Partida Rol por web

Tributo de Sangre (X)

Heraldos de Paz

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12/01/2009, 11:55
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

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12/01/2009, 11:55
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

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12/01/2009, 15:52
Merkus

Merkus quedó en la retaguardia del grupo durante la explicación del secretario Ashadir, cosa habitual en él dado su alta estatura sobresaliente de entre el resto y su poca paciencia e interés por cualquier "relato" que pudieran contarle, a pesar de que resultara beneficioso o realmente importante.
Apoyó la amplia hoja de su enorme espadón en uno de sus robustos hombros, mirando al interlocutor con cierta curiosidad que se convirtió en desagrado al detectar ése perfume tan extraño y fuerte, sin alcanzar a comprender porque un hombre querría oler como una mujer... y probablemente prefería no saberlo.

Uno de sus pies, enfundado en una bota de cuero desgastado, empezó a moverse con insistencia debido a la impaciencia que generaba la falta de acción en él, todavía controlable mientras no tuvieran que seguir soportando por mucho más tiempo esa perorata.
-Proteger cofre y entregar en la Torre Negra- resumió escuetamente, saltándose todos los detalles facilitados por Ashadir y que claramente no le interesaban lo más mínimo.
-Suena fácil- sentenció empezando a mirar a sus compañeros de desventuras con una sonrisa sarcástica.
Incluso su pequeño cerebro era capaz de desentrañar el peligro que suponía acercarse lo más mínimo a aquella zona, pero a la vez brindaba una oportunidad única de encontrar el objeto de su propio destino, además podría ser emocionante, lo cuál ya era mejor que estar persiguiendo a un maldito embaucador... y tampoco es que tuvieran muchas más opciones.

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12/01/2009, 17:46
Alfren Niubar

Alfren escuchaba con espectación lo que Ashadir les estaba contando. Con las manos a las caderas y los brazos en posición de jarra, asentía con la cabeza a cada detalle que el secretario les especificaba para la función que iban a desempeñar.

- No se preocupe, señor Ashadir, puede confiar en nosotros- dijo Alfren, con una leve sonrisa-. No creo que vaya a resultar complicado transportar el cofre, aunque tampoco hay que confiarse. Tenga por seguro que, si es necesario, se derramará hasta la última gota de sangre con tal de que ese cofre llegue sano y salvo a su destino-.

Alfren agarró con fuerza el mango de su espada, que la llevaba guardada en la funda atada a su cintura, como si con ello fuera a darle más credibilidad a sus palabras. Al agarrarla con tanta fuerza, los músculos de sus brazos se intensificaron, exagerando su corpulenta figura para tratarse de una mujer.

La joven estaba deseando que llegara el momento de partir, no sólo para regresar cuanto antes y recibir el resto de la recompensa, sino por la satisfacción que le iba a resultar hacer el viaje con éxito, o al menos eso era lo que pensaba ella.

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12/01/2009, 22:23
Antor PielGris

Antor, situado a la izquierda del grupo, escuchó con atención toda y cada una de las palabras del Secretario del Conde. Mientras tanto, y atusandose la barba, no podía evitar pensar en el contenido del cofre.

- maldita sea... ¿tenemos que transportar 3.000 escudos de oro y solo nos piensan dar 10 por cabeza? -

Tras terminar de hablar el secretario, y habiéndole respondido dos de sus actuales compañeros, Antor dió un paso hacia el secretario mientras realizaba una cortes reverencia para acto seguido disponerse a hablar.

No dudo de sus palabras, señor. - dijo con bastante seriedad mientras se incorporaba - No obstante, creo que la recompensa por proteger el nombre del Conde Nesvind de Rhiagul debería ser algo mayor. - hizo una pequeña pausa, miro a los lados y siguió hablando mientras extendía los brazos para referirse a la escolta que les acompañaba - De todos modos, como usted bien reconoce, los hombres del Conde son demasiado cobardes y supersticiosos. Por lo tanto, me temo que si vamos a ser las únicas personas dispuestas a realizar el viaje para entregar el pago a esa vieja bruja, necesitaremos al menos 20 escudos de oro.

Sin dar tiempo a intervenir al secretario, especifico algo mas sus palabras.

Tenga en cuenta que durante el camino a la torre necesitaremos tener alguna que otra provisión y, ademas, sería prudente revisar y poner a punto las armas en una buena herrería, por lo que pudiese pasar. Espero, - dijo haciendo una pausa - que sea comprensivo y entienda la buena intención de mis palabras.

Tras dirigirse al secretario, Antor retrocedio un par de pasos hasta situarse en la posicion donde se encontraba al principio y esperó la respuesta de este, con deseos de que fuese afirmativa, no para afilar su espada o mejorar sus provisiones, si no para llevarse consigo una botella del mejor ron que pudiese comprar.

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13/01/2009, 11:17
Moravius

Moravius sonreía complacido y divertido al escuchar las reacciones de sus compañeros. Los conocía bien, y sabia cuales eran las ideas que discurrían por sus mentes ante el trabajo que tenían por delante, por lo que no se sorprendió ante la decisión de Merkus, simple y directa, sin importarle la información adicional al trabajo. Tampoco eran de extrañar las palabras de Alfren, su decisión y buen hacer se reflejaba en ellas, tanto como en su mirada, y sin duda haría lo dicho por cumplir con la entrega. Pero el más divertido era Antor, exigir más dinero para provisiones y herreros cuando la verdad era que sin duda la bebida se llevaría gran parte de esos beneficios, jaja, ese era él, sin duda.

En silencio, había dado una paso lateral, permitiendo que el mujeriego hombre pasase al frente, donde tras la leve reverencia había expresado su exigencia, con mucha educación, antes de volver a retirarse, dejándome nuevamente al frente, y tan solo a Bathalias medio paso por delante de mi, como siempre.

Creo que mi buen amigo Antor pudiera tener algo de razón, señor Ashadir, el viaje será largo, y sin duda necesitaremos invertir una buena parte del pago en pertrecharnos para él. - afirmé, uniéndome a la demanda de Antor, y aunque era consciente de que sería difícil que se nos concediera la petición, tampoco teníamos nada que perder en probarlo. Además, nadie más se había ofrecido para la empresa, así que pudiera ser que tuviéramos la oportunidad de conseguir algo más de lo ofrecido. Si conseguíamos más oro, mejor, y si no, al menos conoceríamos, o cabria la posibilidad de hacerlo, a la famosa Sarcess, y aquello podría convertirse en toda una hazaña. Era una posibilidad interesante.

Tras hablar, había guardado silencio de nuevo, esperando a que nuestro líder, Bathalias, hablara. Siempre solía tener la ultima palabra, así que este no iba a ser un caso diferente.

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13/01/2009, 12:09
Bathalias de Emdelis

Bathalias se mantuvo en silencio mientras los demás hablaban. Él no tenía prisa por hablar, y tampoco le preocupaba mucho el dinero. Dejó que sus jóvenes e impetuosos compañeros negociaran el pago.

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13/01/2009, 12:29
Ashadir

El secretario giró ligeramente la cabeza ante las palabras de sus contertulios mientras su boca se torcía en un gesto de desprecio. Las insulsas reverencias de Antor casi habían llegado a divertirle, pero aquella gente, de baja calaña, no significaban nada par él. Ashadir realizó un pomposo gesto con su mano derecha y colocó sus ropas con una precisión milimétrica. Su porte era arrogante, casi podría decirse que deliberadamente insultante para todo aquel que no estuviese a su altura, y el se consideraba un hombre por encima de casi todo el mundo.

 -¿Queréis más dinero?- su voz sonó rasposa por la indignación -¿Qué vosotros creéis que la recompensa debería ser mayor?- dijo mientras se hacía patente la tensión en su cuello ante la insinuación de ser injusto - Se que el riesgo es elevado y mi señor siempre se ha mostrado muy magnánimo con aquellos que la sirven bien. Os pagaré once monedas de oro y se dispondrá a vuestra disposición de los animales que transporten la carga así como de las provisiones necesarias para vuestro viaje- El hombre se retiró unos pasos del grupo, dando a entender que no tenía intención de tolerar durante mucho mas tiempo su presencia -No estoy dispuesto a negociar sobre el precio, espero que sepáis entender esto. ¿Tenéis alguna otra duda acerca de la misión?- la pregunta fue cortante, fría, y con un especial énfasis en el término otra.

A vuestro alrededor los soldados se revolvieron, incómodos, en sus armaduras, haciendo tintinear involuntariamente los pertrechos que les cubrían.

 

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13/01/2009, 12:35
Bathalias de Emdelis

-Está todo claro secretario.- dijo el elfo, rompiendo, por fin, su silencio.- Partiremos sin demora en cuanto se nos entregue la mercancia, los víveres y el medio de transporte- miró entonces a Antor- y la mitad del pago, por supuesto.- el semblante del elfo era severo, seguramente reflejo de que en ese momento su mente estaba pensando ya en como llegar hasta la Torre Negra.

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13/01/2009, 12:54
Alfren Niubar

Alfren, a quien no le había sorprendido para nada la reacción del secretario Ashadir, se dedicó a mirar directamente a los ojos de sus compañeros.

Ella no era gran amante del dinero, pero lo cierto era que le hacía falta, sobretodo si quería ganarse puntos extras para ser aceptada en la Orden de la Caballería. Aún así, no le parecía una recompensa adecuada lo que les ofrecían pero, además de ser compensados en metálico también iban a ser compensados con experiencia y destreza. Eso era lo que más le gustaba a Alfren del viaje: poder ganar demostrar su valía, que era también uno de los caminos que quería seguir para demostrar su coraje. Ella merecía entrar en esa orden y dar honor a su nombre... De eso estaba convencida.

"Juré que no iba a descansar hasta ser aceptada... No sólo por dar honor a mi nombre y a mi familia, sino también a aquellas mujeres que quieran luchar y no quieran tener el futuro que acaban teniendo todas las mujeres: cuidar de sus hijos", pensó Alfren, apretando los puños.

- Señor Ashadir- se adelantó Alfren, que empezaba a ponerle nerviosa el tintineo de las armas que portaban los soldados, que parecían haberse puesto nerviosos por la tensión del momento-. Perdone las molestias pero, ¿se nos entregará algún tipo de medio para posibles sanaciones? Porque, en caso de que no nos den, nos interesará informarnos sobre las hierbas más efectivas para heridas, picaduras venenosas o incluso los efectos de un ataque realizado por ladrones- dijo la joven, esperando que la pregunta no le hubiese molestado-. No podemos permitirnos perder ni un minuto en nuestro viaje-.

Alfren no creía que lo más importante fueran las armas y las provisiones. También era muy importante para el viaje saber distinguir heridas y picaduras de los diferentes insectos que puede haber en el bosque, además de saber qué método es más efectivo para combatirlo. No podrían permitirse detener el viaje por tener a uno de sus compañeros tan débil como para no poder continuar.

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13/01/2009, 15:30
Merkus

Merkus ni siquiera se molestó en disimular una sonrisa burlona, reflejo de la diversión que le producía el intento de regateo de algunos de sus compañeros, pero probablemente la reacción del secretario y su hastío todavía le resultaron más graciosos.
Por suerte pudo contener la carcajada para no enfurecer todavía más al ofendido Ashadir, además, en cuánto el tintineo metálico de los guardias se hizo patente, la atención del bárbaro se desvió hacia estos, componiendo una expresión más seria y sombría de repente, deslizando su enorme espada hasta apoyarla en el suelo manteniendo el mango sujeto con ambas manos.

Sería mejor que no intentaran alguna estupidez, porque quizá él no entendiera a que venía tanto interés por una o dos monedas más, pero sin duda estaba preparado en cualquier momento para empezar una acción desenfrenada y, normalmente, algo violenta.

Al final las palabras de Alfren consiguieron serenar un poco su tensión. Lo cierto es que nunca se le hubiera ocurrido pensar en eso, pero bien mirado la extraña mujer tenía razón.
-Que Ailara pida lo que necesite- determinó tan escuetamente como de costumbre, observando a la druida de reojo para que ésta se animara a hablar y pedir algunos ingredientes y hierbas. Sin duda era la que más entendía de aquello de todos los presentes.

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13/01/2009, 16:19
Moravius

Si, eso sería lo más lógico. - corroboró Moravius, tras la acertada intervención de Merkus, mientras él mismo se volvía para mirar a la joven druida con una sonrisa en el rostro que la invitaba a solicitar lo necesario. - Vamos, vamos, estoy seguro de que el señor Ashadir no puede perder mucho más tiempo con nosotros, así que adelante, Aliara. - agregó, añadiendo un guiño de uno de sus oscuros ojos, sabedor de que con aquel gesto siempre lograba arrancar una breve y disimulada sonrisa a la joven, al menos desde que esta había empezado a tolerarlo.

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13/01/2009, 17:30
Ailara Sotobosque

La joven pelirroja se había manteniado apartada de la conversación por propia iniciativa. Como druida, no era una persona muy dada a malgastar su tiempo en complejas reuniones sociales y aquel encuentro la incomodaba. El dinero, testigo y motor de la codicia era un factor que siempre había descuidado, pero comprendía las necesidades que tenían en aquellos momentos y no podía permitirse ser demasiado escrupulosa con su pagador -Necesitaremos unas cuantas hierbas para detener hemorragias y cualquier antídoto que podáis tener contra las víboras- La familiar mecánica de pensar en remedios naturales logró relajarla un poco. Desde el trágico accidente que había cambiado su vida se había acostumbrado a vagar en soledad por el mundo, lo que le había aportado la experiencia necesaria para tomarse con precaución cualquier viaje que incluyera atravesar un terreno desconocido, y aquel pantano lo era.

 La mujer se retiró un par de pasos, alejándose ligeramente del malhumorado Ashadir. Por el rabillo del ojo atisbó el gesto de Moravius, normalmente su forma de tratarla la agradaba, aunque en aquel momento no supo como encajarlo. Enarcó ligeramente una ceja y dejó que sus ojos transmitieran, al menos, amistad -Creo que el resto de las necesidades podremos cubrirlas con nuestras propias habilidades- su voz se transformó en un hilillo que, poco a poco, acabó por extinguirse.

 

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14/01/2009, 12:11
Ashadir

La intervención de Bathalias pareció agradar al secretario, que exhibió una ligera sonrisa a modo de respuesta. Durante los largos años de servicio que había dedicado al conde su reputación lo definía como un hombre retorcido, peligroso y ávido de poder. No solía tener demasiada paciencia con aquellos que le desafiaban, airaban o, simplemente, se oponían a sus actos y opiniones. Tal vez por eso Ashadir trasmitía aquella sensación de impaciencia, como si deseara que todo aquello terminara pronto para encaminarse a otros asuntos más importantes -¿Informaros acerca de los medios disponibles para hacer frente a vuestras heridas? No soy sanador, mujer, pero os haremos entrega de los compuestos que solicita vuestra druida- dijo mientras su mirada iba de Alfren a Ailara. 

El secretario movió sus manos trazando un rápido e intrincado patrón frente al grupo de compañeros. Cuando hubo finalizado, un pequeño destello apareció en la palma de su mano e instantes después se materializó un pequeño saco tintineante -Os haré entrega de la mitad del dinero en este preciso momento, treinta monedas. El resto lo recibiréis cuando regreséis de la torre- al mismo tiempo que el secretario abría la pequeña bolsa su intensa mirada advirtió el insultante gesto del bárbaro -No se que pretendes hacer con esa hoja pero te advierto que podría suponer un problema para ti y tus amigos si no la guardas ahora mismo- el tono de su voz se había vuelto amenazante, casi como si el ambiente fuera susceptible de su estado de ánimo percibisteis cómo la temperatura de la sala descendía unos grados.

 

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14/01/2009, 12:15
Conde Nesvind de Riaghul

 

Justo en el preciso instante en el que parecía que el secretario iba a dejar que se marcharan se abrió una puerta, tras su espalda, en uno de los accesos a la estancia y por ella entraron seis soldados, dos de ellos espada en mano, escoltando a un hombre de gran estatura y porte noble que no podía ser otro que el Conde Nesvind de Riaghul.

El Conde lucía unas vestimentas de gran calidad, en tonos azules, navegadas por hilos de oro. Mostraba numerosas joyas, así como un enorme broche también de oro que le sujetaba la capa. Llevaba suelto el largo cabello rubio y sus ojos eran apenas dos rendijas blancas sobre un rostro marcado y bien definido.

-Ah, estáis aquí. Bien, al fin os encuentro. Supongo que todo habrá sido ya acordado, ¿verdad? – el tono de sus palabras era el de aquel que estaba acostumbrado a infundir temor tan sólo con su presencia, rango y título.

Los soldados que formaban la escolta se movían a su alrededor, tratando de no estorbar su avance y de mantenerse a su vez lo más cerca posible de su señor. El conjunto resultaba por igual intimidante y cómico.

 

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14/01/2009, 12:16
Ashadir

El secretario del Conde echó un rápido vistazo a los seis recién llegados y se volvió hacia el noble.

-Si, señor. Tan sólo perfilábamos los detalles de la partida. Todo ha sido acordado. - el tono de voz había cambiado considerablemente del que había utilizado para dirijirse a ellos. Mantenía su expresión culta y la forma de hablar elegante, mas cubiertas con un perceptible deje de sumisión.

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14/01/2009, 12:17
Conde Nesvind de Riaghul

-Bien, bien. Así debe ser. - con un gesto displicente de la mano pasó por encima de la respuesta de su secretario casi sin escucharla siquiera y se dedicó a examinar con la mirada a los seis aventureros -. Parecéis un grupo valiente y con recursos. Espero que no me defraudéis y podamos brindar con vosotros dentro de unos días, al calor del fuego, por el buen término de esta entrega.

No esperó respuesta, no lo consideraba necesario. Se giró con un gesto elegante y se dirigió hacia la salida. Los soldados se apresuraron en rodearle, precediéndole en su salida y protegiéndole la espalda. Sin embargo, antes de alcanzar la puerta se volvió de nuevo hacia ellos. Aunque sus palabras se dirigían al secretario, los ojos estaban fijos en el grupo.

-Ashadir, ¿les has contado ya lo que hicimos con los soldados que desertaron el año pasado? – observó de reojo como el hombrecillo negaba con la cabeza y emitió un leve gruñido -. Ocho hombres fueron escogidos de entre los que sirven en mis dominios para llevar el pago, tal y como vosotros haréis este año. Cometieron el error de considerarse más listos que yo y trataron de huir con el cofre y el dinero. Tardé casi una estación entera, pero finalmente di con ellos. Aún podéis observar las maderas donde fueron crucificados en el camino del Norte, quedarán ahí para siempre como un recuerdo de lo que les ocurre a quienes me traicionan. Si pensáis que podéis escaparos con mi dinero pasaréis el resto de vuestra vida huyendo. Será lo último que hagáis. Os perseguiré hasta encontraros y os despellejaré vivos. – las bravatas del Conde habrían sonado vacías pronunciadas por otra voz, emitidas por otro cuerpo. Sin embargo, el aura de autoridad y seguridad que irradiaba, unidas a la fría mirada que ocupaba su semblante, no dejaba lugar a dudas de que aquel hombre cumpliría su amenaza aunque fuera lo último que hiciera.

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14/01/2009, 12:23
Ashadir

 

El secretario esperó hasta que su señor se hubo marchado para volver a dirigirse al grupo.

-De acuerdo, se os servirá comida antes de partir y prepararan los animales que llevaran el cofre y provisiones, pero hagámoslo todo con rapidez y sin más demoras – con esas palabras dio por terminada la conversión, dejando en el aire las preguntas planteadas por algunos de ellos.

Se dirigió lentamente hacia un lateral de la estancia cuya pared estaba cubierta por una cortina. La apartó y tomó en sus manos un largo bastón tallado con extraños símbolos y coronado en su extremo por tres gemas de tonos rojizos

-Será tan sólo un momento. – dijo como única explicación.

Mientras que con los dedos de la mano libre realizaba imposibles gestos y trazaba intrincadas formas, con la otra apuntaba el bastón hacia un punto indefinido sobre la pared de piedra de la estancia. Un haz de luz amarillenta fue apareciendo lentamente en la superficie de esta  para dar paso a un portal. Primero lentamente y luego con una velocidad equivalente a la impaciencia del hechicero, el hueco abierto reveló un gran cofre cerrado y un pequeño hatillo con los compuestos medicinales solicitados-El dinero se encuentra en su interior- Dijo mientras se retiraba a un lado -No tardéis mucho en partir ya se os ha concedido todo lo que habéis solicitado-

 

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14/01/2009, 12:51
Merkus

El enorme bárbaro empezó a abstraerse en cuánto la palabrería empezó nuevamente, la verdad es que la reunión ya estaba siendo demasiado larga para su gusto, así que, cómo tan a menudo, empezó a soñar despierto en el magnífico objeto sagrado que le cubriría de honor al volver a su aldea, hasta que el secretario interrumpió sus pensamientos haciendo referencia a él.
Merkus sonrió satisfecho al comprobar que había sido capaz de generar, cómo mínimo, incomodidad con un sólo gesto, mirando de reojo a los soldados armados sin intención de mover un músculo. Y de hecho no fue necesario dado que entonces el propio conde Nesvind irrumpió en la sala.

La ostentosa vestimenta así cómo sus joyas y el número de soldados que le rodeaban, resultó totalmente cómico a Merkus, que enseguida vio al noble cómo alguien que aparenta mucho pero no es capaz de defenderse a sí mismo. Al fin y al cabo para el bárbaro eso era lo primordial así que nunca podría llegar a respetar a un hombre cómo ése.

Las palabras volvieron a fluir, pero no fue hasta que llegó la amenaza cuando Merkus se removió un poco y frunció el ceño, claramente molesto o incluso ofendido.
Que se atrevieran a cuestionar su palabra era un insulto para él, y hubiera respondido de no ser porque el dignatario se retiró rápidamente del lugar. Quizá mejor así.
Ashadir se encargó de hacer gala de sus poderes mágicos, los cuáles observó en silencio. Siempre resultaba entretenido ver todos esos gestos extravagantes y las luces que generaban...

-Bien, bien, ¿y la comida?- preguntó una vez hubo terminado, dejando claras sus prioridades.