Partida Rol por web

Vuestro escondite os mantiene ocultos por el momento, pues el motor del vehículo se ha detenido y los ruidos que proceden del exterior señalan que la acción está teniendo lugar fuera. De haber querido entrar ya lo habrían hecho, o al menos os habríais dado cuenta. 

A través de una tabla ligeramente separada de la pared, Boris logra ver lo que tiene lugar al otro lado, en el exterior. En efecto, un camión alemán se encuentra aparcado y sus focos delanteros iluminan bien la escena. Las voces de una patrulla alemana son perfectamente audibles, lanzando furiosas órdenes y dando golpes a las paredes metálicas del camión. Acto seguido, varias personas bajan de la parte trasera entre empujones y empiezan a ser conducidas a lo que en algún momento fue el huerto de la isba. Justo enfrente de la pared tras la que os encontráis.

En otro punto, cuatro soldados alemanes comienzan a cargar sus armas. Todo apunta a que se trata de una ejecución.

.-Cuerpo a tierra, van a ejecutar a un grupo tras la pared.-digo en voz baja para el resto mientras me tumbo y escucho las órdenes para que los soldados alemanes se preparan para disparar contra los presos. Las órdenes eran las mismas sin importar el idioma: armas preparadas, apunten, fuego. Teníamos escasos segundos antes de que los alemanes abrieran fuego. 

¿Cuantos soldados alemanes hay?

-Pobres diablos- pensó Viktor, pero no podían hacer nada por ellos, eran demasiados. -No mováis ni un músculo-, susurro el cabo

Estaba totalmente deacuerdo. Podían hacer, pero, eso sería delatar a la Policía Militar de los boches que estaba por allí, y pudiendo "sacrificar" unos pocos, quedarían bastante contentos y satisfechos. Si les atacaba, que podía, y que ... con más o menos dificultad, podrían ayudar en algo, sería delatar más aún la posición de un grupo subversivo que les atacaría.

Era una salvajada, pero era un sacrificio que tenían que hacer por el bien de la misión.

Antonov asintió pero además se puso la mano en los labios para indicar que se callara. - Tácticamente realista, pero en el fondo sigue siendo un imbécil.

Una orden precede la fatal descarga de disparos que acaba con la vida del grupo de personas arrastrado hasta ese lugar. A una orden del oficial al cargo de aquella ejecución, varios de los prisioneros se afanan a retirar los cuerpos y llevarlos a otro lugar, probablemente a la fosa donde piensen arrojarlos. No se demoran demasiado, vigilados de cerca por uno de los soldados que les apremia a empujones y golpes de fusil. 

Un nuevo grupo es llevado frente a la pared entre llantos, súplicas, maldiciones y lacónicos silencios.

Aquél desfile de muerte no tenía sentido. Por qué ejecutaban a esos prisioneros, no eran una amenaza. Tras la primera descarga aquello parecía haber terminado pero me equivoqué cuando los soldados alemanes retiraron los cuerpos que acababan de fusilar para traer a unos nuevos prisioneros para fusilar. 

Pude mantener la cabeza fría sin dejar que mis emociones salieran, aunque era difícil ante aquél horror sin poder hacer nada.  

De un modo u otro, Boris y Antonov logran resistir ante aquel espectáculo de muerte y crueldad. El contrabandista, como hombre acostumbrado a tener que mantener la calma en situaciones críticas consigue imponer cierta frialdad sobre aquellas circunstancias. Bors, por su parte, se aferra al deseo de supervivencia para justificar su impasibilidad frente a la matanza.

No es así con Viktor, a quien la escena termina por superar. Los horrores de la guerra son múltiples y afloran en los momentos más inesperados. Ver a gente inocente a la espera de un injusto y macabro final a manos del invasor es más de lo que estás dispuesto a tolerar. Quizá los resquicios del juramento que hizo sobre proteger al pueblo de la Unión Soviética son los que le empujan a no quedarse de brazos cruzados, o puede que simplemente es incapaz de permitir que esa barbarie se repita.

Viktor siente la imperiosa necesidad, el impulso, de hacer algo para salvar a esa gente.

Viktor intentó mantener la cabeza fría, pero le fue imposible, tanta muerte, tantos compatriotas, caídos...

Ya había visto demasiada muerte.

Parece que Brezhnev está muy inquieto con los siguientes que han traído para fusilar. Es algo comprensible al tener que haber visto tanta guerra pero aquello no podía hacernos delatar así que lentamente me acerqué a él y le puse una mano en la boca, le sujeté con fuerza para evitar que se moviera y negué con la cabeza para que supiera que no iba a dejarle moverse para ir en ayuda de la familia que estaba a punto de ser ejecutada.

El traficante le puso la mano en el hombro, mientras con la derecha sostenía su arma. Había que estar preparado, por si acaso, pero no era el momento de ser heroes. Les quitaríamos el protagonismo a aquellos que, por culpa de los alemanes, serían eso precisamente: HEROES. Nosotros teníamos una misión que cumplir, y sería muy egoista por nuestra parte quitarles el mérito a esos compatriotas de hacer un sacrificio por la Madre Patria. Con el gesto de su mano acompañó una sentida mirada y un movimiento de cabeza negando.

- Ni se te ocurra soldadito.

Se escuchan al menos dos salvas más, seguidas de otros disparos aislados. Tras ello, se hace el silencio. Únicamente se escuchan las voces de las conversaciones del enemigo y sus pasos de un lado para otro. Finalmente, al cabo de un largo rato el motor del camión se pone en marcha y el sonido de sus ruedas sobre la grava indica que se han marchado.