Partida Rol por web

Entro detrás de las demás y saludo a Smahane con la cabeza. Miro la sala con atención. A pesar de que en ningún momento se me ocurre que Smahane haya llamado a tanta gente para tendernos una emboscada, mi instinto hace que me fije en todos los detalles por si hay que salir por patas.  

Me acerco a uno de los huecos libres en el sofá y me siento. Rechazo la bebida con educación. El estado de ánimo de Smahane no augura nada bueno... Y cuando nos explica el motivo de nuestra pequeña reunión mis impresiones se confirman. Me levanto de mi asiento, me acerco a ella y le pongo una mano en el hombro. -Puedes contar conmigo. -Nunca se había mostrado tan vulnerable y me preocupa la gravedad de la situación. 

Vuelvo a mi asiento. Esto no hace más que empeorar. He vivido suficiente guerra para el resto de la eternidad, así que haré todo lo posible por evitar que el Marqués muera. Tanto por mí, como por Smahane. Está metida en un buen lío. Pero su plan no es nada malo. A pesar de no conocer plenamente las habilidades de las otras chicas, supongo que si las ha elegido es porque son capaces. Y útiles. Por lo menos eso espero. 

- ¿Cuánto falta para que aparezca el Marqués? 

Que el resto de las presentes no se muestren en desacuerdo con la idea de ayudar no es que me tranquilice, pero sí me levanta parte de la presión del pecho. Es una maniobra arriesgada la de Madame Yoma, pero si funciona habrá valido la pena. Al fin y al cabo, de la estabilidad del mundillo vampírico depende que yo pueda seguir pasándome las horas en el laboratorio, con el equipo de investigación. Una guerra me rompería todos los planes. 

Cuando Smahane dice:

[...] estoy segura de que tanto Sanz como Dubois le son completamente leales. Otra cosa sería imposible.

 sois conscientes de que casi con toda seguridad se refiere a que ambos están vinculados al Marqués.

 -Oh y ¿para que la cámara? –Se me hace raro que me pidiera traer una si esto era lo que tenia planeado que hiciera. [Najla]

   Smahane mira a Sabine con una sonrisa de disculpa.
   —Me gusta tu trabajo. Pensé que te gustaría poder retratar a la alta sociedad de Burdeos... —hace una pausa—. Y en caso de que las cosas... no salieran según lo previsto, tal vez tus fotos pudieran servirnos de punto de partida.

- ¿Cuánto falta para que aparezca el Marqués? [Bianca]

    En el momento en que Bianca dice esas palabras, se escuchan unos discretos golpes en la puerta y una voz desde el otro lado:

   —¿Madame Yoma? —Silencio.— Se la requiere abajo.

   Smahane consulta su reloj y alza las cejas.

   —Aún no es la hora, ¡diablos! Condenada manía de llegar pronto a todos lados. Esto va a acerlerar las cosas, ¡maldita sea! —murmura para sí y se dirige a vosotras a modo de explicación—: El Marqués ya llega. Bajad deprisa con la mayor discreción que podáis y mezclaos entre la gente. Hablad con ellos, abrid los ojos y ante cualquier cosa extraña, la vida del Marqués vale más que cualquiera de las Tradiciones.

   Smahane deja su copa de champán en la bandeja y se levanta a toda prisa. Se alisa las arrugas del vestido con las manos y se lo recoloca ante un espejo. Cuando parece satisfecha con su aspecto, da media vuelta y sale por la puerta. Antes de salir se da la vuelta y os mira.

   —Pase lo que pase esta noche, gracias. No lo olvidaré.

Ya decía yo que tenía un presentimiento raro desde que he llegado a la casa de la madame Lafont… Como si demasiados ojos acecharan detrás de cada copa, de cada puerta. Por lo que nos ha contado Smahane esta noche puede convertirse en un auténtico hervidero. Usar al Marqués como cebo es una maniobra arriesgada, más aún cuando él no sabe nada de esto.

Apenas hemos tenido tiempo de trazar un plan cuando los eventos se precipitan. Tras la instrucción de Smahane, me dirijo de nuevo al piso de abajo, donde parecen estar todos los invitados; muchos de ellos ajenos a lo que podría suceder esta noche.

A mí, personalmente, se me ha quedado la mosca tras la oreja con el abogado de madame Lafont. ¿Qué pinta un abogado cainita aquí? Quizá sepa cosas que madame Lafont no quiere que revele. ¿Cómo era eso de los amigos cerca, pero los enemigos aún más?

—Bon soirée, Monsieur —inicio una conversación con él en cuanto lo observo solitario en una esquina— ¡Cuánta gente importante! Hace que una se sienta insignificante, ¿no cree?

¿Tanto Sanz como Dubois le son completamente leales? ¿Estás segura, Smahane? Me preguntaba, y aún así cerré la boca. A juzgar por cómo lo había dicho, debía estarlo, aunque yo tenía mis dudas. No había nada en particular que me hiciera pensar lo contrario, y sin embargo, si algo había podido aprender y poner en común de mi vida como humana y como no humana era que no podía estar segura de nada... Y muy especialmente, de nadie.

Lo más jodido de todo era que el traidor, según la Senescal, actuaba desde dentro, y que el Marqués no sabía nada. La discreción no era mi fuerte, pero confiaba en las demás. Cuando llamaron a Madame Yoma para que bajara y recibimos sus instrucciones, me contuve de poner los ojos en blanco de pura frustración. Otra vez a socializar o a hacer algo para matar un tiempo precioso, en tanto que suponía la resolución de todo este entuerto. Al menos nuestro protagonista no tardaría en aparecer.

Me levanté, retrasándome ligeramente para hablar con Rebeca.

- Esto pinta regular - susurré -. Deberíamos andarnos con mil ojos... Con todos los bandos.

Ya sabía que entre nosotros no corríamos ningún peligro, pero ¿qué había de una casa llena de gente desconocida? Al terminar de bajar las escaleras intenté camuflarme entre ellos, disimulando con una copa de sangre que no me pensaba beber. Tan sólo lo lamentaba por el mármol cuando, quizás tuviese que tirarla al suelo.

Algunas de las chicas se levantan y se van.

Toco a Sabine en el hombro antes de que haga lo mismo.

-Disculpa. Estaba pensando… si le sacaste fotos a todos en la fiesta podríamos empezar por ahí. Si me las pasas podría buscar sus imágenes en el Facebook y debería conseguir algo de información. Como mínimo de los humanos. Ya sabes, quien es quien, con quien están relacionados…

Espero no estar sonando como una loca, muchos vampiros no tienen idea de cómo encender un celular, mucho menos usarlo. Pero Sabine tiene una cámara digital, quizá no está todo perdido.

Luego me doy cuenta que si Sabine sabe de lo que le estoy hablando podría hacerlo sola.

-Seria un comienzo. Te daría la información que consiga, claro. – Intento convencerla. Imagino que la idea de Madame Smahane es que cooperemos entre todas, al menos un poco. Podemos ahorrarnos mucho tiempo así.

Saco mi celular y me fijo si tiene internet.

La salida algo precipitada de Smahane me deja intranquila. ¿Realmente esa es toda la información que tiene sobre la posible traición? Tuerzo un poco el gesto, pero veo que el resto de mis compañeras están empezando a irse, así que supongo que aquí termina la reunión.

Najla me toca el hombro justo cuando estoy pensando en intentar salir de última para fotografiar al grupo cuando nadie mire (porque puede que Smahane se fíe totalmente de ellas, pero alguna ya me ha mirado mal antes y no sería la primera vez que descubro cosas interesantes después de haber fotografiado a alguien. Demonios, no sería ni siquiera la primera vez en esta noche…).

Seria un comienzo. Te daría la información que consiga, claro

Me alegra que alguien tenga al menos un comienzo de plan, así que no lo pienso demasiado antes de responder.

—No me parece mala idea, algunos nombres deberían ser fáciles de encontrar. He visto a un par de personas del mundo del cine, aunque Kirska Katona no esta y no creo que venga.

Le hago un gesto para que me siga y no quedarnos demasiado tiempo en la segunda planta, ya que me interesa ver si hay algún movimiento raro entre los invitados y localizar al Marqués cuanto antes.

—Ya que sacas el tema de las fotos —continúo sacando la cámara y abriendo la galería—, ¿tú no sabrás por qué un vampiro podría no aparecer en una, verdad?

Najla, sabes que los vampiros del clan Lasombra se caracterizan por no tener reflejo.

—No me parece mala idea, algunos nombres deberían ser fáciles de encontrar. He visto a un par de personas del mundo del cine, aunque Kirska Katona no esta y no creo que venga.

Kirska Katona no esta. Esto no es una sorpresa, ella seria la primer sospechosa en esta situación. No se nada del mundo del cine ¿Deberia preguntarle directamente por cual de ellos empezar?

Sigo a Sabine de vuelta a la fiesta

—Ya que sacas el tema de las fotos —continúo sacando la cámara y abriendo la galería—, ¿tú no sabrás por qué un vampiro podría no aparecer en una, verdad?

Sus palabras me hacen parar, sorprendida.

-¿Quién? – Miro a la gente a nuestro alrededor. ¿Cuál de ellos? ¿Sería posible? Pero… es demasiado arriesgado… ¿y cómo nadie lo noto? 

Me fijo si alguien está prestándonos demasiada atención.

La miro esperando su respuesta puede que nuestra búsqueda sea más rápida de lo que parecia en un inicio.

—¿Sabes entonces cuál es el motivo? —pregunto de nuevo.

Parece que Najla también lo considera preocupante, a juzgar por su reacción, así que me aseguro de que nadie nos presta atención antes de enseñarle una de las fotos.

—Estoy 100% segura de que en este momento el tipo de azul no estaba hablando al aire, sino con Alba y Rebeca.

- Esto pinta regular - susurré -. Deberíamos andarnos con mil ojos... Con todos los bandos.

Como siempre, Alba tenía razón. O Yoma y Burdeos eran unos bollicaos, o ella  -Rebeca- se había criado en un nido de ratas, o las cosas no eran tan sencillas. Partiendo de la base de que al Marqués no le iba a hacer ni puñetera gracia que su Senescal se pusiera en modo niñera -era un hombre adulto, y a mayores un gobernante casi absoluto-, la idea de que a Yoma le sorprendiera y desesperara tanto una traición le resultaba sorprendente. Eran Cainitas...  en lo que a Rebeca implicaba, las puñaladas traperas iban incluídas en la definición. Incluso esa imagen del Marqués escondiéndose como una rata en su refugio tampoco le resultaba llamativa. Él se protegería y dejaría que otros -ellas, mocosas sin importancia- resolvieran su problema. Típico.

- Y que lo digas -respondió en un susurro a Alba. Se moría de ganas de poder hablar con ella en privado, a solas, con sinceridad. Alba era una superviviente, como la misma Rebeca. Por parte de la propia Rebeca, no se creía que nadie tuviera una lealtad a prueba de todo. Todo el mundo tiene un precio.

Había estado concentrada durante toda la conversación, en silencio. Al salir, se fijó más en Najla. Le hizo un saludo con la cabeza, sinceramente satisfecha de contar con ella. Najla era una mujer competente con las prioridades bien puestas; y seguramente sabía lo suficiente de traiciones y puñaladas como para gozar de un sano cinismo. Luego se quedó un poco retrasada, junto a Alba.

Se quedó junto a Alba, en un aparte, hablándole en susurros y tratando de mantenerse todo lo posible fuera de la vista.

- Me cago en todo -blasfemó. Era raro en ella, con sus modales tan archirefinadamente fuera de lugar, pero para Alba, Rebeca era un libro abierto. No se ocultaba ante la Caitiff como hacía ante otros de la Estirpe-. La tipa de la cámara de fotos -gruñó con evidente disgusto. Su respiración estaba ligeramente acelerada, como un mortal que se estuviera enfadando-. Yoma nos ha jodido bien permitiendo eso. Va a saltar la liebre, y faltará tiempo para que nos acusen de ser Sabbath. Lo que me faltaba, y más ahora. 

Estaba evidentemente disgustada. Vivía bien sin llamar demasiado la atención, y ahora iba a faltar tiempo para que a ella y a Alba les pusieran el sambenito. 

- A Najla la conozco. Es una Tremere, pero le gusta el Sabbath tan poco como a mí. Hemos trabajado juntas en el pasado, me fío de ella. 

Miró a su Hermanastra en la Sangre y se encogió de hombros.

- Bueno, todo lo que me puedo fiar.

   Najla, cuando Sabine y tú os reincorporáis a la fiesta, notas que la mujer del traje y la copa con la que te encaraste antes te sigue con la mirada. El resto de los invitados no os presta atención. Una mirada aquí y otra allí os evalúan, probablemente para averiguar vuestra posción a partir de vuestros gestos y vuestra ropa. Cruzas la mirada con un hombre mayor, rollizo y probablemente humano, cuya expresión no te gusta un pelo. Solo le falta relamerse al verte. El Marqués no parece haber llegado todavía.

—Bon soirée, Monsieur —inicio una conversación con él en cuanto lo observo solitario en una esquina— ¡Cuánta gente importante! Hace que una se sienta insignificante, ¿no cree? [Alexandrie]

   Víctor Dubró levanta la mirada de su copa con gesto abstraído y se le ilumina el rostro cuando se percata de que Alexandrie se dirige a él.

   —Bonne soirée, madame —dice inclinando levemente la cabeza—. Me temo que no nos han presentado. Víctor Dubró, a su servicio.

   El abogado se queda espectante cuando dice estas palabras. Alexandrie, ves que ha hecho el amago de levantar la mano como si fuera a estrechártela pero la baja inmediatamente. Dirías que no tiene muy claro cómo saludarte.

   Sabine, cuando Najla y tú regresáis a la fiesta, Madame Lafont está charlando y bebiendo con sus invitados y puedes percibir a su alrededor una especie de baile de asistentes para llamar su atención. Si fijas la vista en ella como centro, ves cómo en torno a ella van moviéndose parejas y grupos pequeños haciendo como que hablan pero sin quitar la vista de Lafont, tratando de acercarse lo más que puedan sin llamar la atención. Sin exagerar, más de la mitad de los asistentes participan en el juego y dirías que Madame Lafont está entre complacida y divertida. Habla con unos, pasa a otros, ingnora visiblemente a un tercero... Está más que acostumbrada a los juegos de influencia.

   Cuando das un repaso a la multitud congregada en la sala, no debe de haber más de una treintena de personas en el salón. La decena que no baila con Lafont está desperdigada por la sala. El abogado de Lafont está hablando con Alexandrie y te percatas de que vuestra excursión no ha pasado desapercibida para algunos de los otros solitarios. Dabas por descontado que los dos guardias de Madame Lafont estarían al tanto, la mujer del traje negro con su copa aún llena y el hombre del traje gris con su eterna mano en el bolsillo, porque es su trabajo; pero no son los únicos con la vista fija en vosotras. 

   Un hombre mayor, de unos cincuenta, rollizo, con gafas y probablemente humano no le quita la vista de encima a Najila y ella parece haberse percatado por su gesto de desagrado. Por el traje del hombre, los zapatos y el reloj puedes saber que maneja una ingente cantidad de dinero. Tal vez sea un empresario, un broker o un narcotraficante de alto standing, no puedes saberlo con seguridad. 

   Una mujer pelirroja con un bonito vestido azul que deja un hombro al aire también os observa, pero más disimuladamente. Para un ojo menos avispado, el deambular de su mirada por la sala pasaría por aburrimiento, pero te das cuenta de que os tiene fichadas.

   De pronto algo te llama la atención en la esquina del piano donde hace un rato Madame Lafont recibía a las visitas. Es un rincón oscuro porque la lámpara de pie que lo iluminaba la han movido para dar más luz a quien vaya a tocar, así que entre las cortinas se ha formado un pequeño espacio en sombras en el hay alguien. Observando.

-Oh esas dos…

Lo primero que pienso es en Rebeca. No sé nada de Alba pero Rebeca siempre fue sospechosa y una va pegada de la otra pero si tuviera que elegir Rebeca encajaría más en el estereotipo que Alba.

- No tener reflejo es una característica de un clan particular… – Dudo un momento antes de decir lo siguiente, pero si Sabine le pregunta a alguien más obtendrá la información igualmente y no quiero que me considere una cómplice. – Un clan del Sabbat. Sin embargo no creo que ninguna de las dos tenga que ver con nuestro problema actual.

Intento ser objetiva al respecto.

-La senescal las descarto, asumo que Madame Lafont consiguió antecedentes básicos de ambas ni bien llegaron a Burdeos y nuestra búsqueda es un traidor reciente. Por no mencionar que ellas son de nuestra generación, no creo que puedan vencerle y salirse con ello. –Y aunque me duela es la razón por la que Yoma nos encargó la misión, somos todas insignificantes- No estoy diciendo confía en ellas, pero dudo que tengan algo que ver con nuestro problema actual.

Esas dos son una conspiración para otro día. Espero que Sabine entienda la indirecta

Hago una nota mental de averiguar más de Rebeca cuando todo esto acabe. ¿Es una espía? ¿O una desertora del Sabbat?

Activo mi Bluetooh para que me pase las fotos. Si Sabine no tiene más preguntas podemos empezar.

—No estoy segura de si eso me deja más o menos tranquila, pero bueno… —comento tras la explicación de Najla.

Alba y Rebeca cuentan a su favor con la aparente confianza de Smahane y parece que Najla tampoco las considera sospechosas, así que de momento no parece que valga la pena que me centre en ellas. Habrá que considerarlas si no aliadas, por lo menos no-enemigas.

Selecciono rápidamente algunas fotos en las que salgan la mayoría de los invitados a los que fotografié antes de subir, y repaso de nuevo la sala mientras se transfieren al móvil de Najla. No me gustan algunas de las miradas que estamos recibiendo, pero me niego a dejarle la cámara a nadie para irme a investigar por mi cuenta, así que sin dejar de mirar hacia la zona del piano continúo la conversación con mi compañera.

—Parece que no estamos pasando tan desapercibidas como me gustaría. ¿Conoces al caballero de gafas que te tiene fichada? —le pregunto con un leve gesto de cabeza en su dirección.

-No lo conozco de nada. La verdad creo que solo está actuando como hombre. -digo con desdén. No importa cuantas décadas viva, los hombres humanos no han cambiado nada. - si sacamos a la senescal, a todas a las que nos encargo la misión y los azotes, descartamos 10 sospechosos. -recorro la habitación con la mirada rapidamente, tratando de calcular cuantas personas hay en ella.- ¿Suguieres empezar por alguien en particular? Oh y me pasas tu número, por favor, así te pasó lo que encuentre