Partida Rol por web

Después de descansar, Iolaeden se había fustigado con el látigo y había elevado una oración a la Doncella del Dolor para que le concediese sus plegarias. Barahir pudo comprobar que la autoflagelación a la que la Cicatriz Verdadera se sometía no era algo puramente ceremonial, como las numerosas cicatrices de su espalda atestiguaban. Iolaeden tardó unos minutos en recuperarse de su cruento ritual antes de ponerse la armadura, recoger sus cosas y poner rumbo a la casa del alcalde.

Sois muy amables, alcalde. Pero creo que hablo en nombre de mi compañero cuando digo que nuestra sagrada misión nos impide quedarnos más tiempo. Habíamos venido aquí a que nos diera algunos retazos de información sobre los Yagnarul y los Hombres de Hierro, y a pedirle si tuviera alguna montura a la venta apta para nuestro tamaño antes de despedirnos de usted y de su pueblo.

Asiente con la cabeza.

A pesar de lo que nos gustaría quedarnos aquí un día más y disfrutar de vuestra compañía, tenemos una misión que cumplir y no está en nuestras manos demorarnos en ella. Habéis sido muy amables con vuestra hospitalidad e información pero toca continuar nuestro camino.

Como ha dicho ella, si tubieran ustedes a la venta cristales o caballos nos serían de enorme utilidad y creo que os los podríamos pagar bastante bien a cambio de lo que habéis hecho por nosotros.

Y espero que el gusto por la fiesta no le haya desviado de encontrar a alguien para que nos acompañe.

Thellian suspira apenado.

Vaya... confiabamos en que os quedáseis y pudiéramos hacer algo más... *suspiró* Pero bueno, parece que algunos de nuestros ciudadanos les han escuchado... y tratarán de endurecerse para los malos tiempos que se acercan. Muchas gracias por avisarnos, estaremos preparados...

En cuanto a cristales... tomad estos Os entrega una bolsa que parece llevar unos cuantos y monturas de vuestro tamaño, lo lamento pero no tenemos... montamos en lobo, y como mucho usamos ponis para arar la tierra o tirar de los carros.

En cuanto a los Yagnarul... bueno, malos no son... creo. Pero creen en sus tótemes espíritu, y no tienen interés por cosas como la escritura o las grandes construcciones. Eso si, tienen una larga tradicion guerrera, cosa que nos distancia enormemente.

Y el Imperio de Hierro son los humanos que llegaron del mar, ahora ocupan el Valle de las Maravillas, un vastísimo valle rodeado de montañas, donde brilló el Imperio Blanco. Ahora los hum... es decir, ahora 'esos' humanos viven donde convivieron muchas razas unidas, en ciudades usurpadas, y dominando a todos los que viven cerca. Afortunadamente, nosotros estamos lo bastante lejos....

Un mediano algo desaliñado y despeinado, de tez morena y ropas algo menos coloridas que las del resto, con una mochila, un puñal a la derecha del cinto y una bolsa de lado al otro, se coloca muy cerca vuestro, esperando a que acabéis de hablar con el alcalde... con toda la paciencia que puede reunir.

Gracias alcalde, sois muy amable. Dijo aceptando el saquillo de cristales. Ya habéis hecho suficiente por nosotros.

Iolaeden sonrió y se llevó la mano izquierda al lado derecho del cuello, tal y como había visto hacer al soldado mediano. Barahir utilizaba encantamientos para asegurarse la amistad de aquella gente, estaba claro. Ella, que no podía lanzar hechizos sin que se dieran cuenta, tenía que contentarse con utilizar su ingenio.

Mientras repartía los cristales y daba la mitad a su compañero levantó una mirada inquisitiva a aquel mediano impaciente. El hecho de que llevara una mochila a cuestas quería decir que iba a pedirles viajar con ellos. No es que la idea le agradase en exceso, pero contar con un guía local que conociera los caminos les iba a ahorrar muchos problemas. Y quizá estuvieran delante del primer dressiano que creyera en los dioses de Faerûn.

¿Sí? le preguntó, dedicándole su sonrisa más encantadora.

El alcalde se marchó, y cuando estuvisteis un poco más a solas, el mediano habló con Iolae

Pues... verás. Soy Jermi, y yo aquí soy el más duro del pueblo, y el más espabilado. Estoy hasta los morros de esta panda de pusilánimes y mimaflores. ¡No hay futuro en este pueblo! Y si es verdad que llegan más poderes como los vuestros y se va a montar gorda, prefiero estar en cualquier otra parte que en Dressia.

Con porte decidido, continuó Quiero ir con vosotros. Han dicho que se prepararán, pero me los conozco, y no irían a ninguna parte si estuviésemos en guerra con los Yagnarul. Quiero aprender a hacer esas cosas y estar del lado del que gana en todo esto.

¿Queréis extender, no? Pues bueno, puedo ayudaros, no sé, en... cualquier cosa, puedo cocinar para vosotros, llevaros algunas cosas, o en los sitios donde los humanos caen mucho peor que aqui, puedo abrir puertas.... Se llevó un dedo a la sien y picó un par de veces, como indicando que es lo bastante astuto.

¿Qué me decis?

Con suavidad la mano de Barahir se desliza a su bolsa cuando comienza a hablar el mediano. Cuando continua hablando, Barahir ni se molesta. Se inclina poco a poco impresionado. Cuando termina, se arrodilla y le pone la mano en el hombro. Las primeras palabras resuenan con solemnidad.

Jermi, llegarás lejos. Tu animadversión hacia todo lo que consideras mediocre ha recibido respuesta, y en tus palabras comprendo que no queires ser en esta vida uno del montón.

Hace una pausa.

Aun que los dos podemos ayudarte en esto, desgraciadamente los dos enseñamos vías diferentes y tendrás que escoger a uno de nosotros... no puedes quedarte con los dos, ya que adoramos a dioses distintos. No es necesario que escojas ahora, lo que deberías hacer es esperar a conocer mas a fondo cada doctrina para quedarte con la que prefieras.

Ten en cuenta que a pesar de lo que has visto, escoger dios no te limita a lo que puedas hacer... ella por ejemplo es sacerdotisa y por ello lanza curaciones como la que has visto y yo lanzo magia arcana, pero no tiene nada que ver con el dios que adoras. Sin importar qué fe te atraiga más, si la de Loviatar o la Mâscara, podras igualmente acceder a hacer curaciones como la que has visto en ella o a lanzar magia arcana como la que hago yo o ya has visto hacer. Lo verdaderamente importante es que el camino se corresponda con la visión de la realidad que consideras más correcta.

Y por mi parte, has de saber que estoy dispuesto a enseñarte cuanto quieras y que serás con nosotros de gran utilidad. Y que ya estás en el bando ganador.

Barahir se pone en pie y le mira con orgullo.

La Sacerdotisa se quedó en un discreto segundo plano mientras El Elegido de Mascâra se humillaba ante el mediano y le hablaba con amables palabras. Barahir parecía tener un especial interés en que aquél mediano eligiera la fe del Señor de los Ladrones, pero Iolaeden se preguntaba qué efecto tendrían sus esfuerzos al mostrarte tan timorato. El mediano estaba hecho de otra pasta, eso estaba claro, y tratarle como un miraflores no parecía ser la mejor forma de ganarse su lealtad.

Pero ella no estaba dispuesta a rebajarse así por la fe de un único mediano.

Acompáñanos si quieres dijo con voz glacial. Tendrás ocasiones de sobra para oír los principios de la fe... y para demostrar de qué pasta estás hecho.

Andando.

Jermi sonrió con una sonrisa torcida, que enseñaba la mitad derecha de los dientes superiores. Una sonrisa un tanto desagradable y con un punto mezquino. Asintió a todo lo que dijo Barahir.

No soy del montón, y no voy a morir como uno de ellos en este sitio que está deseando que alguien lo arrase.

 Acompáñanos si quieres. Tendrás ocasiones de sobra para oír los principios de la fe... y para demostrar de qué pasta estás hecho. Andando.

Jermi asintió con firmeza pero no sin cierto temor cuando la humana le habló con aquél tono tan... apremiante. Parecia que tenia aún más ganas que él de salir de alli.

¿Hacia donde vais? Decidme a donde e id tirando, que yo os alcanzaré en unos veinte minutos... he de recoger una cosa antes.

Esperó la respuesta con esa sonrisa torcida de nuevo. Parece que era la suya...

Cuando Iolaeden comenzó a hablar, él ya se levantaba.

-Bueno... entonces indícanos cual es el camino para ir dirección a ver a los hombres de hierro, por que es allí donde nos dirijimos en primer lugar.

te guste o no...

Siguiendo las indicaciones de Jermi, los viajeros extraplanares abandonaron Minti por el este. A falta de un sendero, tomaron uno de los caminos que los dressianos utilizaban para ir de un campo a otro. A su alrededor se alzaba una basta extensión de doradas espigas parecidas al trigo, ya casi maduras para la cosecha. Aquel mar dorado se mecía con una suave brisa que provenía del sur, y presagiaba el calor de un verano próximo. Aquí y allá los campos se veían salpicados por árboles que los Elegidos no eran capaz de reconocer. Más allá del campo de cultivo continuaba una ondulante llanura de un vivo color verde que se transformaba, ya casi en el horizonte, en un tupido bosque.

Cuando se hubieron alejado de Minti un par de millas, la sacerdotisa de Loviatar rompió el silencio.

He observado que desde que llegamos a la aldea has hechizado a más medianos que pipas tiene el mago Elminster. Bromeó Iolaeden, para quitar el hierro a lo que iba a decir a continuación. Confío en que no usarás tus encantamientos para eliminar la capacidad de decisión religiosa de Jermi o de cualquier otro potencial seguidor que encontremos, ¿no?

Los campos son de una espiga muy similar al trigo, pero que no es exactamente trigo, si no un cereal que no conociais.
Aunque los campos los habéis dejado atrás hace muy poco, faltan unas cuantas millas para que termine la llanura de suaves colinas, y comience un bosque por ahora poco tupido, maleza, y colinas bastante más serias.

Aquí la hierba es alta, podría tapar a un mediano que se agazapase un poco, así que Jermi... ya llegará.

Barahir sonríe mientras mira al camino. Luego gira la vista a ella.

-Lo cierto es que me hacía sentir incómodo que lo notaras y te despertara suspicacias como esa. He hechizado al alcalde y al primer guardia que nos encontramos... y creo que no les he manipulado a ninguno de los dos en mi favor si no que, al contrario, quizá a causa del hechizo nos hemos procurado ambos bastante hospitalidad y un buen montón de cristales cada uno. Soy bueno, ¿eh?

En cuanto a lo del seguidor este... Jermi. Creo con bastante sinceridad que los hechizos no bastan para convencer a alguien de un dogma. Ni a él ni a nadie... mas bien al contrario, lo máximo que podría hacer es hacerle receptivo por unas horas para, pasado ese tiempo, quizá no darme cuenta que mis palabras no han sido convincentes de verdad.

Y tampoco me apetece que digamos rivalizarme contigo por un mediano habiéndolos a montones, y más cuando eres mi compañera de viaje ante todos los peligros que podamos encontrarnos. Deberíamos confiar mutuamente. Mira al frente con una expresión moderadamente seria. En un instante se gira a ella eliminando su seriedad.

Creo que estas son buenas razones para disipar tus suspicacias. Si albergaras alguna más no dudes en decírmelo.

Vuelve a mirar al frente, esperando algo.

Iolaeden se tomó unos minutos antes de contestar.

Esto va a ser difícil, Barahir. Su voz era ronca, como el graznido de un cuervo. Tenemos que estar buscando constantemente ese punto de encuentro o de lo contrario...

La Cicatriz Verdadera dejó que la frase flotase en el aire como un miasma.

En efecto, tenemos un mundo entero contra el que luchar. Y eres lo más parecido a un compañero que pueda tener aquí. Las palabras raspaban en su garganta como si fueran difíciles de pronunciar. Tu... ayuda ha sido muy valiosa, Barahir. Gracias por hacer lo que hiciste.

Garajo, las veces que ha oído la palabra "gracias" ha sido una mera cordialidad, no algo sincero. Y de tanto decir él mismo corialidades igualmente, ya ni le costaba decir las cosas en serio, aun que un sexto sentido le advierte cuando unas palabras son sinceras.

No hay de qué... yo también agradezco que estés por aquí.

Por cierto, cierta cosa que has dicho... ¿realmente hará falta que estemos buscando el punto en común constantemente? Creí que era obvio. Nos ayudamos. Mientras no interfiramos en lo que el otro hace negativamente, todo debería ir bien.

Una sonrisa bastante agradable Digo yo.

No hay nada obvio, ni sencillo, en que un mortal vele por los intereses de una Deidad. Iolaeden interrogó a Barahir con la mirada. Lo primero que se asume es que no podemos estar pidiendo guía a nuestros dios continuamente. Ellos nos han escogido, y eso significa que confían en que tomemos las decisiones correctas. Pero somos mortales, y tenemos anhelos, apremios, vicios... sentimientos. Y aunque sepamos qué es lo que debemos hacer, esos sentimientos, al final nos pueden perder.

Enarcó una ceja.

¿No has pensado sobre ello?

Las palabras salen moderadamente fluidas y completamente seguras de sí mismas.

Dama Iolaeden, durante las horas en las que estube sumido en mis pensamientos en la oscuridad de mis aposentos, esperando la llegada del Señor de las Sombras, pensé en múlples cosas en gran profundidad, y también me asaltó el miedo a no dar la talla. El miedo en llegar aquí y fracasar miserablemente, pero no creo que si eso llegara a suceder sea por debilidad mía si no por una fuerza muy superior a la mia cruzada en mi camino, y no hay deshonor en perecer de ese modo. Se que vamos a dar la talla. Deja unos instantes.

¿Pues, qué clase de vicios, anhelos o sentimientos han de ser lo bastante poderosos como para poder a ti y a mi, mortales merecedores de tan altos honores, desviarnos de cumplir nada menos que la voluntad de los dioses? ¿El amor? ¿El miedo?

Las palabras interrogativas quedan suspendidas en el aire.

Iolaeden se encogió de hombros.

O la ambición, la ira o la envidia... no soy una diosa y no me considero inmune a ellas. ¿Tú sí?

Aspira hondo No, tampoco desde luego. Si tales sentimientos llegaran a hacer presa de nosotros simplemente, como has dicho, deberíamos recordarnos que nos necesitamos. Aun que para evitar llegar a ese punto lo mejor es pensar con la cabeza fría, y aun anterior, más fácil y desenfadado que eso es que nos llevemos bien. Un movimiento de cabeza Y creo que hemos empezado con buen pie. ¿No?

En caso de llegar a tener intereses abiertamente enfrentados... llegaremos a un acuerdo y listos. Es lo más lógico.

De entre la maleza, y mucho antes de lo esperado, llega Jermi cabalgando a toda velocidad uno de los lobos de la guardia de Minti, con su silla y brida, y todo lo demás. El animal parece inocentemente cotnento, pero Jermi parece nervioso, aunque llegar a vuestro lado le alivia mucho

Ufff..... Vale, ya estoy aquí... éste es Zedar. Yo lo crié de cachorro, y digan lo que digan, me pertenece. Ya podemos irnos.

Sonrió con aquella sonrisa suya y palmeó el cuello del animal con camaradería

Además, asi no os retrasaré.