Partida Rol por web

- Pero... es que ella... Irene estaba mal... Cuando la dejé, estaba muy palida... Si tardamos demasiado, ella podría morir... o algo peor... - digo, mientras miro al...zombi que se acerca a nosotros.

- Se que estais asustados... todos lo estamos, pero no podemos dejar que el miedo nos vuelva insensibles. Te aseguro que no estamos muy lejos del puerto, en bici se tardan unos minutos en llegar, - cojo a Isabel las manos, presionandolas con delicadeza - te lo pido por favor... no puedo dejar que ella muera...

Miro a Liz y Marcos, esperando alguna reacción suya que anime a Isabel a decidirse a ayudar...

Liz forcejeaba con el Sweter de Marcos, hasta que al final se lo pasó por la cabeza. Luego prestó atención a la conversación y asintió mordiéndose el labio. "Es... es cierto, Isabel, tú puedes ayudar mucho más que nosotros. Como somos cuatro, se me ocurre... no sé... podríamos dividirnos, dos a buscar medicinas, y dos a cuidar a esa chica. Isabel iría en el grupo para cuidarla, claro".

Luego miró alrededor, con el sueter a la altura de las rodillas por la diferencia de altura, buscando el camino más cercano a un hospital, o a una farmacia. "Isabel, tú podrías decirnos qué medicinas son las que necesitas, las apuntamos, y las buscamos. ¿Que te parece?. Así esa chica estaría atendida por alguien que sabe lo que hace, y además conseguiría las medicinas pronto", asiente sonriente.

- Yo he traido el botiquín que encontramos en el puerto, - digo a Isabel mientras abro la mochila y le muestro las medicinas y medicamentos que llevo - mira a ver si tienes lo necesario, y si es así, no perdamos más tiempo, por favor.

Miro a Liz, que ha compartido mi idea de ir a ayudar a Irene, y la guiño un ojo, - Gracias, Liz - mirándola de arriba a abajo - te queda bien ese sweater. - digo con una sonrisa.

Marcos apenas se da cuenta de lo que van hablando, constantemente esta mirando como ese hombre que los persigue esta cada vez mas cerca. Si es cierto eso de que alguien como el mordió a la compañera de Romo, no tenia ninguna intención de dejar que los alcance. Cuando vio que Liz se ponía rápidamente su ropa sonrió satisfecho, no le quedaba como para ir a un desfile pero sin duda le serviría para poder correr más cómoda. El se quedaría en bermuda, en cuero y descalzo, total eso era lo de menos. Los teléfonos no funcionan según el medico, eso era algo que se temía. Comenzó a seguir a Isabel hasta que Romo sugirió lo de ir en bicicleta mientras ellos esperaban allí.

-Ni loco nos quedamos acá, si van a ir a buscar bicicletas por mí bien, puedo ir trotando detrás, y llevá a quien este más cansada o se van turnando. Pero ese – señala con determinación al zombi- se sigue acercando, así que hagamos algo rápido.

La sugerencia de Liz le pareció acertada, como siempre buscaba ayudar a los demás. Pero Marcos no creía que ir de acá para allá buscando medicamentos fuera lo mas conveniente. Acompañaría a Liz si decidía buscar las medicinas, después de todo tenia un arma, así podría buscar algo de ropa y quizás alguien que los ayude. Pero cuando dijo que tenia un botiquín eso reducía las posibilidades.

-Bueno si todavía necesitas algo podemos hacer lo que dijo Liz, yo la acompaño. Equipo de sutura tenes ¿no?-dijo mientras miraba al recien llegado y agrego-. ¿Has visto algún zombi mas?- en toda película siempre había muchísimos.

Se notaba que Marcos quería largarse de allí, si algo le enseño su vida es que si no quieres que te la pongan, empezá a moverte y estate bien preparado…

- No puedo perder más tiempo, chicos - digo, bajando la cabeza y hablando con tono pausado. - Si quereis ayudarme e Isabel decide acompañarme para salvar a mi amiga, debe ser cuanto antes, sino, ya me las arreglare yo solo.

Y miro a Isabel, que es quien realmente tendrá la última palabra...

Me sorprendió un poco la decisión de mis dos amigos de separarnos. Los miro algo asombrada y permanecí en silencio por unos minutos, pensaba que iban de broma, pero estaban decididos a irse sin mi.

Quería ayudarle a la amiga de Romo, pero irme con un extraño me resultaba algo atemorizante; prefería quedarme con Liz y Marcos, pero ellos habían dejado todo muy claro.

Esbozo una sonrisa torcida y nego ligeramente con la cabeza -vaya... en fin. Que todo vaya bien chicos- les digo al tiempo que me giraba hacia Romo, en un tono indiferente.

Me acerco a su bicicleta, para subirme a ella -en marcha- le digo en un tono frio y seco, se podía notar que estaba algo molesta o quizás decepcionada; ya se me pasaría -veré que puedo hacer por ella con el medicamente que tienes. No perdamos más tiempo.

Miro a Isabel. Parece molesta con el transcurrir de los hechos. - Es normal, - comento mientras sube detras de mi en la bicicleta - la idea de dejar a tus amigos, con todo lo que está ocurriendo... y sin saber nada de mi.

Comienzo a pedalear. - Creeme, acabo de pasar por algo parecido hace unas horas. La mujer a la que vas a ayudar, Irene, hizo lo mismo por m. Me ayudó cuando podría haber pasado de largo como hicieron otros - guardo unos segundos de silencio, concentrándome en el camino de vuelta al puerto. - Al menos la debo devolverla ese favor. Por eso, te doy las gracias, Isabel. Y te prometo que haré lo posible para mantenerte a salvo. Tienes mi palabra.

Y sin decir una palabra más, me concentro en pedalear lo más rápidamente posible de vuelta al puerto.

Para no caer de la bicicleta, rodeo su cintura con mis brazos. Me sentía un poco mal por mi anterior actitud, pero creía que era normal, todo esto no era fácil, pero debía comportarme a la altura de la situación.

-Siento mi actitud...- me disculpo en un tono sincero -toda esta situación me tiene de los nervios...- suspiro frustrada -pero agradezco tus palabras, no sabes cuanto- aunque no podía verme, sonreía y le hablaba de corazón. Lentamente Romo se iba ganando mi confianza y algo me decía que podría confiar en el; tiempo al tiempo.

A pesar de todo disfrutaba de aquel momento. El cosquilleo del viento en mi piel y mi pelo despeinado por éste mismo. Sonreía, el enfado había desaparecido por la bondad de Romo.

-No me has dicho donde mordió el zombie a Irene y que pinta tiene la herida. ¿Tiene fiebre? ¿Convulsiones? ¿El color de su piel?- eran muchas preguntas, pero importantes y debíamos aprovechar cada minuto.

Isabel y Romo al final deciden adelantarse solos con la bicicleta y enseguida los perdéis de vista pues van bastante mas rápido que vosotros que vais descalzos. Tenéis que ir con mucho cuidado de no pisar cristales ni cosas por la acera, y los pies os empiezan a doler un poco.

A todo esto aquel zombi esta muy cerca vuestro, así que tenéis que actuar deprisa, al menos todo lo deprisa que os permitan vuestros desnudos pies.

Estaba claro que las medicinas del botiquín no eran suficientes: si no hubieran dejado a Marcos y a Liz allí. Isabel les dijo cuales eran las medicinas que necesitaba, y Liz le preguntó sobre el color, el tamaño y la forma de la caja de esas medicinas. Luego, antes de que se fueran, le preguntó a Romo acerca de dónde se encontraban refugiados, para poder ir luego y encontrarles con ellas.

Liz miró a Marcos cuando se hubieron marchado, y le sonrió intentando darle ánimos. "Romo parece un buen chico, estoy segura de que Isabel estará bien, ya verás", dijo afirmando con la cabeza. Luego miró atrás, al zombi que les perseguía. "Será mejor que nos marchemos de aquí, Marcos... busquemos una farmacia, hay una en todos los pueblos".

Cuando dejaron la playa, los pies de Liz empezaron a resentirse contra la grava de la acera y el asfalto caliente de la carretera, así que caminaba con cuidado, intentando no pisar algún cristal o algún pincho que la hiriera. Junto a Marcos, buscó una farmacia en alguna parte.

Marcos noto la actitud de Isabel al tener que irse con un extraño. Pero no había tiempo para eso, el hubiera querido ir también con ellos pero de qué sirve la velocidad de una bicicleta si tienes que ir al paso de un hombre. Por lo menos así tal vez tendrían más probabilidades de sobrevivir. Miro a Liz y con un gesto comenzó a caminar, al ver que ella miraba mucho al suelo noto que estaba descalza.

-No usaste las zapatillas de mi mochila-.le dijo y comenzó a hurgar para sacar las dos zapatillas. Al tenerlas en sus manos se dio cuenta que eran muy grandes como para que Liz las usara, hizo un gesto de desagrado-. Claro, son muy grandes.

Luego se las calza mientras van caminando rápidamente, ni siquiera se ata los cordones solo los mete dentro de las zapatillas.

-Si vemos alguna tienda o lo que sea no dudare en romper la entrada y sacar algo, ya sea ropa o un arma. Ten por seguro que no me importa si infrinjo alguna ley. A demás, la farmacia no creo que esta abierta así que también tendremos que forzar la entrada.

Miro a Liz y paso su brazo por su hombro y le dijo al oído.

-Tranquila que todo va a salir bien.

Luego la suelta y mira al zombi que se sigue acercando. Acelero un poco el paso tratando de pasar por donde no haya nada que hiera a Liz

Salís de la playa y atravesáis la desértica calle hacía el otro lado que parece haber algunos comercios. Parece que habéis despistado a vuestro perseguidor, ya que no parece suficiente hábil para subir esos empinados escalones que separan la playa del asfalto.

Pasáis por algunos restaurantes y bares cerrados y os detenéis ante una pequeña tienda que venden todo tipo de souvenires y otros enseres de playa. Veis como detrás de los cristales de la cerrada tienda tienen un estante lleno de calzado cómodo para pasear por la playa, sombreros, y ropa típica de esas tiendas tan turísticas.

Liz se acercó al escaparate, con cuidado de no pincharse los pies, mirando y sonriendo a Marcos. "Gracias por cuidarme, eres muy amable... ¡mira¡, ¡son zapatillas para la playa¡", dijo pegando la nariz al cristal.

"Pero la puerta está cerrada... ¿cómo podemos hacer para coger los zapatos al otro lado?", se preguntó mirando a Marcos.

Caminaron rapido pero sin perder de vista nada a su alrededor, cada sombra parecia un ser amenzante, estaban en constante tension. Hasta que dieron con un local. El lugar parecía caído del cielo, justo lo que necesitaban. Pero estaba cerrado, pero ya había pensando en eso. Buscó en los alrededores algo pesado, cualquier cosa que le sirviera para romper el vidrio y abrir la puerta.

-Una vez que ropa el cristal y entremos sacamos lo que necesitamos rápido. También tenemos que ver que no haya ningún zombi dentro.

Mira a Liz para darle y darse animos. Mientras mira a su alrededor buscando algo contundente piensa:

-Como en los viejos tiempos...

Observáis a vuestro alrededor, puedes ver algunas rocas de la playa puestas en algunas jardineras del paseo que perfectamente pueden servir para romper ese cristal, que no parece muy robusto.

Seguís sin oír ni ver a nadie ni nada moverse, esta desértica esa zona.

-¡Una piedra!- exclamo al verla a pocos metros, con rapidez la tomo entre las dos manos y se acercó al vidrio. Por un momento pensó en si tenía alarma, tal vez al romper el cristal comience a sonar haciendo un ruido de mil demonios, no sabía cómo desactivarla en caso de haber una, así que se arriesga. Pasa la piedra por arriba de su cabeza sosteniéndola con las dos manos y la lanza con todas sus fuerzas rompiendo el cristal.

-Vamos Liz, puedes elegir lo que quieras, yo pago- dijo con un guiño como para restar importancia al delito que estaban cometiendo. Un pantalón, remera, y tal vez una campera  gruesa le sería suficiente. Aunque un arma no le vendría mal. Buscaría lo más rápido que podía y se largarían de allí. Cuando se hacen ese tipo de cosas es mejor ser rápido…

Un sonido estridente empieza a sonar unos instantes después de que se rompa el cristal delantero en pedazos. Sumando el infernal ruido con el silencio que hasta ahora habitaba en esa calle, empieza a resonar por todo el sitio de una manera alarmante.

- PIIIU IIUU IIUUU IUUU

Con las manos en los oídos, Liz intenta acercarse a la tienda, pero recula cuando ve los cristales rotos. "¡Marcos, no tengo calzado¡", grita por encima de la alarma. "Lánzame unas sandalias o algo por favor, no puedo acercarme".

Cuando lo hace, se coloca las sandalias y entra en la tienda vigilando por si acaso encuentra zombis, siempre con Marcos cerca de ella.

Apenas oye el pedido de Liz, por suerte entendió lo suficiente como para lanzarle algo para calzar sus pies desnudos. El ruido era ensordecedor, tanto que hacía que perdiera la concentración.

-No perdamos tiempo- piensa para sí mismo. Tiene un extraño presentimiento, como su tuviera una gran cruz marcada en la espalda a modo de blanco. Con rapidez busca lo que necesita y tal vez algo para usar de arma.

-Liz!! Cuando salgamos  nos alejamos lo mas que podamos-. Si podían pasar por barandas o escaleras tanto mejor, al parecer esos seres no eran muy difíciles de perder en esos tipos de obstáculos. Por dentro desea con todo el corazón no haberse precipitado al romper el vidrio.

No te detienes a examinar la tienda por completo, agarras unas zapatillas cómodas para Liz y algo de ropa, vas con cuidado de no cortarte en ningún cristal. Entre la alarma con el ruido espantoso y la situación que estáis viviendo, no consigues concentrarte demasiado.

Casi antes de irte, te fijas como hay un gran cubo lleno de sombrillas, te das cuenta como las bases de estas son básicamente un palo metálico acabado en punta, para clavarse en la arena, así que agarras uno antes de irte.