Partida Rol por web

Daroth entra en la taberna y se sienta en una mesa mientras busca entre el gentio una cara conocida, poco despues Arthur cruza el umbral buscando un lugar vacio cuando ve  a Daroth, se acerca y pregunta si puede tomar asiento, Daroth asiente invitandole a sentarse.

Cuando John entra por la puerta algunos militares bajan el tono y lo saludan formalmente, otros suspiran de alivio al descubrir que no es un superior suyo.

John busca tambien un sitio pero todos estan ocupados aún asi puede ver como Arthur se sienta en la mesa de Daroth.

Mientras todavía busca donde aposentar su trasero el elfo callado de la daga danzante  hace su aparición por la puerta.

El viaje ha sido bastante tranquilo, los marineros apenas bajan a la bodega y eso os ha permitido no ser descubiertas, alimentandoos de la comida que había en la bodega y de un barril de agua así como durmiendo en unas telas muy comodas de uno de los lados, hace apenas media hora se han escuchado ruidos por todas partes, gritos y algunos golpes, todo indica que el barco a amarrado.

Lo peor es que tambien escuchais voces por la bodega y no parecen estar de paso...

Bueno mi que querido Rene aqui esta la bodega, comida a babor, telas a estribor y variedad de piezas y elementos de adorno por todas partes ya ha visto ahí detrás los elementos mas recios, eche un vistazo a ver si le gusta algo.

Sin duda Capitán, sin duda, Acantilado rojo no es tan frecuentado como la puerta de baldur y los barcos asiduos suelen inflar demasiado los precios, es agradable encontrar un hombre justo para variar, comprobara que soy generoso, pienso pagarle más de lo que sacaría en la puerta por los mismos productos, incluso haciendo eso serán más baratos para mi.

El hombre llamado Rene empieza a investigar la bodega con un candil mientras el capitán examina algo justo al lado de la puerta, sin duda no es posible pasar sin que os vea

Te quedas mirando un rato el mar y ojeando los aldrededores, el grupo de guardia llega a tu altura, saluda cortesmente y realiza unas preguntas de rutina para marcharse del mismo modo que llego, Matt te informa de que cualquier operación de carga y descarga la hara el personal del pueblo, tambien te dice que pases por la oficina para que los mensajeros conozcan tu cara y tus intenciones.

Los mensajeros resultan ser unos chavales adolescentes, menudos agiles y al parecer bastante avispados, te saludan cortesmente se presentan y te preguntan tu nombre, miras arrogantemente al muchacho que se ha atrevido a preguntarte de forma tan familiar.

El capitan acompañado de un hombre de su misma edad pasan a tu lado y al ver el apuro del muchacho decide echar una mano.

-Vamos hombre, solo son unos crios, no los asustes asi- se acerca al chico y en tono bajo como si contase algún secreto le dice -señor Maivelaer

El muchacho  visiblemente animado continua- nos encargaremos de sus mensajes señor Maivelaer- traga saliva un momento y continua - si quiere mandar un mesaje o saber algo  diganoslo- continua con una "profesionalidad" muy estudiada e intentando parecer digno - nos reconocera por la banda roja- termina señalando una banda roja que lleva al hombro y le cruza todo el pecho -¡y por tan solo un penique!

El capitan suelta una sonora carcajada le da las gracias a los muchachos, junto con algunos peniques, asegurandoles que si necesitais algo sin duda usareis sus servicios - te recomiendo la taberna esta un poco mas adelante, bebe un par de cervezas, invito yo, te lo has ganado- tras decirte eso el capitan sale con su acompañante en dirección al barco

Acabo de despertarme debido a una sacudida en el barco "¿ya hemos llegado?" pienso. Me desperezo y miro a ver como se le ha dado el viaje a Maki, la mayor parte del trayecto me lo he pasado durmiendo. De repente oigo unas voces que se acercan y miro alarmada a una luz que recorre la bodega. Intento taparme con una tela intentando pasar inadvertida "si no los veo no me ven..." ¿en serio? ¿qué estoy pensando? Zarandeo un poco a Maki para que reaccione y se percate de lo que ocurre.

Al entrar en La cerveza roja puedes ver que el ambiente es jocoso, una enorme mesa redonda preside el local, marineros, aldeanos y guardias beben alegremente entre risas, el ambiente parece tranquilo, en una de las mesas algunos guardias hacen pulsos entre victores, un enano ¿gris? sirve en la barra mientras algunas mozas reparten los pedidos en las mesas, puedes ver que una de ellas es claramente una semiorca,  un enorme semiorco que sirve cerveza de un  par de barriles sin duda es el padre.

Un poco mas adelante tuyo estan Daroth y uno de los pasajeros de la daga sentados en una mesa todavía esperando a que les sirvan otro de los pasajeros se encuentra apenas enfrente tuyo buscando donde sentarse.

Hago en gesto a la camarera para que tome mi pedido, una orden de tapas y botanas y una pinta de cerveza.

Observo a los otros viajeros que iban en el barco mientras entran y luego me dedico a lo mio.

Para ser un lugar concurrido no escucho música, tal vez sea por la hora. Lástima que no traje una

radio conmigo, igual, ¿que emisora transmitiría aqui?.

La fetidez del aroma de los mortales le llego con una súbita brusquedad, como la coz de un burro directamente a la nariz.
Odiaba el olor almizclado de los “simples”, y su aparente afán por estar cubiertos de mugre.
Maivelaer llevaba mucho tiempo entre los mortales pero nunca había podido acostumbrarse a los aromas que estos encontraban tan comunes.
Tampoco los culpaba, sus sentidos eran burdos y embotados, el estaba seguro de que si aquellos que le rodeaban pudieran apreciar como el todo esos efluvios odoríferos no actuarían de la misma manera.
Aun peor eran los modales de los individuos de este antro, seres grotescos y burdos deleitados en juegos sencillos de fuerza, competiciones de bebidas y la manía obsesiva de mirar los traseros de sus hembras.
No pudo evitar una mueca de desprecio hacia lo que veía desde el umbral de acceso a la taberna y aunque no compartía en lo mas mínimo las decisiones que llevaban a estos seres a mantenerse en el barro de la ignorancia, no pudo menos que tener lastima por ellos, condenados como estaban al corto espacio de tiempo del cual estaban imbuidos para vivir.
Tal vez fuera por esto último – se dijo a si mismo mientras avanzaba hacia la barra – que actuaran de manera tan acelerada, sin tomarse el tiempo para estudiar las reacciones de sus actos en todo lo que hacían a diario.
Apoyo sus manos enguantadas sobre la madera húmeda de cerveza mirándose los dedos largos y finos por un momento, las marcas vieja de objetos afilados sobre el otrora pulido tablón, los restos de comida reciente y vieja y el desgaste sobre la madera en la cual se posaron incontables cantidades de cuerpos.
Levanto entonces los ojos carmesí e inquietantes hacia el hombre que se había parado frente a él tras la barra, este le miraba intranquilo puesto que seguramente nunca había visto un “elfo” tan atípico, pero Maivelaer sabía que lo que sentían aquellos que le rodeaban y lo cual les afectaba de manera tan intima no era su aspecto exterior, sino cierta percepción animal que les alertaba sobre el peligro de tener cerca su persona.
Su aura – la de Maivelaer -, no era un aura pura en lo mas mínimo, y tras cientos de años de tratar con las fuerzas con las cuales trataba, el sabia que algo de la esencia de aquellos moradores de oscuros e ignotos planos se había empapado en la suya.
Algo de beber, le dijo al humano con una voz clara y profunda mientras le miraba a los ojos, buen vino si fuera eso posible.

           Ya arriba del barco, y una vez que este partió desde el último  puerto, pasó el tiempo en su litera durmiendo o leyendo, saliendo en algunas ocasiones para tomar aire, pero estaba tremendamente cansada, como si el cansancio de dos años ahora la acosara. y Así fue esa tarde que dormiría profundamente, pero había que despertar y estaba hambrienta,  levantó la cabeza con una cara de sueño,  y estiró un poco sus brazos. el vestido había quedado algo arrugado, pero que va, había tenido una deliciosa siesta, aunque Awen seguía durmiendo a su lado,  que ni siquiera cuando ella se despertó, el zorito abrió los ojos, así que acarició un poco su cabeza,  y se enfiló hacia la salida, no sin antes dejarle un poco de agua y unos trozos de pan al zorro si se despertaba y le daba hambre.

                Recorrió el pasillo hasta las escaleras que la llevarían a cubierta,  aun media dormida, pero pudo detectar que no estaban en movimiento, así que le preguntó a uno de los marineros que pasaba, este, algo impresionado por ver a la elfa, tardó en responder, y le dijo que habían tenido que hacer una parada no programada, Faeledhel arqueo una ceja y le dio un gracias, saliendo a la cubierta y buscando ver donde estaban, ahí divisaría a varias personas, luego de que se acostumbrara a la luz del sol que le dio directamente en la cara.

- y este lugar... es...- intento recordar los escenarios visto en sus viajes y no pudo saberlo, estaba desorientada y eso era molesto.  Suspiró, y se quedó apoyada en el barandal, meditando si bajar o no, mejor sería buscar al capitan para saber que estaba pasando y cuando tiempo estarían en aquel lugar, pero el mismo marinero que antes le habia dicho del atraque no planeado, se le acercó y le informó que seria mejor que estirara las piernas, Faeledhel iba a protestar, pero en eso apareció Awen, el zorrito estaba cansado de estar en un barco  y aunque no sabía como habia salido de su habitación se resignó, había que bajar, y volverse a sentir terrestre.

              Ya en el muelle, estiró un poco sus músculos, y acomodó la capa sobre su cabeza,  mirando de reojo a su alrededor, ahí vería a un compañero de viaje, lo había divisado, pero no se había cercado, a pesar de ser ambos de la misma raza - ¿en realidad deseas conocer este lugar? - le preguntó a su zorro y este ladró, moviendo la cola, caminarian hacia unos vendedores de pescado y les preguntaría que lugar era ese, el vendedor se rió y exigió que comprara algunos pescados, Faeledhel arrugó el ceño y lo hizo, dándoselos a Awen... Ahora el comerciante estaba más interesado en hablar, al parecer...

Ah señorita Faeledhel da gusto verla - te cuenta el capitan que va acompañado de lo que parece un comerciante - espero que el viaje le este siendo agradable no la he visto salir muy a menudo- el capitan se acerca, le da unas monedas al pescador que a cambio le da unos pescados- nos encontramos en Acantilado rojo, como puede usted observar al fondo, el nombre es mas que acertado- efectivamente mas allá del pueblo un acantilado rojo sangre cubre todo lo que abarca la vista, a la luz del atardecer se podría decir que la tierra esta sangrando- trate de avisarla pero no respondió, me temo que estaremos un par de días aquí, le ruego pase por la oficina del puerto, es un tramite necesario y de paso conocerá a los jovenes mensajeros, unos chavalines de lo mas prometedores, yo tengo que ocuparme de asuntos propios del comercio- termina indicando al otro hombre que tiene a su lado - si necesita algo no dude en decirmelo, le recomiendo la posada, esta un poco mas adelante, no tiene perdida, puede ir con su amigo, el tabernero no pondra pegas, diga que va de mi parte, buenas tardes - con esa cordial despedida el capitan marcha en dirección al barco no sin antes entregarte los pescados que ha comprado - un regalo.

Buenas tardes, siempre es agradable ver a una mujer hermosa - te dice el compañero del capitan antes de seguirlo

Apenas se han marchado los dos hombres cuando un grupo de muchachos se va de la oficina del puerto riendo, uno de ellos se gira un momento y al verte sale corriendo en tu dirección, puedes ver que al igual que los demás lleva una llamativa banda roja en el hombro.

Buenas tardes señora nos encargaremos de sus mensajes - te dice el muchacho alegremente - si quiere mandar un mesaje o saber algo  diganoslo- continua con una "profesionalidad" muy estudiada e intentando parecer digno - nos reconocera por la banda roja- termina señalando una banda roja que lleva al hombro y le cruza todo el pecho -¡y por tan solo un penique! - el muchacho parece dudar un momento y pone cara de fastidio - lo siento, olvide preguntar su nombre - le dices tu nombre  - cuente con nosotros señora Faeledhel - tan pronto dice esto el muchacho sale corriendo intercambia unas palabras con el resto de muchachos, entra un instante a la oficina del puerto con dos muchachos mas para terminar de nuevo a la carrera en dirección al pueblo.

No es que no le agradara el capitán, pero si le intimidaba, se parecía a un maestro de su infancia, un erudito algo fanfarrón pero no por ello meno brillante, pero seguía siendo un fanfarrón, sin embargo no le manifestaba esta manía al capitán, él no tenía culpa de parecerse tanto a aquel maestro.

EL capitán explicaría lo que debía hacer y donde estaban, Faeledhel se disculpó por no haber atendido, le dijo que habia dormido profundamente, pero le agradecía que ahora se tomara la molestia de informarle sobre lo que estaba pasando. Tomaría nota mental sobre a los lugares que debía ir y pensó en sus cosas, así que rascó su nuca y pensó en devolverse, pero el chico que se le acercó y le dijo que era mensajero, le dio una idea.

-ey, necesito que me hagas un favor- detuvo al chico que iba a la carrera, primero iría a la taberna para ver que tal era el lugr y luego irá a la Oficina que le habían dicho - necesito que vayas al barco del capitán Gabriel Salazar, La daga danzante, y le pidas al capitán que mande a una persona a dejar todas mis cosas a la taberna, -  le dice al chico, y hace sonar ligeramente su bolsa con monedas- tendrás una buena paga y la persona que lleve mis cosas - le dijo la chica, esperando su respuesta.

Por supuesto señora Faeledhel, me asegurare de que mañana por la mañana este todo en su alojamiento- poco después de alejarse el muchacho a la carrera con el resto del grupo ves como un par de hombres que estaban en la oficina salen junto a otro muchacho en dirección al barco, desde luego en este lugar lo tienen todo bien organizado

Mientras estoy sentado allí probando las botanas con cerveza, veo que varios de los que viejan en el barco han llegado a la taberna y solo por curiosidad veo si de verdad mi cerveza es roja.

Esperare a qu se acerquen para invitarles a sentarse si así lo desean.

Sin mucho interés pido una jarra de cerveza y algo caliente para comer, Cualquier cosa caliente estará bien tabernero. Trato de entablar conversaciones sobre el tiempo, los barcos, la ciudad mientras me sirven un plato de estofado y una jarra de cerveza.  A mi nariz llega el caliente olor de la carne especiada y mi estómago lo corresponde con un rugido, busco una mesa donde sentarme  reconociendo a varios de los pasajeros del barco. Me acerco hasta la mesa del pasajero con gafas y ante su invitación para sentarme tomo sitio, mientras entablamos una cordial conversación sobre la ciudad, el barco y el resto de pasajeros, tras la primera cerveza pido una segunda ronda para ambos invitándole a un brindis por unos felices días en este pequeño puerto.

- Salud, buen hombre!! - digo en tono jovial con un gesto de agradecimiento por la bebida, mientras alzo un poco la jarra y la vuelvo a bajar hasta la tabla.

- Ciertamente es un sitio bastante "pintoresco" e inusual este, por un momento creí que la cerveza sería roja!! -digo con una sonrisa, sin esperar que mi chiste les cause alguna gracia.

- Permitame presentarme - digo en un tono de voz normal, sin alzar mucho la voz - mi nombre es Arthur Novak y vengo de, - pausa breve - Aguas Profundas, magnifico lugar, aunque bastante elitesco!.

- ¡que bueno es probar otra cosa que las magras viandas del bote! - agrego en tono más bajo, para que no me oyese el ayudante del cocinero o algun otro miembro de la tripulación de la nave que por allí estuviera - pruebe estos, estan muy buenos - mientras le señalo los servicios que había solicitado.

Me despierto alarmada por los zarandeos de Miki... si me mueve asi algo ocurre pero no hace falta que me diga nada, ya lo escucho yo sola. Me transformo en una rata de tamaño medio y salgo decidida corriendo hacia los hombres que bajan mordiendo a uno en un pie y huyendo hacia arriba para que me persigan. Sé que con el despiste Miki aprovechará para salir con Kana.