Está muy lejos para poder decirlo
Oído cocina. Esperaremos a piwi, y supongo que lo ralentizaré un pelín, porque posiblemente quiera interrogarte a tí también.
Buenos días contesta educadamente en élfico Mi nombre es Lia Amakair y mis compañeros son Gaenos, Asdrul y Suloth les presenta. Ciertamente, carecemos de invitación pues no sabíamos que nos hiciese falta. Aún así puedo asegurarles que no somos enemigos y que, al igual que ustedes, la salud y bienestar de este magnífico bosque son muy importantes para nosotros. Llevamos varios días recorriendo sus sendas y, como seguro habéis comprobado, en ningún momento le hemos causado mal. Siendo incluso algunos de sus habitantes los que nos han guiado hacia vuestra ciudad... hace una pausa para que el oficial vaya asimilando sus palabras
Sigue con la mano en alto, no muy convencido
No se trata del bosque en sí, si no de lo que hay a partir de aquí, y la entrada está prohibida a todo el mundo salvo unos pocos guardias y algunos ciudadanos selectos. Parece caer en la cuenta de que estáis realmente bastante perdidos, pero aún así no parece más amable.
¿Para qué habéis venido? ¿Y... qué es ese caballero alado? ¿Es humano? ¿Y usted, de donde es?
Da la sensación de ser poco paciente, pero no un asesino... o eso parece.
Asdrul te mira mosqueado. No le gusta NADA que hablen así a su amiga. La siguiente mirada se la echa al caballero, y levanta el labio, sin llegar a gruñir
Posa una mano en el lomo de Asdrul para calmarle y darle a entender que sabe lo que está haciendo antes de seguir hablando con el oficial
La nuestra es una larga historia, pero gustosos os la contaremos si así lo deseáis. SIn embargo, estáis en lo cierto, no somos de por aquí... de hecho, hace poco que hemos llegado a vuestro mundo. El motivo de nuestra presencia aquí es sencillo: buscamos vuestra ciudad para conoceros, contaros nuestra historia y ayudarnos mutuamente. Si estamos a la entrada de un lugar sagrado, no era nuestra internción perturbarlo.
Nu… ¿“Nuestro mundo”…?
El rostro del oficial se convierte en una oda al miedo, y el brazo le tiembla mientras os mira, ahora dudando seriamente si dar la orden o no.
No… no se puede pasar… de aquí… marcháos a otra parte… por favor…
Su tono ahora es muy diferente, como si de repente os temiese.
No debéis temernos continúa amablemente por vuestro tono parece que ya conocéis a otro de los enviados... pero os aseguro que nosotros y nuestros dioses somos bondadosos. Asdrul y yo servimos a Mielikki , la Reina del Bosque cuya doctrina es la defensa de lo natural mediante un equilibrio entre civilización y naturaleza. El caballero Gaenos, por su parte, sigue a Lathander el Padre Radiante, dedicado por entero a la lucha contra el mal y la protección de las buenas gentes. No os pretendemos ningún mal... como os dije antes veníamos a conoceros y a ayudarnos mutuamente
Tras una breve pausa Si estoy en lo cierto y conocéis a otro enviado debéis decirnos cuál es su señor y así podremos ayudaros..
El oficial por el momento, lleva la mano hacia la izquierda y la baja lentamente, dando con eso la orden de no atacar por ahora, y coge las riendas de su caballo... Pero no sabe bien qué decir, como si cualquier decisión respecto a vosotros fuera demasiado importante.
Los Enviados... no "el". Han traído mucho Caos, y nuestro Reino es lo último que necesita ahora, de veras. Es que... ¿Se quedó pequeño vuestro mundo...? ¿Como queréis que confiemos en vosotros? Todos han dicho lo mismo, y el resultado ha sido... terrible.
Te doy mi palabra, pero si eso no es suficiente... os demostraremos que podéis confiar en nosotros contesta solemnemente
El oficial parece que sigue tenso, pero empieza a recuperarse del susto.
Para confiar en los Enviados ya no nos sirven las palabras... ¿Cómo pensáis demostrar lo que pretendéis realmente?
Sus palabras le han sonado con mal tono a sí mismo, pero espera que no te las hayas tomado demasiado mal.
Bueno, nos amenazaron y no les hemos despachado....
Musita el lobo, tranquilo.
Si esa hubiese sido nuestra intención ya os habríamos atacado, pero no lo hemos hecho. Sin embargo, comprendo que eso no es muestra suficiente de nuestras intenciones... así pues, os ayudaremos con vuestros problemas con los otros enviados aunque para eso primero deberéis decirnos de quienes se trata... continúa hablando en el mismo tono paciente y educado, sin dar muestras de haberse ofendido por las duras palabras del oficial
El oficial niega.
Oooh..., no no... no atacáis directamente... le... sorbéis el cerebro a los demás, y luego hacéis que se maten entre ellos. Dejó una pausa inquisitiva. De todas formas... cualquier decisión sobre los Enviados es demasiado para mi... rango. Imagino que no vais a marcharos sin más...
¿Podríais al menos esperar a que hiciese llamar a un oficial superior que pueda decidir? Dice sin mucho convencimiento.
El caballero asiente ante la pregunta del oficial élfico. A escala menor, pero significativa de todos modos, estamos creando una pequeña era de los trastornos en este mundo. Nuestras intenciones son buenas, pero de todos modos no dejamos de ser extraños en estemundo. Que heraldo o heraldos pueden haber creado esta confusión, esto apesta a arcanistas.
Tras una mirada a Gaenos, también asiente. Esperaremos... dice mientras toma asiento en el mismo lugar que se encontraba
El oficial se sorprende sinceramente al escuchar vuestra respuesta afirmativa, hasta el punto que duda un momento que sea cierto lo que decís.
Umm... Os mira y mira a sus soldados expuestos, que están vigilando. Está bien.... trataré de tardar lo menos posible.
Cuelga el arco y hace que su caballo dé media vuelta, comenzando a cabalgar a toda velocidad en dirección al interior del bosque, perdiéndose pronto entre los gigantescos árboles.
Tras un par de horas, el oficial llega acompañado de otros tres jinetes.
El primer jinete, que acompaña al oficial a su derecha, viste ropas lujosas y caras, en un azul claro, ribeteadas y hermosas, que esconden una cota de mallas ligera. A su cinto lleva una espada envainada, y colgando de la silla, un escudo también azul, que muestra una llama verde que 'crepita' hojas, bajo una estrella blanca.
Parece serio y desconfiado, casi acusador, de unos cuatrocientos o quinientos años.
El segundo jinete es una mujer, seria y de apariencia mayor y reflexiva, probablemente tenga más de setecientos u ochocientos años, y viste una coraza ligera, una espada larga y capa verde, con un escudo verde con la estrella blanca, que lleva ya en el brazo, de forma que tan solo necesitaría desenvainar para defenderse o atacar. No os quita ojo en ningún momento. Monta un unicornio blanco, sin ensillar.
Y el tercer jinete no viste armadura, tan solo una larga túnica azul con detalles blancos, y un bastón blanco rematado en plata. Parece un mago, y parece ser anciano y sereno, aunque ahora está algo temeroso. Debe tener también unos ochocientos años, tranquilamente, y al lado de su cinto cuelga una bolsa que parece llena.
El primer jinete se adelanta, quedando frente al oficial, la mujer y el mago, colocando el corcel blanco ligeramente de lado. Tiene un porte señorial y no parece que esté contento de veros.
Soy el Rey Élear del reino de Véler, a donde estáis a punto de entrar. Éstos son mis guardaespaldas Lurei y Domel. Normalmente me gustaria daros la bienvenida, pero los Enviados no son bien recibidos ni por mi ni por mi gente.
Hace una breve pausa y prosigue.
Sin embargo, no deseo más problemas con ningún otro ser semidivino de otro mundo... Dejad claras vuestras intenciones y vuestras peticiones, y acabemos esto rápida y pacíficamente.
Parece bastante serio, y mira de vez en cuando a sus dos guardaespaldas, que le devuelven la mirada. Los cuatro están muy tensos.
El caballero, léntamente se quita el yelmo dejando al descubierto su rostro, el de un hombre de mediana edad, curtido por la intemperie, de frondosa pelirroja melena. Barba corta recortada y arreglada.
Por primera vez en presencia de los elfos habla, en común.
- Comprenden mi idioma?
Deja el yelmo bajo su brazo izquierdo mientras habla.
- Por lo que dicen, ya han tenido contacto con heraldos de los dioses y que algo saben acerca de los dioses.- Hace una pausa, su voz es serena.- En tonces tal vez sepan que los distintos dioses tienen distintos objetivos, los dioses son entidades de inmenso poder, pero de por sí no les inclina hacia el bien o el mal, la paz o el caos. Cada uno de ellos elige y representa una faceta de la vida o la muerte, de las energías que conforman el mundo, de los sentimientos de los seres que en ellos habitan. Nuestros Dioses.- Dice señalándo a Lia y a si mismo.- Todo y siendo distintos siguen caminos nobles y la paz y elicidad entre las distintas razas que poblan el mundo.
Tira diplomacia por mí.
Cuando escucha llegar a los jinetes Lia se incorpora lentamente, para no alarmar a los vigilantes. Aunque ver llegar a la elfa montando a pelo un unicornio no deja de impresionarle, no deja que eso se refleje en su semblante.Cuando uno de los recién llegados se presenta como el rey de estas tierras entonces sí que no puede evitar que la sorpresa se marque en su rostro.
Tras realizar una profunda y educada reverencia comienza a hablar Mi nombre es Lia Amakair y ellos son Gaenos, Asdrul y Suloth. Como ya dijimos al oficial, acudíamos a vuestras tierras para conoceros, ayudaros y, no os lo negaré, para daros a conocer las enseñanzas de nuestros dioses... si ese era vuestro deseo. Por lo poco que sabemos, habéis tenido problemas con otros enviados que han sembrado el Caos en vuestro reino. Sabed pues, que ese no es nuestro cometido ya que, como bien dice Gaenos, los señores a los que servimos son bondadosos y amantes del orden. Por ello, os ofrecemos nuestra ayuda para solucionar aquellos problemas originados por la presencia de los otros..