Partida Rol por web

Megalópolis Berín-Mandeburg-Frankfurt, capital de la Federación Euro-Rusa. Población de 34.000.000 habitantes.

Para qué vamos a negarlo, te molesta tener que reunirte con un sujeto de la catadura moral de Boris Ivanov. Puede que tenga un cargo de la máxima confianza dentro del organigrama de la Weltherrschaft Korporatsiya, pero a fin de cuentas su División Especial no es más que una banda de mercenarios y matones con unos métodos netamente mafiosos.

Y tú eres una abogada corporativa de prestigio, tus batallas tienen lugar en los tribunales, aunque luches para el mismo bando. Diablos, hay una enorme diferencia, nunca has sido precisamente una puritana, pues los elevados valores morales no son un arma demasiado útil cuando estás ante un estrado, pero sois radicalmente distintos. Y te mereces un respeto. Este sujeto es poco más que un asesino bien pagado. Y este lugar...

Sin embargo tus superiores, en el consejo de administración, te han ordenado reunirte con él. Acudir a su terreno es lo peor con diferencia, esta gente vive sumida en una sordidez aterradora, su problema no es la carencia de recursos, cobran muy bien por sus crímenes… pero carecen por completo de buen gusto, de educación, de clase. Son ordinarios a la vez que ostentosos, todo aquí es un quiero y no puedo, desde los abrigos de pieles sintéticas moteados en estampados imposibles hasta esos zapatos horteras que llevan sus matones. Por Dios…

¿Dónde quedan los tiempos en los que hiciste ganar fortunas a la WK robándoles a esos necios de la Weyland-Yutani los derechos de explotación sobre Titán, la mayor luna de Saturno? Aprovechaste una argucia de legal que les obligaba a reinvertir un 10% de los beneficios en las instalaciones durante los cincuenta años de la concesión. Nadie hubiera pensado que fueran a ser tan cicateros… ni tan descuidados, pero cuando pudiste demostrar su incumplimiento con los números en la mano los derechos volvieron a salir al mercado y la Weltherrschaft enseguida se hizo con ellos, al tener la oferta sobre la mesa antes que nadie…

Tu comisión fue generosa. El prestigio y la proyección profesional aún mayores. Creías haber alcanzado la cima, tocado el cielo… y sin embargo mírate. Caminando por la inmunda moqueta de un motel al que imaginas sólo acudirán las profesionales del sexo… y gente como Ivanov.

Cuando vuelvas a casa, piensas tirar estos zapatos. Da igual su precio.

Cuando llegas ante la puerta, el cuarto número 69 (no te cabe duda de que es una nueva burla) un armario ropero de dos metros con un traje barato te abre la puerta, mientras intenta forzar una sonrisa. Mejor sería que cerrase esa boca mellada, repleta de huecos y raíces ennegrecidas, este no habrá visitado la sala de un dentista en su vida.

Pero el matón palidece comparado con su jefe. El gordo seboso está recostado en una especie de diván de terciopelo rojo que debe tener algún tipo de motor vibrador para dar masajes, pues sus fofas carnes tiemblan como un flan mientras el cerdo pone los ojos en blanco…

- Aaaaahhh… debería probar esto, Ms. Wray – dice con su voz de bajo que nunca ha perdido el fuerte acento ruso – Venga aquí, siéntese a mi lado y disfrute…

La mirada glacial que le dedicas basta como respuesta, pero el asesino no parece darle más importancia...

- Bueno, pues siga en pie si quiere... – concede con sorna, mientras chasquea los dedos a los gorilas de la puerta – ¿Y tú a qué coño esperas? Avisa al mercenario, dile que ya puede subir.

Lo ignoras casi todo de esta desagradable reunión, salvo que va a resultar imprescindible para tu próximo encargo, sus superiores te lo han dejado muy claro. Tienes que dirigir un proyecto muy especial para garantizar la seguridad del Proyecto Tau-Ceti, en el que vuestra organización colabora con la Weyland Yutani, vuestros viejos rivales comerciales.

A mucha gente de la casa le costó horrores asumir semejante asociación, pero tú misma la recomendaste cuando la directiva decidió apostar fuerte por la colonización interestelar, después del éxito de los chinos en Alfa Centauri. Aquello fue una jugada afortunada, un golpe de suerte que nadie esperaba, llevaban treinta años bajando en los mercados… hasta que sonó la flauta y remontaron.

Pero lo de Tau Ceti está tres veces más lejos, es una empresa titánica… y simplemente demasiado grande para una sola Corporación. Ser demasiado ambicioso y egoísta conduce al desastre, es como el viejo dicho de morder más de lo que podrás tragar. Necesitabais un aliado de peso y la Weyland-Yutani era la mejor opción en ese momento. Aunque eso no hace que te gusten.

Pero ya está bien de divagar, centrémonos en el momento. Hablando de cosas desagradables.

Si el tipo de la sonrisa mellada era amenazador, el que entra ahora acompañándole da pavor. No sólo está sucio y sudado, sino que parece una montaña de músculos… aunque el suyo no es un cuerpo bello y bien torneado en un gimnasio, no.

Es simplemente algo brutal, salvaje, peligroso. Y esas cicatrices que le cruzan el rostro… no quieres ni pensar en cómo se las habrá hecho.

El tipo malcarado se planta en medio de la sala con aire arrogante, aunque adopta una pose de descanso netamente militar, con los pies algo separados y las manos entrelazadas a la espalda.

Pero no se ha relajado lo más mínimo, parece un animal a punto de saltar…

- ¿Ésta es la mujer? – es todo cuanto pregunta, con altanería, dirigiéndose a Boris.

El interpelado no tarda en responder, incorporándose un poco en el diván…

- En efecto, es la Consejera Wray, una abogada de la WK que pasa a ser tu oficial superior en esta misión – ¿pero eso no es un rango militar? ¿por quién te han tomado? – Deberás proteger su integridad física y cumplir sus órdenes en la medida de lo posible… según nuestro contrato. Ya sabes, si no vuelve, no cobras.

Entonces, para tu desconcierto, Ivanov deja sobre la mesa un grueso rollo de billetes sujetos por una burda goma elástica. Te parece increíble que puedan ser tan primitivos… la gente normal hace transacciones electrónicas ¿no?.

Se supone que estamos en el siglo XXIII ¿Pero en qué mundo viven?

Impertérrito, el paramilitar, mercenario o lo que quiera que sea recoge el dinero, lo guarda en uno de los bolsillos de su casaca y se limita a asentir en silencio.

Luego te contempla con una sonrisa torcida. Resulta… extraño e inquietante. Aunque no es lo que esperabas, no ves esa grosería de los demás, en sus ojos hay algo frío y calculador…

El repugnante gordo se pone en pie y empieza a caminar lentamente por la sala, mientras enciende un apestoso puro. Creías que ya los habían prohibido por completo, teniendo en cuenta cómo está la atmósfera de este pobre y arruinado planeta, pero seguramente eso tampoco iba a disuadir a gente como Ivanov…

- Camile Wray, le presento al Sargento Mayor Quaritch, aunque creo que prefiere que se dirijan a él como Miles… eso quiere decir “soldado” en una lengua muerta ¿saben? – intenta presumir de cultura, precisamente él… – Ya lo ha oído, le tiene a su servicio en esta misión, pero no va a ser el único. También contará con alguien muy especial que ahora mismo tenemos ocupada en Indochina, es toda una fuera de serie, podrá acceder a sus informes en esa CPU portátil que tiene sobre la mesa…

En efecto hay una unidad de CPU con proyector holográfico junto al diván, pero en este momento está reproduciendo un contenido pornográfico que has preferido no mirar directamente desde que has entrado. Bastante repugnante es este lugar sin molestarse en reparar en los detalles.

- Podrá consultar también informes sobre el resto del personal embarcado en esta misión, a la que hemos llamado Proyecto Salvaguarda – dice mientras apaga la reproducción en curso en medio de una orgía interracial – Pero supongo que no necesito advertirla de que sólo puede confiar realmente en estos dos operativos. Todos los demás son susceptibles de haber sido comprados por la Weyland-Yutani. Nuestros queridos socios en esta aventura.

Tienes claro que un cierto grado de suspicacia es sano y recomendable, pero esto de “no confiar en nadie” casi raya en el delirio paranoide. Muy al estilo del Directorio Especial de Boris Ivanov.

Era difícil ser más repugnante que Ivanov, pero al final, cuando llegas a estas alturas... no conviene caer, da igual quien ofrezca algo de apoyo o con quién tengas que colaborar.

Si hay que enfrentarse a algo de trabajo sucio, mejor que sea otro el que se manche las manos, pienso para mí mientras le dedico una última mirada al soldado para centrarme en la CPU. Revisaré en primer lugar los objetivos, por orden de importancia, dejando para el final los informes personales.

Sonríe para sus adentros, con arrogancia, aunque su pose sigue siendo igual de disciplinada que momentos antes. Tener a esos dos de espaldas a él e imaginarse degollándolos sin que le escucharan dar un solo paso sobre aquél suelo enmoquetado era como un entrenamiento más, o quizá... quizá era más esa necesidad de volver a estar en acción YA.

La falta de adrenalina le amargaba el día. 

Cuando consigue salir de su "dulce fantasía" mantiene la mirada sobre el hombro de Camile, la información nunca estaba de más, ni en el campo de batalla... especialmente en el campo de batalla. 

Los dedos de Camile Wray vuelan agilmente sobre el teclado holográfico, dándole acceso a la información codificada en la CPU, aunque en un determinado momento Boris Ivanov alza una mano para solicitar que se detenga y le tiende unas gafas de aspecto vulgar y montura algo aparatosa:

- Parte de la información a la que va a acceder ahora es confidencial, no queremos que llegue a ojos que no han de compartirla - echa una significativa mirada a Quaritch y el matón de la sonrisa mellada... y luego hace ademán con sus rollizos dedos de ponerse las gafas - Gracias a este útil invento, usted verá paneles de datos donde los demás nos deleitamos con una holocinta de sudorosas jovencitas que comparten todos sus fluidos corporales...

Así que eso es lo que se ocultaba tras toda esa repugnante pornografía... al final Boris va a ser más de lo que aparenta. Aunque desde luego siempre seguirá siendo repulsivo...

Esa mirada de superioridad... oh, como detestaba esas miradas de superioridad. "Esos soldados descerebrados" decían, "Esos que están ahí para morir" decían. Los que esperan que nos interpongamos felizmente entre las putas balas y sus gordos traseros. Ni siquiera debe saber sostener un jodido cuchillo. 

Sangrarías como un maldito cerdo salpicándolo todo si te rebanara el cuello y oh, ¡como lo disfrutaría! 

Retiré la mirada de la pornografía, para que un triste holograma cuando tenía el bendito trasero de Wray justo delante de mi. Si, eso si era real. Un viaje tan largo... 

Cogí las gafas, tentada de conseguir un pañuelo para limpiarlas antes de ponérmelas, pero al final lo pasé por alto. Iba a ser lo mejor. Me crucé de brazos con cierto aspecto de disconformidad y mantuve la mirada fija en toda aquella información hasta que la asimilé. Fue rápido, después de todo. Relativamente rápido. El personal sería lo más complicado, siempre era lo más complicado.

- Creo que me debe algo entonces, señor Ivanov - haciéndole notar que había terminado de leer y devolviendole las gafas.

El obeso jefe del Directorio Especial te sonríe y rebusca en un bolsillo de su chaqueta, mientras comenta:

- Si que es usted rápida leyendo, Ms. Wray...

Por fin encuentra lo que buscaba y te tiende un objeto minúsculo, apenas mayor que una moneda, duro y liso, con un único interruptor de seguridad justo en el centro. Parece hecho de alguna sustancia cerámica muy resistente y lo imaginas completamente relleno de circuitos.

- Aquí tiene la varita mágica - comenta con sorna, aunque luego añade algo que no sabes como interpretar - Le ha dado bastantes alegrías a más de uno, esa chica es una maravilla...

Sonrío forzada. Si no fuera una irresponsabilidad yo misma comprobaría si es una maravilla en todos los sentidos, pero desde luego no sería algo que Ivanov fuera a ver.

- Si no hay nada más... - impaciente por perderle de vista

El repulsivo Boris Ivanov te contempla unos instantes sin soltar palabra. Vete a saber los sucios pensamientos que recorren ahora mismo los circuitos neurales de ese cerebro criminal…

- No, Ms. Wray, no tenemos nada más que tratar – dice por fin, con tono neutro y aséptico – Salvo un último detalle. Comprobará que uno de los científicos asignados a su equipo es un genetista, una especialidad que en principio no tendría relación con los objetivos oficiales de esta misión – como no quieran analizar algún posible resto orgánico que encontréis en vuestra investigación no tiene demasiado sentido… especialmente si consideramos que los Prospectores desaparecidos eran naves no tripuladas – Sin embargo tendrá su utilidad llevarlo para constatar que nuestros estimados socios de la Weyland-Yutani no tienen a bordo nada equivalente a nuestra querida Meredith. Y de ser así, investigar todo lo posible al respecto.

Está claro que el Directorio Especial no piensa dejar pasar por alto ninguna oportunidad de espiar a la competencia…

- Ahora ya pueden marcharse, mañana les espera un vuelo suborbital que les conducirá al Espaciopuerto de Boston-Providence-Hartford – parece que os toca visitar los EEUU, bueno, parece lógico si vais a trabajar junto a los americanos – Y le recomiendo que a partir de este momento no se separe de su nuevo guardaespaldas – hace una seña con el mentón hacia Quaritch – Nunca se sabe…

No te tranquiliza mucho el tono en que lo ha dicho. El cavernícola ese de las cicatrices parece duro de verdad, pero la simple idea de que te hubieras podido convertir en un objetivo…

Paranoico, sencillamente paranoico. No iba a tener a ese bruto respirandome en la nuca todo el día solo porque a Ivanov se le antojara. Le dediqué una breve mirada a Quaritch y me dirigí a la salida.

- Tenga un buen día Ivanov... - y que no volvamos a vernos, por favor, pensé para mí. ¿No había otra persona? Bueno... "persona". ¿De verdad no había nadie más decente con el que tratar? ¿Que había hecho para merecer este castigo? ¡Inaudito! 

Retiré la mirada de su trasero al menor indicio de que iba a darse la vuelta, muy a tiempo: benditos reflejos. Seguía vivo gracias a ellos y esas cicatrices a las que siempre se desviaban las miradas eran testigo de ello. 

No me pronuncio, no es necesario: nadie me ha preguntado nada.

Le dedico un breve asentimiento a Ivanov a modo de despedida, y le sigo el paso a Camile Wray. Esperaba no tener que enfrentarme a contraórdenes, y conocer a mi mando militar.