Partida Rol por web

Asiente con interés a la información sobre la relación sentimental.

- Lo verificaremos - complacida

No obstante, en cuanto a lo siguiente parece algo más reticente.

- Comprenderá que si no sabemos de dónde procede la información, tampoco sabremos cuán fiable puede llegar a ser. Estoy segura de que podría ofrecerme algún detalle más al respecto.

Gaius tragó saliva. ¿Hasta dónde sería prudente revelar?

El doctor Baltar trató de permanecer tan inexpresivo como la Consejera. Sin embargo no pudo sostenerle mucho tiempo la mirada. Aquella mujer debía de estar hecha de hielo.

—Está bien —el informático suspiró y se encogió de hombros—, supongo que es justo.  Por su bien  —y por el mío— déjeme ahorrarle los detalles técnicos: la información procede de los archivos personales de Mr Smith. En un descuido conseguí interceptar unas de las comunicaciones que recibió su ayudante. Y aunque los datos estaban en su mayoría cifrados, me las arreglé para acceder a un porcentaje significativo de los mismos. Puede preguntarle a Mr Smith sobre la naturaleza concreta de los nuevos pasajeros, pero dudo mucho que acceda a verificarle la información.

Puso especial énfasis en esa última parte.

Bien, es el momento de lanzar el golpe final, se dijo triunfal. Esperaba que aquello le valiese unas nuevas dependencias. Y la confianza de la Consejera, claro.

—Si quiere confirmar si estoy en lo cierto —Gaius hizo una pausa y sonrió—, bastaría con que le pidiese a la doctora Roslin que empezase sus análisis por los nuevos tripulantes. Si mi información es correcta, no tardará nada en detectar al infiltrado modificado genéticamente. Y si no… bueno, ¿no iban a hacerle un analítica completa a toda la tripulación de todas formas?

Wray te mantenía la mirada.

No tiene mucho sentido que sea un embuste, salvo que tuviera algún interés en hacer que los análisis de los demás se demoraran y después de todo... se sabría. No, definitivamente no tenía sentido. 

Finalmente asintió, sin más.

- Bien señor Baltar, verificaremos la información, en caso de que fuera verídica lo tendría muy en cuenta. Siga así. 

Casi parecía que se disponía a invitarte a salir, pero añadió algo más

- Con respecto a su petición, los camarotes que disponen de algo más de privacidad están completos, por lo que sería necesario en primera instancia hacer "hueco" y he tenido algunos asuntos más urgentes que atender. Veré si es posible - una promesa, vacía, pero una promesa. Una intención siempre era mejor que una negativa - si no hay nada más... - ahora sí, invitándote a retirarte 

Después de mi conversación con el Comandante en los pasillos me vi en la obligación de tener una charla con la Consejera. Por lo que al llegar a su Camarote llame a la puerta esperando que estuviera.

La Consejera Wray no se molestó en levantarse esta vez, teniendo en mente que algo se le habría olvidado a su última visita. Tan solo alzó la voz lo suficiente como para ser escuchada

- Adelante

Entré al camarote de la Consejera Wray observándolo con cierta envidia, la verdad es que estaba francamente bien... sobre todo comparado con el que yo tengo que compartir con otras nueve personas, la mayoría tíos bastante desagradables que te comen con los ojos. Pero ese no es el tema ahora, así que tomé asiento para comunicarle lo que debía decir:

-Bien, he venido por varios motivos. -hice una pausa- Aunque están relacionados. En nuestro último encuentro me ordenó encontrar información sobre Smith. Por ahora no he podido averiguar gran cosa, tenia pensado acceder a él a través de su secretaria, pero es... turbadoramente profesional -cruce mis piernas en el asiento- Pero de todos modos, ya estoy elucubrando otra manera. -una nueva pausa- La Segunda cuestión... hace poco el comandante Adama estuvo hablando conmigo. Esta preocupado por que se diría que Smith es el que lleva la voz cantante. -La mire bien para ver su reacción. Me preocupaba mucho haber juzgado mal a Wray y que no estuviera a la altura en esta misión-. Y tengo que admitir que tiene razón. No conozco el motivo por el cual sigue esta estrategia, no sé si será un plan para que este confiado... pero si es así debe tener cuidado, Smith es un depredador, si le deja mucho espacio para poder estudiarle y luego tenderle una trampa, pasara por encima de ella. -suspiré y crucé las manos en mi regazo- Intenté tranquilizar al comandante, haciéndole ver que los motivos de su no interferencia respondían a que simplemente no estábamos en contra de lo que Smith decía... y que tenia una hoja de ruta muy bien trazada, que nuestras peticiones llegarían en el momento justo. Me esforcé mucho por hacerle pensar que nosotros buscaríamos el consenso con él, y no la orden directa por que si. No hay nada mejor que un Comandante agradecido. Tosí levemente. Pareció mas tranquilo, aunque le preocupa que nuestra hoja de ruta pueda chocar con la de Smith y se genere un conflicto. Yo por mi parte le aseguré que podía estar tranquilo. Aun así, ha pedido saber más de esa hoja de ruta, para poder planificarse mejor. Le dije que lo hablaría con usted y que la recomendaría mantener una charla con él. Esto ultimo, lo creo ineludible.

Y me calle para que pudiera hablar Wray y escuchar su opinión.

La Consejera se mantenía tranquila, pese a las "noticias"

- Prepara una reunión con Adama y déjame a mi a ese peligroso depredador. 

Escuche su respuesta sin mostrar un solo reflejo en mi cara. Al fin y al cabo tenia una excelente cara de poker. La forma en que se había tomado todo lo que la había contado me perturba en exceso. Por que la verdad es que coincidía con lo que me había dicho Adama.

-O Wray es una genio de la Política o una estúpida. Por el bien de la misión, esperaba que fuera lo primero. Ya podía volverse bastante tenso el hecho de que la Wk y W-Y viajaran juntas con un equilibrio de poder... pero si este no existía podía ser un verdadero desastre.

Me levante del asiento.

-Hablare con Adama y se lo enviare aquí. Al menos mi trabajo estaba hecho. Bastante malo era hacer de niñera, pero peor era hacer de recadera.

Y me dispuse a salir del camarote si no decía nada mas.

La Consejera Wray permite que te retires sin añadir nada más.

Una vez más llaman a la puerta de la consejera Wray. Un toque único, firme pero discreto, bien audible para quién estuviese en el camarote, pero nada demasiado escandaloso que pudiera llamar una atención indeseada de quienes deambulen por los pasadizos de la nave…

Y cuando la consejera Wray acude a abrir la puerta, encuentra a un sonriente Ben Sysko, que se cuadra militarmente, pese a no estar ante un superior jerárquico sino ante un civil.

Lo cierto es que su uniforme está impecable, el cráneo recién afeitado y la barbita perfectamente recortada. Y huele a perfume… en concreto a uno muy peculiar que estúpidamente anuncian en los canales de holovisión como provisto de feromonas e irresistible para el otro sexo… ignorando que la especie humana tiene ese canal del cortejo atrofiado evolutivamente desde hace milenios. Sin embargo, de algún modo el potingue ha cumplido su función, transmitiendo un inequívoco mensaje: éste viene buscando algo aquí que muy probablemente no vaya a encontrar.

- Consejera Camile Wray – saluda al cuadrarse, con su profunda voz convertida en un grave susurro – Vengo a reportar mi informe sobre el registro de la nave, tal como nos encomendó en la última reunión…

Pasa al interior y se recuesta en la mesa, medio sentado, con aire de confianza.

- Nos encomendó asegurarnos de que el Aurora no albergaba ninguna sorpresa desconocida en su diseño – recuerda el delicado encargo – Algún pequeño detalle que esos weilos hubiesen decidido instalar en sus astilleros, pero luego olvidasen comentarnos – enuncia con cierta ironía, pero a la vez con una prístina claridad – Sin embargo ponerse a registrar minuciosamente toda la nave no era tarea fácil, llamaría demasiado la atención de los hombres de Adama… y eso no nos conviene a ninguno…

Hace una pausa y tensa los músculos del cuello para desentumecerse, haciendo crujir las vértebras.

- Pero claro, para estas cosas hay que tener cabeza… y recursos – se jacta – Por suerte, cuentan con gente de mi talento: lo primero que se requiere es una buena coartada, que permita examinar las cosas sin disimulos, incluso pedirles ayuda… así que me las ingenié para hacer un listado de recambios del exoesqueleto Armaggedon y solicité acceso a ese material de repuesto para cuando fuera necesario hacer reparaciones – amplía su sonrisa y muestra una dentadura perfecta y muy blanca, que resalta fuertemente con el color de su oscura piel – Entonces tuve vía libre para examinar hasta el último rincón de esta nave, buscando una válvula compresiva V6 o un manguito ajustable N7… hasta conté con el apoyo del jefe técnico, Tyrol Henderson, que es un tipo muy agradable pero bastante inocente, la verdad – hace una mueca – No se puede ser tan confiado.

De modo que ha cumplido a la perfección la misión asignada.

- Así que le garantizo, Camile… ¿puedo llamarla Camile, verdad? – se toma la licencia sin esperar respuesta – Que en este Crucero de Combate no hay nada fuera de lo debido y esperado en un modelo Barracuda… el motor de fusión de pulsos por lo visto es algo fuera de serie, si hemos de hacer caso a las maravillas que habla el ingeniero jefe, ese tal O´Brien… pero todo lo demás es justo lo que debía ser – afirma convencido – Puede estar completamente tranquila en ese aspecto, he sido muy concienzudo.

Dirige una mirada intensa a la abogada corporativa y añade con un tono más bajo, aterciopelado:

- Siempre suelo serlo, Camile, concienzudo y eficiente, hasta garantizar la máxima satisfacción… en todos los campos – sonríe y concluye – Estaré encantado de demostrárselo cuando quiera, sólo tiene que llamarme…

Camile Wray se sonríe de un modo enigmático, y sus ojos rasgados se afinan hasta convertirse en dos finas rendijas oscuras:

- Créame cuando le digo, señor Sysko, que alguien de su género no podría satisfacerme del modo que imagina -le revela con un toque sarcástico- Aunque no desdeño su buena predisposición para servir a la Weltherrschaft Korporatsiya de todas las maneras posibles, como suele decirse, hasta más allá del deber...

¿Se está burlando de él?

- Ahora, si me disculpa, retírese de mi camarote privado -añade todavía cortés pero tajante- Creo que me está viniendo una migraña y no le gustaría verme de mal humor...

Benjamin Sysko parece tan contrariado como confuso al despedirse...

- Consejera Wray -saluda con una inclinación de cabeza, no desprovista de un toque marcial, antes de desaparecer por la puerta con bastantes prisas...

Si bien no siento especial interés en charlar con los directivos de las corporaciones, me acerco al camarote de la WK para recibir información que considero vital para la misión. El hermetismo del que hacen gala podrá ser muy bueno en sus labores políticas y económicas, pero en una misión de esta índole solo es una dificultad más en nuestro camino.

Dada la poca confianza que tengo con ambas mujeres de esta corporación, llamo a la puerta de forma educada y espero con paciencia la invitación a entrar.

Tras llamar a su camarote privado a Vickers, la consejera Wray estaba empezando a darle instrucciones específicas sobre lo que espera de ella... cuando alguien llama a la puerta educadamente y espera respuesta.

- Adelante -contesta con seguridad la abogada corporativa.

Observo a las mujeres y la tensión que ambas parecen reflejar. Parece que no he llegado en el mejor momento.

Buenos días señoritas, espero no molestar -saludo con un gesto de cabeza, inclinandola como gesto de respeto- Necesito información que seguro que ustedes tienen. Me gustaría saber con quién voy a tratar en Palas, las naves que tienen, quién está al mando, de dónde vienen sus suministros, cada cuánto tiempo reciben material, cuál fue la última nave que atracó en Palas y cualquier otro dato de interés. Se que son muchas preguntas pero no quiero más sorpresas -el bombardeo de preguntas es incesante hasta para mí. Sin embargo es seguro que todos los datos serán necesarios para nuestra misión y no me importa molestar un poco a las corporaciones si con ello consigo proteger a mis hombres.

Wray hace un gesto a su asistente para que espere, o puede que para que guarde silencio. En cualquier caso, se encara con el comandante tras consultar su sofisticada PDA de pulsera, dispuesta a proporcionar todas las respuestas posibles:

- Ha sido usted quién ha ordenado silencio de comunicaciones, comandante, así que sin tener acceso a la web me veo limitada a la información que ya había recopilado previamente, por mi cuenta -puntualiza, descargando responsabilidades con un gesto muy propio de la abogacía- Aunque por fortuna, suelo ser bastante metoculosa cuando analizo un objetivo...

Teclea con habilidad algunos comandos y empieza a recitar.

- Según mis datos, la gerencia de la Estación Minera Orbital de Palas está en manos de un antiguo militar de la Armada Estelar ya jubilado, llamado Susumo Kodai, una vieja gloria con una larga hoja de servicios -las similitudes con el propio Adama son tan obvias que educadamente evita mencionarlas- Según esto lleva seis años en el espacio, sin haber regresado a la vieja Tierra ni una sola vez desde que fue retirado del servicio... los dos últimos en Palas -un individuo un tanto huraño por lo que puede deducirse- Habitualmente la Kompania Mondordo trabaja con dotaciones de dos naves prospectoras para cada concesión, aunque más bien corresponden a la definición de Crucero Estelar, pues están provistas de soporte vital y sistemas de crioestasis, además de un motor de fusión de pulsos... y según sus protocolos, una de ellas ejerce de base nodriza en el lugar de la explotación, con algunas lanzaderas accesorias que operan en las inmediaciones casi de forma oportunista, mientras otra realiza el largo viaje de tránsito para vender su carga en los mercados de destino... -hace un gesto desdeñoso- Supongo que es lo más práctico para las corporaciones menores, que carecen de los recursos suficientes para establecer una estación minera permanente en superficie o construir una gran estación orbital estática... por algo se les considera los carroñeros del espacio.

Cuando eleva la vista de la pantalla y observa la expresión de disgusto en el rostro del comandante decide abstenerse de hacer más comentarios valorativos...

- Los suministros les llegan cada cuatro o cinco meses, cada vez que una de esas naves se dan alternativamente el relevo, aunque por lo que he visto el comandante Kodai ha preferido cambiar de nave y tripulación en más de una ocasión, permaneciendo en el Cinturón de Asteroides -una nueva muestra de excentricidad, cuando la mayoría de la gente anhela un periodo de permiso- Aunque lo cierto es que la explotación de un asteroide de clase C, como Palas, puede proporcionar compuestos que contienen agua, y con ello también oxígeno, convirtiéndose en un proveedor de soporte vital para otras naves que atraviesen su territorio. Es algo así como una fuente de ingresos adicional a la explotación minera de metales pesados...

Alza los ojos una vez más, con una mirada singularmente intensa, y concluye:

- Hay otro dato que seguramente le interese, la nave de relevo que transporta el mineral ya extraído partirá en fechas muy cercanas... tanto que prácticamente coincidirá con nuestra llegada -una muy oportuna casualidad, claro que ha sido precisamente la declaración oficial de ese cargamento embarcado la que os ha puesto sobre la pista- Según mi registro, está comandada por el capitán James Cole, todo un veterano de la flota mercante independiente que lleva poco más de un año trabajando para la Kompania Mondordo... y un culo de mal asiento a juzgar por la sucesión de contratos en la última década. Sin embargo parece un profesional competente al que no le van mal las cosas. Y ha hecho una inversión inteligente de sus dividendos... parece un individuo bastante prometedor.

Es evidente que respeta el éxito en los negocios. Por eso comprende mucho mejor a Cole que a Kodai.

- Esto es todo lo que tengo por ahora, y como le he dicho no puedo ampliarlo tras haber restringido las comunicaciones -insiste en una protesta apenas disimulada- Así que tendrá que bastarle...

Esta mujer es enigmática. No se esfuerza por parecer amable, ni por ganarse el favor del mando de la nave, pero lo cierto es que ha aportado más información que cualquier otra parte implicada en la misión.

Aunque sólo cuando le ha convenido o le ha sido exigida.

Estaba en el despacho de Wray. La verdad es que no me entusiasmaba estar a sus ordenes. Era una persona. ¿Difícil?

Entonces llamaron a la puerta. Cuando escuché la voz del Comandante Adama mire hacia la entrada y lo vi pasar cuando Wray le dio permiso. Imaginé que un hombre inteligente como el se daría cuenta de la tensión que parecía haber en el camarote.

-Demasiado pequeño para las dos. Pensé divertida.

-Buenos días, Comandante -comenté educada con una amplia sonrisa.

Luego me limité a escuchar la conversación entre Wray y Adama sin decir nada. De pie, recta y sin moverme, casi se podría decir que parecía un árbol. Ahí plantada con los brazos a la espalda.

La verdad es que Wray carecía de sutileza. Algo que me daba la sensación que desconcertaba un poco a nuestro Comandante, por lo que veía ahora y por lo que había observado en otras ocasiones. De todas formas, dudaba que le gustara demasiado la política y en esta nave, con las dos grandes corporaciones, había mucho de eso.

Hubiera añadido algo, pero imaginaba que la Consejera preferiría que permaneciera callada. Para poder seguir dándome instrucciones una vez el Comandante se hubiera ido.

La rudeza de la respuesta de la Consejera me sorprende, ya que pasa por alto toda la esencia del protocolo y la educación. Sin embargo, acostumbrado ya a tratar con la gente de su clase, decido pasar por alto su actitud y centrarme en sus datos, muy útiles para lo que está por venir.

- Toda esa información es, sin duda, de gran valor para lo que ocurrirá cuando lleguemos a Palas -respondo haciendo caso omiso a su reiterada protesta- Pero debo pedirle algo más. Esta misión no se parece en nada a lo que me vendieron, no estamos investigando una simple desaparición sino algo mucho más complejo. Ya he hablado con Mr Smith sobre el asunto y me veo en la obligación de incluirla en mi declaración de intenciones.

No he visto a la consejera Wray enfadada hasta el momento, salvo su tensión con la señorita Vickers, pero tengo claro que si esa posibilidad se presenta será ahora. Aún así sé que debo hacerlo, estoy harto de tanto secretismo...

- Como usted sabrá de sobra, un comandante necesita todos los datos de su misión para llegar a buen puerto, valorando todos los factores y agentes implicados. Necesito que me dé toda la información que tiene usted, los agentes que trabajan para su corporación de los hombres reclutados, los datos que su compañía maneja, las especulaciones que tienen y todo lo que sea de interés. Le daré el mismo ultimátum que al señor Smith, el cual finalmente ha cedido, pues no informaré ni colaboraré con nadie que ponga en peligro la vida de todos nosotros, ocultando deliberadamente datos de interés. Por tanto, si tiene algo que contarme... este es el momento.

Mi discurso ha sido claro y, pese al tono conciliador, la amenaza es evidente. Si ella no habla yo no hablaré con ella.

La reacción de Camile Wray, lejos de evidenciar su enojo ante la amenaza de marginarla de la cadena de mando, es de una frialdad absoluta:

- Comandante Adama, puede tener la certeza de que le he proporcionado toda la información relevante con respecto a la misión a la que tengo acceso -asegura con una total serenidad- Comprenderá que me guarde para mí misma las sospechas o especulaciones que no puedo contrastar ni confirmar, como mis temores a que la Weyland-Yutani esté intentando hacerse con el control de esta misión introduciendo aquí agentes que sólo responden ante ellos, o sobornando a miembros de su propia tripulación -su expresión es críptica, aunque la acusación ya está lanzada- Cualquier especulación por mi parte a ese respecto sería recibida con escepticismo a menos que tuviera pruebas irrefutables de esas turbias maniobras… ¿o acaso ha sacado algo en claro acerca de esto de las concesiones y la abierta colaboración de Smith?

Sus ojos rasgados se entrecierran hasta convertirse en dos finas redijas cargadas de suspicacia…

- Puede creerme cuando le aseguro que nuestros intereses son comunes, tan sólo quiero desentrañar este misterio… mientras defiendo los intereses de mi gente -matiza- O dicho de otro modo, no permito que se haga un uso partidista y tendencioso de lo que podamos encontrarnos.

Enarco una ceja ante la respuesta de la Consejera. Ahora va a resultar que ella y su corporación son unos santos. Venirme a mi con esos cuentos a mi edad...

- Como usted bien dice, Consejera Wray, solo tengo la conjetura de que el señor Smith y usted me ocultan continuamente información y que pueden tener entre los pasajeros de la nave a colaboradores cuya identidad desconozco. Pero, como es obvio, solo son sospechas infundadas. Si dichas especulaciones dieran paso a la verdad, no me quedaría otra que detener a los agentes ocultos y mantenerlos custodiados hasta llegar a algún lugar donde ponerlos a disposición de la ONUG -mis palabras, en el mismo tono falso y con doble mensaje que el de la Consejera, dejan clara la amenaza. Si doy con trabajadores de alguna de las corporaciones cuya existencia desconozca serán detenidos y encerrados.