Partida Rol por web

    Desembarcáis en el astropuerto. La astrociudad es solo lo suficientemente grande como para considerarse un pueblo, en la mayoría de los mundos, después de todo es uno de los más importantes asentamientos planetarios y no pasa de 600 habitantes según el censo de la nave.

   Por lo que se puede decir, algunos habitantes trabajan en el puerto y otros en la industria hostelera. Por lo que se puede leer en los carteles del astropuerto y hablando con la gente, muchos de los cuales veis que son vargr, hay un par de hoteles bastante decentes y un hostal mucho más modesto que ofrece alojamiento en barracas y comidas básicas a un precio asequible. Además, parece que hay un par de restaurantes y un puñado de tiendas que venden productos locales y de otros planetas.

   Si los mapas y lo que deducís de las charlas es correcto, es posible recorrer la ciudad en apenas unos minutos. La mayoría de los edificios son subterráneos, con solo el piso superior (de entrada) sobresaliendo del suelo. E incluso esta parte suele estar medio hundida en el suelo, accediendo a ella mediante una rampa o escalones. Las edificaciones suelen estar construidas en complejos más que de forma individual, con una o dos entradas comunes para el personal y un garaje subterráneo para los vehículos. Los lugareños son amigables y acogedores, en su mayoría, y existen pocos signos de la supuesta opresión hacia la población vargr.

   No hace falta ser un lince detective para ver, y verificar con un par de preguntas, que vuestra nave es la única nave posada en la superficie del planeta, pero al ser zona de paso, aterrizan naves regularmente, al menos una a la semana, en ocasiones cada 2 ó 3 días.

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Torció el gesto. —M'par'ce q'hay q'pasar p'rahí, púeh. —Le dio un codazo a quien quiera que tuviera a su lado. —Tres horas no me las quita nadie, y s'no hay suerte, tres días. O la expulsión. —Manolín, el basurero espacial, había sido demasiado conocido en su momento, y sus enemigos se habían asegurado que su estatus social fuera a tomar vientos, procurando que en todos y cada uno de los archivos de la galaxia apareciera como sospechoso habitual. Miró los maletones que llevaba, bastante repletos de armamento. Luego miró a Ponyets: —'Spero q'hables p'r mi, señoritu. ¿Tu guardaespaldas, quizá?

—En fin... Tomó sus bultos como pudo y echó a andar hacia la aduana.

- ¿Es que tienes un registro criminal?- me sorprendo ante las palabras de Manolín- Habría sido interesante comentarlo antes de atravesar centenares de miles de kilómetros del universo hasta una roca perdida en donde no podemos defendernos, pero en fin, seguro que se me ocurre algo. Dudo mucho que haya en todo este peñasco nadie que se acerque siquiera a mi estatus.

De todos modos, voy frunciendo el ceño. Lo único malo de contar con la tripulación "adecuada" es cuando tienes que registrarla en la aduana...

   Por lo que habéis podido sacar de la computadora de la nave y las del astropuerto, es más bien seco. Con temperaturas muy variables debido a su tenue atmósfera que requiere de una máscara con filtro para poder respirar con seguridad. Al encontrarse en el borde exterior de la zona habitable, Walston no se calienta en exceso, incluso durante el día, y por la noche las temperaturas caen muy por debajo de la congelación en todas las regiones.

   Hay un gran número de grandes fuentes hidrotermales en las profundidades del mar (que cubren la mitad del planeta) que dan lugar a corrientes cálidas que vuelven algunas zonas mucho más acogedoras y habitables. La isla del Asentamiento, donde está la colonia, es uno de estos lugares más cálidos. Lo cual significa que las temperaturas nocturnas no descienden tanto.

Manolín reapondió con un gruñido. ¿Que cojones sabía él de su estatus o lo que fuera eso que tenía de pintas de ser una guarrería? Siguió su camino al ritmo de los estertores del otro.

Sukagra esboza una sonrisa ante la brutal sinceridad de Manolin, no es que su caso sea muy diferente pero no hay registros porque sus actividades delictivas no ocurren en donde pueda ficharla. O sobrevivir para contarlo...

-Supongo que lo mas que me puedan echar en cara sea mi forma de vestir y mi asimilación cultural vagr, eso si, es una putada lo de no poder llevar armas de forma abierta. Claro que ellos, quienes sean, tampoco.

Le doy una palmadita amistosa a Manolin.

-Todos tenemos pasado, querido, y algún que otro malentendido-y dirigiendose a todos. Hombre, estamos en mision para el  servicio de exploración, con credenciales, tampoco habrá que explicar mucho, digo yo. Si hay preguntas, tenemos que cuidarnos en sitios donde la ley es escasa y si se ponen pesados con no vulnerar su ley, vale. No parece un sitio muy opresivo con las leyes, es mas, parece, también, francamente aburrido. Si os parece, antes de salir del astropuerto pregunto a la autoridad del sitio si saben algo de la nave, que venimos a buscarla. Motivo legitimo y comprobable, si no saben nada pues acudir a las autoridades locales.

   El astropuerto podéis preguntar antes de salir por la aduana. En cuanto la "autoridad portuaria" eso son los trabajadores del astropuerto.

La doctora se atraso un poco pues recordo que había comprado una camisa Diplo para ocaciones como esta, alcanzando a sus compañeros con su mochila en la espalda y jalando una de las maletas entregadas por su actual contratista, le costo un momento entender cual era la situación al ver a "Sukagra" hablando con Manolín.

Con una sonrisa se acerca a Manolín, —Sukagra tiene razón, además si cualquier cosa sucede, la afrontaremos todos juntos, con suerte no se atreverán a molestar a nuestro elegante caballero, ¿Cierto señor Ponyets?

- Molestarme... sin duda- respondo con una sonrisa-. Entorpecer nuestra misión... no, realmente no. No si me pongo lo bastante en mi papel de "caballero del Imperio" y toda la parafernalia.

Entonces le doy un toquecito a mi maleta, en donde reposa aún sin reclamar mi ENORME pistolón.

- Ahora bien, si la diplomacia resultara no ser suficiente- añado-, siempre podemos abrirnos paso a tiros. Estoy seguro de que alguno de nosotros tiene experiencia partiendo mandíbulas, y abriendo agujeros.

¡Ja! El 'ñoritingo va camino d'tener 'na ficha más larga q'la mía, hohohoho. A tiros dice, hohohoho.

Se notaba que el asunto le hacía gracia, pero no por considerarlo imposible.

- Eh, ¿por qué crees que soy caballero del Imperio, por mi cara bonita?- le pregunto a Manolín guiñándole el ojo- Mi familia obtuvo títulos y prebendas imperiales luchando en varias guerras coloniales... procedo de un linaje de guerreros, y hacer agujeros en las cosas siempre es una de las opciones que tomo en consideración. Para todo.

Una vez trazado un plan de acción para apoyar a su compañero, la doctora recomendó separarse para reunir información, pues, temía que su apariencia no fuese suficiente para compensar el hecho de no haber aprendido modos sociales básicos al pasar su juventud con pandilleros.

Acercándose a un grupo de individuos en el astropuerto con una sonrisa, empezó a hablar esperando que aquellos individuos tuvieran alguna información de la nave abandonada y poder convencerlos de compartirla con ella.

—Hola caballeros, ¿alguno de ustedes habrá escuchado algún rumor de una vieja nave abandonada recientemente?—

De acuerdo con el plan de la doctora, me acerco a la tienda del espaciopuerto en donde vendan respiradores y entablo conversación con el de la tienda, que suelen estar enterados de todo.

Esteeee, s'a puesto buen tiempo p'raquí, ¿no? El intento de entablar conversación fue loable, hasta que se dio cuenta de que estaba hablando del tiempo con una estatua en tamaño natural de plástico que era, en realidad, una máquina expendedora de chicles. Representaba un antiguo astronauta (una de las innumerables versiones de los "padres fundadores" existentes en cada planeta), y los chicles salían por un lugar un tanto desafortunado. El papelón le hizo no volver a intentar ya más la maniobra pero, al menos, no se ganó enemigos y si hubo alguna risa.

Sukagra se dedico a preguntar dentro del astropuerto para ver que conseguia sacar de la nave que estaban buscando, lamentablemente entre sus dotes no estaba la sutileza ni el saber agradar. Cierto era que para moverse en los bajos fondos o asaltar naves no era muy necesario el ser un princesita, pero aqui lo echaba en falta.

Tampoco le dio la impresion que estuviera muy bien vista, lo que tampoco era una novedad en su vida.

Ni la importaba demasiado.

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   Los lugareños que trabajan en el astropuerto son amigables y acogedores, casi todos os sugieren que preguntéis en la oficina de la Autoridad Portuaria, que mantiene los registros de las naves que pasan por allí.

   También notáis que en estos momentos, no hay más naves atracadas, salvo en la que habéis llegado.

   - Estos registros están disponibles para cualquiera que desee consultarlos, pero Walston tiene la política de no introducir este tipo de información en la red de datos general, por lo que es necesario trasladarse hasta la oficina. -

   Oficina que se encuentra al lado del puerto y, por lo tanto, a cinco minutos a pie desde cualquier punto de la ciudad. Y consultar dicho registro en persona. No es necesario el pago de ninguna tarifa y el acceso se concede mediante petición.

   También os comentan los trabajadores portuarios que recuerdan la nave porque los tripulantes eran unos auténticos imbéciles, gritaban mucho y eran maleducados. Por lo que parece no les gustaba nada de Walston. Estaban disgustados por la comida y las camas del hotel, odiaban la decoración, encontraban la práctica local de llevar una falda escocesa de alguna manera hilarante, y la liaban en todos los lugares a los que iban. Se negaban a hacer cosas sencillas como tirar la basura en una papelera y se comportaban de forma altiva.

   La exploradora estaba en una condición bastante deteriorada cuando llegó, pero parecía capaz de volar. En cualquier caso, vino y se fue un par de veces antes. Pero en esta ocasión, la nave pasó un par de días en el puerto antes de partir. Luego un par de semanas más tarde, la tripulación apareció en el astropuerto en un repulsor y empezaron a matar el tiempo causando molestias hasta que una nave con destino a Caladbolg aterrizó. Montaron en ella llevándose su repulsor y se largaron, para gran alegría del personal del astropuerto.

   - Dudo que alguien los eche de menos aquí, desde luego nadie lamentó verles partir. -

   Después de hablar lo posible con los trabajadores del astropuerto (y con el personal de adunanas), pasáis la aduana. El equipamiento para escanear a los viajeros es claramente de un nivel tecnológico superior al del planeta, sin duda importado. El personal de seguridad es amable y eficiente, aunque la mayoría son vargr con un oficial humano. Visten uniformes cómodos y limpios y armas cortas de tipo pistola.