Partida Rol por web

Quintero se queja antes de que le pongas la cinta.

¿¡EL OJO POR OJO!? Pero si no he matado a nadie!! 

Aquella frase desmonta un poco la retórica de Francisco, que continúa con su exhibición. Quintero lloriquea, gime y se revuelve, intentando zafarse antes de que empiece con la tortura.

En cuanto a la mujer... Se ha marchado.

   - Cierto.- Repuso respondiendo a la última afirmación de Quintero.- Pero es que nadie ha dicho nada de matarte.-

Francisco le palmeó la mejilla casi amistosamente.

   - Te aprovechaste de tu posición para abusar sexualmente de esas mujeres y destruir sus vidas. Algo por lo que obviamente no te arrepientes de nada.- Prosiguió mientras se inclinaba hacia él.- Por eso, tu castigo será perder la capacidad de volver a forzar a una mujer jamás.-

A partir de ese momento, dejó de hacer caso a Quintero y procedió a cumplir con el castigo.

Sin ninguna ceremonia, abrió la bragueta del empresario, le sacó el pene fuera, y apoyándolo sobre la superficie de madera de la silla, procedió a clavetearlo con la pistola de clavos industrial. Una, dos, tres veces, sin dejar que los gritos de Quintero apagados por la cinta que le cubría la cara le distrajeran lo más mínimo de su objetivo.

Fue un acto de extremada violencia, él lo sabía y aceptaba. Era lo que había que hacerse. Por todas las victimas de aquel sujeto despreciable, pero especialmente por lo que le había hecho a Sara. La única persona que le había hecho sonreír genuinamente desde que su mujer y sus hijas habían muerto.

Por ello y para asegurarse de que nunca más pudiera dañar a nadie, clavó varias veces más el pene de Quintero. Era posible que los médicos pudieran reconstruirle el miembro, (cosa que dudaba) pero desde luego no volvería a servir para el acto sexual nunca mas. 

Irguiéndose, se giró y se dirigió hacia la cámara, que apagó sin más ceremonias. Comenzó a guardar todo el material en la bolsa. Sacó un sobre, en cuyo interior había recopilado la información sobre las fechorías de Quintero y las grabaciones que había hecho y lo dejo encima de la improvisada mesa, junto con una carta con el As de Diamantes. Todo lo hizo de una manera rápida y profesional, no tenían tiempo que perder.

Una vez hecho aquello, cogió la bolsa, lanzó un ultimo vistazo a Quintero, y sin quitarse la máscara en ningún momento, salió a buscar a la mujer.

Francisco encuentra a la mujer nerviosa y con el cuchillo en la mano, prácticamente se la topa cuando va saliendo.

¿Has matao' ya al hijo puta? Date prisa, aquí vivía hente, y no' han vitto.

Francisco asintió circunspecto. No perdió la calma en ningún momento, después de todo prácticamente nada del plan había salido como debiera. - Tengo que acabar de limpiar el escenario.- Respondió a la mujer.- Lleva la mochila al coche.- Continuó dándole el pesado equipaje.- Ahora mismo bajo y nos marchamos cargando leches.- Esperó a que la mujer bajará con la mochila, y en cuanto se fue, marcó el teléfono de emergencias. Explicó a la operadora lo que sucedía de manera concisa, y que se requería una ambulancia y la policía en la dirección que le había indicado. Se identifico como el As de Diamantes, y el distorsionador de voz y su forma de hablar dejaban claro que no era una broma telefónica. Después colgó, y se apresuró a reunirse con su improvisada "compañera".

La operadora al principio no sabe muy bien como reaccionar, pero cuando el propio Francisco le incida cómo actuar, dice que lo hará.

Quintero está desmayado por el dolor y la pérdida de sangre, y la mujer negra está rondando la furgoneta cuando llegas.

¿Ya ta' muet'to? Pensaba que me lo deharía' acabá' a mi. Se queja, con el ceño fruncido.

No hay rastro de nadie más a la vista.

Tenían prisa y no podían pararse para discutir todos aquellos detalles, pero Francisco tampoco quería mentir a aquella mujer. Ya le habían arrebatado suficientes cosas, así que le dijo la verdad.

   - No le he matado.- Respondió con tranquilidad comedida.- Eso sería lo más sencillo, pero sería un castigo demasiado rápido, y sencillo. Por eso le he dejado sin su pene para el resto de su triste y patética vida. Para un hombre como él, eso es peor que la muerte. Además, he dejado pruebas más que suficientes para que pase una buena temporada en la cárcel.-

   - Ahora tenemos que irnos.- Continuó mirándola fijamente a través de la máscara e invitándole con un gesto de la mano que entre en la furgoneta.- Las fuerzas del orden ya deben de estar viniendo en camino, y para cuando lleguen tenemos que estar bien lejos de aquí.-

¡¿QUÉ!? Grita, entre molesta, sorprendida y ofendida. Pero si vive, yo me pilla la polisía! Miró hacia adentro. Hay que matal'lo, o ensima yo acabaré en cárse'! 

Volvió a empuñar el cuchillo, aunque no con intención de usarlo contra Francisco.

Solo é' ummomento', y vengo.

La reacción de la mujer era totalmente comprensible, y Francisco lo sentía, pero su situación era ineludible.

   - No, tenemos que irnos. Este vivo o muerto no vas a solucionar nada.- Respondió intentando usar un tono ve voz calmado para no asustar más a la inestable mujer.- Aunque él estuviera muerto, es más que probable que las cámaras del local te grabaron cuando le atacaste e ibas a cara descubierta. Y aunque no fuera así, has dejado muestras de tu sangre y tejidos por todas partes, así como en el cuerpo de Quintero. Así que la policía irá tras de ti ineludiblemente.-

   - Pero yo puedo ayudarte a desaparecer.- Prosiguió dando la parte positiva del asunto (si es que había alguna).- Conozco a alguien que puede ayudarte a esconderte hasta que podamos analizar cómo solucionar tu situación. Pero para ello tienes que venir conmigo ahora.- Finalizó con tono apremiante.

La mujer apretó los puños, al punto de quedarle los nudillos blancos de la rabia. Sabía que Francisco tenía razón, y no estaba segura de si eso le daba más rabia aún o no.

Por un momento pareció que iba a hacer alguna locura, aunque no sabías cual. Fueron unos segundos bastante tensos, hasta que al final descargó un frustrado puñetazo (inofensivo) contra el pecho de Francisco.

¡¡¡¡TÚ NO CASTIGA!!!! ¡¡¡TÚ MEDIAS TINTAS!!! AAAHHH!!! 

Acto seguido, se metió en la furgoneta en la parte trasera y cerró de un portazo. Mientras Francisco conducía, podría verla sentada, con las piernas recogidas, y los brazos sobre las rodillas, aún sosteniendo el cuchillo, con la cara zambullida entre el hueco que dejaban los brazos.

Una vez en la furgoneta, Francisco se quitó la máscara y se volvió a ocultar el rostro con la braga y la capucha. Entonces encendió el vehículo y salieron del lugar.

Procedió a conducir por caminos secundarios para permanecer fuera de la vista de cualquier posible cámara, y en cuanto estuvo a suficiente distancia del lugar, se incorporó a la autopista donde podría perderse entre los coches con facilidad. Su objetivo final era ir al poblado chabolista, pero primero deberían ir a un sitio donde la mujer pudiese asearse convenientemente.

Miró varias veces hacia la mujer a través del espejo retrovisor. Podía reconocerse perfectamente en ella. Él también había sido un hombre destruido, tan lleno de irá descontrolada... Hasta que había logrado reconstruirse a si mismo y encontrado un objetivo donde canalizar su existencia. Sabía sin lugar a dudas por lo que estaba pasando aquella mujer.

En aquel momento se dio cuenta de algo tan primario que casi le dio vergüenza y todo. Después de todo lo ocurrido, ni siquiera sabía como se llamaba aquella mujer.

   -¿Como te llamas?- Preguntó finalmente, tras unos segundos de incómodo silencio.

Faith Respondió, aunque tardó un poco, pues se lo estuvo pensando.

Y supongo q'el señó misterioso no lo dirá Comentó con desagrado y algo de burla. Estaba asqueada con todo, no tenía demasiadas ganas de hablar, ni sentía la necesidad de hacer amigos en aquél momento.

Da iguá' Gruñó, y volvió a quedarse en la misma posición. Ni siquiera parecía interesarle a dónde la llevaba.

Francisco volvió a mirar por el retrovisor. La verdad es que el nombre de Faith se ajustaba como un guante a la situación en la que estaban. Su primer impulso era no decirle nada a la mujer, pues cuanto menos supiera mejor, pero era una tontería. Aunque no le dijera nada, ya le había visto la cara, y Manuel igualmente sabía su nombre por lo que eventualmente la mujer se enteraría de todas maneras.

Irónicamente,  Faith necesitaba alguien en quien confiar. Algo a lo que poder aferrarse. Y no lo conseguiría si su supuesto “salvador” no confiaba suficiente en ella como para decirle un simple nombre.

   - Me llamo Francisco.- Respondió a su pasajera.

Casi podía escuchar la regañina de Katia en su cabeza por ser tan idiota de decir su nombre.

Faith levanta la mirada y también mira a Francisco por el retrovisor, cuando éste responde. Tras unos segundos asiente, y vuelve a perder la mirada en el infinito.

No está de ánimos para hablar, pero al menos ya no tiene la cabeza recogida entre las piernas. Ahora está más triste que rabiosa.

Aprovechando que ya era de noche, Francisco condujo la furgoneta hasta la playa de castelldefels y paro en un costado apartado y oscuro del paseo de la playa. A esas horas el lugar estaba desierto.

- Voy a llevarte con un amigo para que nos ayude a ocultarte.- Le dijo volviéndose hacia ella.- Pero antes sería mejor que pudieras asearte un poco. Creo que aquí sería un buen lugar para hacerlo.-

Faith asiente y se va levantando.

Grasia'. Dice apenas mientras baja a bañarse en el mar, con ropa y todo. Ha dejado su bolso y el cuchillo en la furgoneta. Se toma su tiempo para intentar limpiar su cara y cabello, y dentro del agua se quita la ropa y la escurre tanto como puede.

Se toma un rato, y cuando ha terminado, está obviamente empapada. Por suerte, en esta época del año no es un peligro para su salud. No hay nada en la furgoneta con que secarla, así que ella misma escurre su ropa, de espaldas a Francisco, dentro de la furgoneta, se seca con ella y vuelve a escurrirla, varias veces... Habiendo pedido a Francisco que estuviera fuera mientras tanto.

¿Dónde vamo'? Pregunta a través de la puerta.

- Vamos al poblado chabolista de las afueras.- Respondió pensativo.- Conozco a alguien allí que podrá mantenerte escondida de la policía.-

Esperó a que la mujer estuviera vestida de nuevo. Entonces emprenderían de nuevo la marcha hacia el poblado.

Vale... No será peó' qu'el barrio. Pasemo' po mi casa a po cuatro cosa', si no t'importa... Dice desde dentro. Que cuando llegue la poli perderé lo poc q'hay.

Francisco pareció pensárselo durante unos segundos y finalmente asintió con la cabeza. No creía que la policía hubiese tenido tiempo para seguirle la pista a su improvisada compañera, así que si la mujer pretendía recoger alguna de sus pertenencias, aquel era el momento.

- Muy bien.- Respondió circunspecto.- Pero tendremos que ser discretos y rápidos.-

Esperó a que la mujer le indicara la dirección.

Cuando está algo más presentable, hace pasar a Francisco, y le dirige a un barrio de okupas en Barcelona. Sube a su casa y rápidamente prepara unas bolsas con ropa y diversas cosas personales, además de algunos recuerdos.

Baja a la calle cargada y mucho más presentable, y una vez todo en la furgoneta, dice a Francisco...

Cuando quiera'. Ya no tengo que volvé'