Partida Rol por web

Subís las escaleras, que a mitad tienen un descansillo, y llegáis a otro rellano muy parecido al vuestro, aún sin ventanas, y con unas puertas muy parecidas también a las que había en la planta de la que venís, aunque tienen un aire menos "hospitalario" y más sobrio, hasta más aséptico, se podría decir.

Están cerradas con un cerrojo desde vuestra posición, por fuera, igual que las vuestras. Dentro, en principio, no se nota ningún movimiento. Por los ojos de buey se ve que la sala está iluminada.

Las escaleras siguen hacia arriba.

Joder, tenemos que seguir subiendo. Digo energéticamente algo tenso por la situación. Yo creo que las respuestas están arriba. Cuanto más tiempo perdamos peor.

Y me encamino al piso superior con decisión.

Edmond miró unos instantes por el ojo de buey de la puerta. Le pareció que aquella estructura era similar a la que ellos habían abandonado. Tal vez serían cubículos con más gente "internada", como ellos. Quien sabe.

Volvió a mirar dentro, esperando captar algo más. Entonces lo vio. El reflejo azulado y ondulante que invadía parte de la estancia.

- Creo que hay una piscina ahí dentro - afirmó sin género de dudas, girándose hacia sus compañeros -. No hay línea de visión directa, pero el reflejo de ondas de agua es inconfundible - aseveró invitando al resto a comprobarlo -. Tal vez... tal vez deberíamos echar un vistazo - opinó mientras, un recuerdo, una sospecha, una pasada sensación le decía que, quizá, allí podría encontrar algo importante. Algo acuoso, sí, pero no húmedo.

- ¿Nadie encontró alguna llave en los bolsillos de los enfermeros de allí abajo? - preguntó pues algo parecido le sonaba. De ser así, tal vez, alguna abriera aquella cerradura. Entonces la miró con detenimiento, enarcando las cejas con cierta sorpresa.

- Es un cerrojo de seguridad, pero simple. No necesita llave. Podemos abrirlo aquí y ahora - dijo en voz alta, principalmente para llamar al atención del compañero que tenía una prisa bárbara por llegar a la cima -. Y yo creo que arriba está la salida, pero es aquí abajo donde están las respuestas - matizó en desacuerdo con Alex.

Pedro cargaba con la enfermera en brazos, tras haber dejado en la otra planta la camilla. Esuchó a unos y a otros, guardando silencio. Pero cuando Edmond hizo referencia a lo que había visto a través del ojo de buey, asintió.

-No sé si esto es una cuenta atrás en la que no podemos perder tiempo o qué es. Pero si algo necesitamos es respuestas, saber cuál es nuestra situación. Antes de aventurarnos a tontas y a locas, andando de un lado a otro sin saber exactamente qué buscamos, creo que es importante que intentemos saber qué está pasando. A estas alturas creo que podemos permitirnos el lujo de ir despacio pero con buena letra. Recorramos cada planta agotando las posibilidades. Si como dices, ahí tenemos alguna respuesta o como si es un nuevo interrogante, vayamos. Cuando no haya nada más o mejor que hacer, avancemos a la siguiente planta. Así que abre esa puerta, Edmond -dijo Pedro.

En serio, no me fío. 

Ahi dentro algo se cerrará y volveremos a estar atrapados, prefiero asegurar mi libertad. Una piscina no creo que os responda una mierda.

Quien este conmigo que me siga.

Y continuó escaleras arriba.

-Espera un momento-dijo Charles, en respuesta al que iba a seguir subiendo-no conviene que nos separemos. Y por un vistazo rápido desde la puerta no creo que pase nada, menos aún que nos encierren... No sé que clase de respuestas puede traer una piscina, pero si estáis tan seguros, abrid la puerta, a ver que encontramos-dijo Charles. 

Además, quien sabía. Quizás habría algo con lo que pudieran defenderse, porque cada vez tenía más la impresión de ser un prisionero... Y de que intentarían volver a retenerlos por las malas. Y no estaba dispuesto a ello. 

Edmond lanzó una mirada a los presentes, a los que estaban de acuerdo en abrir la puerta, al que no y al que ni sí, ni no; sino todo lo contrario.

- Me parece bien que quieras ser precavido, Alex. Si prefieres quedarte fuera, hazlo - aceptó Edmond al precavido trepador de escaleras.

Finalmente, abrió la puerta procurando no hacer escándalo y avanzó en su interior, mirando especialmente al lado opuesto de las paredes donde se reflejaba la ondulaciones para así ver el origen que las causaba.

Quien esté conmigo que me siga

Aquella máxima restalló en le cerebro de Pedro, haciendo que frunciera el ceño en una muestra de desagrado que cedió paso al enfado. No eran un grupo de adolescentes machitos necesitados de marcar territorio como muestra de su pretendida hombría, ni necesitaban de aquel tipo de expresiones de conmigo o contra mí. Estaban viviendo algo inexplicable, una situación confusa y sin sentido, rodeados de gente inconsciente, gente que no respiraba ni mostraba señales de vida, en medio de una edificación que más parecía un diseño virtual que real y persiguiendo una verdad encarnada en la figura de una mujer que había escapado de ellos encerrándolos en el pasillo del que habían conseguido escapar.

-Todos debemos ser precavidos, pero necesitamos saber, entender este lugar. Vosotros no sé, pero yo no tengo idea de dónde estoy, al margen de parecer un hospital, ni qué está ocurriendo. Despertar sin recordar, ver caer al personal sanitario, descubrir que la persona que hubiera podido ayudarnos se negaba a hacerlo y además nos encerraba... Alguien tal vez piense que esto es un patio de colegio y hable como si estuviera en uno -dijo cáustico-, pero la verdad es muy diferente. Nuestra única ventaja es mantenernos unidos. Si nuestra dinámica va a ser ver quién mea más lejos para saber quién tiene el liderazgo, mal vamos. No siempre vamos a estar de acuerdo, pero si no podemos conciliar pareceres distintos ni entender lo que pretende el otro, hemos perdido esta partida. Sinceramente, tengo la sensación de ser un títere en un escenario controlado por otros. Y quiero descubrir por quiénes. Y para ello, deberíamos intentar descubrir el máximo número de piezas de este puzzle.

Depositó a la enfermera en el suelo, sentada y la espalda apoyada contra la pared.

-Te acompaño -dijo en referencia a Edmond, que ya había dado los primeros pasos hacia el interior de la nueva sala-. Archibald, ¿te importaría mantener la puerta abierta? Más que nada para evitar problemas indeseados.

Al abrir la puerta, Alex sólo llega a ver el reflejo del agua sobre el resto de las paredes del rellano.

Los demás ven un pasillo y unos bloques de cubículos muy parecidos a aquellos de los que habéis salido, solo que en lugar de ser habitaciones de hospital, son enormes peceras.

En ellas, con aspecto de estar dormidas o inconscientes, monitorizadas con lo que parecen electrodos, hay unas criaturas extrañas suspendidas en el agua.

No sabía qué esperar que hubiera en esa habitación cuando la abrieron... Pero, desde luego, lo que no esperaba de ningún modo era ver algo así. Abrió mucho los ojos, sorprendido, y también algo asustado por aquello. No entendía qué ocurría, y no entendía por qué retenían a aquellas cosas del mismo modo que les habían tenido a ellos.

-¿¡Qué demonios es eso!?-preguntó alarmado, en lo que podría haber sido un grito si no se hubiera dicho entre dientes, quizás involuntariamente, para no despertar a aquellas cosas-tenemos que irnos de aquí. No me gusta nada todo esto.

Ante la extraña visión de las peceras y su contenido, Pedro entrecerró los ojos, con curiosidad, como si quisiera ver más allá. En cierto sentido parecía una realidad paralela a la suya en la planta en la que despertó, solo que en lugar de humanos estaban aquellas extrañas criaturas acuáticas.

-Aún no -susurró igualmente Pedro-. Y no sabremos qué son si no investigamos. Cautamente -añadió al tiempo que daba unos pasos adelante y franqueaba la puerta. Edmond había hablado de una piscina, aún invisible para él, una piscina que sin duda debía de servir para aquellos seres cuando eran extraídos de aquella peceras y quería acercarse a ella. Al menos lo suficiente como para poder verla. Miró asimismo en torno suyo. Intuía que quizá existiera algún sistema de vigilancia, algo que permitiera observar directamente y más allá de los electrodos a los "pacientes" de aquella sala así como la potencial intromisión de alguien ajeno al personal.

Joder Charles, empiezas a hablar de un modo razonable. 

Supongamos que esas criaturas están ahí tan en contra de su voluntad como nosotros, alguien está...haciendo experimentos chungas y nosotros éramos parte de esos experimentos.

Investigare más tranquilo cuando sepa cómo salir.

Pedro se adentró en la sala. La esperanza acerca de la existencia de una piscina se desvaneció ante la petrea presencia de un firme suelo. Sin duda, lo que había confundido a su compañero eran los reflejos acuosos en la pared de aquellos cubículos. No vio cámaras ni nada por el estilo. Tan solo un único dispositivo de alarma, los monitores de constantes de las criaturas preparados para avisar de cualquier cambio.

-No hay nada importante -dijo, al tiempo que una idea rondaba por su cabeza-. Pero estas criaturas están monitorizadas e imagino que cualquier variable exigiría al presencia de quienes los han encerrado aquí. Quizá podríamos intentar que alguien bajara o subiera aquí. Tan solo sería necesario perturbar el estado de esos seres o jugar con los monitores.

Hacerse con alguno de los vigilantes podría ahorrar tiempo y quizá hasta dar con la oportunidad de obtener respuestas de un modo fácil.

Pedro se acercó a uno de los cubículos para observar detenidamente su contenido y apoyó la mano sobre el cristal del cubículo.

Al acercarte te das cuenta de que la criatura debe estar viva. Tiene una especie de agallas bajo lo que deben ser sus oídos que se mueven acompasadamente.

El tacto del cristal de la pecera es tibio. El agua que contiene no está fría, si no a una temperatura similar a la de tu cuerpo, un par de grados más caliente, dirías, aunque el cristal es grueso y es posible que el agua esté aún más caliente.

-No es buena idea-dijo Charles ante la idea de Pedro-no sabemos quienes o cuantos vendrán, ni si lo harán armados... Ni como reaccionarán esas "cosas" dentro de las peceras. Podríamos acabar encerrados de nuevo, o algo peor. No estamos armados, y no somos tantos, es probable que puedan reducirnos de ser necesario.

Por lo que a él respectaba, lo mejor sería seguir, ya que había quedado claro que allí no había nada útil para ellos. 

Edmond encontró que los reflejos de piscina que creyó ver realmente no lo eran. O sí lo era, pero no de la manera que él creyó. Observando los acuarios contuvo la respiración al ver a una serie de criaturas acuáticas como nunca antes había visto.

- Eso no es algo... terrestre - musitó en voz baja sintiendo de nuevo la sensación de que lo "ajeno" predominaba en esos lugares de observación.

- Experimentan y observan a esos bichos raros. Como a nosotros - afirmó mirando uno a uno a los presentes, preguntándose que tendrían de especial cada uno de ellos para haber terminado en aquel complejo. Echó un vistazo al nivel en busca de algún tipo de computadora o papeleo sobre los estudios de esas criaturas. Tal vez si hubiera alguna terminal sería posible acceder a información más clara de lo que se cocía allí dentro.

- Seguramente cuentan con su propio servicio de seguridad, y seguramente ya estarán avisados. A mi ver, creo que correr hacia arriba podría significar correr a su encuentro - razonó lo más obvio mostrando sus manos desnudas con un gesto, en señal de que ellos no disponían de nada en ese momento -. Tal vez encontremos por aquí algo con que enfrentarlos u otra salida alternativa - propuso, respondiendo así a Charles.

-Tienen agallas que se mueven, así que respiran. Quizá lo que afectó a nuestra planta no tuvo repercusión aquí. Y también distingo oídos, algo extraño en una criatura totalmente acuática. Quizá sean capaces de vivir también fuera del agua -dijo al tiempo que relataba lo que veía-. Y el agua está caliente, quizá reproduciendo su medio natural. Más o menos el de nuestra temperatura corporal. No puedo afirmarlo con total seguridad dado el grosor de este cristal.

Los dedos de Pedro se cerraron en un puño, golpeando a continuación el cristal de forma seca y contundente, y repetidamente. Quería ver si se daba algún tipo de reacción en aquellas criaturas.

La criatura abre los ojos despacio, y mira a Pedro con intensidad. Las extremidades que parecen pequeños brazos terminados en falanges se mueven despacio, y se posan contra el cristal suavemente.

Pedro respondió a aquella mirada con idéntica intensidad y cuando las falanges de la criatura se posaron en el cristal, colocó los dedos de ambas manos en idéntica posición, sobre las mismas, pese al cristal que los separaba. Pero aquella era una barrera artificial que no impedía que Pedro se sintiera extrañamente cercano a aquel ser de orígenes ignotos y cuya presencia allí era un misterio tan absoluto como la de él mismo.

Un extraño nerviosismo atenazó su estómago, comprimiéndolo. Desconocía qué podía ocurrir si es que de hecho ocurría algo, pero el mero hecho de que hubiera respondido a su estímulo, lo llenaba de una emoción inesperada.

Y entonces lo sintió. Su tristeza, su necesidad de ayuda, su debilidad, su condición de prisonera. Una cascada de emociones y sentimientos propios tan solo de un ser inteligente, con el que debería ser capaz de comunicarse de poseer algún tipo de canal común. Suspiró quedamente. Edmond había dado en el clavo. la criatura acuática no pertenecía a este mundo. Pero en aquella afirmación subyacía otra verdad. Ellos tampoco lo eran. Eran extranjeros en tierra extraña, al igual que también lo era la enfermera que ahora reposaba en el rellano.

-Necesita ayuda, que la liberemos. Pero, ¿cómo? -dijo al resto.

Acercó aún más la cara al cristal y apoyó la frente contra el mismo, sin saber muy bien qué hacer.