Partida Rol por web

 El albino parecía tan confundido como los demás, aunque poco a poco intentaba centrarse. Miraba la puerta fijamente:

- El conector era parte del demonio, estaba aferrado a su carne... Por eso no ha venido tras de mí. ¡No puede! ¡De alguna forma he provocado una avería y me ha trasladado a mí en lugar de a la criatura! Estaba... Estábamos en Malignatus luchando contra uno de los demonios. El Emisario Negro lo había convocado... Algo ha pasado. Ya no están bajo control.- esto último pareció decirlo para si mismo. Luego alzó nuevamente la mirada hacia sus interlocutores - Ustedes... Esto... ¿Esto es Limbo? ¿Son parte de la expedición?

- No, nosotros hemos entrado por otro lado, me temo. Pero lo que dice usted tiene sentido...o podría tenerlo. Pongamos por caso que ese monstruo que usted dice tuviera un sistema de transporte insertado en su cuerpo. De alguna forma usted lo ha usado para que lo trasladase a usted en lugar de a él. Es decir, que éste debe ser el lugar de origen de esa criatura. Y posiblemente del emisario negro del que habla.

¿Monstruos, demonios, emisarios negros?...si hubieras hecho caso a los curas, pero no, tu nunca haces caso a nadie.

-¡Umf!...bueno...¿por dónde iba?. Ah, si. No me sorprende que una fuerza oscura pueda estar detrás de la construcción de esta pirámide, visto lo visto; ni que disponga de tecnología de la antigua república, pero...habla usted de un emisario negro...¡y de demonios!. Un emisario es alguien que lleva un mensaje. ¿no es así?. ¿Cual era el mensaje?. ¿Qué pretendía ese emisario que no pudo obtener por las buienas?.

-Un momento, Justin. Deja que él hable. Que se situe. Sí, Drim, está usted en Limbo. Por lo menos en el interior de la pirámide que se encuentra en él. Ha aparecido por la Puerta Norte, pero nosotros hemos entrado por la Sur, y cuando ha aparecido estábamos intentando averiguar qué es esta estructura... exactamente. Por eso mi amigo le hace esas preguntas. Quizá pueda aclararnos nuestra situación, así como la suya.

Justin parecía muy confundido, sus diálogos consigo mismo sorprendieron a Ramveer, y posiblemente trastornarían al joven del pelo blanco.

-La expedición... sí. Somos parte de una expedición. ¿A cual se refiere usted, por favor...?

 - Había un sacerdote eskatónico, un Hermano de Batalla, un Ukar y un mecánico... Estaban buscando a su líder, a la que perdieron en la tormenta de nieve. Creímos que podrían tenerla los Sin Nombre pero en las cavernas estaban todos muertos, destrozados. Al irme...- duda un momento - Al irme me encontré en otra caverna con uno de esos demonios. Son unas criaturas gigantescas que se mueven a velocidades imposibles... Ahora creo que puedo afirmar que en su cuerpo llevan unos pequeños conectores de salto en miniatura que provocan ese efecto. En medio del combate agarré el conector y quizás el estar sobre la plataforma de invocación provocó mi desplazamiento ¡a varios planetas de distancia! Si es así... Si vuestros compañeros también partieron de aquí...

Mira a su alrededor con un gesto de fascinación dibujado en el rostro:

- Esto es lo que los Emisarios Negros estaban buscando... Lo que los Sin Nombre llaman la Matriz...- parece ignorar totalmente a los demás - Estoy en el punto mismo desde el cual se inició todo. ¡Las escrituras del Falso Profeta son ciertas! Lo sospechaba pero...

De pronto se calla, como si cayese en la cuenta de que no está solo. Luego mira a los demás:

- Oh... Les ruego que me disculpen... Estoy delirando... Quiero decir: que las escrituras del Falso Profeta sean correctas no quiere decir que sean beningnas. Las detesto, por supuesto. Creo que deben ser borradas por herejía...

Afirma todo esto con una convicción que denota incluso cierto miedo. De cualquier forma no ha llegado a contestar la pregunta de Justin sobre los Emisarios Negros.

-Dígame, por favor. ¿Quiénes son esos Sin Nombre y esos Emisarios negros?. ¿Para qué serviría este lugar, segun ellos?.

 Poco a poco parece que el hombre recupera todo su aplomo, quizás cuando dejad de sentir el efecto Sathra.

- Perdonadme... Supongo que estaréis tan confusos como yo mismo. En el planeta del que vengo tenemos una comunidad de adoradores de la oscuridad a los que llamamos los Sin Nombre, ya que ellos mismos rechazan su nombre dado en la fe del Pancreator. Los Emisarios Negros son, por decirlo de alguna forma, sus sacerdotes impíos. Adoran a demonios que, como hoy he tenido oportunidad de comprobar de primera mano, no son meras imaginaciones. Su fe se fundamenta en el seguimiento al Falso Profeta, un diabolista que desarrolló una serie de máquinas impías para el control de las ánimas. Me temo que sufriendo lo que acabo de sufrir ya no puedo pensar que su religión fuera mera leyenda de ignorantes... Más bien al contrario. 

Luego mira la rueda de piedra. Parece como si la reconociera. Pasa su mano por la superficie casi con un temor reverente.

- La Rueda...- murmura - Es el Timón de los Lugares... No cabe duda: esto es la Matriz.

Cuando el noble reconoció en la descripción de Drim a los miembros del equipo incursor se alegro de que por fin algo estuviera saliendo bien en aquella improvisada expedición de rescate, pero pronto comenzó a sentir desconfianza hacia la desmesurada amplitud de los conocimientos del recién llegado. Su nerviosismo alcanzó un punto critico al presenciar su actitud frente a la rueda de piedra, los térmnos tan exactos que empleaba, la excitación que creyó detectar en él durante el tanteo del extraño artefacto que ellos no habían podido desplazar ni un milímetro.

- No, oye, chico, espera... - balbuceó mientras se apuraba a colocarse junto a él, pendiente de cualquier manipulación extraña que pudiese querer ejercer sobre la pieza. Colocó una mano sobre la rueda en señal de posesión, aferrando todavía en la otra su rifle de prestado, y mirando al noble como al intruso que, en puridad, venía a ser.

- Esto no me parece prudente - continuó hacia sus compañeros. Pienso que estamos confiando demasiado en un completo desconocido que por otro lado no nos ha dado ninguna prueba de que lo que dice sea cierto. Por lo que sabemos bien podría pertenecer a ese culto del que tanto habña y que tan bien parece conocer. ¿Un demonio? ¡¿Un demonio con un motor de salto en miniatura?! En fin, sean cuales fueren los detalles exactos acerca de cómo ha llegado hasta aquí, lo único cierto es que conoce a los nuestros y el único recuerdo que se ha traído del encontronazo es una herida muy fea, lo cual puede significar muchas cosas, ninguna de ellas halagüeña.¡Simbiontres, sabe incluso en qué planeta se encuentra a pesar del estrafalario medio de transporte que según él lo trajo hasta aquí!

- Hijo - volvió a encararse con el joven -, la excusa del éxtasis sathraísta ya no sirve; necesitamos más información, porque aunque puede que a ti te encante asaltar sectas antinómicas antes de echarte la siesta nosotros no estamos aquí ni mucho menos que por gusto. Así que creo necesario que dejes a un lado matrices y timones y nos digas cuál exactamente fue tu relación con los hombres del grupo que nos has evocado: cómo os topasteis, por qué os unisteis, y dónde y en qué condiciones quedaron ellos cuando os hubisteis separado.

- Por lo demás, el acceso norte parece contener la clave de todo este embrollo, pues junto a él encontramos la cuerda y el agua anteriormente y a través de él nos acaba de llegar este 'regalo' que, repito, bien pudiera ser un Caballo de Troya. No me parece precipitado augurar que sólo desandando los pasos dados por el Valiantor podremos encontrar a los que penetraron en esta pirámide antes que nosotros, que es hasta cierto punto la razón de que estemos donde estamos - concluyó, pensando en el ataque del titán simiesco y en lo poco atractivo que le resultaba la idea de que su cuello terminase como el extremo de la cuerda que habían encontrado; especialmente estando rodeados de una tecnología que tan maravillosos poderes semejaba poseer.

Las dudas de Ranveer sobre la historia del recién aparecido no estaban carentes de sentido para Justin, pero de algún modo, encontraba coherencia en sus palabras, después de lo que había pasado en su anterior viaje. Sin embargo, prefirió esperar a ver qué contestaba Drim, por lo que no dijo nada y se limitó a esperar.

Comenzó a entrechocar las palmas lentamente, a modo de aplauso ralentizado.

—Entonces, si no deduzco mal de sus palabras, su propuesta es... ¿quedarse aquí a la espera de un argumento más fiable? —preguntó irónicamente.

Chasqueó la lengua alargando los labios demostrando negación mientras caminaba unos pasos hacia el invitado.

—Supongamos que le creo, Drim. ¿Qué puede decirme de ese grupo incursor? ¿Y de esta rueda... Matriz?

La mirada de Elgast recorrió los tres hombres que el acompañaban. No se fiaba de ninguno de ellos mucho más de lo que lo hacía de el nuevo invitado y aún así estaba trabajando con ellos. La única respuesta que hasta ahora les orientaba en su tarea la había proporcionado el albino y Elgast no pensaba desaprovecharla.

El sacerdote parecía absolutamente perdido con todo aquello, en dos ocasiones abrió la boca para intervenir y en las dos la cerró sin haber pronunciado palabra. Lo que estaba diciendo aquel albino lo aterraba hasta lo más profundo de su alma. Si por él fuese volvería ahora mismo a la nave para emplear aquel arma terrible contra el planeta, pero era consciente que esa decisión estaría impulsada por la cobardía, el miedo a lo desconocido, y sus prejuicios fuertemente implantados contra aquellas máquinas.

- Que el Pancreator nos ampare si fracasamos -murmuró finalmente, aunque probablemente sólo el mismo se escuchó.

La altivez del Decados le picaba con insistencia en medio de toda aquella confusión. No quería tener que mezclarse con él más de la cuenta, y mucho menos llegar a perder sus templados nervios; pero la tesitura, con un nuevo miembro de la nobleza de por medio, requiría una respuesta clarificadora.

- Mi propuesta, apreciado Elgast, - respondió con suavidad - hubiese sido, en caso de haber podido alcanzar a formular una, atender por riguroso orden de prioridad todos aquellos puntos relacionados con el caso que nos ocupa hasta llegar a estar en condiciones de establecer el curso de acción más propicio para conseguir llevar a buen puerto nuestro cometido.

Su alocución se prolongaba con malabarismos demagógicos, pero estaba expuesta con una oratoria que conseguía hechizar allí donde el mero torrente de palabras debiera aburrir.

- De todos modos, si tanto le place escuchar de mis propios labios una proposición que contribuya al esfuerzo democrático con el que se viene conduciendo nuestra empresa desde que hubimos abandonado la protección del Gilgamesh, lo más que estoy en condiciones de afirmar antes de escuchar los permenores del relato del joven noble que acaba de honrarnos con su inopinada pero providencial presencia es que un conocimiento más detallado de dicha historia podría arrojar una muy necesaria luz sobre el derrotero, nunca falto de enigmas y de violencia, hacia el que los pasos que venimos dando desde la llegada a este planeta nos están guiando de manera quizás demasiado acelerada para el gusto de un hombre comedido cuya descripción gusto de pensar que podría ajustarse a la mía propia.

La escasez de puntuación la había suplido con pausas intrigantes y alteraciones de tono impregnadas de dramatismo, como si acabara de contar una aventura de tintes épicos.

Drim había observado en silencio el intercambio ciertamente hostil de comentarios de ambos interlocutores sin aportar ninguna respuesta. Finalmente, y al ver que era el centro de las miradas, levantó una mano de la rueda como queriendo indicar que por su parte no tenía ninguna intención de hacerla girar.

- Estoy tan confundido como vosotros, podéis creerme.- dijo apartándose unos pasos de la rueda - Esta historia es una locura de principio a fin. Vuestros compañeros aparecieron, según ellos mismo dijeron, en nuestro planeta tras haber atravesado uno de los Portales del Falso Profeta.

Miró alrededor.

- No hace falta ser un genio para saber que se referían a esto. Las puertas - señaló hacia las cuatro salidas de la pirámide - son portales. Probablemente la rueda configura el viaje. No soy un seguidor de los demonios o un miembro de los Sin Nombre. Mi nombre es Drim de la casa Valiantor y así seguiré llamándome hasta el día de mi muerte. No renunció a la Fe del Pancreator en aras de un poder oscuro... pero conozco las leyendas. Y no estoy ciego para negar las evidencias que mis ojos e incluso mi cuerpo han visto. ¡Los Sin Nombre tenían razón cuando hablaban del Salto Personal! Y he visto las vainas de vida resecas... el alma. Todo esto,- señaló de nuevo a su alrededor - funciona con almas, con energía humana. ¿Cómo? No lo sé.

Dio unos pasos hacia uno de los umbrales.

- Son salidas.- sentenció - Pero estamos atrapados. Son salidas a otros lugares que pueden estar a unos metros o a millones de kilómetros.

Miró hacia el umbral del que vino él:

- Efectivamente: el norte es el portal hacia nuestro mundo. Así llegaron vuestros compañeros... y así pienso irme yo.- las armas no habían bajado de su posición defensiva. Drim sonrió: - Si me lo permitís, claro... No tenéis por qué confiar en mí pero, sinceramente, ¿tenéis motivos para desconfiar si quiero irme por donde llegué? Después de todo al final tendréis que salir por uno de los umbrales. Si lo hacéis por el mío os aseguro que no os guardaré rencor por haberme apuntado con vuestras armas. Yo hubiera hecho lo mismo. Y le debo la vida al padre... perdón padre, no me habéis dicho vuestro nombre y sin embargo me habéis salvado. Estaré en deuda eternamente con vos.

Ramveer intentó recordar algo de la casa Valiantor. Por desgracia nunca había sido muy aplicado en el estudio de las casas menores y no tenía ni la más remota idea, siquiera, de si la casa existía. El albino no portaba insignia alguna que pudiera dilucidar aquella cuestión.

- Valkian... -respondió mecánicamente, mientras su mente barruntaba sus propias preguntas- Si nuestros compañeros se han ido por ahí... ¿es una forma quizás de terminar con esta aberración? ¿Algo en el lugar dle que habéis venido permitirá destruir esta construcción demoníaca o sólo nos alejaremos de nuestra empresa?

- Esto es el núcleo... el punto central... pero no lo es todo.- el joven miraba hacia el portal por donde había entrado - Según las leyendas existe una red de conexiones que permitían al Falso Profeta viajar de un lugar a otro, entre el mundo de los demonios y el nuestro... No sé si en mi mundo podemos evitar algo pero lo que sí sé es que allí hay respuestas: los Sin Nombre son sus seguidores. Hasta el momento pensábamos que eran simplemente unos fanáticos que mataban en nombre de un culto sin sentido pero ahora... ¡todo encaja!

Elgast escuchó atentamente la retahíla demagoga de Ramveer y se limitó a enarcar las cejas arrugando la barbilla al finalizar éste. No deseaba responder así que tampoco le importó que el albino Drim volviera a tomar la palabra.

—Antes de tomar una u otra decisión me gustaría hacerle una pregunta más, amigo Drim. ¿Por qué le puedo llamar amigo, verdad?

La pregunta no buscaba un respuesta. Formaba parte del protocolo de Elgast; una y otra vez la repetía fingiendo cierta complicidad e incluso amistad cualquiera que fuese el presente del otro lado de la comunicación.

—Esta vez el acceso a esta Matriz ha sido muy fácil y me pregunto: ¿hay alguna forma menos fortuita que la que usted ha utilizado para moverse a través de esta Matriz? ¿Eso que dice significa que si yo cojo exactamente esa salida volveré a la pirámide que nos trajo aquí? —preguntó señalando al umbral por el que habían entrado.

—Por otro lado no ha contestado a mi anterior pregunta. ¿Qué me puede decir del grupo incursor, sabe si están vivos? Comprenderán que no quiera arriesgarme a la entrada a quien sabe que lugar sin tener nada que buscar allí.

El nobilísimo se quedó realmente a gusto tras haber conseguido que Elgast cesara en sus ponzoñosas alusiones y se retirase con presteza hacia otro campo de batalla dialéctico; uno, el de sonsacar información, seguramente más apropiado a las maneras de víbora que apuntaban tanto su cuna como su proceder habitual.

Recibía las explicaciones del Valiantor con cierta delectación, ya casi más interesado por ese supuesto "Salto Personal" que por cualquier grupo de incursores de cualquier arriesgada misión tras el que pudieran estar correteando a través de la selva de Limbo. Sin embargo no creía tenerlas todas consigo cuando se enteró del precio de aquella impensable tecnología; que a un humano le drenen la energía desde el interior de una vaina no puede ser agradable, y si un noble , como parece que al fin y al cabo Drim es, llega a verse envuelto de primera mano en un enfrentamiento violento y cara a cara con uno de esos demonios, quizás lo mejor sería olvidarse del potencial de ese descubrimiento. Ni siquiera la creciente curiosidad por tener el privilegio de sentir el Favor de Sathra, que se iba apoderando de él sin que llegara a ser consciente de lo mucho que deseaba experimentarlo, era capaz de despuntar por encima de las reservas causadas por un futuro inmediato en el que se entremezclaban demonios y "emisarios negros".

- Me está pareciendo ver demasiada temeridad en ustedes, mis queridos compañeros... - se dirigió a los que acababan de hablar. Veo con bueno ojos que el señor Beck quiera asegurarse de que existe un método fiable de viajar de un lugar a otro a través de esos portales, pero la premura con la que se está enfocando todo esto no acaba de gustarme. Hablaba con calma, pero con una voz algo insegura.

- Así que me gustaría unirme al interés del señor Beck por el estado de esos viajeros de Limbo con los que dice haberse topado, Drim. Sepa que el que le ha formulado la pregunta es miembro de la Casa a la que nos ha dicho que los Valiantor están supeditados en el Malignatius que acaba de abandonar, y que yo mismo soy un noble al-Malik. El joven parecía inocente, inofensivo, e incluso bienintencionado, pero el rifle asignado a su persona estaba surtiendo en Ramveer un efecto un tanto extraño, como si se sintiera el dueño indiscutible del destino de aquel albino. A pesar de la aparente falta de necesidad, mantuvo levantado el arma apuntando al que en su opinión todavía no había dejado de estar libre de culpa.

- De todos modos creo que todo esto se escapa a nuestro entendimiento, y no sé si nosotros tendremos la capacidad de hacer algo más allí donde los integrantes del equipo incursor no fueron quién de hacer lo suficiente. ¡Porque estarán de acuerdo conmigo -sentenció con nerviosismo- en que no es lo mismo bajar hasta un planeta sobre el que se está en órbita que viajar hasta otro en el extremo opuesto de los Mundos Conocidos!

- Me gustaría interpretar el silencio inteligente del juicioso Justin como síntoma de que también él encuentra una temeridad innecesaria lanzarse a Saltar alegremente sin tener una idea clara de lo que podamos ir a descubrir al otro lado del portal y, por qué no, sin contar con la preparación necesaria tanto a nivel de equipo como de entrenamiento para arrostrar peligros del calibre de los que ha descrito el noble Valiantor.

- Sus amigos están bien. La última vez que me encontré con ellos estaban...- dudo un mínimo instante - de camino de vuelta a la fortaleza de mi padre. Sólo faltaba el sacerdote, Meixar, que atravesó un portal que no sabemos a donde llevaba... sesgando con su salto la poca vida que quedaba en un cuerpo atormentado que estaba conectado a una de las máquinas infernales. Tampoco supimos nada de la líder del grupo a la que venían buscando. De hecho fuimos a las cavernas de los Sin Nombre esperando encontrarla allí, pero no hallamos más que un rastro de muerte y destrucción sin sentido.

Se encogió de hombros mientras respondía a la siguiente pregunta, más técnica, sobre el traslado:

- No tengo ni idea de como funciona el portal aunque he dado por sentado, como quizás hayan hecho ustedes, que es bidireccional. ¿Por qué no habría de ser así? 

Ante la aclaración de Ramveer sobre los títulos nobiliarios sólo sonrió:

- Bien... Veo que dicen pertenecer a las Grandes Casas. ¿Eso debe impresionarme en la actual situación? Creo que en estos momentos todos somos viajeros a ningún lugar.

- Ahí se equivoca usted, Drim: Ningunlugar nos queda un poco a contramano. Nosotros por lo de pronto estamos aquí mismo, y ni una pulgada más lejos de donde nuestras sabias piernas nos sostienen. La cuestión de si viajar o no, y en caso de hacerlo a dónde, eso le ruego que nos ceda a nosotros la responsabilidad de decidirlo. Y, por otro lado, no olvide tampoco que, mal que pueda pesarnos, es en parte gracias a las Grandes que la civilización humana se sostiene.

No le gustaba el tono de aquel Valiantor... Y se mostró como no dispuesto a tolerarlo mientras tuviese entre las manos aquel pedazo de metal que tanta seguridad le daba a uno, aunque fuese el solitario noble quien en realidad los tuviese a ellos como rehenes, ávidos de recibir más y más información sobre lo que les esperaría más allá del portal en caso de llegar a transitar bajo su umbral. Los comentarios tranquilizadores del muchacho sobre el extravagante medio de transporte y sobre el paradero de sus compañeros de misión fueron un tanto más optimistas de lo que le hubiera gustado escuchar; hacían que generar una decisión unánime se tornase más complicado de lo que pudiese resultar en caso de tratarse de predicciones más agoreras.

- Pienso que, a la luz de las recientes aclaraciones del apasionado viajero, queda sin duda al descubierto el porqué de la desaparición de la señal de radio del equipo in cursor; que es, hasta donde tengo a bien recordar, la razón de que estamos todos aquí. Así que me atrevo a recomendar que les demos algún margen más antes de declarar su misión oficialmente como fallida. En todo caso, siempre podríamos 'enrolar' a Drim para que nos sirva de intermediario, enterado como está de la situación de los incursores y conocedor privilegiado como es de la zona que se extiende más allá del portal por el que estos atravesaron en su momento.