Don Diego de devolvió una ligera sonrisa.
-Los Hijos aprenden de los Padres hasta que llega un momento en que los Padres aprenden de los Hijos. Es entonces cuando el Hijo bien educado se convierte en la honra de su Familia. Un chiquillo díscolo y asilvestrado acabará siendo una amenaza, tanto como un Padre caprichoso. A mí me costó diez siglos encontrar a Álvar, y a Álvar le ha costado poco más de veinte años encontraos a vos. Si abrazáis al joven Rodrigo, os habrá costado encontrarlo cuánto, ¿días?, ¿meses? Me temo que la calma y el devenir de las décadas haya pasado hace tiempo. Sois una buena Hija y una excelente Guardiana, pero os aguarda una existencia de responsabilidad y pesar. Os envidio por vuestra juventud, pero no por el tiempo que os toca vivir.
Un zarcillo de sombra de don Diego le ajustó el nudo de la capa, hasta que una voz irrumpió en la sala.
-¡¡¡Extra non Amici Noctis!!! -gritó el emisario.
Los dedos de pura oscuridad crepitaron y se replegaron hacia la propia sombra de aquel bautizado como Boukephos hacía siglos. Don Diego alzó la vista hacia el estrado, mientras que la sala se iba vaciando.
-Me temo que tenéis que marcharos, pues comenzará el verdadero Concilio, solo permitido para los Amici Noctis -dijo el antiguo-. Sed fuerte y seguid vuestro instinto. Quizá en un futuro no muy lejano podamos conocernos mejor.
Don Diego se dio la vuelta para subir a la mesa, pero Leonor vio en sus ojos un destello de verdadero y genuino cansancio. Don Nuño la acompañó hacia la salida tradicional, que daba a los bajos de El Palacio de Santa Inés. Los caballeros templarios tomaron el centro del patio interior, mientras que los Leones subieron al corredor superior.
Una vez fuera de la cripta Leonor se dirigió hacia un lugar solitario y oscuro en el que poder sentarse tranquila, buscó entre los plieges de su vestido y abrió la vileta que le entregase Don Nuño.
Quiero gastar un punto de sangre para usar obtenebración, no quiero que nadie me vea.
Leonor encontró un rincón oscuro en la planta primera, tomada por los caballeros de su Padre, dentro de una pequeña habitación del servicio.
Yo, Boukephos de la Casa de los Guardianes, protector de los Amici Noctis Hispaniae, nombro a la Guardiana Leonor de Ucero Algualcil de Toledo, bajo única supervisión de Álvar Fáñez, Príncipe de la ciudad.
De entre los privilegios que otorga la presente cédula se encuentran la muerte por Amaranto, el encarcelamiento de Vástagos bajo autorización, el encarcelamiento de Sirvientes bajo discrección, zona de alimentación indefinida y completa libertad de registro.
Cayó también un pequeño papel blanco.
Pregunta en secreto a Nuño por los papeles de Sisemundo. AF.
El concilio había concluido antes de lo esperado, y el poder que había recaído sobre Amal ya se hacía vigente, como un gran peso sobre sus hombros; aún así no podía evitar una postura altiva ante el honor que le había sido concedido...
Amal miró a su alrededor procurando sonrisas de complaciencia a quienes las estaban esperando. - Hay trabajo que hacer-pensó para sí misma.
La joven guardiana volvió a doblar y guardar ambas notas, cuando llegase al refugio destruiría la nota de Don Álvar como era debido. Se tomó unos instantes para reflexionar sobre los hechos que acontecían a su alrededor.
Podría buscar a Don Nuño y preguntarle en privado antes de que todos abandonasen el lugar, pero ¿sería lo correcto?, la joven hija de Don Álvar no era estúpida, sabía que en aquellos muros había muchos vástagos para los que su pequeño juego de sombras no sería jamás suficiente escondite. Era cierto que podía esperar para hablar con Don Nuño en el refugio de su padre, pero, ¿y si este tenía alguna otra misión para el capitán?; de no ser así ¿Por que le habría entregado su padre aquella nota?, simple y llanamente porque no iban a verse pronto.
Tras unos segundos sopesando la situación volvió a sacar la pequeña nota de Don Alvar,y la escondió en la manga de su túnica. Salió de su pequeño rincón de sombras y se dirigió hacia donde estaban los capitanes en busca de Don Nuño, al encontrarle se dirigió a él con un tono cauto y suave,- Mi señor,si no es inconveniente, me gustaría cruzar unas palabras con vos en privado.
Don Nuño miró alrededor y puso un gesto grave y preocupado.
-No aquí -murmuró con su voz de ultratumba.
Se despidieron de los presentes y salieron rumbo al refugio de don Álvar. En las calles había palmas tiradas por doquier y desperdicios que atestiguaban que había transcurrido una buena fiesta.
Llegaron al refugio y los esperaba el Cazador Carucedo, que hacía guardia. Tras un breve saludo, don Nuño la llevó hasta la bodega. Por una de aquellas tinajas había emergido hacía no tantas noches, pero aunque su vida dependiera de ello, no sabría decir por cual.
-Supongo que don Álvar quiere que os muestre los papeles de Sisemundo. Antes tengo que advertiros que hay muchas criaturas que matarían, o algo peor, por ver solo una pequeña parte de estos documentos. Por favor, mi señora, extremad la precaución.
Don Nuño se dirigió a una de las tinajas y, con solo su propia fuerza, la arrastró pesadamente hacia un lado. El roce de barro contra barro retumbó en la baja habitación. Donde estaba la base de la tinaja, ahora había una pequeña oquedad. Leonor encontró unos papeles enrollados entre sí y protegidos por cuero de cerdo y cuerda de cáñamo. Don Nuño, sin acusar esfuerzo alguno, volvió a dejar la pesadísima tinaja en su sitio.
-Vos... ¿los habéis leído? ,preguntó Doña Leonor mientras trataba de examinar los documentos aún sin desenrollarlos. -¿Por qué son tan importantes?
Le avergonzaba sobremanera hacer aquellas preguntas a Don Nuño, pero si Don Álvar confiaba en él ella también podría, además, Don Nuño sabía de sobra que Doña Leonor era aún una guardiana muy joven, y que, casi toda su no-vida la había pasado recluída en aquella ermita en que se conocieron.Una cosa estaba clara, debido a su nombramiento debería aprender muchas cosas muy rápido, y no podía dejar que la vergüenza de mostrar su desconocimiento en algunos temas mermase su aprendizaje.
-No, yo solo los custodio. Tras la desaparición de Sisemundo, don Álvar me encomendó su protección. Supongo que todo lo que vos necesite saber, estará ahí. Si precisa algo de mí, es mi deber servíos como al propio Príncipe.
Una vez se hubo acabado el Concilio, todo el mundo rompió filas e hicieron corrillos. El grupo que Siero tenía justo debajo era el de Pero Osorio-Jiménez, al parecer Hijo de la Princesa de León. Siero escuchó atentamente, a pesar de la distancia que los separaba.
-Me ha [...] rapidez -dijo uno de los hombres de don Pero.
-Esto solo ha sido [...]. Ahora empezará el verdadero. Si Boukephos quisiera [...] con la palma de la mano. [...] ¿A quién le importa [...] de mortales y un Vástago toledano? Ya os lo digo yo: a nadie -respondió altivo don Pero.
-Dicen que los templarios [...] hacia el sur -dijo otro de los hombres, mirando hacia los templarios.
-[...] en ellos -volvió a responder don Pero-. Solo [...] y no solo tendré Astorga, sino Ponferrada. Solo hace falta que don Eleazar [...], de norte a sur, Toledo, León, Ponferrada y Astorga.
Todas las charlas fueron interrumpidas por el emisario, que gritó:
-¡¡¡Extra non Amici Noctis!!!
Solo se quedaron en la sala los Amici Noctis. El resto salieron por las puertas y cerraron con llave.
Me quedé en el mismo lugar empleando mis poderes de ocultación quizás desde mi posición pudiese escuchar más rumores aunque no llegase a saberlos por completo. Desde allí no podía enterarme de todo pero más valía eso que estar arriesgándose a otros poderes que pudiesen desenmascararme y entonces hubiésemos hecho la ramona como se decía por mis tierras cuando se metía bien la pata.
Sólo quedaban los Amici Noctis pero ésto no quería decir que se acabara aquí la información quizás pudiese seguir escuchando algo más de los miembros del cónclave que pudiesen darme más luz sobre la oscuridad que se cernía sobre nosotros, ahora veía lo que mi maestro me quería decir este mundo estaba lleno de intrigas, asesinatos y rencores y cualquier paso en falso me costaría también la vida misma.
-Don Nuño, sois el mejor de los capitanes de mi padre, no tengáis duda en eso. Si Don Álvar os encomendó la protección de estos documentos sin duda su importancia es vital. Lo que aún no alcanzo a entender es que tienen en común estos antigüos documentos con la actual situación.... pensó un tanto apesadumbrada Leonor.
Cogió los documentos y los escondió entre los pliegues de su túnica,- necesito estudiar con detenimiento estos documentos, capitán, si lo deseáis os haré llamar cuando termine para que podáis comprobar que su integridad sigue intacta y volváis a ponerlos donde les corresponda.
Los cerrojos de las puertas crepitaron. Los Amici Noctis tomaron asiento, ignorando que alguien los observaba por una rendija varios codos por encima de sus cabezas. Cuando todos se hubieron reunido alrededor de la larga mesa, las sombras que proyectaban las distantes antorchas empezaron a reptar hacia ellos. Primero subieron el estrado. A continuación, escalaron la mesa y la pared, hasta que aquellas criaturas del abismo se vieron rodeadas por un manto de sombras impenetrable e indescifrable. Cualquier cosa que hicieran o dijeran, le estaba vedado a Siero que, desde las alturas, contemplaba con pasmo aquella escena.
Pestañeé varias veces para ver si mis sentidos me estaban jugando una mala pasada pues veía como las sombras de las luces que despedían las antorchas se movían hacia los miembros de los Amici Noctis, formando una barrera de oscuridad alrededor de ellos no dejando ver ni escuchar nada es como si las sombras hubiesen acogido a aquellos miembros creando una barrera impenetrable a su alrededor.
Me quedé bien quieto y aunque estaba aterrorizado por el acontecimiento que estaba viendo ante mis ojos no moví ni un sólo músculo ya que no podía saber con acierto si las sombras podían detectar movimiento alrededor y si los miembros podían escuchar los ruidos del exterior, cualquier paso en falso y me delataría así que me quedé inmóvil esperando lo que pudiera pasar después.
Siero se mantuvo como una estatua lo que a él le parecieron siglos. Mientras, allí abajo, las sombras crepitaban y se movían lentamente. Era un espectáculo casi hipnótico.
Finalmente, las sombras rompieron filas y volvieron a sus puestos originales. Los Amici Noctis se estaban levantando de la mesa. Don Pero abandonó la estancia a grandes pasos, visiblemente enfurecido. Detrás de él iba don Eleazar, siempre elegante y, detrás de éste, el gallego don García y su amplia sonrisa. Don Raimundo de Aquitania, el gran templario, reía acaloradamente, en fuerte contrapunto con los madrileños don Silvestre y don Fonseca, serios y discretos. Boukephos y su Hijo don Álvar salieron por la que parecía la puerta principal en animada conversación.
Poco a poco, el Concilio se fue vaciando hasta que solo Siero en su trampilla, permanecía allí.
Esperé a que la sala quedase vacía para volver con precaución hacia mi dormitorio si así podía llamarlo, para después esperar la llegada de Sigfrido.
Mientras pensaría en lo hablado en la reunión y la mejor forma de decírselo a mi interlocutor, era increíble que se hubiese ingeniado este lugar con varios pasadizos con la idea de espiar los salones del príncipe, sin lugar a dudas había poderes que desconocía y que estaban más allá de las leyes de esta ciudad sin embargo mi maestro no me dio más explicaciones que el consejo dado con algún fin que todavía no llegaba a vislumbrar.