Partida Rol por web

Nada más las fotos empezaron a rodar por la mesa comenzaron los susurrós y las exclamaciones. Elissa se tapó la boca y miró casi aterrada la fotografía. Carlo, atónito, permaneció en silencio quizás esperando a que llovieran las acusaciones sobre él. Flavia protestó indignada cuando Alexandro la miró, mientras que Calíope ni si quiera se molestó en abrir los ojos para mirar las fotos.

Silvanio le lanzó una mirada de odio a Carlo y después a Drail, antes de inclinarse hacia su mentora para susurrarle algo.

Aquello era algo inaudito. ¿Los Ancianos ocultaban algo? ¿Las feéricas habían hecho uso de su magia? ?Alexandro se las había ingeniado para trucar las fotos?...

La chica golpeó la mesa con la palma de la mano y miró a Alexandro como si fuera a saltarle al cuello.

- Yo no hago ese tipo de magia ¿vale? Que te quede claro. No tengo ni idea de qué hace este chico con un garou que no conozco. No me conozco ni sus formas - dijo señalando a Mateo y los demás- Como para distinguir si es o no uno de ellos.

Silvanio le susurró algo a Ángela, que estaba a si izquierda y esta asintió. Parecía dolida, todo lo contrario que su lobezno, que emanaba ira. Por un momento todos los presentes temieron que entrara en frenesí, pero su mentora le puso la mano en el hombro y este se relajó.

Silvanio respiró y entonces se dirigió a Drail:

- Creo que deberías darnos una explicación dado que el parentela es cosa tuya. Deberías estar al tanto de sus actividades, y sobre todo si está en contacto con otros garou, ¿no? A demás, ya sabemos que su pasado está lleno de... ira hacia los vampiros. Podría ser todo una farsa perfectamente. Incluso su visión.

Drail se quedó atónito, ¿qué mierda es...?. Cuando Silvanio se dirigió a él pidiéndole explicaciones, se puso firme en su asiento e intentando recobrar la compostura sosegada que tenía antes dijo:

- No entiendo por qué eres tú quién me pregunta con esas formas y esa actitud, ¿quizás por qué estabas sufriendo por tu coartada? En cuanto a la foto, no tengo ni idea de quién es el otro y la verdad es que me gustaría que si Carlo tiene la respuesta, hablase, aunque con o sin ella, ya debería haberlo hecho... -miró a Carlo con gesto reprobador-. Por cierto, Alexandro, ¿qué motivos te llevan a espiar a alguien? ¿Por qué has esperado hasta ahora para hacerlo?

Ángela miró a Drail y se levanto casi gruñendo haciendo que su silla volcara.

-¡Ni se te ocurra acusar a mi lobezno, Drail! El habla ha hablado también en mi nombre y con mi permiso. A demás, no es él el que aparece en una foto sin explicación.- tomó aire hinchando el pecho-  Te aprecio, pero vuelve a insinuar algo así sin pruebas y no respondo de mis actos.

Si los garou hubieran tenido el Don del Rango de Sangre, seguramente Drail ya estuviera gimoteando ante la reacción tan violenta de Ángela. A veces se podría dudar de quién era el Alfa entre los lobos, pues la mujer se mostraba dura y exigente con los de su alrededor, casi tanto o más que Mateo. Pero jamás permitía que amenazaran a Silvanio en su presencia, y menos sin fundamento.

Alexandro le lanzó una mirada divertida a Riccardo ante la reacción de la loba. Menudo espectáculo. Cuando ella se calmó se dirigió a Drail.

- Como bien he dicho antes, ya que no pareces escuchar, he visto varias veces a Carlo en actitud sospechosa. ¿Qué tipo de actitud? Alguien como tu de tan corta edad no llegaría a entenderlo, así que no lo explicaré. Nosotros, los centenarios, somos capaces de ver a la legua cuando alguien oculta algo, y efectivamente no me equivoqué. Ahora, si hicieras hablar a tu parentela, quizás pudiéramos solucionar esto de manera… racional.

Carlo, confuso, contempló las fotos sin saber muy bien qué decir. Parecía sorprendido, y cuando empezaron las acusaciones balbuceó un par de palabras inteligibles hasta que todas las miradas se centraron en él y un silencio abrumador llenó la sala. El parentela puso las manos sobre la mesa y después volvió a bajarlas agarrándose las rodillas. Miró de reojo a su mentor y carraspeó para empezar a defenderse.

- En primer lugar, Alexandro, creo que no tenías ningún derecho para sacarme esas fotos. Creo que es hasta ilegal. Y si, claro. Esas fotos tienen una explicación razonable.- hizo una pausa un tanto larga- Los Ancianos han dicho que no han encontrado garous en la zona, y no los han encontrado porque no los hay... En mi vida pasada ya tuve contacto con seres sobrenaturales, antes de que Drail apareciera. Por lo tanto, conozco y tengo amigos en otros lugares fuera de esta comunidad. Esa es toda la explicación que puedo daros. Y te diré otra cosa: Se lo que vi anoche y Donato Di Salvo ha dado por válida esa visión. Así que creo que no eres nadie para juzgarla y tacharla de incierta. Si alguien más tiene problemas con esa visión no es a mi a quien tiene que replicar.

Dicho eso, el parentela se echó hacia atrás en el asiento.

Riccardo era una sonrisa perpetua. Alexandro siempre había sido el más brillante, y se notaba.

- Pero querido Carlo... No has respondido a nuestra pregunta. ¿Quién es este Garou? Deja de preocuparte por la legalidad de las cosas, y preocúpate por el Pacto. Sabes que desvelar nuestro secreto a otro sobrenatural fuera de nuestro círculo puede acarrearte muchos problemas, ¿verdad?

Chasqueó la lengua y se levantó del asiento. Mientras iba al mueble a servirse una copa de lo que parecía vino, pero que evidentemente no lo era, siguió hablando.

- ¿Ves, Mateo? Yo no doy por sentado nada sobre mis chiquillos, por eso siempre les dejo el beneficio de la duda. No contaba con esta jugada de Alexandro, ni tenía conocimiento de ella. ¿Ahora entiendes que cualquiera puede ser el Traidor? Aunque las evidencias apunten a tu casa, claro...

Y volvió a sentarse, dándole un sorbo a la copa.

Observó las imágenes que Alexandro les enseñaba y sólo alzó una ceja, mirándolas con curiosidad. Entonces fue cuando Silvanio, que por cierto había expuesto su idea de una manera muy correcta, hizo que Drail atacara al lobezno y Ángela en consecuencia se dejara llevar por la ira. Sólo en ese momento decidió reaccionar y pegó tal golpe a la mesa que varios de los objetos que en ella había se volcaron, al igual que había hecho Ángela con su mesa.

- ¡SILENCIO! ¡Silencio, he dicho! Basta ya, los tres. El próximo que levante la voz lo suficiente como para que me resulte molesto se lleva un mordisco en el cuello, y no será cariñoso. ¿Me oís? ¿Me habéis oído, verdad? Bien, espero que así sea. Ahora bien, Ángela, coge la silla y vuelve a sentarte. Indiferentemente de dónde haya conseguido las fotos y de sus métodos... Pero lo que ves es lo que ves, y nada más. Ahora bien, Riccardo, no digas gilipolleces, esto es una sospecha, no una sentencia de muerte. - dijo el Alfa, mirando a la mesa al completo. Entonces frunció el ceño y miró a Calíope. - ¿No tienes nada que decir, dama Calíope? -

Calíope tardó varios segundos en dar muestras de que había escuchado al garou. Después abrió los ojos y giró la cabeza hacia él sin cambiar un ápice de la seria expresión de su rostro. Cuando habló, su voz sonó dulce y apaciguadora, tanto que todos los presentes se sintieron mucho más tranquilos y reconfortados. No es que fuera magia, era algo que pasaba siempre que estaba presente.

- Obviamente, señor Garello, si no he hablado antes es por que no, no tengo nada que me interese decir. Y podréis pensar que con mi silencio soy culpable, pero realmente las intenciones y pensamientos de todos los presentes me traen sin cuidado. No se ha puesto sobre la mesa ni un tema que me acuse directamente del altercado del hospital, por lo tanto no tengo de qué defenderme. Mis opiniones e ideas respecto a lo demás prefiero reservarlas para mi. ¿Algo más por parte de cualquiera de los presentes?

Bien podría haber estado insultándote a la cara que todo lo que dijo sonó como una hermosa melodía.

Flavia miró momentáneamente al Hada, la cual estaba en frente, y habló casi en un susurro.

- Si. Bueno, tu sueles saber quién está en el bosque siempre. Podrías verificar si lo que ha dicho Carlo es cierto o no…

Estaba claro que si ella daba fe de que había habido otro Garou, las acusaciones de Alexandro hacia la Changeling serían anuladas por completo.

Silvanio parecía haber tomado confianza en si mismo, e imitando la actitud orgullosa de su mentora, clavó los ojos en Flavia y habló.

- Aunque lo corrobore da lo mismo. Puede seguir estando implicada en ello y cubrirle las espaldas. De aquí hay mucha gente que no tiene coartada- estas últimas palabras fueron pronunciadas con mucho peso y acompañadas de una mirada hacia Drail-, pero de entre todos ellos quien más probabilidad de pertenecer a los traidores es la dama Calíope. Todos nosotros estamos en contacto constante y si hubiera habido movimientos extraños lo habríamos sabido. Pero ella siempre está completamente sola y ausente en su territorio, impidiendo que nadie más entre. Venga, todos conocemos los poderes milenarios de las Hadas.

Elissa, que había permanecido callada todo el rato, miró de reojo al hada que había a si derecha y después habló con cierta timidez al ver que ella no respondía.

- Pero… Nietta, la mentora de Flavia, me contó muchas veces que las Hadas son buenas. A demás… se están extinguiendo… ¿No sería… estúpido?

Al otro lado de la mesa Flavia asintió a lo que había dicho la chica.

Riccardo negó con la cabeza.

- A veces tu estupidez me abruma, querida. - dijo mirando fríamente a Elissa. - Los conceptos de bondad y maldad son altamente relativos. ¿Qué regla mnemotécnica es esa de "Las hadas son buenas"? Eso son asquerosos tópicos. Si nos dejáramos llevar por ellos, los vampiros, dueños de las ciudades, gobernaríamos esta por completo, y los Garou andarían ocupados en sus túmulos de los espacios rurales en vez de estar oteando por aquí. El caso...

El vampiro miró a Calíope.

- ¿Cómo podemos confiar en tu palabra, hermosa? Danos un motivo, una coartada de que no tienes nada que ver con el incidente para que nos quedemos satisfechos. Cierto es que eres la más poderosa de por aquí, pero también deberás ser juzgada.

El hada miró a Riccardo y enarcó una ceja, casi divertida.

-Del mismo modo que confiamos en la tuya y en la del Alfa. ¿O acaso tenéis vosotros una mejor coartada que la mía? En dicho caso me encantaría oírla, bondadoso anfitrión. Tu mismo lo acabas de decir: puede que sea la más poderosa, pero he de ser juzgada como todos los demás.- Calíope hizo una pausa y se dirigió a todos los presentes- Esa noche permanecía en mi hogar, como todas las noches, hasta que Flavia llegó. Podría probarlo si comprendierais la magia, pero no podéis. Así que no vale. ¿Puede probar alguien más, a excepción de los que estaban juntos, que no fueron partícipes de lo ocurrido? No.

Satisfecha pero manteniendo la seriedad, se volvió hacia Riccardo hablando en un tono suave y embelesador.

-¿Algo más que objetar, querido?

- Bien, ya que estamos con las coartadas o la falta de ellas... ¿Qué hay de ti, Riccardo? ¿Dónde te encontrabas aquella noche? Creo recordar que no has comentado nada sobre ello... ¿O acaso es que no tienes nada que comentar porque esta es tu casa y en ella no podemos juzgarte? -  preguntó el Alfa, con sorna. Miró a Silvanio. - Déjame advertirte de algo. Nadie aquí tiene más posibilidades que otros de ser el traidor. Tanto tú, como yo y los demás tenemos las mismas posibilidades, ¿entendido? Además, si nos ponemos quisquillosos nadie aquí tiene coartada, puesto aunque dos de nosotros sepan que no han estado ni el uno ni el otro en el hospital aquella noche el resto podría alegar que ambos son los traidores y se cubren las espaldas unos a otros. -

- Ahora bien. - Mateo entrecruzó los dedos sobre la mesa. - Sinceramente, creo que no vamos a llegar a nada esta noche. Del único que no sabemos nada es del tal Prieto. Dices que es un traidor, Riccardo... Deacuerdo. ¿Por qué? ¿Qué tienes que ocultar para no poder decírnoslo? Creo que las circunstancias merecen saltarte un poco tus 'reglas', ¿no? -

Drail atendía a las palabras de los presentes con seriedad en el rostro. Aún más atento estuvo a las palabras del Hada y creyó que ésta satisfacería algunas preguntas, pero comprobó con decepción que no fue así; aunque quizá le quedasen cosas por decir... Todos tenían su parte de razón y con ésas no se iba a llegar a ningún sitio. Mateo había pedido respuestas a Riccardo, así que Drail decidió esperar a que acabaran los ataques en ese frente abierto para hablar.

Elissa, quizás para enmendar su error al hablar sobre las hadas, tomó la palabra en defensade su señor.

- Riccardo se encontraba en la Mansión cuando llegué poco después de ponerse el sol. Los otros tres chiquillos ya se habían ido. Y mi señor seguía aquí cuando vine a advertirle, en su despacho, poniendo en orden sus asuntos...

La joven guardó silencio mirando de reojo a Riccardo y después a Alexandro. Este últimole cogió la mano por debajo de la mesa para reconfortarla.