Ser una Maid no es trabajo sencillo, ¡y menos trabajando en una mansión que dicen que está encantada! Pero eso no es nada para chicas como vosotras, porque... ¡vosotras sois las mejores Maid del mundo! O eso creíais antes de aceptar el trabajo y empezar a vivir en la magnífica, y nada extraña, mansión del señor Edgar III de Salisbury, el hombre más viejo del condado. Ahora bien, ¿podréis cuidar del amo y hacer satisfactoriamente todas las tareas del hogar? ¿O saldréis huyendo a la primera de cambio? Ya veremos, MUAJAJAJA.
Después de que las últimas Maid contratadas por el señor Edgar III de Salisbury desaparecieran, como había pasado con las anteriores y las anteriores y las anteriores y así muchas veces, las habladurías comenzaron a rondar por todo el condado. Algunos decían que la mansión estaba maldita y que a todo aquel insensato que se le ocurría la brillante idea de entrar no se le volvía a ver; otros que los extraterrestres tenían como cebo a Edgar III, su fortuna y su mansión para abducir a jovencitas sexys para sus experimentos; incluso los más atrevidos llegaban a afirmar haber visto fantasmas observarles desde las ventanas del edificio. Fuera como fuese, lo único cierto era que el señor Edgar III contaba con una salud de hierro y jamás de los jamases se le había visto preocupado o inquieto por vivir en una mansión encantada. De hecho, negaba rotundamente que lo estuviera. ¿Si un simple viejo de más de 90 años no temía vivir en aquella formidable mansión, por qué unas jovencitas, sexys y súper bien preparadas y formadas Maid deberían tenerlo? Sólo se trataba de un trabajo más, no había nada que temer, ¿verdad?
PARTIDA PRIVADA
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