Partida Rol por web

A pocos kilómetros hay uno- responde mientras se dirige a la mochila para extraer un mapa- íbamos hacia allí, pero antes decidimos intentar entrar en esta ciudad para conseguir algo de comida. No andamos con muchas cantidades que digamos.

Podemos ir hasta allí para que te asees y luego después decidir hacia donde seguir. Y si, te conviene lavarte. Tu olor no es muy agradable que digamos.

Michonne asintió y cogió el mapa una vez Jack se lo entregó. Sin duda aquel mapa era de gran ayuda ya que hasta ahora ella simplemente se había movido guiada por sus instintos y el poco sentido de localización que poseía, basándose en la posición de las estrellas durante la noche, o el lugar por el que el sol salía o se escondía durante el día, pero nada de eso le servía a la hora de querer saber algo tan vital como la ubicación de un río.

-De todas las ideas que has tenido, ésta es la peor de todas -su Pepe Grillo particular se hizo oír pero Michonne lo ignoró y con el mismo gesto que hace quien espanta a una molesta mosca, lo silenció. No iba a hablar con él, menos delante de los niños.

-Ya sé que no huelo a rosas, Jack, pero créeme, este olor me ha salvado la vida en más de una ocasión porque los caminantes creen que soy uno de ellos y no me atacan, o cuando menos los despista lo suficiente como para pasar delante de ellos desapercibida.

Se ajustó la bandolera y esperó a que los chicos cargaran con sus respectivas mochilas, después fue a por su mascota y al hacerlo observó la dirección del viento.

-El viento sopla en nuestra dirección así que vayan ustedes delante para que su aroma se confunda con el nuestro. De ese modo, si hay caminantes por las cercanías, no podrán olernos.

Bien, vamos entonces al riachuelo- dice Jack mientras se coloca la mochila. Ves como la niña hace lo mismo- vamos pues.

Ambos se adelantan, mientras les sigues a cierta distancia.

¿Crees que es buena idea? -te vuelve a preguntar la voz- ahora puedes hablarme, así que no me ignores. Sabes perfectamente que ambos pueden ser buena compañía, pero también una carga. Y si te encariñas con ellos y luego los pierdes, ¿podrás soportarlo?- la pregunta había dado en el clavo. Sabía a donde quería llegar. Al fin y al cabo la niña tenía la misma edad de tu hija antes de... tratas de no pensar en ello, sin conseguirlo del todo.

-¡Que te calles! -respondió entre dientes en apenas un susurro. Sus labios se movieron pero no salían sonidos de su boca, salvo el que producía el aire cada vez que abandonaba sus pulmones- No voy a hablar contigo ahora, se creen que estoy medio loca por la compañía que tengo ¿qué crees que piensen si se dan cuenta que hablo contigo?

La mujer no apartaba la mirada de los chicos, no quería asustarlos y sabía bien que si se daban cuenta de lo que pasaba eso era precísamente lo que iba a pasar, pero la voz de su cabeza seguía hablando y ya la estaba poniendo de los nervios.

-¡Cierra la maldita boca de un puta vez! -dijo con vehemencia y carraspeó intentando disimular, temerosa de haber sido escuchada- Esto no está en discusión, es mi decisión y tú no tienes ni voz ni voto en ella. ¡No te metas! -meneó la cabeza, decepcionada- Hablas como si no me conocieras, como si no supieras quién soy o cómo podría llegar a sentirme. ¿Crees que podría estar tranquila sabiendo que seguí adelante dejándoles a ellos solos? ¡Son niños, no lo ves! Y aunque no lo fueran ¿cómo crees que sería capaz de abandonar a alguien? Si me encariño con ellos y luego los pierdo, pues ni modo, que así sea, cuando eso pase ya veré qué hago o cómo reacciono, pero no voy a dejarlos tirados únicamente por el miedo a perderlos. ¿Queda claro?

Tu sabrás lo que haces- responde finalmente, aunque no hay reproche en su comentario, simplemente da su respuesta.
Lo que estaba claro es que los chicos no habían visto para nada tu pequeña discusión interior, algo bueno para ti: con el aspecto que tenías, si ya te veían hablar sola la cosa no tendría arreglo.

Bien ya hemos llegado- te dice Jack tras alcanzar el pequeño riachuelo- aquí podrás lavarte y limpiarte sin problemas. Esto... ¿tienes otra ropa aparte de la que tienes puesta?- pregunta.

-Eeeee... ¿más ropa? -frunció el ceño-... pues va a ser que no, ésto es todo lo que tengo -enseguida se encogió de hombros, tampoco era tan terrible, le daba un enjuague en el río y ya. Ropa fresca y digamos que limpia en un abrir y cerrar de ojos-. Cargo con lo que ves, ni más ni menos, la mochila que tenía la perdí cuando huía de uno de los pueblos en los que entré y para serte sincera ahora que entré en el pueblo estaba más preocupada de encontrar agua y comida que prendas para vestir, pero bueno ahora que me meta en el agua aprovecho de darle un lavado a lo que traigo puesto.

Se acercó a la rivera del río buscando un lugar seguro y no muy profundo para meterse, al tiempo que buscaba un árbol de ramas firmes donde colgar la bandolera.

-No se alejen demasiado -les dijo dando por sentado que tendrían la deferencia de otorgarle un poco de privacidad para asearse- y si ven algún caminante corran de regreso o pónganse a salvo sobre la copa de un árbol. Asegúrense de no alejarse demasiado para que pueda oírlos en caso que griten y encontrarles ¿de acuerdo? -miró su katana- Soy muy buena usándola así que podré con ellos, pierdan cuidado. Después que me haya aseado pueden hacerlo ustedes, yo me encargaré de cuidar el perímetro mientras lo hagan ¿vale?

No te preocupes, ya hemos hecho esto anteriormente, sabemos como actuar- responde- estaremos algo alejados para darte intimidad. Luego nos vemos.

De todas formas ten tu arma cerca, solo por si acaso... aunque supongo que no hace falta que te lo diga, ¿verdad? Que te sepa bien el baño.

Tras decir esto, Jack coge la mano de Sophia y se alejan, dejándote sola.

¿Me oyes bien desde aqui?- te grita. Quería saber si era una buena distancia para oírte en caso de que hubiera problemas.

-Sí -respondió seca porque eso de gritar por gritar no le había agradado nada de nada. Si bien es cierto en su andar hasta el río no se habían encontrado con ningún caminante, eso no era aval de que no existiera alguno por las inmediaciones y esos gritos bien podían atraer innecesariamente la atención sobre ellos.

Decidió esperar unos minutos antes de meterse al río, observaba a su alrededor pero no lo hacía por pudor sino por seguridad, debía cerciorarse que no habían caminantes en las inmediaciones. No detectó nada que pudiera ser considerado como una amenaza. Katana en mano fue sumergiéndose en el agua, tanteando el fondo del río con la funda de ésta antes de dar un nuevo paso ya que no podía descartar la posibilidad de encontrarse con un zombie en el lecho.

Se sumergió hasta que el agua le llegó a medio muslo, bien podría haberse sumergido un poco más, lo suficiente para nadar y vaya que deseaba hacerlo, pero no era prudente y ella lo sabía. A medida que se quitaba la ropa iba lavándola todo lo bien que podía para luego colgarla en un árbol cuyas ramas caían sobre las aguas.

Se respiraba una agradable tranquilidad en ese lugar o quizás era la agradable sensación de limpieza que experimentaba ahora su cuerpo lo que la tenía tan a gusto, daba igual la razón, se sentía bien, revitalizada y si no fuera porque no tenía la certeza de que el agua era potable, habría bebido hasta reventar.

Cuando salió del agua su aspecto no podía ser mejor, estaba casi que irreconocible; su piel, su ropa, su cabello estaban limpios y ya no exudaba el pestilente olor a zombie de antes. Definitivamente era otra y no sólo por el aspecto, sino también anímicamente... ya no estaba sola.

-¿Jack? ¿Sarah? -les llamó con voz calma mientras caminaba en la misma dirección que lo habían hecho ellos.

Aquí- grita Jack. Oyes su voz y te encaminas hacia allí. Durante el baño, tu voz particular no había dicho absolutamente nada. No sabías si pensar que eso era bueno o malo, aunque tampoco le ibas a dar muchas vueltas. Al poco rato llegas donde se encuentran el chico y la niña.

Ahora si que tienes mejor aspecto- dice Jack- aunque habrá que conseguirte ropa de repuesto, solo por si acaso. Ahora lo importante es seguir nuestro camino. No tenemos un rumbo fijo. ¿Y tu?- te pregunta.

A donde nos lleven nuestros pies- te dice la voz en un susurro rápido, para luego callar de repente.  

-A donde nos lleven nuestros pies -respondió haciendo eco de las palabras que su voz interior pronunciara sólo para ella-... No voy a ningún sitio en particular -hizo una mueca- o mejor dicho sí, busco una tierra poco poblada, principalmente agrícola, con suelos fértiles de los que obtener alimento y agua de la que beber -resopló en una suerte de sonrisa-... la costa también vendría bien.

Se quedó mirando a Sarah un largo instante, en silencio, sintiendo que algo se le quebraba por dentro. Suspiró y se cubrió la cabeza con la capucha de la capa ocultando de paso su rostro, no podía ni quería permitirse que ellos la vieran siendo sentimental. Dolía recordar y lo mejor era no hacerlo.

-Bueno, ya no perdamos tiempo, las horas del día son demasiado valiosas y tenemos que encontrar un refugio antes que llegue la noche. ¿Van a darse un baño o tienen algo que lavar?

No, estamos bien limpios- responde- dado que no tienes un objetivo fijo, puedes ir con nosotros. Nos dirigíamos hacía aquí- te señala el mapa- es un pequeño poblado, algo lejos pero bastante alejado de los núcleos de ciudades. Son casas rurales principalmente. Quizás sea un buen sitio seguro para descansar una pequeña temporada. ¿No crees?

Michonne sonrió para sí ante la resolución que demostraba poseer Jack. Ese chico, como mucho, debía contar con 16 años a su haber y, sin embargo, se comportaba como si tuviera muchos más asumiendo incluso un liderazgo que por edad y experiencia debía corresponderle a ella. Pero aquello lejos de molestarle resultábale gracioso a la par que admirable, por decir lo menos.

-¡Excelente! -exclamó animada, pero sin exagerar- Es exactamente lo que busco, como ya te habrás dado cuenta -añadió-. Eres muy amable por permitirme viajar con ustedes -acotó con un retintín de ironía. Entonces miró a Sarah y acto seguido a su caminante; en un rápido movimiento desenfundó la katana y sin ningún tipo de asco, remordimiento ni mucho menos sentimiento, cortó la cabeza de su mascota-... ¿Mejor? -preguntó a la niña con natural tranquilidad.

Sarah te observa. Cuando habías realizado el rápido movimiento con la katana dio un ligero respingo, pero tras ver como acabas con facilidad con el caminante, y viendo que lo habías hecho para hacer la situación mas cómoda y llevadera, te asiente. Incluso te sonríe ligeramente. Algo era algo. 

Bueno... a decir verdad, me alegro que hayas hecho eso- dice Jack- si tu dices que esos tipos te habían servido para sobrevivir me alegro, pero aún así y todo yo voy mas tranquilo viajando sin caminantes atrás. Al menos esto lo digo ahora que en el futuro vete tu a saber.

Por lo que veo tienes una buena habilidad con la espada, y no llevas armas de fuego. Mejor así. El sigilo es nuestra mejor herramienta contra los caminantes. 

En cualquier caso, tendremos que buscar comida. Que entre lo que llevas tu y lo poco que llevamos nosotros poco vamos hacer.

Bueno, habrá que irse- cogiendo su mochila, y haciendo Sarah lo mismo, comienzan a caminar.

Bueno, veremos a ver que tal sale esta relación- susurra la voz- quizás, no se... tengo el presentimiento que te va a venir bien. Incluso puede que te ayude a hacerte mas simpática.

Si no fuera por las suspicacias que podría despertar el que de pronto, sin razón aparente, se largara a reír, ciertamente habría soltado una sonora carcajada en respuesta a lo dicho por la vocecilla. Había sido gracioso, a la par que caradura. Había que ver la desfachatez que tenía. ¿Ser más simpática? ¿Alguien podía ser simpático cuando cada hora del día, cada minuto, cada segundo es una eterna lucha por sobrevivir? ¿Cómo alguien podía conservar su humor intacto habiendo visto todo lo que había visto, vivido todo lo vivido y perdido todo lo perdido? La pérdida de simpatía era un mal menor, peor sería si hubiese perdido la cordura, porque no la habia perdido... no del todo al menos.

Pero hay algo en lo que la voz no erró, esos niños, aunque quien dice niños en realidad se refiere a Sarah, representaban la luz de esperanza que le faltaba a su, hasta ahora, solitaria vida. Tenía alguien por quien preocuparse, alguien a quien cuidar y por el que, por qué no decirlo, tener ganas de vivir. Ya no era simple supervivencia, sino la esperanza de un mañana y eso, en los tiempos que corrían, representaba un tesoro de incalculable valor, un tesoro que Michonne estaba dispuesta a cuidar por sobre todas las cosas.