Partida Rol por web

El brazo del abismo se enrolló sobre sí mismo a la espera de las órdenes de su amo al igual que hubiera hecho una serpiente con su encantador, luego se abalanzó sobre el mármol que ocultaba el interior del nicho a los ojos curiosos, y se coló por las hendijas de los costados que estaban sostenidas por clavos de bronce, difíciles de sacar para los dedos de los mortales comunes.

Luego de escasos minutos la tapa de mármol cayó sólidamente al suelo dejando al descubierto el interior del habitáculo de 50 x50 cuyas paredes eran de concreto y que estaba, evidentemente, vacío. La oscuridad dentro del nicho era insondable a pesar de la luz eléctrica de fuera, salvo para David que apartando las sombras un tanto logró que pudieran distinguir una tapa al fondo de los dos metros de un material con vetas que sin duda era madera. Y también... una manija. Esa cara del nicho daba a la estructura que conectaba con el resto del cementerio. Sin duda aquello era una trampilla que conducía a otro lado, ¿A dónde? Tendrían que averiguarlo.

La Toreador observó maravillada las artes de David. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, mientras sus cejas se elevaban. Se agachó en cuchillas para observar mas de cerca aquella cosa que había emergido, como si de un pequeño perro se tratara. En un momento pensó en acariciarlo, pero se detuvo.

- Sr Burton-Miller, definitivamente debe enseñarme a hacer eso! Dijo divertida mientras observaba el interior del nicho con sus sentidos agudizados.

- Sin dudas debe haber otras entradas, no puede ser tan difícil el acceso cotidiano. Pero bueno solo tenemos esta. ¿Entramos?

El encuentro con la Tremere resultó fugaz, por dentro agradeció que así fuese, cuanto mas distancia los separase mejor. Poco después María Malena se dio cuenta del detalle entre las tumbas que tenían delante - Previsor resultó ser Don Jonas ...- dijo con sarcasmo, aludiendo a la muerte del Primogénito.

Quedó sorprendido por el manejo de las sombras de David, no dudaba de la utilidad de su talentos pero había visto a muy pocos de su clan en acción. Sonrió satisfecho al ver como despejaba la oscuridad del fondo del nicho, tras abrir la tumba sin mayores complicaciones - Impresionante, señor Burton-Miller - En el fondo podía verse una manija y una puerta, recordó la que daba al mausoleo de su familia en el cementerio de la Recoleta, eran puertas simples pero llenas de encantamientos Giovanni que otros vástagos no podían atravesar. Ésta, sin embargo, era usada por los Nosferatu, y poco sabían ellos de conocimientos arcanos como para que resultase un peligro para ellos. Sabiendo que era seguro y no había riesgos, posicionó su antebrazo de modo tal que María pueda tomarse de él y entrar con mayor comodidad - Después de usted- La Toreador era experimentada y estaba disfrutando de la exploración, además sus percepciones eran más útiles delante del grupo que detrás, por lo que le dio la oportunidad para que entre primero. Dejó el brazo sostenido para que David pueda tomarse también.  

La piedra no había resistido. Otro triunfo para las sombras.
-Como ya dije: mis dones están a su servicio. Completé con una leve reverencia antes de "desoscurecer" el nicho.

Era cierto lo expuesto, seguramente existían otras entradas aunque dudaba que el ingreso fuese más fácil en ellas. La actual no parecía particularmente complicada una vez que sabías donde estaba. Eso descontado que tuviese medidas de seguridad extra pero nadie en su sano juicio entraba a los Dominios Nosferatu sin invitación. Excepto nosotros claro..

Observé extrañado como Franco hacía pasar primero a María Malena pues era opuesto a la galantería que le era habitual hasta que comprendí que estaba siendo practico. Ella era un Toreador y ellos eran famosos (entre otras cosas) por su Auspex por lo cual era las más adecuada para dirigir la marcha. Aún así no la dejaría sola.

Infundí vitalidad a mis articulaciones y avancé. Al estar junto al Giovanni aproveché para tomarlo del hombro. -Ultima advertencia: no me llames señor de nuevo. Luego entré siguiendo a la rosa. Generalmente me preceden lirios cuando visito una tumba..

La primera en entrar por el estrecho hueco del nicho fue la toreador, que haciendo gala de su equipo deportivo de ocasión no tuvo ningún inconveniente en estirar sus brazos hacia adelante y accionar con un fuerte empujón la manija del fondo, la puerta se abrió a la más intensa oscuridad, aunque luego de unos breves instantes los ojos de la vástago se ajustaron a la penumbra que reinaba en aquel lugar.

Con esfuerzo terminó de sacar su cuerpo del estrecho hueco y con sus manos se ayudó posicionándolas contra el suelo, al tacto de piedra, hasta poder sacar una pierna y luego otra. Recuperando su postura erguida ayudó a David, el siguiente en escurrirse por el pasadizo, y luego al giovanni que tuvo un poco más de trabajo por su contextura ligeramente más fornida que sus compañeros. Franco lamentó profundamente los rastros de polvo que tendría en su impecable traje, pero era un pequeño precio a pagar si conseguían algún dato o pista sobre los leprosos, amos y dueños de aquellas catacumbas.

¿Por que eso es lo que era aquel lugar, no?

Todos pudieron distinguir, pasados unos segundos, un leve rastro de luz mortecina que provenía desde un punto lejano en el pasillo en el que se encontraban. A su izquierda el corredor abovedado seguía su curso, internándose al parecer en otros túneles en lo profundo del cementerio; a su derecha seguía en dirección a la salida del cementerio, o eso podían deducir.

El silencio que dominaba el lugar era imponente, no había allí nadie más que ustedes, los gusanos e insectos realizando su labor de ultratumba y el sonido casi indistinguible de una gota de agua cayendo a lo lejos.

Tras deliberar un rato decidieron ir hacia la salida del cementerio y si no encontraban nada interesante volver sobre sus pasos. Gracias a David y su manejo de las sombras pudieron apañárselas para caminar sin caer ni tropezar con os escombros que había aquí y allá. A unos cuarenta metros notaron un pequeño foco de luz colgando del techo y al llegar a él localizaron un precario cableado que iba de punto en punto de avance perpetuándose hacia la oscuridad hasta el siguiente punto, allí Franco divisó una lámpara de aceite, antigua y sucia, que logró encender tras varios intentos con su encendedor de bolsillo.

Caminaron por el corredor, que tenía apariencia de centenario, unos diez minutos hasta que llegaron a una bifurcación, a partir de allí el suelo declinaba y se hundía cada vez más en las entrañas de la tierra en ambas direcciones, sin embargo había una escalera de hierro que subía contra la pared.

Franco se asomó intentando divisar alguna pista o indicio que le advirtiera qué había del otro lado de la escalera y sus dudas fueron despejadas rápidamente: a los pocos segundos un chirrido ensordecedor y un temblor comenzó a tornarse más y más cercano hasta que un haz de luz parpadeó un segundo al final de la escalera y el sonido inconfundible del subterráneo pasando sobre sus cabezas los espabiló.

Tenían que decidir en qué dirección irían.

Al desviar su atención hacia el corredor de la izquierda María Malena distingue un objeto en el suelo ligeramente brillante pero opacado por la tierra: un reloj de bolsillo. Se acerca haciendo sonar sus pasos en el pedregullo del suelo y lo toma entre sus manos, en ese instante visiones de su antiguo dueño inundan a la toreador: ve una mano de dedos finos y uñas largas sosteniendo el reloj como mirando la hora. También ve al portador del reloj, un nosferatu, corriendo por el corredor. Las sensaciones del portador del reloj invaden a la hija de la rosa que comeinza a sentir un pavor y un terror reales mientras siente que algo la persigue, algo terrorífico que debería haber muerto hace miles de años.

Y un solo pensamiento: "Debo ocultar al Oráculo". Lo próximo que ve es una pared con rostros sufrientes tallados y el marco de una puerta siendo cerrado a cal y a canto, dentro hay alguien, alguien que no debe caer en las manos equivocadas. Jamás.

Al regresar María está parada inmóvil en el mismo lugar en el que estaba antes con el reloj en sus manos.

María Malena camina hacia el corredor de la izquierda y toma algo del suelo, luego queda paralizada con la mirada perdida.

Ayudó a trepar a cada uno de sus compañeros, el último lo desconcertó con una amenaza y una mano en su hombro, el formalismo con que Franco trataba al joven era un modo de mantener distancia, al parecer chico no pensaba lo mismo. Sonrió. Luego se centró en atravesar el angosto sepulcro y con la ayuda de María logró ponerse de pie. Oscuridad y suciedad eran lo único ligado a los Nosferatu que notó apenas estuvo del otro lado. Se limpió el traje de un modo figurado y avanzó junto al resto.

Sus compañeros se movían cómodamente en aquél lugar, María parecía percibir todo con mas claridad y David manejaba las sombras con destreza. Él se sintió de igual modo recién cuando pudo encender la lámpara. Caminaron hacia lo que parecía ser la salida y apareció una bifurcación justo a un lado de la escalera. La alcantarilla daba al subterráneo, la línea B sin lugar a dudas, aunque Franco no sabía con seguridad de que tramo se trataba. Sacó el celular para verificar si el GPS daba la ubicación, pero la señal a esas profundidades no era lo suficientemente buena. - Permítanme un momento - dijo, y subió las escaleras hasta lo más alto, y allí¹ ató un pañuelo de modo que sea visible desde el túnel del subterráneo, no sabía en que momento podía hacer falta entrar desde allí. Luego bajó a reunirse con los demás y vio que María había avanzado unos metros por el corredor izquierdo, estaba con la mirada perdida y un objeto en la mano - María, estas bien?- dijo, pero prosiguió expresando sus ideas.

- Podemos avanzar o podemos volver. Por mi parte me siento mas cómodo en el cementerio, preferiría explorar el camino que dejamos atrás. Aquí ya conocemos la salida y podemos entrar por la escalera en cualquier ocasión para seguir investigando otro día cualquiera de estos dos caminos. Tampoco olvido la sugerencia de Elizabeth acerca de explorar los panteones mas antiguos, y dudo que estén fuera del predio del cementerio. Ustedes que prefieren?- preguntó mientras observaba ambas bifurcaciones con detenimiento. Acercó la lámpara hacia ambas  direcciones para encontrar algún indicio de presencia de los Nosferatu, y luego dio unos pasos hacia dónde estaba María.

Un antiguo reloj de bolsillo se encontraba en la mano derecha de la Toreador. Se observaba con repugnancia su otra mano, como si viera algo con gran desagrado. Por un segundo no eran sus dedos, eran las garras atroces de un leproso, no era su piel blanca y tersa, eran jirones de piel purulentos...

Parpadeó varias veces, mas de los normal. Agitó su cabeza con pequeñas convulsiones, y de haber estado viva su corazón se hubiera acelerado. Todo eso en unos pocos segundos, de pronto volvió en si, un tanto conmocionada. 

- No, debemos seguir... por aquí. Algo... algo perseguía al pobre bastardo que llevaba esto. Exhibió el reloj. Algo antiguo, algo que debería haber muerto hace milenios...

Apretó el reloj en su mano y comenzó a descender por el túnel de la izquierda.

Los vástagos siguieron a María, atentos a cada observación suya; era evidente que aunque consciente, estaba en una especie de trance siguiendo un rastro.

La toreador apretaba con tanta fuerza el reloj en su mano que al cabo de un rato comenzó a abollarlo, solo entonces redujo su presión sobre el objeto. Anduvieron sin parar durante una hora, a medida que avanzaban les daba la impresión de que se metían más y más en el seno de la tierra, hacía calor y los techos iban alejándose de sus cabezas dando paso a vistas más antiguas y lugares más tenebrosos.

En cierto punto fueron alejándose de estos paisajes de ultratumba para internarse en otro túnel, como los anteriores. En cierto punto María Malena se preguntó si recordaría el camino de vuelta pero... Claro que lo recordaría, qué pregunta. Debería estar algo cansada ya, o ansiosa.

En un momento María Malena se detiene, ha perdido el rastro o eso parece. La toreador se apoya contra la pared para pensar qué hará a continuación y buscar opinión en sus compañeros de expedición, iba a hablar cuando algo capta su atención: a unos tres metros en la pared puede distinguir unos rostros tallados en la piedra. Quizás sean los rostros que vislumbró antes.

El Giovanni hubiese preferido ir en otra dirección, hubiese incluso preferido tomarse el tiempo para decidir sus pasos tras lograr un consenso, ese era su estilo, pero no el de María. Decidida y resuelta, avanzó con determinación por dónde su intuición la llevaba sin volver la vista atrás. Franco la siguió con la lámpara en la mano. La distancia fue larga, de algún modo ya no sabían cuan profundo estaban ni bajo que barrio de Buenos Aires se encontraban, pero si era evidente que dónde se hallaban era un lugar antiguo e inhóspito, algo que su Clan ni imaginaba que existía en la ciudad.

Se detuvieron de repente, Franco no sabía si María había perdido la pista o había llegado al lugar que buscaba, aún no comprendía lo que estaba sucediendo ni que es lo que la Toreador había "visto" cuando se puso el reloj. Delante de ellos había rostros grabados en piedra, eso llamó la atención del Giovanni y se acercó a un metro de ellos para observarlos mejor con la tenue luz de la lámpara.

- María, buscabas esto? aún no comprendo a que te refieres con una criatura antigua que debió morir hace milenios. Si lo que buscas es un antediluviano, dudo de la sabiduría de habernos adentrado hasta aquí sin habernos equipado adecuadamente- dijo en voz baja, sin quitar su vista de los cráneos en la pared.

El ambiente no te dice nada ni los espíritus tampoco, es más: parecieran estar retirados de ese lugar específico, letalmente silencioso. Puedes interpretar por el lenguaje corporal y sus expresiones faciales que María Malena ha estado en una especie de trance hasta este momento en el que parece estar desorientada. Se te cruza por la cabeza que no sería extraño, por la edad que tiene la toreador, que tenga telepatía y que esa habilidad le haya puesto en trance. Ha estado siguiendo un rastro, ahora lo puedes ver bien, quizás harías bien en indagarla al respecto antes de seguir adelante.

Recuerdos, flashes, olores, colores a veces, pequeñas gotas iban llegando a su cabeza, guiándolos hacia allí. Hasta que de repente, nada. La Toreador de repente parecía confundida.

Su cabeza apareció al lado de la de Franco, mirando los rostros tallados. La Voz del Giovanni la trajo de nuevo al presente. - No tengo idea de qué es. Solo se que el ultimo poseedor de este reloj tuvo mucho, mucho miedo...

Observó toda la pared alrededor de los rostros tallados, buscando alguna señal. - Algo está bloqueando mis poderes mentales. Algo detrás de esa pared... Su rostro se ensombreció, sus palabras denotaron una fuertísima seriedad ...algo que debemos proteger con nuestra propia existencia... 

Pude haber imaginado muchas situaciones posibles pero nunca algo como eso. Que la Toreador nos dijese que debíamos proteger lo que se hallaba al otro lado de la pared tallada escapaba mi capacidad de previsión.

Si ese "algo" pudede inhibir sus talentos mentales bien podría controlarla..
-María, no pretendo ofenderte pero, ¿estás segura de ser tú? Era una pregunta levemente capciosa pero mis experiencias ante las "imposiciones de voluntad" de mi Sire me habían enseñado que en ocasiones esa simple pregunta ayudaba al controlado a liberarse.

¿Qué se oculta aquí? Sin duda los Nosferatu conocían su existencia y la mantuvieron en secreto. Y eso no los salvó.. ¿O fue precisamente la causa de su desaparición?

Cabía la posibilidad de que los rostros tallados en realidad no fuesen tales. Protean, Quimerismo, Vicisitud.. Tres Disciplinas que podían realizar algo así. Eso sin contar el uso combinado..

Aunque mis ojos permanecieron atentos no pronuncié más palabras pues mi mente analizaba multitud de datos, repasando toda la información que conocía sobre la historia oculta. En algún lugar existe un texto con la clave de lo que esperaba tras esa piedra..

El Giovanni estaba incómodo, había seguido los instintos de María mas allá de lo que había deseado, se encontraba ahora en un lugar cuya naturaleza desconocía y sin la preparación adecuada para enfrentar lo que allí hubiese. Por otro lado el trance que había llevado a la Toreador hasta aquí había logrado que dijese palabras que incluso al La Sombra parecían llamarle la atención. Franco solo estaba dispuesto a comprometer su existencia por su Sire, por nadie mas. Lo que fuera que había allí no escapaba a esa regla.

- María, hay momentos para actuar y otros para pensar. Confundirlos es peligroso - dijo, claramente disgustado por la situación. - Porque asumes que debiéramos buscar lo que bloquea tus poderes? Porque asumes que algo que no conoces debe ser protegido con tu existencia? Vamos María, eres la Toreador mas reconocida de la ciudad y la futura Primogénito, no voy a permitir que desperdicies tu talento con una cara de piedra - se movió de un lado al otro, impaciente, una imagen poco común en el Giovanni. 

- La Tremere sabe que estamos aquí y a través de ella el Pontífice, verdadero oponente de Mercedes. Por otro lado fue la Senescal la que me encargó esta tarea a mi, y me dio el dominio del cementerio...- se dio cuenta que ellos no estaban al tanto de ese nombramiento, pero la tensión extrema hizo que ese detalle se le escapara frente a estos dos vástagos, aún así no se inmutó, confiaba en ellos mas que en el resto y ellos en él, al menos todo lo que un cainita puede confiar- No podemos cometer imprudencias sin comprometerla, entienden? Así que por favor explícate mejor, María, o nos volvemos - dijo con autoridad, sabiendo que haría lo que fuese necesario para lograrlo.

Sus compañeros no parecían nada contentos con la situación. A seguir verdad, en aquel momento, ¿quien lo estaría? Había mucho en juego, como esos pequeños detalles. La Toreador no alejaba su concentración de aquellos rostros. Arqueó sus cejas ante la pregunta de David.

- ¿Si estoy segura de ser yo? Espero que no sea una pregunta filosófica mi estimado Lasombra... Bromeó si querer. En algún otro momento aquella pregunta habría llevado a un interesante debate.

La inquietud del Giovanni llamó su atención. Sin dudas estaba muy tensionado, tanto, como permitirse aquel pequeño desliz de información. Ya tendrían tiempo para hablar de ello... al menos eso esperaba María.

- Tranquilo doctor. La ansiedad es mala para la salud... No asumo nada, solo se que el dueño de este reloj huía aterrorizado de algo. Que necesitaba llegar hasta aquí para salvar que lo fuera que esta detrás, sellado a cal y canto... y magia también al parecer. Se acercó a Franco y bajó su tono de voz, como si ello sirviera de algo... Aquí están nuestras respuestas. Si caen en manos equivocadas... pues habrá muchas cenizas cubriendo Buenos Aires. 

De a poco fue dejando su estado de relajación y volvió a ser la mujer segura de siempre. Había mucho que hacer. Se volvió hacia los rostros.

- Voy a derribar esta pared y me llevaré lo que encuentre, con su ayuda será mas fácil, pero entiendo si no tienen el valor suficiente para quedarse y aceptar los riesgos... Sus ultima palabras fueron una mezcla de sinceridad con un dejo de sorna. No habían llegado hasta allí para salir con las manos vacías.

En ese momento un pequeño e indistinguible murmullo fue tomando forma y sonido en el túnel, pero con la certeza propia de lo sobrenatural, supieron que el susurro no venía del pasillo en sí mismo, si no que era una reverberación; el sonido venía desde detrás de la pared.

María se aprestó a derribar el muro con sus propias manos si era preciso, mientras tanto David reconoció el cántico, las sombras se lo recitaban como su eco de aquello que estaba en el seno de la tierra al otro lado.