fin unas palabras de consuelo, lejos de las groseras o de mala clase que estaba acostumbrada a escuchar mientras me golpeaban y penetraban.

"-Gracias - estiro mi brazo para coger la botella que aquel hombre me estaba ofreciendo, no había sentido sed hasta que él nombre la palabra, puse la boca de la botella en mis labios y comencé a hidratarme, se lo agradecí enormemente - ¿Qué ha pasado, quiénes son?" - No sabía si todo este terror había llegado a su fin con la aparición de estos hombres, pero por alguna extraña razón me sentía segura.