Partida Rol por web

Resoplé, —joder —aquello no me gustaba nada, por un lado parece que no se puede retrasar la detonación y ahora encima vamos a explorar un almacén desconocido. Pero en fin, aceleré en cuanto hubieron subido todos en dirección al almacén.

Mierda. Ahora Lázaro no puede desactivar su propia bomba, o distribuirla para que no salte todo el polígono por los aires...

- Largaos de aquí. Corred lo más lejos posible y poneos a salvo - digo a los chinos bajándome de la moto. - ¡Largaos! - digo haciendo un gesto amenazante con el arma. No voy a correr más riesgos de los necesarios y creo que esto ya es un suicidio.

- Mad-max, estoy en el almacén del suroeste. En tres minutos tenemos que largarnos de aquí, calculad vosotros el tiempo.

Cuando se alejan los chinos me acerco a la puerta en silencio para echar un vistazo en el interior.

El grupo de chinos desarmados corrió tanto como les permitían sus piernas, y Katia se adentró en el almacén. Parecía una nave de fabricación textil, y hacía unos minutos no lo habría oído, pero por el silencio que reinaba ahora, podían oírse voces y golpes contra una trampilla en el suelo. No parecía ser original del edificio, si no construida después, a juzgar por los toscos acabados. No parecía quedar nadie allí.

La policía insiste en su mensaje a Xavier, invitándoles a rendirse y entregarse. El coche de la urbana se ha detenido en la rotonda a la entrada del polígono, y aunque el acompañante ha bajado un poco la ventanilla, no se han bajado del coche ni han entrado aún en el polígono.

En cuanto Marc aparcó la furgoneta delante del almacén, Francisco se bajó del vehiculo, escopeta en mano y corrío al interior del edificio.

Nada más entrar, vió a Katia enfrente de una trampilla en el suelo y se dirigió hacia ella a toda prisa. El tiempo corría en su contra, debían darse garbo para sacar a aquella gente de allí y huir antes de que la policía les diera alcance.

- Un momento, no nos precipitemos, esos tipos están bastante más seguros frente a una explosión ahí abajo que correteando como pollos sin cabeza por la superficie, donde puede desde pillarles la explosión de lleno hasta caerles encima el tejado de la nave o cualquier cosa que pueda salir volando.

Con la cantidad de bomberos y policía que va a haber aquí dentro de media hora, y más si les avisamos de donde exactamente están, les van a sacar de ahí en menos de dos horas, que sólo hay que retirar los escombros de naves de una sola planta de altura, no es el World Trade Center precisamente y mejor que salgan todos con cara de susto dentro de un par de horas que que salgan todos corriendo en todas direcciones ahora y mueran media docena en la explosión.

Al igual que Francisco, en cuanto Marc detuvo la furgoneta frente al almacén, bajé rápidamente para adentrarme en el edificio, donde Katia se encontraba junto a una trampilla cerrada en el suelo.

Malditos bastardos- pensé, maldiciendo a los malnacidos que habían encerrado ahí abajo a saber a cuanta gente.

¿Quieres dejarlos ahí encerrados?- dije, mirando a Lázaro con incredulidad -¿Y cómo sabes que no se les vendrá abajo?- añadí, pues aquel sótano o lo que fuese no parecía precisamente algo que tuviese que estar ahí, a saber cómo lo habían hecho… no, desde luego no pensaba arriesgarme a ello.

- Pues porque la onda expansiva de las explosiones va casi toda hacia arriba y hacia los lados, el propio suelo hace de barrera. Con mucha seguridad se derrumbará la parte del edificio que hay sobre la superficie, pero es un edificio de mierda, una nave industrial hecha de materiales ligeros, además el peso que tendrá que soportar la estructura del sótano es el mismo, esté el edificio en pie o en ruinas, la única variación es la distribución del mismo, y además hay que contar con que parte de la estructura saldrá volando hacia Dios sabe donde, y eso es peso que se elimina de la ecuación.

Naturalmente, no he visto los planos del edificio ni soy arquitecto para poder evaluarlo bien, pero una cosa te digo, si yo fuese un chino de los que están ahí encerrados y supiese que hay una explosión inminente en las cercanías me quedaría a esperarla ahí abajo

Antes de que llegase el grupo me había asegurado de que no hubiera nadie en el almacén y que no nos esperase ninguna sorpresa desagradable.

Escucho la explicación de Lázaro con gesto de fastidio que, de todas formas, no puede ver con la máscara. - Joder, Lima, a ver si te aclaras... Primero la explosión va a volar por los aires todo el barrio y ahora es más seguro dejarlos encerrados en el sótano - protesto.

Pero ya estamos aquí y, al menos, si están fuera tienen la oportunidad de alejarse por sus medios o esconderse en el sótano según ellos decidan. Dejarles encerrados les priva de toda capacidad de elección.

- Fox, cúbreme. Vamos a abrir esto y sacar a esta gente, pero tal vez hayan dejado a algún guardia aquí dentro... - Le paso la botella con gasolina a Lázaro, por si quiere divertirse con el Molotov, y me acerco a la trampilla para abrir el candado desde el laterla, retirándome de una posible línea de tiro desde el interior y manteniendo una de las pistolas prepradas para apuntar al primero que asome. Antes de que nadie salga corriendo de aquí será mejor explicar lo que hay.

Lázaro no hace el menor gesto para recoger el coktail molotovo de las manos de Katia, y dice:

- Me aclaro perfectamente: la explosión va a volar todo el barrio y precisamente por eso es más seguro dejarlos ahí abajo.

Pero vaya, que si Vuecencia con su mejor criterio considera oportuno soltarlos para que vean los fuegos artificiales in situ, pues nada, que le den recuerdos a San Pedlo de nuestra parte.

Francisco estaba empezando a cabrearse de verdad por momentos. Por si fuera poco la excusa peregrina de Lázaro de que no podía desconectar las bombas. Que no se había creído en ningún momento. Ahora encima se dedicaba a hacer perder el tiempo con tonterías.

No iba a dejar a esa gente allí abajo ni aunque solo hubiera un 1% de probabilidad de que esa mierda de sótano se hundiera por la explosión. Con el tiempo que tenían, esa gente estaría a más que suficiente distancia como para que la explosión no fuera más que unos fuegos de artificio especialmente vistosos en la distancia.

   - Lucero, deja de dar el coñazo y ayuda a dirigir a la gente para que corran en la dirección correcta.- Le gruñó con un tono de pocos amigos.- Que con el tiempo que queda para la explosión, esta pobre gente tienen tiempo de sobra para irse de paseo al Camp Nou a ver un partido del Barça.-

Dicho aquello, se aprestó a cubrir a Katia mientras ella abría la escotilla.

-Lo siento, pero no podemos hacerlo contesta Xavier antes de cortar la comunicación con la policía.

Si tenéis algún problema entre vosotros, seguro que hay un momento mejor que este para resolverlo. De verdad que tenemos que largarnos, Ases. El coche de la urbana se ha detenido pero no creo que los demás cuerpos policiales tengan los mismos reparos. Si los soltáis, habrá que dejar meridianamente claro a cualquier chino que correr hacia el almacén resultará muy malo para su salud.

—¡Vale de ostias! —grité por el comunicador, a este paso nos iban a pillar con las manos en la masa discutiendo entre nosotros, —si vais a sacarlos daos prisa que yo tampoco quiero estar cuando esto explote, sea arriba, abajo, al centro o a dentro —toqué el claxon para meter prisa.

Lo cierto es que, en el fondo, era posible que Lázaro tuviese razón con aquella explicación y que los pobres desgraciados que estaban allí abajo atrapados estuviesen más seguros donde estaban que corriendo para alejarse de la explosión… tal vez. Pero por suerte o por desgracia, ni siquiera presté atención a sus palabras, puesto que no pensaba dejarles allí encerrados y punto.

La única forma de que estén más seguros ahí dentro que fuera, es que sigamos perdiendo el tiempo en lugar de sacarles- dije, colocándome el fusil a la espalda y desenfundando la pistola para luego acercarme a la trampilla por el lateral opuesto a Katia para ayudarle a abrirla -Acabemos con esto de una maldita vez… una… dos…- le dije, para que abriésemos la trampilla al llegar a tres y que así Francisco estuviese listo para cubrirnos si había algún guardia -… y tres- añadí, finalizando la cuenta y levantando con Katia la trampilla antes de que Lázaro tuviese la oportunidad de añadir algo más.

Tecnovirus contemplaba impotente la escena. En su mundo digital, la expertise en un ámbito primaba sobre el conocimiento general, por lo que cuando los expertos hablaban, él escuchaba.

Lázaro había planteado una solución práctica y simple, los chinos, según él, no corrían peligro dentro del almacén, cosa que si hacían fuera, al igual que los ases a cada segundo que pasaba y no se iban. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, seguramente ya estuvieran de camino, dejando a cada segundo menos rutas de escape para los justicieros. A esto se le sumaba la explosión, de la que Tecnovirus estaba francamente preocupado tras ver lo que había en el polvorin.

-Marc, manten el motor revolucionado. Tendremos que salir cagando hostias. Espero que ningun chino de los que salga de ahí se muera por la onda expansiva o la metralla.

Algunos Ases, muy a pesar de la advertencia de su experto, abrieron la trampilla, de donde empezaron a salir asiáticos a toda prisa, principalmente mujeres, pero también muchos hombres. Asustados por la presencia de aquéllos infames y temibles enmascarados, no necesitaron que les dijesen que salieran del edificio... pero sí les vino bien que les 'orientasen' sobre la dirección en la que huir, ya que a ninguno se le ocurrió discutir con los Ases y prefirió largarse hacia la vía del tren y los campos oscuros que pedir paso.

Los ases se subieron al furgón cuando los chinos estaban ya encaminados. Lázaro no estaba demasiado contento con la decisión del grupo, pero quizá entendió que era mejor dejarles a su aire que seguir discutiendo al lado de un almacén atestado de explosivos militares a cada cual más peligroso.

Xavier se marchó con su moto, pues ya estaba bien cerca de la carretera. La moto de katia la subieron al furgón, con el resto del equipo, y salieron por la rotonda. La patrulla que sabiamente vigilaba e informaba desde la relativa seguridad de su coche patrulla intentó avanzar el vehículo a toda prisa cuando vieron llegar el furgón rugiendo por la calle. Tan atropelladamente intentó salir que se le caló el coche en mitad de la rotonda, y vieron pasar su vida delante de sus ojos... pero el furgón simplemente pasó de largo, enseñándoles los salvajes agujeros de la ametralladora pesada que exhibía en el costado.

Al ver que se marchaban sin abrir fuego, Los dos urbanos respiraron aliviados.

Desde la carretera, el grupo no pudo ver la explosión, aunque no tardaría en verla por la televisión. Sin embargo, sí pudieron  vislumbrar la luz del estallido a lo lejos, y unos cuantos segundos después oírla, muy de fondo, camino a Barcelona.

Tras esquivar algunas patrullas, llegaron a la base, donde el niño dormía al lado de su padre que estaba acostado, recuperándose de las heridas. Al ver entrar a los Ases, saludó con la mano en un gesto cansado.