Partida Rol por web

Ailara se acercó silenciosamente, tranquila por la reacción de Mazgul, aunque nunca se sabe. Cuando los tuvo bien cerca, volvió a hacer el ruido del pajaro, para comprovar que fuesen sus amigos los que estaban allí.

A tu espalda, mientras caminas con el resto, a resguardaros, escuchas el sonido mediante el cual te comunicas con Ailara. es muy cercano, demasiado

Sin poder evitar mostrar su alegría la joven alfren se acerco hasta la posición de sus compañeros para saludarles. Tuvo que hacer un esfuerzo para no abrazarlos y besarlos ya que habían pasado por muchas penurias anteriormente y el volver a juntarse era motivo de alegría. Sin embargo la situación actual no era la más propicia para alegrías ya que aún faltaba mucho que hacer.

Ayudando a sus compañeros para avanzar hacía su espartano campamento les contó en voz baja lo que había ocurrido tras que se separasen.
- Seguimos avanzando como habíamos previsto pero finalmente optamos por usar la magia de moravius para cambiar el envoltorio del tesoro. De esa forma pudimos dejar la mula y avanzar más rápido pero sospecho que nos equivocamos a la hora de asignarle la dura de tarea de cargar con el tesoro a la joven ailara. Se adelanto para inspeccionar el camino y no hemos vuelto a saber de ella pero confío en que este a salvo, sin duda ella es la que mejor puede estar en este bosque

 Al ver como todos se encontraban sanos y salvos, el pícaro se tranquilizó - ¿y Ailara? -, pensó, pero al ver al pobre de Moravius tumbado supuso que estaría forrajeando algunas hierbas para reconstituir al mago.

Al oir a Alfren, Antor frunció el ceño y miró rápidamente a Bathalias - ¿has vuelto a oir el canto de Ailara? Al principio de nuestro regreso Bathalias la oyó, pero..., ¿¡cómo la dejásteis sola!? -, el tono de reproche que había tomado la voz de Antor más parecía que iba dirigido hacia él que hacia sus compañeros.

- Bathalias, debemos hacer algo - le comentó al elfo, el cual solía dirigir las acciones estratégicas comunes, aunque al viejo Antor siempre le gustaba darle su toque de 'calidad' o improvisación.

El mago suspiró largamente y habló en sueños -casi silvando y en tono muy suave- durante unos momentos...

Tresmilquinientascuarentaydos, uf que calabazas.
Tresmilquinientascuarentaytres, uf que melones...
Tresmilquinientascuarentay... papa ¿quieres quitarte de ahi?

Luego siguió durmiendo en su relativo silencio.

Merkus asintio ante las miradas de reproche de los compañeros pero rapidamente los atajo.

Lo cierto es que fue la mejor solucion en el momento que se tomo. Las necesidades eran las que eran en ese momento y son las que son ahora.
Esperemos que esa chiquilla nos encuentre pronto y podamos seguir adelante.

Miro alrededor.

Cuando os oimos, pensamos que era el enemigo, nos adelantaron por el camino principal, seguramente traten de alcanzarnos en algun momento.
Pero decidme amigos, que os ha retrasado tanto.

El elfo asintió ante os comentaros de sus compañeros, analizando la situación. Se sorprende por la habilidad latente de Moravius, cada vez más útil, aunque claramente se preocupó por él al verlo tan agotado. Aunque algo le desvió pronto su atención. Bathalias se giró sobresaltado, intentando localizar la respuesta de Ailara. Lo habéis oído? Es Ailara, y está muy cerca! -se refirió al silbido que oyó hace un instante. Miró alrededor e intentó localizar la situación de Ailara, desandando el camino andado- Como puede ser que esté tan cerca y no la hayamos visto, o que Mazgul no nos haya oído?

Sin esperar la respuesta de sus compañeros, se separó de sus compañeros y aguzó la vista y el oído. Dónde estás, Ailara...

A pesar de la densa niebla que cubre el entorno, te parece observar a la joven y a su animal, a vuestra espalda, oculta tras un enorme arbol...pero algo mas llama tu atencion, cuando tu vista recorre el lugar donde se oculta la joven, tus ojos se fijan en algo a su espalda, en las profundidades del bosque. Fuego, iluminando el camino, aproximandose hacia vuestra posicion, numerosas antorchas portadas por los guerreros que debieron partir en vuestra busqueda, es posible que hayan encontrado el rastro de la huida...

Te escondes tras un enorme tronco, mientras le indicas a tu lobo que se mantenga a la espera, a tu lado, y notas los ojos de alguien del grupo que vigilas mirandote, es Balhatias...

Alfren permaneción en silencio ya la espectativa de lo que ocurriera. Si bien ella no había estado muy de acuerdon con el plan de que la joven ailara se adelantará cargando precisamente ella con el tesoro aún así confiaba en que ella supiera encontrarlos. Había demostrado su valía en los bosques muchas veces, por eso era la persona más apropiada para marchar con el tesoro y mantenerlo a salvo hasta que se juntarán de nuevo.
Ojalá sea ella y se encuentre bien...

 Al oir los comentarios de Bathalias, la alegría invadió a Antor que empezó a preguntarle al elfo - ¿por dónde la has oído? Espera, voy contigo - mirando a Alfren y Merkus les dijo - proteged al bueno de Moravius, ahora volvemos - lo que acompañó con un sutil guiño de confianza hacia estos.

Rápidamente se puso tras los pasos del elfo y comenzó a buscar.

Ailara respiró profundamente aliviada. Salió de su escondite  y caminó hasta el grupo dónde vio a Bathalias.

-¡Cómo me alegro de veros!-

Se acercó más aún, y cuando los tuvo bien cerca les preguntó.

-¿por dónde habéis venido tan ràpido? Yo estaba delante de todos a caballo.-

Con cara de sorpresa Alfren observaba en silencio a sus compañeros e intentaba atinar ese ruido del que hablaban. ¿Como es posible que no pueda escucharlo yo también?

El pequeño Moravius estaba sentado sobre cinco enormes libros para llegar a la vieja y polvorienta mesa. En la misma descansaban varias pilas de enormes libros, tan polvorientos como el lugar. Si algo había aprendido Moravius sobre los magos era que les gustaba el polvo, la oscuridad y cualquier cosa que les hiciera parecer más debíles y enclenques que cualquier ser humano.

Lanzó una leve mirada a su papiro:
...
Cuatromilnovecientascuarentaydos ¡¡que encanto!!
Cuatromilnovecientascuarentaytres ¡¡impresionante!!

Intentó recordar qué estaba contando pero alejó rápidamente dicho pensamiento de su cabeza, saltó al suelo y abrió el enorme ventanal de la torre. Miró con envidia a los jóvenes cadetes, apenas niños como el, como entrenaban con espadas de madera. Las niñas de la corte les traian agua siempre con tímidas risitas.
Esas mismas niñas hechaban a correr cuando lo veían, flaco, enclenque y de tez lechosa. Seguramente algún día alguien le clavarían una estaca en el corazón al grito de ¡vampiro!.

Trepó por la pila de libros y se volvió a sentar. Tenía suerte de que solo leyendo las cosas se le quedaban grabadas en su cabeza, impresas a fuego en su retina. Aún así odiaba leer esos aburridos libros.

Cogió uno de los pequeños, apenas unas dosmil hojas de medio metro de alto. "Breves Apuntes Sobre El Grabado De Circulos Invocatorios Sobre Suelos Malditos. Tomo 8". Si es tan divertido como los otros siete, pensó el pequeño Moravius, va a ser un día muy largo.
Apenas había abierto el ejemplar cuando oyó algo, muy sutil, y le hizo levantar la cabeza y mirar por la ventana.

¿Ailara? preguntó el pequeño Moravius a la vez que el que dormitaba en un bosque junto a sus compañeros.

Aunque luego recordó que no conocía a ninguna Ailara, le lanzó una mirada foribunda al libro como culpándolo por su locura y retomó tan absorvente lectura.

Mientras Alfren parecia escuchar un sonido , como canto de un pajaro, tenuemente, siguiendo la postura de Anton, la joven acompañada de su lobo, aparecio a la espalda del grupo, mientras el mago parecia despertar de su incomodo sueño. Todos parecen sorprendidos de la presencia de la joven, todos menos Bathaliasias, que sonrie.

El elfo suspiró aliviado al ver aparecer a Ailara. Siento haberte llamado con tanta insistencia, cuando quisimos alcanzaros no sabíamos como localizaros. Pero, ahora estamos ya todos juntos! -exclamó con una sonrisa en la cara al verlos a todos bien. Regresó junto a Moravius y se sentó a su lado, fija ahora la atención en él. No parecía herido, solo muy cansado. Esto quitó parte de la preocupación del elfo y lo ayudó a relajarse.

Entonces, una vez todos juntos, se dispuso a informarles de lo sucedido. Cuando Antor y yo nos quedamos solos intentamos abatir al general que coordinaba el ataque enemigo -les contó cuando se reunieron todos- Pero no logramos alcanzarle... Al final, el numeroso ejército enemigo logró diezmar los hombres de Neomen y llegar hasta el cofre. Descubrieron que era falso. -concluyó, sombría ahora su mirada- Por eso temíamos por vosotros, sobretodo cuando vimos a nuestra mula pastar en medio del camino y sin el cofre...

 Antor corrió hacia la joven y la abrazó fuertemente. Su lobo estaba acostumbrado a este tipo de actitud paternal por parte del veterano pícaro para con su protegida, de modo que no hizo ningún gesto de agresión.

- ¡Menos mal que estás bien! - disminuyendo el tono de voz, prosiguió - intentamos desequilibrar la balanza hacia el lado de los hombres de Neomen, pero el enemigo estaba muy bien pertrechado, así que disimulamos vuestras huellas y preparar un par de trampas para despistarlos - al fin logró dejar a la joven, cuando comprobó con sus propios ojos que nada le había pasado.

Ailara siempre había sido para él la hija que nunca pudo tener. Ninguna mujer había aguantado al viejo tunante lo suficiente para poder tener hijos, como consecuencia a su caracter desenfadado y su moral algo laxa. Cuando conoció a Ailara, un sentimiento fraternal le hizo acogerla y tratarla como si fuera carne de su carne. Al fin y al cabo, estos cinco compañeros eran su familia particular.

- Creo que, al menos, conseguimos dividir sus fuerzas, ya que salieron jinetes hacia uno y otro lado del camino, pero ¿qué habéis hecho con el cofre? - concluyó preguntando algo intrigado.

Ailara sonrió con picardía al viejo Antor, e hizo un guiño a Moravius.

-Digamos que a nuestro hechicero se le ocurrió una buena idea que no implicaba quemar cosas con rayos.-

Dió una palmada a su caballo para que virara y mostrar a Bathalias y Antor el cofre en miniatura que había sujetado con cuerdas a su silla de montar.

-Y del resto me he encargado yo.-

De pronto, Mazgul se gira, en direccion al camino, comenzando a gruñir, mientras adopta una posicion defensiva, en torno a Ailara.El grupo al escuchar al animal, dirige la atencion hacia el camino, observando a traves de la densa niebla, unos puntos iluminados que parecen avanzar. No es dificil de adivinar que son teas encendidas, posiblemente de los guerreros burlados, que han debido seguir el rastro. Son muchas las portadas, a juzgar por el incandescente brillo que se abre paso entre la espesa niebla y la oscura noche.