Partida Rol por web

Sorprendido- Ah, ¿Quieres viajar conmigo? Bueno, si no me equivoco, tu al igual que yo te has pegado un buen viaje hasta llegar aquí, y a juzgar por tus últimas palabras no llevas demasiado, quizá ¿unos minutos? Tu confianza me confunde...

Mira al rededor y a los cristales, con interés. Luego la mira a ella, a los ojos. Sonríe.

Y debes estar aquí por lo mismo que yo. Es lo único que tiene sentido.

Iolaeden levantó la vista del prado, y observó a durante unos instantes Barahir con la cabeza ligeramente inclinada.

Pensé que no querías hablar de ello, hombre de negocios de Amn. La suma sacerdotisa devolvió a Barahir la sonrisa. Si sabes quién soy, sabes a qué he venido. Y si no me importa que me acompañes es por la misma razón por la que no te has puesto a lanzarme hechizos nada más verme. Porque, por supuesto, rodeándote de tantos misterios, tienes que ser un mago.

La sacerdotisa suspiró teatralmente en una exasperación fingida. Después se cruzó de brazos y esperó.

Dime Barahir, ¿quién eres tú?

Cierra los ojos, tomándose un instante. Le da la mano.

Enviado del Señor de las Sombras, Mâscara, y mago miembro de los Ladrones de las Sombras. Sonríe.

Ha sido una descortesía por mi parte haberme presentado como lo hice cuando, al oír tu nombre, supe superficialmente quién eras. Espero que comprendas que presentarme con mi nombre y posición es en mí algo que prácticamente jamás he hecho y no iba a empezar a hacerlo recién llegado a un mundo donde ni los dioses saben qué me depara. Es lo que se llama instinto, espero que no me lo tengas en cuenta.

Quiero que sepas que me alegra estar en compañía de una enviada de una diosa lo bastante inteligente como para tener un culto no apto para las cabezas llenas de piedras que prefieren otras moralinas absurdas y decadentes, si las hay a mano.

Nadie sabe que nos deparan las luces y sí, me gustaría que explorasemos esto juntos por el bien de ambos. Sonríe mirándola con aprecio.

Iolaeden lanzó una de sus risas cantarinas y sus labios se movieron inquietos en su rostro, como relámpagos de fuego en el cielo nevado.

¡El Elegido del Maestro de todos los Ladrones presentándose formalmente ante mi! negó la cabeza como si fuera algo inaudito y, ahora sí, estrechó la mano de Barahir. Desde luego, te entiendo. No hace falta que des más explicaciones.

Miró a Barahir con ojos divertidos y le lanzó el cristal que tenía en la mano para que lo atrapara al vuelo.

Mago de los Ladrones de las Sombras, necesitarás esto para utilizar tu magia contra otros. Advirtió Iolaeden. Si sugería que no podría haberla atacado con su magia, no estaba claro. Éste es el sustituto para la Urdimbre. Por lo que he podido comprobar, rompiendo el cristal se libera la energía mágica suficiente para lanzar un conjuro. Los cristales grandes brillan poco, lo que sugiere que no serán suficiente para los encantamientos más poderosos. Por contra, los pequeños parecen más difíciles de extraer. Pero yo que tú probaría antes de irnos de aquí que tu magia también funciona con estos cristales. Aunque claro, qué te voy a decir. Tú eres el mago: estoy segura de que intuirás más que yo en estas cuestiones.

La sacerdotisa hizo una leve inclinación de cabeza, como si reconociera su autoridad en el tema. Y haciendo caso a su propio consejo se acuclilló para rescatar cristales y, con sumo cuidado, echarlos en la bolsa mágica sin fondo que usaba a modo de mochila.

Aún no me has contestado a la última pregunta que te he hecho. ¿Puede tu magia darnos alguna información acerca de hacia qué dirección viajar o deberemos tomar una al azar?

Mientras se agacha a recoger cristales para examinarlos responde a Iolaeden.

Lo cierto es que no tengo ningún conjuro que nos pueda ayudar ahora mismo. Lanzo magia arcana, pero no como un mago normal. La mira- Pero si a ti te funciona, a mí debería funcionarme.

Dicho esto, se levanta con un puñado de cristales y lanza un conjuro sencillo para probar, -Luces danzantes. Al ver que funciona, sonríe.

Muy bien, un problema menos. Sugiero que vayamos a la ciudad mas cercana, cuanto antes entremos en contacto con cualquier raza inteligente, antes sabremos qué hacer.

Debemos estar aproximadamente a medio camino, así que lo mismo da que vayamos en una dirección o en otra.

Después señaló a la ciudad que quedaba más lejos de la constelación por la que se estaban guiando.

¿Te parece bien que vayamos en esa dirección mismamente? Calculo que nos llevará unas cuatro o cinco horas llegar. Escudriñó el cielo. Puede que para cuando lo hagamos, ya será de día. Podremos echar un vistazo y si no nos gusta lo que vemos, nos damos la vuelta.

Barahir recoge todos los cristales que le caben en el espacio sobrante de su bolsa de contanción. Se fija en lo que le cuelga de la cintura, esos artilugios... Barahir ha matado a más personas de las que puede contar, y torturado -mucho menos sofisticadamente- en ocasiones. Nada de eso impide que le de un pequeño repelús que sabe disimular. Disimular, otra de sus especialidades.

-Muy bien, tomemos esa dirección mismo.

La pareja se dirige hacia el grupo de luces, dejando a la espalda la constelación con forma de S, y el viaje se hace bastante pesado. Afortunadamente, la luminosidad de una noche como esa hace que no sea tan pesado como podría llegar a ser.

Caminan sorteando o subiendo y bajando suaves colinas, y evitando algunos bosques, y pasadas cuatro horas, comienza a amanecer un sol ligeramente más anaranjado que el de Toril. Media hora despues, distinguen casas y chozas, en lo que parece ser una aldea fronteriza, pues cuenta con algunas torrecitas de vigilancia de unos cuatro metros.
Ya hay claridad más que de sobras, y lo que más llama la atención... es que son medianos. Las casas y chozas son para su estatura, las escaleras de las torrecitas, y los escasos guardias que vigilan desde las torrecitas, o patrullan montados en lobos son medianos.

Hay alguna gente por la calle, que parecen dirigirse aún mas en la dirección que vais, con aspecto de granjeros, y posiblemente se dirijan a los campos. Es dificil determinar la extensión del pueblo, pero no parece demasiado grande.

Vale, estos granjeros pequeñajos no suponen ninguna amenaza para nosotros. Yo digo de ir y preguntarles todo lo que sepan sobre este mundo y sobre esta zona en concreto. Necesitamos... saber todo lo que nos pueda ser útil. Principalmente saber donde encontrar una ciudad decente, para empezar a hacer nuestro trabajo en serio.

Podemos ir de buenas al principio, creo que usar la palabra y ser amables es, ahora mismo, la mejor opción para sacarles lo que necesitamos. Si te parece bien, deja que hable yo. Si se muestran ariscos, o no acceden, o incluso si nos atacaran... se gira hacia Iolaeden desviando su vista atenta del campamento- bueno, tu eres experta en hacer que la gente se arrepienta de haber nacido y, al mismo tiempo, sacarles información por las malas.

-Qué te parece?

El viaje se hubiera hecho largo para un viajero normal, pero Iolaeden no era una mujer común. Cuando llegaron al poblado de medianos, la sacerdotisa parecía no haber hecho ningún esfuerzo. Usando la mano a modo de visera, escudriñó el poblado.

¿Buscar una ciudad en serio, Barahir? Iolaeden alzó una ceja. Te sorprenderías lo que puede hacer un mediano con la suficiente motivación. Podríamos quedarnos un poco más, indagar sobre sus costumbres y averiguar si podemos llevar a cabo nuestra tarea aquí. No estoy dispuesta a limitar el mensaje de Loviatar a la raza humana cuando todas las posibilidades de la creación se abren ante mi. ¿No estás de acuerdo con eso?

Dejó de otear el poblado para devolver la mirada al Elegido de Maskhara. Su semblante era divertido. A continuación, cambió de tema para responder a la propuesta del mago.

Cielito, también soy capaz de portarme bien. Dijo con ternura, pasando un dedo por la mejilla de Barahir. No creo que tengas ninguna queja de mi, ¿o sí?

Formó un beso con los labios y lo lanzó al aire, para reírse después. Era una risa agradable, contagiosa, y formaba un hoyuelo delicioso en su barbilla.

Pero si quieres jugar al soldado bueno y al soldado malo, no te culpo: me encanta jugar... dijo Iolaeden, y añadió en voz ronca: Y me encanta ser la mala.

Por supuesto que a esta gente también hay que hacerles llegar el mensaje, y no es mi intención salir de allí habiéndoles dejado iguales. Pero hay otros heraldos en estas tierras, quizá más adelantados que nosotros en lo que posibilidades se refiere... Una caricia a su espada Podemos y debemos apostar por la parte más grande del pastel. Una mirada cómplice.

Pero todo esto son sólo especulaciones, aun no sabemos nada de este mundo y he ante nosotros la solución. Vayamos y presentémonos como lo que somos: mensajeros de dioses. Y en cuanto a lo del soldado bueno y el soldado malo... mira al poblado Será mejor que seamos los dos buenos de primeras, y si las cosas se torcieran... Simplemente actuaremos como la situación disponga, en primer lugar para sacarles la información que necesitemos y en segundo para hacerles llegar el mensaje. Quizá tengamos que ser los dos malos. Sonríe. El pepel de malo tampoco es de su desagrado que digamos.

Vayamos, pues.

El lugar es bastante bonito, y las casas tienen o bien macetas con flores en las ventanas, o bien  pequeños jardines en alguno o varios de los lados de la casa, casas que apenas si alcanzan el metro noventa de altura. Una de ellas tiene un corral detrás, y aún queda parte de la aldea que no habéis visto, pero tampoco parece que tenga mucho más.

Rondando algunas casas o a los pies de los civiles hay cachorros de lobo, que parecen compartir la curiosidad de sus amos, y os miran llegar, mantneiendo prudentes distancias, o mirándoos desde ventanas.

En cuanto a los guardias, van armados con arcos, espadas 'largas' y cotas de cuero, salvo los montados, que van con camisote de malla y lanza en lugar de arco.

Quien se acerca a vosotros es uno de los guardias montados en lobo, que previamente ha hecho un gesto al guardia de la torre más cercana, y que éste transmitió a los demás. No parecen tener ganas de bronca, pero desde luego tampoco parecen precisamente contentos de veros

El guardia se acerca montando su lobo con una sencilla silla de monta que no parece impedir los movimientos del animal. Mantiene su lanza en alto y la espada en el cinto. Parece adulto, lo que en un humano serían unos treinta y tantos años, y está inquieto por vuestra llegada.

Saluda con la mano y habla
Saludos, humanos... Espero que tengamos todos un dia tranquilo más. Decidme qué os trae por aquí, por favor...

Su lobo no parece compartir la simpatía fingida del mediano, y si bien no muestra sus colmillos, parece alerta.

Antes de reemprender el camino, Iolaeden extrajo uno de los cristales mágicos, así como un centro de metal rematado por una esfera dorada.

Loviatar, mi señora, concédeme la comprensión y el habla de todas las lenguas. Rogó Iolaeden, a la vez que liberaba la energía del cristal. Entonces agitó el cetro en círculos, como si removiera esa energía y usó su poder para modificar el hechizo de alguna manera.

Satisfecha, devolvió el cetro a su funda y le indicó a Barahir que podían continuar. Cuando el jinete mediano les salió al paso, le dedicó su sonrisa más radiante.

Saludos, amable mediano. Su voz era tan dulce como la miel, y parecía destilar afecto. Somos viajeros y estamos muy lejos de nuestro hogar. Cansados y extraviados, a decir verdad. ¿Sería mucho pedir que nos brindarais vuestra hospitalidad? Estaríamos dispuestos a recompensaros generosamente por una cama, comida caliente y unas cuantas indicaciones.

Pareció recordar algo y añadió, mientras se estremecía visiblemente: ¡y por un buen baño caliente!

Eh....

El mediano no da crédito a las palabras de Iolaeden, y se la mira unos segundos buscando algún gesto de broma antes de discernir que, en realidad, no está de guasa.

Normalmente no... Dejó una pausa Quiero decir, que hay normas, ¿Sabe? y ya sabrá que su gente es non-grata en nuestra tierra... pero por otro lado, tampoco vamos a dejar a nadie a la intemperie, así que si quieren pasar tendrán que dejar sus armas y cristales antes... y veremos donde podemos alojarles

Miró a ambos, y los dedos de sus pies descalzos se movieron revelando su inquietud.

Iolaeden abrió mucho los ojos, en un gesto de genuina sorpresa. Después volvió a sonreír al mediano.

Oh, venimos de mucho más lejos de lo que os imagináis. Tanto que no teníamos ni idea de vuestro conflicto con los humanos. En nuestro hogar, los humanos viven en armonía con los medianos, de ahí nuestra confusión. Me temo que para vosotros la situación será tan confusa como para nosotros.

Vuestras condiciones son razonables dadas las circunstancias, pero me gustaría discutirlas con mi compañero en privado antes. Si nos permitís un momento...

Iolaeden se alejó unos metros del mediano para hablar con Barahir.

¿Qué opinas? Si nos hubieran querido atacar ya lo habrían hecho. Podemos obtener algo de información y descanso sin arriesgarnos demasiado. Y si vemos que no tenemos nada que hacer aquí, seguro que ellos son los primeros aliviados en que nos vayamos.