Partida Rol por web

Dos semanas era el tiempo que llevabas viajando con Jack y Sarah, y a decir verdad las cosas no iban mal. A excepción de algún encuentro con algún que otro caminante, lo cierto era que el viaje estaba siendo tranquilo. 
La charla con el muchacho y la niña, que ya te hablaba un poco aunque seguía manteniendo sus reservas, ayudaba a hacer el viaje mas agradable. En estas charlas te enteraste un poco mas de la situación de ambos: Jack era un joven que se había criado en un orfanato y que se encontraba en una casa de acogida cuando ocurrió el incidente. Sus padres adoptivos -buena gente, decía él- no sobrevivieron y él tuvo que buscarse la vida para sobrevivir. Considero que la mejor manera era moverse y por eso emprendió el viaje rumbo hacia Atlanta, puesto que había oído que allí había un refugio seguro -aunque él consideraba que eso era ya imposible, pero no había mucho que perder-. En su rumbo encontró a Sarah en un pequeño pueblo, rebuscando entre unos contenedores. No conoce mucho su pasado, puesto que la chica no hablaba de ello, pero advirtió que lo había pasado mal, habida cuenta de unas marcas que había en su cuello y resto de cuerpo -signos de maltrato-. Decidió que tenía que llevársela y ha estado cuidando de ella desde entonces.
Por el contrario tu no diste mucha información de tu vida pasada que digamos, y el muchacho respetó eso. 

Mientras tanto, tu compañero de viaje peculiar se mantuvo durante este viaje en un segundo plano, haciendo algún que otro comentario ocasional pero poco mas. A decir verdad, durante este tiempo no habías tenido ninguna conversación con él como las de antes. No sabías si eso te agradaba o lo echabas de menos.

En cualquier caso en esos momentos la cosa estaba algo complicada. Os encontrábais descansando en esos momentos, discutiendo la posibilidad de desviar vuestro rumbo hacia unas pequeñas granjas que había por esa zona para conseguir algo de alimento, que os escaseaba en estos momentos.

Creo que sería conveniente ir hacia allí- dice Jack- no nos quedan muchos recursos y quizás podamos encontrar algún vehículo- añade- no podemos estar caminando eternamente. 

Michonne observó el mapa, estudiando las distancias y al cabo de un rato habló.

-No, esa no -señaló con el dedo un punto algo más distante en el mapa-, mejor ésta. La que tú dices está demasiado próxima y es de fácil acceso, en cambio esta otra se encuentra más aislada, está más protegida a la vista y el camino no es tan directo -decía ésto mientras trazaba con su dedo el camino en el mapa- ¿ves?

Movió el cuello de un lado a otro, provocando que con ello los huesos de su vértebra se reacomodaran. Un leve rictus de dolor se dibujó en su rostro.

-Eso sí, Sarah no irá con nosotros, no hasta estar seguros de que la granja es segura -miró a la niña-. Tú nos vas a esperar arriba de un árbol ¿vale?, hay unos árboles enormes y si te subes a ellos vas a poder vernos con los binoculares -se habían hecho con un par de ellos a lo largo de esas semanas-. Cuando estemos seguros de que no hay peligro, Jack o yo te iremos a buscar, o si no estás muy lejos te haremos señas para que te nos unas -le pasó la mano por el cabello que ahora llevaba trenzado-. ¿Entiendes que es por tu seguridad, cierto? -le sonrió, no quería que se asustara- Si tenemos suerte a lo mejor podemos quedarnos un par de días y lo mejor de todo, tener un vehículo en el que transportarnos. ¿Suena bien, eh?

Sarah asiente en silencio. A decir verdad estaba acostumbrada a ese tipo de actuación. Desde que había comenzado a viajar con Jack, siempre que habían tenido que entrar en alguna ciudad para recoger alimentos, ella siempre se había escondido en algún lugar seguro. Y esa tónica se mantenía aún. 

Supongo que tienes razón- dice mientras tanto Jack- esperemos que esas casas sean mas seguras- añade- ahora solo queda que Sarah se suba a uno de esos árboles y cuando estés lista iremos hacia allí. 

¿Tienes alguna idea en particular de como actuar?- te pregunta. Durante el viaje habías demostrado que tus conocimientos eran muy útiles y habían servido para ayudar en la supervivencia. El chico te respetaba y te pedía bastante consejo. A decir verdad, no podías negar que Jack era bastante prudente y no era de los que actuaban precipitadamente: sopesaba las cosas antes de actuar, y eso era muy conveniente en la situación en la que estabais. Era eso una de las razones por la cual tanto el muchacho como la niña habrían sobrevivido hasta ahora. 

-¿Además de mantenernos juntos y proteger nuestras espaldas? -respondió con soltura. No había ironía en sus palabras- Movernos rápido, en silencio y... -carrapeó- lo que sigue és bastante desagradable, sobre todo para ti, pero por muy de día que sea es mejor no tentar a la suerte y sería bueno camuflar nuestro olor.

De la bolsa-saco que llevaba cargando desde su última incursión en un pueblo y cuyo contenido era desconocido para los niños, dejó entrever una capa de lluvia (había tres, una para cada uno) y el aroma que expelía era inconfundible.

-Te sugiero que te la pongas -dijo sacando la de ella-... Sé que es desagradable, pero mejor aguantar el olor un rato a tener a esos bichos pisándonos los talones y queriendo merendarnos.

Mira hacia la capa y suspira con resignación.

Supongo que no me queda otra- dice mientras coge la suya y la observa con asco- desde luego, huele horrible, pero si este es el precio para seguir con vida...- Jack hace tripas corazón y se coloca la capa como mejor puede- asqueroso- mira en dirección a la niña mientras alza los brazos- ¿me das un abrazo?

La niña da un par de pasos hacia atrás, mientras sonríe.

Ah, ya veo... ahora no me quieres, ¿eh?- dice- te lo tendré en cuenta. Ahora súbete a un árbol, venga- la niña hace lo que le dicen, y con una facilidad pasmosa comienza a escalar uno hasta llegar a una buena distancia- bueno, esto ya esta y yo ya estoy listo. ¿Preparada?

Sonríe, otrora un gesto tan esquivo y que ahora, desde que su camino se cruzara con el de esos niños, había vuelto a iluminar su rostro. Su amigo le advirtió desde el primer instante del riesgo de crear lazos afectivos, ella lo sabía, bien lo sabía y pese a que había procurado mantener las distancias no pudo evitar que afloraran; esos chicos le importaban mucho más de lo que quisiera.

Rascó la cabeza de Sarah con maternal afecto y le puso una flor en el cabello al tiempo que le guiñaba un ojo.

-Estaremos de regreso antes que te des cuenta que nos hemos ido. Sé buena chica y ya sabes, calladita -le chinchó la nariz y volteó a mirar a Jack-... Estoy preparada hace rato, aquí el que tarda eres tú -volvió a mirar a Sarah que ya se encontraba posicionada en la copa de un árbol y se permitió bromear-... ¡Y así dicen que nosotras las mujeres somos las lentas! -puso los brazos en jarras- ¿Te das cuenta, Sarah?

Alzó ambas cejas, revisó por última vez su bandolera y se puso en marcha; Jack caminaba junto a ella y al poco el árbol en que dejaran a la niña había quedado atrás.

-Sé que está de más decirlo, pero ya sabes, no bajes la guardia y ten listo el bate para reventar cabezas.

Jack asiente en silencio. Una cosa era bromear un poco con Sarah, pero ahora la cosa iba en serio, y debían estar lo mas preparados para lo que pudiera venir. 

Os dirigís a la granja mas alejada y solitaria de la zona, esperando que en ella no encontraríais muchos problemas, o al menos eso creíais. Al menos el camino para ir hacia allí no habíais tenido ningún encuentro extraño, y eso os tranquilizaba un poco, aunque no lo suficiente para bajar la guardia.

Al poco rato os encontráis prácticamente en las puertas de la granja. Jack se acerca primero hacia una de las ventanas mirando por ellas. Te hace un gesto negativo... no ha visto nada extraño dentro. Tras esto se coloca a un lado de la puerta y coge el pomo de la misma, girándolo lentamente, hasta darse cuenta que la puerta estaba abierta. No la abre entera, simplemente te mira y espera esperando tu confirmación.

Negó con la cabeza, deteniéndolo en caso que él quisiera ingresar primero, con un gesto le indicó guardar silencio y empujó la puerta para abrirla; los goznes de ésta crujieron lastimeramente al abrirse permitiendo, al mismo tiempo, que algo más de luz se colara al interior. Ya sea por instinto o mera precaución, sujetó la katana con mayor firmeza e ingresó; el lugar parecía seguro pero necesitaba comprobarlo con sus propios ojos, sin tener que por ello poner en riesgo la vida del joven.

-Hasta ahora la cosa pinta bien -susurró y le señaló una de las puertas-. Vamos a comprobar esa puerta, me parece que es la de la cocina...

El piso es de una planta, con un pequeño granero al lado. Investigareis primero la casa y luego el resto. Hay un pequeño pasillo que conecta al fondo con dos puertas. En la pequeña entrada, al lado se encuentra una puerta abierta que da al salón (y que parece que no hay nadie) y en otro de los lados otra puerta que se encuentra cerrada. Es a ella a la que os acercáis, pensando que puede ser la cocina. 

La abrís lentamente. En ella no encontráis nada raro, salvo una cantidad de platos, vascos y cubiertos sucios... así como una mesa de madera llena de lo que parece ser sangre coagulada. Lo que esta claro es que la cocina esta hecha un desastre, en cuanto a suciedad se refiere.

Los que vivían aquí no eran muy limpios que digamos- te dice Jack mientras observa la escena con desagrado- no se tu, pero yo no me atrevería a comer algo de lo que puede haber aquí.

-Definitivamente no -torció el gesto-, pero... ¿no te parece cuando menos curioso que dejaran la cocina en estas condiciones? Quiero decir -con una vara removía cosas de encima de la mesa-, es mucha sangre y estoy segura que proviene toda del mismo lugar -tuvo un mal presentimiento-... sea lo que sea que mataron, era grande.

Comenzó a abrir las puertas de las alacenas en busca de conservas y latas de comida que pudieran llevarse.

-Sigue buscando aquí por si hay algo de comer que nos podamos llevar, yo voy a revisar el resto de la casa para cerciorarme de que el lugar es seguro. Trata de no hacer demasiado ruido y si ves algo raro fuera, ya sabes, si puedes me avisas, si no simplemente corre y ve por Sarah.

Mientras Jack se queda en la cocina rebuscando un poco por la zona, tu te diriges a investigar lo que queda de la casa. Solo te quedan dos puertas por investigar -al fondo del pasillo-, por lo que te acercas a la primera de ellas. Tras esperar unos segundos y no oír nada extraño abres la puerta y te percatas de que es la habitación principal. La cama se encuentra deshecha, y aquí y allá ves ropa desperdigadas por todo los lados, así como algún que otro libro. La habitación está hecha un verdadero desastre. 

Observó la habitación con el ceño fruncido y se rascó la nuca con la mano libre. Tenía una corazonada, una mala corazonada. Algo no andaba bien y ella lo presentía. ¿O es que en realidad se había convertido en una paranoica?

-Esto no parece el típico desorden de alguien que sale huyendo -murmuraba mientras removía entre las ropas-... Alguien más estuvo rebuscando en este lugar, eso está claro -torció el gesto-, pero no debe haber encontrado mucho, puede que nada porque definitivamente no está por aquí, no habita la casa y si la habitó hace mucho que se fue... el desastre de la cocina da buena cuenta de ello.

Después de un rato, y tras no encontrar mucho más que le fuera de utilidad, fue a investigar la segunda puerta. Se aproximó a ella con su cautela habitual; primero pegó la oreja a la puerta para intentar captar sonidos desde el otro lado y al no percibir nada optó por lo más sencillo: dió un par de golpes en la puerta -llamó a ésta- y esperó. Si había un caminante del otro lado era más que seguro que reaccionaría ante los golpes en la puerta. Apoyó la mano en el pomo y esperó...

Te dispones a abrir la segunda puerta, pero justo en ese instante escuchas un grito de Jack- ¡JODER!

Ni lo piensas. Corres con el arma desenvainada hacia la cocina para hacer frente a lo que pudiera haber, esperando solamente que no le hubiera ocurrido nada a Jack. Sin embargo, la escena que ves te desconcierta. Jack se encuentra alejado del frigorífico, el cual se encuentra abierto, con la cara petrificada en un gesto de repugnancia y sorpresa. Te la señala, sin decir nada. 

Te acercas hacia el mismo y ves lo que ha sorprendido al muchacho: trozos de carne, pero no carne cualquiera, sino humana, ocupan las estanterías del frigorífico. 

¿Donde diablos os habíais metido?

¿Es lo que creo que es, verdad?- gime Jack... de todo lo que había visto, de lo que había vivido, esto era lo último que se esperaba. Y no era para menos. El resquicio de la humanidad se había resquebrajado por completo. Sobrevivir llevaba a este límite. Y eso le aterrorizaba.

Y justo en ese momento, oyes a la voz, inconfundible que te da un mensaje sencillo:

Hay que salir de aqui...