Partida Rol por web

- No te precipites con tus conclusiones Erika. - Le dijo a la sacerdotisa. - Podrían ser el Abad y Bernardino, pero podría ser cualquier otro monje o ninguno. No está bien acusar a nadie sin pruebas y menos frente a gente que le aprecia. - Tras el sermón siguió contestando las dudas de Erika. - Entendí que Solas quemó la biblioteca por un descuido. Se quedó dormido y debió volcar un candelabro. - Hizo una breve pausa. - No soy experto en rastros, pero creo que había más de una huella de sandalias. Debían ser varios. Pero puede que sean antiguas. No lo sé. De nuevo sería acusar de algo son pruebas sólidas. - Tras las respuestas, de decidió a exponer su parecer sobre sus siguientes pasos. - Estoy con Phineas y Karel. No nos separamos. Podría ser peligroso. Y vamos al scriptorium. Investiguemos primero eso y luego la biblioteca. Hermano Malaquías, será de mucha ayuda su guía... - Estaba decidido, eso harían.

-¡¿Yo?! ¿Precipitarme? Si soy la más sensata y moderada de los cuatro. ¿Eh? ¿Por qué me miráis así? 

No entendía a Orlock ni las miradas penetrantes que le echaban sus compañeros. Carraspeó y se puso en marcha.

"Qué raritos parecen.Les sienta fatal no dormir. Claro, están asustados. Pobres chicos."

Malaquías les guió en dirección norte hacia el scriptorium y los llevó directamente a una mesa apartada junto a una ventana que identificó como la de Abel. Sobre ella se podía ver el manuscrito en el que Abel estaba trabajando cuando murió, un tratado filosófico sobre el bien y el mal y la conexión de esos conceptos con las religiones. Todo estaba lleno de utensilios de escriba, pliegos de pergaminos, tintas de colores, y unos anteojos especiales para los trabajos que requerían de un gran detalle. La silla era austera y no parecía demasiado cómoda aunque la mesa era grande y espaciosa. Los investigadores se arremolinaron sobre la mesa. Phineas se encargó de los libros buscando pistas que pudieran estar ocultas, ayudado con Erika que no le ponía su pasión habitual a la tarea. Por otro lado, Karel y Ordock empezaron a buscar por la mesa y en un momento las manos de Ordock toparon con una madera que se movía y tras deslizarla dejaron al descubierto un pequeño libro de piel marrón.

Phineas se hizo cargo del ejemplar con curiosidad y empezó a leer la picuda y elegante caligrafía. Era el diario de Abel y detallaba la vida en la abadía, la lista de trabajos pendientes y oraciones de glorificación de Ilmater. Las anotaciones se mantuvieron en la misma linea hasta que llegaron al final del libro donde una anotación sobresalía del resto

Hoy he tenido el privilegio, más allá de toda esperanza, de presenciar una visión de incomparable esplendor. Mi Dios se apareció ante mi mientras paseaba a las afueras del monasterio. Temblé de puro miedo, pero sus palabras me calmaron. Me dijo que estaba muy complacido conmigo,  y que me tenía en gran estima. Luego me dijo que construyera un pozo en el lugar donde estaba. "El agua que saldrá del pozo curará a los enfermos de todos sus males, y será el símbolo de mi infinito amor. La gente vendrá de muy lejos para beberla, y la prosperidad retornará a Montelegro. Marcha, y cuéntaselo a los demás pues Ilmater así ha hablado."

Las palabras no pueden describir lo que sentí tras contemplar esta visión. Salí corriendo hacia el scriptorium y le conté al hermano Bernardino lo que había visto. Pero el hermano Bernardino no me creyó. Dijo que estaba mintiendo. A pesar de mis súplicas siguió sin convencerse, y me avisó que estas cosas pueden ser constitutivas de herejía y ser castigadas con la expulsión vergonzante de la orden. Me ordenó que no volviera a hablar de la visión, y que no dijera al abad nada sobre mi herejía.

Confieso que no sé que hacer. Esta noche rezaré para que la luz se haga en mi mente. Quizás otra visión aparezca y me ofrezca consejo.

La campana de la cena ha sonado una segunda vez. No me atrevo a hacer esperar más al hermano Bernardino, i a abusar de su paciencia. No puedo, sin embargo acabar este día sin referir los eventos de este bendito día en mi diario.

 Un tosco mapa acompañaba la anotación en la que se marcaba una X en dirección suroeste del monasterio, a poco más de 40 metros de sus muros, en el supuesto lugar donde se había aparecido Ilmater.

Estuvimos registrando la mesa de Abel con detenimiento, como sabuesos entrenados. Encontramos su diario y leímos lo que relataba. Un milagro, según escribió el fallecido... una herejía, según Bernardino. Este, acababa de subir muchos enteros para ser el asesino; pero neceitábamos más pruebas... y que fueran concluyentes.

-"Pues parece que Bernardino tendrá que explicar algunas cosas. Vayamos a la biblioteca y después a ese punto marcado en el mapa. Como dije, creo que en breve sabremos quién es el asesino y cuáles eran sus motivaciones."

- Vaya... - Dijo el paladín, que no reaccionó hasta pasados algunos segundos. Aquello les daba una pista bastante tangible de lo que podía haber sucedido, sin embargo no era más que una prueba circunstancial. - Esto me deja... - Tomó aire. - Me deja de piedra. No esperaba para nada algo así... - Se rascó la cabeza. Estaba realmente sorprendido. - Bueno, tenemos que interrogar al hermano Bernardino. - Miró a Karel. - Pero como dice bien nuestro amigo el enano, vamos primero a investigar la biblioteca. Necesitaremos antorchas o una lámpara... - Dijo mirando a su alrededor y haciéndose con un candil que se encontraba sobre uno de los muebles. - ¿Vamos?

Entonces recordó la presencia del hermano Malaquías entre ellos y se giró hacia él.

- Usted es testigo de que hemos encontrado el diario de Abel en su escritorio y de que no hemos alterado prueba alguna. - Le dijo de forma rotunda. Sabía como se las gastaban en algunas abadías y como protegían a los suyos pese a las evidencias. - ¿Qué le parece lo que hemos descubierto? ¿Le cuadra? - Dijo mientras se dirigía hacia la biblioteca.

Lo que más llamó la atención de Erika fueron los anteojos. No era algo que pudieras encontrar todos los días. Se los puso -¿Qué tal me quedan? –le preguntó con una sonrisa en la boca a Phineas. Después examinó con ellos los pergaminos -¡Oh, esto es grandioso! - se los subió a la cabeza y se le olvidó que los llevaba ahí.

Con aquel descubrimiento del diario, frunció el entrecejo, estrechó la mirada, se mordió un dedo, pensativa. –Una visión…Es extraordinario. Yo nunca las he tenido –confesó, apenada- Bueno, me ha parecido verlas pero creo que más bien eran producto de mi subconsciente, una proyección de mis deseos. Sabéis de lo que os hablo, ¿no? Sería maravilloso que Amateratsu se nos apareciese en su radiante y magnificante figura, ¿verdad, Ordock? ¿Existe la palabra magnificante? No se.

Se quedó pensativa, perdida en su propio mundo soñador. Su tez se pintaba cada vez más de ceniza y tristeza- Pobrecito Abel. Pobrecito. Mi corazón se constriñe en un puño y sangra por él.

Sin más, las lagrimas acudieron a sus bonitos y atrevidos ojos. Un reguero de perlas húmedas se extendió mejillas abajo, deslizándose hacia su cuello. Le entró una llorera irreprimible y silenciosa. –Buahhhh. Buaahhhh.- Se sorbió los mocos –Pues vamos a la biblio. ¡Pero luego quiero ir a ese lugar de la visión marcado en el mapa!

Se paso el dorso de la mano por la cara limpiándose las lágrimas -Buahhh. Buahhh…¿y a qué vamos a la biblioteca? Ainsss, buhhhh…

- Te quedan fenomenal... - Dijo Ordock, de nuevo embobado con aquella joven. Rápidamente meneó la cabeza. Aquella muchacha era capaz de llevarle muy lejos del lugar en el que realmente se encontraba. - Podemos ir después si quieres al lugar donde apareció Ilmater. A menos que... - Se quedó un momento pensativo. - A menos que encontremos algo definitivo en la biblioteca... - Alcanzó a decir. - Y si sería bello que Amateratsu se nos apareciera, pero lo haga o no a lo largo de mi vida, yo la siento siempre conmigo. No necesito que se me aparezca o me hable directamente para saber que está a mi lado o que me habla, pues lo hace en mi mente sin necesidad de palabras.

-Oh, qué hermosas palabras, Ordock. Qué bonito pensamiento. Yo siento lo mismo -mira a los ojos al paladín- Me has emocionado. Casi seguro que la diosa hablar por tu boca. Ella en ocasiones se revela de esa forma.

Se vuelve a sonar la nariz.

Phineas estudió críticamente las gafas en el rostro de Erika, lo cierto era que el aumento de las lentes hacía que sus ojos parecieran huevos escalfados y a punto estaba de largar la carcajada cuando Ordock lo salvó con su elogio. Phineas asintió como afirmando las palabras del paladín - Te hacen ver particular. - dijo antes de enterrar su mirada en los libros.

Tras un rato de infructuosas búsquedas de pasajes escondidos entre líneas, intentos de descubrir un texto alternativo alterando el orden de los renglones de acuerdo a permutaciones insinuadas en los grabados que Abel copiaba, y la lucha con su natural curioso que le pedía que leyera el libro de cabo a rabo, Ordock dió con el diario de Abel.

Decir que Phineas devoró las palabras sería quitarle fuerza a la metáfora, la velocidad a la que el mediano pasaba las páginas ponía en riesgo de incendio al papel, hasta que llegó a la última entrada... Tras leerla volvió a recorrer rápidamente el diario en busca de indicadores de delirios místicos de parte del chico, pero no encontró nada, lo que daba mucho más peso al pasaje.

Permitió que los demás lo leyeran, y escuchó sus propuestas, pero cuando todos parecían de acuerdo en ir a la biblioteca negó con la cabeza - Creo como Karel que este pasaje deja al Hermano Bernardino en el lugar principal de la lista de sospechosos, todo apunta a que, tras impedir que contara lo del futuro pozo, lo ha asesinado para que no hable... ¿Pero por qué? ¿Celos de que un novicio haya sido contactado por su dios? ¿Algo que ocultar en el lugar marcado en el mapa? Asumimos que nadie más fue testigo de la aparición, o de la charla con Bernardino ¿Que tal si alguien más quería impedir que se encuentre lo que hay realmente en el sitio? - El mediano sonrió traviesamente y bajó de a silla.

- Propongo que vayamos primero a ese lugar, excavemos hasta encontrar agua o algo más, y una vez sepamos lo que hay enfrentemos al padre Bernardino frente al Abad con el diario y el hallazgo. Quizá Bernardino sólo trataba de proteger a Abel de una posible expulsión, después de todo era su alumno más avanzado y quien seguramente ocuparía su lugar dentro de muchos años. Si sacamos a la luz el secreto que esconde este lugar tendremos la llave para hacer salir de su escondite al verdadero asesino... si es Bernardino estará allí, y si no lo es habremos evitado condenar a un inocente. - miró a sus compañeros y a Malaquías - ¿Que opinais? ¿Os parece un plan de acción más prudente? Si nos metemos a la biblioteca ahora a buscar a Abel el asesino podrá derrumbar el techo sobre nosotros... si lo hacemos después de haberlo desenmascarado quizá ni siquiera tengamos que enfrentarlo.

- Creo que... - Pensó unos instantes. - Lo que dices puede tener sentido, pero no quiero irme de aquí sin echar un vistazo a la biblioteca... - Hizo una breve pausa. - Aunque solo sea echar un vistazo. Me mata la curiosidad de lo que podemos encontrar allí dentro.

Las lágrimas del hermano Malaquías, mezcla de gozo y de profundo pesar, cayeron en cascada antes de que pudiera decir nada. El monje, profundamente conmovido por el contenido del diario, escuchó a unos y a otros discutir sobre cual sería el siguiente paso y salvo Ordock, que le preguntó su opinión al respecto, fue ignorado por todos. Mirando a Ordock, cayó de rodillas, antes de decirle

"Abel no habría inventado algo como eso, sería incapaz. Esto....es maravilloso, nuestro señor se apareció al hermano Abel. Nos ha perdonado por nuestro orgullo y nos permitirá que podamos cuidar de los enfermos y sanar a los heridos. ES UN MILAGRO!, ME OIS? UN MILAGRO!! ALABADO SEA ILMATER, EL MISERICORDIOSO!!" El monje lloraba y reía en un amalgama de sentimientos que hacían difícil prever cual sería la siguiente manifestación. Tardó unos instantes en serenarse y ante las preguntas de Ordock le contestó

"Mis ojos han visto y mis oídos han escuchado, nada se ha alterado pero eso no hace del hermano Bernardino culpable, tal vez falto de fe. El hermano Bernardino siempre es duro con todos pero nunca ha sido injusto, por lo que me no puedo acabar de creerme que haya sido el culpable de tanto mal. Nunca demostró celos, incluso alabando el trabajo de Abel por encima del suyo a los oídos del abad así que creo que deberíamos hablar con el abad inmediatamente, porque si Bernardino es culpable de esta herejía el mal no se deshará hasta que confiese sus pecados"

Ante la petición del grupo a marchar al lugar marcado en el mapa se resignó con un hondo suspiro pero acabó aceptando. Cogió el diario de Abel y se lo guardó en un bolsillo de su túnica mientras les decía

"Esta bien, si realmente hay algo allí se considerará una prueba de que las palabras de Abel eran verdaderas pero después, con vuestra ayuda o sin ella enfrentaré al abad y al hermano Bernardino. Hasta que no se resuelva esta cuestión no podré descansar en paz"

Se dirigieron todos en dirección sur, pasando por el huerto para coger unas palas y salieron del monasterio levantando el pesado rastrillo. Y allí, en el lugar marcado por la X, a unos 40 metros de los muros del monasterio, un rosal florido desafiaba al frío invernal.

- Yo te creo. - Dijo Ordock bastante convencido en las palabras que el hermano Malaquías acababa de pronunciar. 

Él conocía mucho mejor que ellos al hermano Bernardino y por supuesto conocía mejor a Abel. Si creía en la inocencia de Bernardino, Ordock no lo pondría en duda a menos que encontraran una prueba real de su implicación en el asesinato. Al fin y al cabo, podía ser lo que acababa de especular hermano Malaquías y que simplemente fuera un descreído. Pero como como había dicho antes, no iba a descartar ninguna hipótesis.

Fuera como fuera, se marcharon en dirección al lugar donde el hermano Abel había tenido la visión. Iban dispuestos a excavar un buen agujero en busca del manantial del que Ilmater le había hablado. No obstante, allí encontraron un rosal que desafiaba a toda lógica.

- Es extraño... Dijo Ordock un tanto confundido. - ¿Marcará el rosal el punto donde debemos cavar? Me parece casi un sacrilegio tener que desenterrar el rosal... - Dijo desde la  más pura sinceridad. - Cavemos... - Se resignó el paladín. - Pero tratemos de no dañar el rosal. - Y dicho aquello agarró una pala y comenzó la excavación.

Hacía frío. Un condenado frío. Erika se arrebujó en su capa y hundió su cabeza en lo más hondo de la capucha.

-Karel, tu sabes de cavar. Eres un maestro enano. Va, ayuda a Ordock, tardaremos menos.

No sabía qué pensar. Las última palabras de Malakías danzaban en su mente inquieta junto con todo lo anterior averiguado y padecido. Respiró hondo. Todos los caminos conducían a Bernardino y al Abad. Se frotó la nariz, ya había dejado de llorar.

-¿Os dais cuenta? El abad rogaba por un milagro. Y aquí, tal vez, Abel descubrió su milagro. Quizás sea falso, por muy raro que parezca un rosal florido en pleno invierno. Pero sea falso cierto, cuando Abel da la noticia, muere. Con seguridad asesinado.

Ahora se frotó las manos- ¿Por qué querían tapar el descubrimiento del supuesto milagro?

Observó al paladín comprobar en diversas  ocasiones su equipo. Se le veía nervioso. Los otros cuatro necesitaban confirmación e información fiables. ^{El rosal de por sí es el elemento cabalístico más usado por excelencia, pensó}- Nadie nos ha hablado de esto hasta ahora el hermano Malakias -le saludó con la mirada.- No se si cavando así vamos a poder encontrar el pozo. U otra cosa.

- Esperen, esperen - dijo Phineas al ver a Ordock clavar la pala en tierra - Creo que la presencia del rosal es prueba suficente de que algo milagroso sucede, y dado que pertenece a la Abadía creo que corresponde al Abad decidir su destino. Quizá sea correcto sacrificar su hermosura y lozanía para acceder a sus raíces, pero no nos corresponde tal decisión. - miro a sus compañeros - Quizá sea este el lugar donde debemos enfrentar a Bernardino y al Abad con el diario de Abel, y ver sus reacciones ante semejante prodigio. ¿Que opinas Malaquías? ¿Sería prudente traer más testigos aparte de los previamente citados? ¿Que opináis vosotros?

Malaquías miró como se disponían a cavar y chilló alarmado como si estuvieran a punto de hacer un sacrilegio. Saltando sobre Ordock trató de arrancarle la pala de las manos pero se veía claro que no tenía fuerza suficiente para rivalizar con el paladín. Con angustia les dijo

"Por favor, no alteren el milagro sino nadie nos creerá y pensará que es falso, un intento burdo de salvar nuestra abadía de la ruina. El hecho que un rosal florecido haya resistido el invierno es milagroso de por sí, pero" sus ojos se llenaron de lágrimas "el hecho de que esté aquí es mucho más milagroso porque solía pasear por aquí con Abel y hace una semana no estaba aquí. Es un milagro y solo el abad tiene autoridad para dar validez al milagro. Debemos ir a verle, enfrentar a Bernardino y limpiar el nombre de Abel"

Erika, impulsiva, abrazó a Malakías, igual que lo haría una hermana -Vale, vale, no sufras, amigo mío. Nos has ayudado mucho. Respetaremos el lugar y la memoria de Abel. - Miro a sus compañeros, en particular a Ordock.

-Phineas y Malakías tienen razón. Somos testigos, cinco personas. Y con nosotros tenemos a Karel, ¡un enano nunca miente! Va contra su honor. Estoy de acuerdo con el hermano Malakías, no toquemos nada más, que os habéis pasado la noche removiendo y buscando igual que sabuesos, vais a trastocar la abadía. Este rosal es hermosísimo, una mala palada y adiós. Resultaría imperdonable.

Erika trastabilló en la tierra, se recuperó, cogió de la mano otra vez a Malakías- Sí, enfrentemos a esos dos y resolvamos este misterio enigmático y terrible -Se rascó otra vez la cabeza, con intensidad- Malakías, me parece que Gugliemo debía sufrir el acoso de pulgas o piojos, no para de picarme la cabeza, ¿no os sucede lo mismo a vosotros?

- Por mi bien. - Desveló el paladín. - Al fin y al cabo, yo preferiría investigar la biblioteca. Aunque una vez revelado el misterio del rosal, creo que es más que evidente que tenemos que hablar con el buen abad. 

Dicho aquello recogió la pala y posó una mano sobre el hombro de Malaquías dedicándole una mirada de complicidad. Momentos después comenzó a caminar superando la posición del hermano y dirigiéndose de nuevo hacia el monasterio.

- ¡Venga, no perdamos más tiempo! - Exclamó. - ¡Ésto es algo importante!

El mediano asintió ante las palabras de sus amigos y el entusiasmo de Malaquías, pero se plantó frente al rosal cuando Ordock propuso ir todos a buscar al Abad. - Me quedaré a proteger el rosal, no sea que el asesino estuviera esperando que lo encontremos para destruir la obra de Ilmater. Si alguien quiere hacerme compañía será bienvenido, si veo a alguien acercarse gritaré para llamaros y lo mantendré lejos del rosal mientras tenga aliento.

- Me quedaré contigo entonces. - Habló Ordock. - Si alguien quiere destruir el rosal, vas a necesitar centímetros para protegerlo. - Observó en tono de broma, pero sabiendo que en el fondo era verdad. - Karel, cuida de Erika. - Sonrió. - Aunque sabe cuidarse sola. - Afirmó con una sonrisa. - Regresad cuanto antes. - Finalizó su exposición.

Fuimos directamente a la puerta de entrada a la abadía y salimos al exterior. En dónde indicaba el plano, había crecido un precioso y exhuberante rosal florido. Era una bella visión para esta estación, que recordaba la belleza de la naturaleza viva en primavera. Ordock enseguida se puso a cavar, pero los demás le detuvieron, haciendo hincapié en la posibilidad de destruir el rosal. Al final decidieron de ir a buscar al zbad y traerlo hasta aquí para que lo viera con sus propios ojos.

-"Bien, bien, hummm. Yo iré con Erika y Malaquías en busca de Anselmo y lo traeremos. Tiene que ver esto, sí. Aunque deberíamos de habernos pasado por la biblioteca para haber tenido toda la información posible. ¡Hummm! Quizás allí hubiéramos encontrado más pistas y nos hubieran sacado de dudas con respecto a Bernardino."

Antes de partir, respondí a Erika y Ordock.

-"No, no me pica la cabeza. Hace un par de horas me di un baño para quitarme el pestazo de Gugliemo de encima, no como otros... No te preocupes Ordock, la cuidaré. Vosotros proteger el rosal e intentad no congelaros, tardaremos poco."