Partida Rol por web

El grito de Finn alertó a Steve que estaba completamente ensimismado en el commlink. Cuando levantó la cabeza vio el vehículo trompeando hacia la maldita posición donde estaba.

En el último instante logró dar un salto a un lado y rodar hacia la pared para esquivar el vehículo.

—¡Maldito loco! —exclamó.

Con el sobresalto había soltado el commlink y éste había sido completamente aplastado por el vehículo. Si había algo más ahí que pudieran concluir, se había perdido para siempre.
 

El vehículo pierde el control y se dirige directamente hacia Steve y Finn. Jay lo ve por el rabillo del ojo y, más rápidamente de lo que la mayor parte de la gente podría hacerlo sin una mejora cibernética, coge su escopeta y dispara al furgón, esperando desviarlo de su trayectoria. Sin embargo, su acción parece que sólo sirve para asustar más al conductor e impedir que rectifique la dirección.

Donwload salta hacia un lado, dejando caer el terminal que tenía en las manos. La rueda trasera del transporte pasa por encima, destrozándolo completamente. El hacker suspira, sabiendo que podía haber sido su pie el que estuviera en ese lugar. Finn, por su parte, no tiene tanta suerte; se mueve en dirección contraria a Steve y el lateral del vehículo impacta con fuerza contra él. Sale despedido hacia la pared y se golpea con fuerza antes de caer al suelo.

El transporte se choca finalmente con la pared, dejando destrozado el lateral. El conductor mira hacia atrás a través de la luna y comprueba que Finn aún se mueve. Sin embargo en su rostro se puede ver fácilmente un gesto de terror: acelera con fuerza, no vaya a ser que al psicópata de ahí arriba le dé por seguir disparando y lo último que ve Steve es cómo coge su commlink, seguramente para llamar a la policía.

Key, por su parte, observa la escena asombrada, viendo cómo se ha liado todo en pocos momentos. El vagabundo a su lado aprovecha la distracción para echar a correr, esperando poder largarse de aquí a todo correr, antes de que a Jay le dé por lanzarle con su compañero.

Finn tosió, escupiendo sangre. No creía en ninguno de los dioses, pero desde luego que si hubiera creido se hubiera agarrado a su fe, esperando no tener ningun órgano interno dañado.

Era impresionante cómo las cosas podían cambiar de mal a peor en tan solo un segundo. Aunque en este caso, Key sabía perfectamente que todo había sido a consecuencia de la jugarreta de Ripper. ¿Qué le iba a hacer? En lugar de quejarse, tendría que apechugar. Más que nada, porque tendría que haber hecho algo más que mirar para ejercer ese derecho. Así que no pudo más que ver como la furgoneta casi mataba a sus compañeros. No tenía tiempo para dejar escapar un suspiro siquiera, porque los pasos apresurados del interrogado a la carrera rompieron la tensión del momento.

Y siempre se huye de algo o por algo. Dio solo dos pasos siguiendo la estela de polvo que dejaba el vagabundo tras de si. Solo dos, porque la tos repentina de su compañero se abrió paso por el eco del túnel hasta llegar a ella. Cambió de rumbo, abandonando la persecución. Más tarde o más temprano, podrían volver a dar con él. Pero si alguno de sus compañeros moría, no podría recuperarlos. De eso no. Bajó a paso ligero de la plataforma para reunirse con ellos. Ha visto como Finn se ha llevado el golpe, y acude a su lado para prestarle apoyo y lo que hiciera falta. Preguntarle si estaba bien quedaba totalmente fuera de lugar.

─ Finn, ¿qué te duele?

El mendigo escapa sin remedio por la boca del túnel y, si lo que os han contado fuera sobre los subterráneos tiene algo de verdad, no parece muy probable que vayáis a ser capaces de encontrarlo fácilmente. Las implicaciones que eso pueda tener sobre la misión, o a más largo plazo, ahora mismo escapan a vuestro conocimiento, y tenéis cosas mucho más inmediatas sobre las que preocuparos.

Finn golpea la pared y cae al suelo. Tose un par de veces y escupe sangre a un lado. Ha sido un golpe fuerte, pero sobrevivirá. Recibir primeros auxilios podría paliar la mayor parte del daño que le ha causado el impacto, pero lamentablemente carecéis del equipo y del tiempo necesario para encargaros de eso*.

Jay y Key vuelven a juntarse con sus compañeros y parece claro que es hora de irse. Las autoridades corporativas no tardarán en aparecer por aquí y no es conveniente que os encuentren en estas circunstancias. Además, el arreglador necesita algunos cuidados y los demás empezáis a notar el cansancio de la investigación, por no decir que tal vez vuestros contactos agradezcan la información que habéis descubierto para proporcionaros más datos útiles si queréis encontrar a Rittermann a tiempo.

Finn recibió el impacto y se chocó contra una pared. Al levantarse, o tratar de hacerlo, escupió sangre. Tenía una herida abierta en la cabeza y seguramente se hubiera fracturado alguna costilla. Le dolía horrores, pero podía ponerse en pie. La sangre le caía por delante de la cara y, a no ser que alguien le curara rápido, iba a sufrir bastante hasta recuperar la normalidad.

Miró el ordenador, que habia quedado hecho puré. También hacia arriba, a Jay, que se encongía de hombros ojiplático.

- Maldita sea - dijo entre dientes.

Con la mano en la costilla y cojeando un poco se acercó hacia Download. Los demás también bajaron. - No se vosotros, pero a mi no me vendría mal descansar un poco.

En situaciones así, a Key le venían a la cabeza todas las instrucciones que le habían dado sobre primeros auxilios. Pero sin orden ni concierto. Eran una mansalva de consejos, triquiñuelas, y “si haces esto, date por muerto”, que no sabía muy bien como aplicar en esa situación. No debía moverle, eso lo tenía claro, y que sangrase tanto era un presagio de una posible herida interna.

Pero conocía quién si sabría qué hacer. Un hospital estaba descartado, igual que dejarle allí. ¿Y si el tipo que se les había escapado de entre los dedos daba la voz de alarma? Además, a cualquier conductor se le podía ir la cabeza. Tenían que moverse. Key ofreció su hombro al fixer para que le sirviera de apoyo, ralentizando su paso para que pudiera coger el ritmo.

─ Vamos, Finn. Conozco a alguien que te puede echar una mano con tus heridas. Y de paso, podemos descansar un poco y poner las ideas en orden.

Finn no acostumbraba a comunicarse mediante gestos, ya que con la máscara la gente no podía darse cuenta de lo que hacía. Aún así, sonrió como pudo. Y, a sabiendas de su problema comunicativo, añadió con voz metálica - "Gracias Key"

Jay se quedó mirando, sin poder hacer mucho más, cómo la furgoneta estampaba a Finn contra la pared, pero al parecer seguía entero.

Mendigo, furgo, Finn. Hay que joderse con la carambola Pensó con una sonrisa Esto no me sale en el billar ni a la de treinta Asegurándose de que nadie le oyera, rió un poquitín y bajó con Finn.

-¿De una pieza, compi? Ese es mi chico! -Comentó como si no pasara nada- Voy a poner al dia a una colega a ver si tiene algo más con el dato del coche.

Sin entretenerse más, usó el intercom para hablar con Jess. Quizá con ese dato extra podría darle alguna pista más.

Os alejáis de la zona lo más rápidamente posible, ayudando a Finn a avanzar más rápido, aunque el Fixer parece poder caminar sin problemas por su propio pie. Cuando volvéis a salir a la calle, el tipo del puesto de salchichas os saluda con una sonrisa y callejeáis un poco hasta encontrar un taxi. Escucháis sirenas cerca del túnel mientras montáis en el vehículo, con el conductor mirándoos con un gesto desconfiado, y Key le da la dirección a la que espera que os lleve. El tipo cobra por adelantado y se pone en marcha hacia ese lugar.

Paráis a la entrada del callejó, que parece estar despejado y Key se adentra unos pasos, golpeando la puerta en una secuencia particular. Toc, tap, toc-toc. Unos segundos después la puerta se abre y el cañón de una Raven Magnus apunta directamente a la cara de Key.

La voz tarda a penas un segundo más en escucharse.

- ¡Key! - dice alguien detrás de la puerta, que se abre rápidamente mientras el cañón de la enorme pistola desaparece del umbral. - Pasa, pasa. ¿Ellos te están acompañando, no? - dice haciendo un gesto al resto del grupo para que entre en el local.

Todos habéis oído hablar de Vanik, al menos los que nunca habéis sido contratados por él. Es un arreglador que, además de fijar acuerdos entre runners, a menudo se dedica a arreglarles a ellos mismos cuando sufren heridas en sus trabajos. La sala en la que estáis parece un pequeño recibidor o sala de espera con tres puertas además de la de la entrada.

- Vaya, - dice mirando a Finn - parece que has recibido un buen golpe. Aunque no es nada grave - dice con una sonrisa. - Al menos no mucho más que los cortes en la cara de tu compañero - añade dirigiéndose a Ripper, que sigue con las marcas de la pelea vespertina.

Os hace un gesto para que le sigáis y abre una de las puertas laterales. Pasáis a una pequeña enfermería y os señala la camilla para que os sentéis mientras busca entre el equipo médico de la sala. No tarda en encontrar unas traumavendas para Finn y desinfectante y puntos de aproximación para Jay.

- ¿Qué os trae por aquí? - pregunta. - Seguramente estas heridas no necesiten atención médica especializada... - dice mirando a Key con una sonrisa amable.

Finn se mantuvo en silencio. Por suerte, el tal Vanik tenía todo el material necesario para limpiar las heridas y hacer una desinfección lo suficientemente pulcra como para evitar que la herida empeorara. No obstante, las heridas de las costillas no iban a sanar tan fácilmente. A pesar de los cuidados del amigo de Key, y del vendaje que le habia hecho, aun sentía cierto dolor al mover el brazo izquierdo.

Jay seguía al grupo, esperando la llamada. De vez en cuando se sonreía solo de forma macabra, como si en su cabeza estuviera en pleno auge alguna especie de monólogo de humor negro. 

Al ver aparecer la pistola, acostumbrado a que las cosas a su alrededor acabasen con balas y sangre, supuso que iba a ser igual aquella vez. Ya tenía el dedo en el botón de arranque de Sutileza, cuando saludaron a Key sin problemas. El tipo parecía más que dispuesto a apañarles, así que no le iba a hacer el feo, desde luego. Se sentó pacientemente, pues tampoco le dolían demasiado los golpes, y se mantuvo quieto mientras le arreglaba el careto.
-Gracias, colega. ¿Tú eres Vanik, no? Me llamo Ripper. Un gusto, kolega.

Steve miró a Key antes de hablar.

—¿Es de confianza? —preguntó antes de hablar.

Vaciló unos instantes mientras Key daba una respuesta.

—Buscamos a alguien... o más bien el rastro de alguien: Thomas Rittermann

Que te apunten en la cara con una pistola, sea del calibre que sea, impone. Incluso cuando sabes de antemano que es una medida de seguridad que cualquiera en su sano juicio usaría para defender su casa de intrusos no deseados, una costumbre de aquellos días donde el óxido de la chapa dejaba muy claro que los avances tecnológicos y sociológicos estaban manchados de mierda hasta las cejas.

Key volvió a respirar cuando el cañón se apartó de la cara, y con alivio al reconocer la voz de Vanik. Tras franquear la puerta de seguridad, lo que el médico llamaba sala de espera quedó atrás, y guió a todo el grupo hasta uno de los dos cuartuchos que usaba como dispensario. Hasta entonces, la chica había encabezado la marcha, pero evadiendo la mirada de Vanik, se quedó a un lado de la puerta hasta que el grupo entero entró, con la vana esperanza de convertirse en una sombra más de la sala.

Por el corto camino hasta allí, Key se había fijado en que no quedaba nadie. Durante la noche, la clínica había sido un hervidero de actividad: llantinas ahogadas, gritos en el quirófano del fondo, el chirrido eléctrico y escalofriante de las herramientas de Vanik. No quedaba nada de eso. Igual que tampoco estaban los ayudantes del médico, que nunca duraban más de una semana.

─ ¿Es de confianza?

La voz de Download la sacó de su ensimismamiento. Asintió con la cabeza sin volverse hacia él. Se había estado frotando el zócalo de la nuca por encima del pelo. La piel a su alrededor estaba en calma, pero la sensación de haber sido pillada en falta iba acompañada de un ligero escozor en la piel de alrededor, un fino borde enrojecido.

─ Trabajaba para Blue Sun -añadió ella -Nos urge encontrarle.

Mientras observa cómo el tratamiento empieza a hacer efecto en Finn y Jay, que aún van a necesitar algo de descanso para recuperarse, se vuelve hacia Steve y Key.

- Blue Sun no ha tenido una buena semana. Primero asesinan a uno de sus científicos y ahora desaparece otro... ¿Habéis investigado la relación de ambos eventos? - pregunta interesado. - Si fueron simultáneos seguramente habrán sido organizados por la misma gente, mientras que si la desaparición ocurrió después y ese Rittermann se fue por las buenas, tal vez la megacorporación esté protegiendo a su activo...

De repente se interrumpe bruscamente y mira hacia uno de los monitores en la pared.

- ¿Os han seguido? - pregunta frunciendo el ceño mientras vuelve la cabeza rápidamente hacia Key. Hace un gesto con la mano y la imagen del monitor se amplía, mostrando a un par de tipos con armas automáticas. - No tenemos mucho tiempo antes de que lleguen aquí... ¡Preparaos!

Jay agradeció con un gesto de la cabeza al matasanos cuando le hizo el apaño. Le recomendó reposo, y aunque no le gustaba estarse quieto, se quedó sentado en un sofá, aliñándose un cigarro. Aparentemente pasaba de todo lo que se cocía a su alrededor, pero estaba bastante atento a lo que decían unos y otros.

Cuando escuchó el aviso, miró hacia la pantalla. Mientras los demás fruncían el ceño con preocupación, Jay... sonrió.

-Deja ke sarrimen. -Dijo levantándose, dejando el porro a medio liar en en sofá- 

Comprobó que la escopeta estaba cargada y miró hacia la puerta, poniéndose en el lado del que se abría.
-Yo les recibo. -Miró a sus compañeros- ¿Dejo uno agonizando pa ke nos cante, no? O nos apañamos con los commlinks?