Partida Rol por web

Marcos pensó un segundo. Un silbato. No recordaba nada de eso en su búsqueda por el yate, pero aun tenia las bengalas, quizás con eso podrían llamar la atención del hombre de la bicicleta. Sin detenerse en su acelerada marcha desprende su mochila y al abre para rebuscar entre las cosas que tiene allí. Pronto saca la pistola y uno de los cartuchos. Pone el cartucho en su boca y cierra la mochilla para volver a colgársela en los hombros.

-Tengo las bengalas- dijo mientras trataba de colocar el cartucho-. Puedo usarlo para que nos vea.

Hubiera preferido que en vez de ser un hombre en bicicleta fuera un camión del ejército o la policía o cualquiera, pero alguien que parezca que de verdad fuera a ayudarlos. Planea acercarse todo lo que pueda para poder tener un tiro mas preciso y que sea mas facil verlos. Luego miro mejor, no estaba tan lejos como creia al principio.

-Oigaaaa!!!!- grito con todas sus fuerzas-. Espereeee!!!!!!

Por alguna razon dejo la pistola de bengalas en su mano, tal vez pasen otros helicopteros...o la necesite para algo mas.

Genial, el silbato se había quedado en el yate, un objeto que jamás se cree poco necesario, claro, hasta estar en un momento de vida o muerte.

-No hay necesidad de utilizar la luz de bengala; es mejor que la guardemos para un verdadero caso extremo- le digo a Marcos al ver que sacaba la luz de su mochila.

El hombre se alejaba cada vez más, así que para ahorrar tiempo y fuerzas, introduzco dos dedos en mi boca, profirando un silbido agudo -¡¡Aquí, aquí!!- y silbo una vez más, esperaba llamar así su atención.

El hombre parece haber reparado en vosotros y gira levemente la bicicleta para acercarse hacía vuestra posición.

Mis ojos brillaron y una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro al ver que el hombre se había percatado de nuestra presencia.

-¡¡Lo logramos!!- grito dando unos cuantos saltitos, realmente estaba emocionada -Liz, Liz, de pie- tiro nuevamente de ella, que estaba de vaga sin querer levantarse -ya tendremos tiempo para descansar. ¡¡Mira, mira!!- exclamo entusiasmada y señalando hacia aquel extraño -¡¡Al fin alguien nos ayudará!!- un tirón más y no aparto la mirada de aquel sujeto.

Por un instante olvide a la criatura o zombie, si se confirmaban mis sospechas, claro.

Jadeando sin resuello, Liz agarró la mano de Isabel y consiguió levantarse tambaleante y más o menos recuperada. "Buf... gracias señor... buf... no puedo más... ya voy, ya voy...", y vio acercarse la bicicleta. Vigilando alrededor para que no se acercaran más monstruos, esperó a que el chico de la bicicleta se presentara allí.

El hombre se acerca y una vez esta cerca de vuestra posición. Os saluda con escueto: "hola".

Te acercas a las 3 personas que te habían llamado la atención. Parecen cansados como si hubieran estado corriendo y no tienen muy buena cara. Has dejado la bicicleta a un lado y te has adentrado unos pasos en la playa.

A lo lejos puedes avistar otra figura que avanza lentamente hacía vuestra posición.

- Hola, hola a todos... - digo cuando me acerco al grupo, quedándome de pie frente a ellos, a pocos pasos. - Me llamo Romo, y... bueno, una amiga mía está herida. Nos atacó un tipo... y... la mordió en el hombro...

Paro unos segundos para recobrar el aliento. He estado un buen rato pedaleando.

- No se mucho de medicina, pero la herida tiene mala pinta. Necesito encontrar un hospital o una comisaria, cualquier tipo de ayuda... Pero no soy de aquí, no conozco la zona, no hay nadie por ningún sitio... - trago saliva para calmarme un poco. - Vosotros sois las primeras personas que veo desde ayer, a excepción del tipo que nos ataco está mañana.

Miro a cada uno a los ojos. Siempre me he considerado bueno a la hora de empatizar con las personas, y ahora necesitaba saber si podía confiar en estos chicos.

El sonido de las olas del mar daban una tranquilidad irreal a la situación. Detrás de ellos, tropezando en la arena, aquel zombi podrido se acercaba lenta y penosamente. E Isabel, Marcos y Liz estaban delante del chico de la bicicleta. Había venido pedaleando con fuerza, y estaba claro que también estaba alarmado.

La joven miró hacia atrás, asustada. -¿Un tipo como aquél?-, dijo señalando al zombi que se acercaba dando tumbos por la arena. La sensación de irrealidad estaba desapareciendo, y poco a poco Liz empezaba a darse cuenta de la situación real. -Esto parece una de esas películas horribles...-, dijo. "Mi nombre es Liz, y éstos son Marcos e Isabel".

Luego, dirigió la mirada hacia el barco que se balanceaba en el agua. "No puedo correr con el bikini, tengo que ir a por mis cosas...", dijo midiendo la distancia del zombi que se acercaba desde lejos. "¿Creeis que tardaría mucho en ir y volver?".

Liz asintió, "Y tú eres la primera persona que vemos desde... desde hace días... esto es tan horrible... no soy médico, creo que sé donde hay un Hospital...". (Si recuerdo donde hay un hospital en Barcelona, que seguro que sí, y si no está lejos, le digo donde hay).

Luego, el recién llegado la miró a los ojos a ella y a sus compañeros. Liz le mantuvo la mirada, aunque se notaba que estaba asustada.

Cuando la chica llamada Liz señala a una zona de la playa, me fijo en el individuo que se acerca desde allí. Y me da un vuelco el corazón, aunque aún está lejos, no necesito quitarme las gafas de sol para apreciar que su aspecto es similar al del tipo que nos atacó a Irene y a mi esta mañana: palido, como enfermizo, como un drogadicto... Sin embargo, éste de la playa no parece querer atacarnos... simplemente deambula por ahí... y pienso en la mención de Liz, "como en las películas", un pensamiento que ya se me había pasado por la mente.

Cuando Liz menciona que ella y sus amigos tienen que coger cosas del barco que está cerca de la costa, de inmediato pregunto: - ¿que os ha ocurrido?

Cuando el hombre los vio corrieron aun más rápido, a pesar de que estaban agotados. Se quedo callado ante el intercambio de palabras con el desconocido. En su mente aun repercutían las palabras “la mordió en el hombro”. Miró hacia el asqueroso ser que los perseguía y solo se volteo cuando escucho lo que dijo Liz sobre volver por su ropa. Miro al hombre a los ojos y le pregunto.

-¿Qué esta pasando?- esa simple pregunta hacia mucho que rondaba por su cabeza, desde que piso la arena de esa playa. Luego miro una vez más hacia el hombre que los corría-. No se ustedes pero creo que tendríamos que salir de acá, Liz no creo que sea buena idea volver al yate a por ropa. Puedes usar la que tengo en mi mochila. Nuestro yate se quedo sin combustible y nos agarro una tormenta. Pensamos que acá estaríamos a salvo-. Habla rapido, como queriendo decir todo de una vez. Cuando termina de decir lo último suelta una risa sarcástica.

Mientras le tiende la mochila a ella mira hacia el doctor, su mirada denota desconfianza. No le molesta eso pues la mirada de Marcos es igual, todo esta al revés y no entendían nada de lo que sucedía.

-No es lugar para estar hablando- repite mientras señala al tipo que los estaba persiguiendo. Sus palabras cobraron mas sentido cuando vio el rostro de Romo al ver al...zombi.

-Mierda, porque no llamarlo por lo que parece- piensa.

Liz cogió la mochila que le tiendía Marcos. Luego abrió la boca para decir algo, pero la cerró. Y la volvió a abrir, y la cerró de nuevo. Y al final dijo un poco colorada, "No tienes un sostén deportivo de más de cien de copa aquí, ¿verdad?". Suspiró y rebuscó en la mochila, intentando encontrar algo que pueda ponerse encima del bikini, mientras sonreía para sí misma. "En fin... supongo que tienes razón, no es buena idea ir al barco con esa cosa tropezando hacia nosotros...".

Liz es muy bajita para ponerse unos pantalones de Marcos, pero a lo mejor le sirve algún jersey o alguna chaqueta. Mientras tanto, habla con el chico recién llegado, un poco preocupada. "¿Cuantos sois?. ¿Y por qué has ido tú solo a buscar las medicinas?. Creo que sería mejor ir varios, podemos acompañarte... yo me moriría de miedo si fuera sola por ahí...".

Tuerce los labios un poco triste. "Pobrecilla, que le mordieran... esas cosas... ¿cómo se llama tu amiga? y... y... bueno, tengo tantas preguntas sobre lo que ha pasado que será mejor esperar a estar a salvo para hablar, ¿no creeis?. Esto es como una pesadilla...".

Miró a Liz como sin entender. Hasta que baja un poco la mirada a su enorme busto. Si la situación hubiera sido diferente habría dicho algo gracioso, pero en ese momento no se le ocurrió nada y no era para nada un momento para eso.

-Hay una remera y zapatillas, creo que también una bermuda. Usa lo que necesites. Pero deberías cambiarte en otro lado, donde no tengamos un puto tipo queriéndonos agarrar.

Señalo hacia las estructuras. Si encontraban un teléfono podrían llamar a la policía y a algún medico para la amiga del doctor. Y si no funcionaba siempre podrían refugiarse allí.

-Ibamos hacia allí, para buscar un teléfono o algo asi.

Vuelve su atencion al zombi, tratando de calcular cuanto tardaria en alcanzarles.

Antes de la playa hay el típico paseo marítimo. Hay varios bares y restaurantes (todos parecen cerrados a cal y canto). Podéis ver un par de cabinas telefónicas.

Poco a poco, aquel hombre parece estar mas cerca, ahora ya a unos 100 metros, lo que en poco tiempo os habría alcanzado si no os movéis.

Miraba al hombre de la bicicleta que se acercaba hacia nosotros. Aún estaba entusiasmada, al fin alguien nos ayudaría y nos diría que estaba sucediendo.

Y ahí estaba el hombre, a pocos pasos nuestros. Lo observo detalladamente, analizando si era una persona de confianza. Mi primera impresión hacia él fue buena, un hombre serio y nervioso, quizás más nervioso que nuestro pequeño grupo pero era entendible, su amiga había sido mordida por un... zombie; que increible era pensar en aquella palabra. Nunca imaginé que las criaturas de las películas pudieran cobrar vida; después de ésto, cualquier cosa podía ocurrir.

Permanezco en silencio, escuchando al hombre y a mis amigos, al terminar ellos de hablar, estiendo la mano al hombre -Mi nombre es Isabel y estoy dispuesta a ayudarte; estudio veterinaria, quizás podría ayudarle a tu amiga, aunque voy en mitad de carrera, claro- le sonrío -pero quisiera echar una mirada a la herida. También estamos dispuestos a encontrar ayuda. Puedes contar con nosotros- no sabía si hacia bien en ofrecer la ayuda de mis amigos, especialmente Marcos, que le costaba confiar en las personas o quizás nunca llegaba a confiar, pero creía que era lo correcto, más personas en nuestro grupo podría ser de gran ayuda.

Aparto la mirada de Romo para fijarla en la criatura. Comienzo a recordar películas de zombies, los recursos que utilizaban los protagonistas para sobrevivir, para acabar con ellos, para matarlos ¿Sería igual? -bueno chicos, debemos movernos de aquí cuanto antes. Nuestro hambriento amigo se acerca cada vez más- giro ligeramente la cabeza y me percato de cabinas telefónicas.

-Liz, no vas a regresar, es peligroso. Pensé que habías traido provisiones contigo, como lo hicimos Marcos y yo- suspiro- lo siento, solo traje lo que tengo puesto. Utiliza lo de Marcos, luego intentaremos conseguirte algo más cómodo ¿Vale?- comienzo a caminar en dirección a las cabinas -intentemos comunicarnos con la policía, aunque algo me dice que no tendremos éxito...- miro con cierta tristeza a Marcos -no perdemos nada con intentar ¿verdad?- intento sonreírle. Hago un gesto con mi cabeza, para que me siguieran y continúo mi camino hacia la cabina, a paso acelerado, pues el zombie se acercaba más.

- Es inutil llamar por teléfono, ya lo he intentado varias veces y nada - comento mientras saco el telefono móvil de Irene del bolsillo de la chaqueta. - O no hay cobertura, o las lineas estan colapsadas. - Miro al suelo, suspiro, y vuelvo a mirar a los chicos. - No se lo que ha pasado, algo de un virus... no estoy seguro. Lo único cierto es que todo parece irse a la mierda...

No me sorprende la reacción de Marcos cuando les cuento mi historia. La situación es extraña, y él parece desconfiado. Eso es bueno en estos momentos. Liz parece simpática... y en otras circunstancias, me habría dejado entretener por su espectacular físico. Pero me impacta Isabel. Muy educadamente, algo raro en este país, me da la mano al presentarse, y cuando me dice que es veterinaria, se me ilumina la cara.

- ¿De verdad eres veterinaria? ¡Eso es fantástico! - tengo que contenerme para no abrazarla, aunque me quito las gafas de sol y me paso la mano por el flequillo, un de nerviosismo que tengo desde niño. - Por poco que sepas, siempre podras mejorar la cura que yo le hice a Irene. La herida tenía mala pinta, y necesita puntos. Encontramos un botiquín, lo llevo aquí en la mochila. Podríamos acercarnos con la bicicleta, no está lejos, en el puerto deportivo de Ginesta.

Miro a Liz y Marcos - Allí tambien habia más bicis, toallas, herramientas... podría llevar alli a Isabel y luego venir a por vosotros con otra bici...

Me detuve al escuchar sus palabras. El ánimo se iba cada vez más al suelo. Lo miro por encima del hombro, triste -No puedes estar hablando en serio ¿Sin teléfonos?- resoplo y froto mi rostro con ambas manos, sin duda, estaba más que frustrada.

-Así que tendremos que sobrevivir solos ¿eh? como en estas pelis de Hollywood, que los protagonistas lo pasan tan mal, unos mueren, otros se convierten en zombies y al final sobrevive uno o nadie. Genial, simplemente genial...- me doy media vuelta mirando nuevamente al grupo -estamos jodidos chicos, no quiero ser pesimista, pero esto no tiene buena pinta- las últimas palabras las digo casi en un hilo de voz; llevo una mano a la boca y comienzo a carraspear, maquillando así mi voz quebrantada, llena de angustia.

Sonrío ligeramente ante la reacción entusiasta de Romo -bueno, aún curso la carrera, pero quizás pueda ayudarle en algo- sonrío un poco más, estaba dispuesta a ayudarle sin duda, pero al escuchar su propuesta, de irme sola con él y dejar a mis amigos, borró mi sonrisa y me inquietó -¿Separarme de ellos?- pregunto enarcando una ceja, incrédula, luego miro a Marcos -no puedo dejarlos- miro nuevamente a Romo -prefiero caminar y tardarme una semana en llegar, pero a mis amigos no los dejo, lo siento...