Partida Rol por web

Aire cargado, tenue claridad y el crepitar de antorchas ancladas y medio consumidas. Techo bajo, cadenas colgantes y ladrillos agolpados que improvisan de pared: es una estancia pequeña, repleta de barrotes agrupados en celdas claustrofóbicas. El grupo ha aterrizado confinado en una de ellas, y más allá de su encierro solo hay una puerta tapiada y esqueletos humanos roídos por el tiempo. Exceptuando el chisporroteo casual de la lumbre, el silencio es total: una prisión tan apartada del mundo como olvidada.

La celda es cuadrada y estrecha, causando un gran agobio en el numeroso grupo y haciendo del movimiento más sencillo una grave complicación: la respiración se acelera ansiosa mientras los aventureros chocan entre sí buscando una salida a su reclusión: un presidio tan árido y estéril como la soledad absoluta. En los compungidos rostros de los mercenarios se lee el deseo de escapar el fúnebre destino que alientan los huesos amontonados... 

La única compañía que disponen es la de un plano crucifijo clavado en la pared. Lo sigue una losa inscrita que ha sobrevivido medio borrada, y su lectura aún posible reza lo siguiente:

El sacrificio trae su propia recompensa

Justo debajo de ella, un vacío y humilde cuenco de mimbre reposa en el suelo, similar al portado por los mendicantes en las santas peregrinaciones...

Aidan es el último en llegar, su expresión triste lleva ensombrecida desde el hallazgo de su hermano:

- Nunca lo hubiera imaginado: las Catacumbas de la Catedral... Un lugar que nunca debió existir. - Su desánimo se hace tan patente como contagioso. - Todo lo aquí condenado no halló más que una muerte lenta y renegada... - El príncipe se abandona y se castiga en un rincón. - Si la historia es cierta, hemos perdido toda esperanza: aquí terminarán nuestros días... 

Si la historia es cierta, hemos perdido toda esperanza: aquí terminarán nuestros días... 

Todas las historias tienen parte de verdad pero parte de leyenda, príncipe- argumentó Garrohk-. Pero tranquilo, este no es el final. Sin duda, "El sacrificio trae su propia recompensa" es el misterio para salir de aquí. Viendo el cesto que hay, el cual debería examinarlo quien esté más cerca, es muy probable que haya que depositar ahí alguna parte del cuerpo del sacrificado, yo diría que su cabeza...- terminó mientras dirigía su mirada hacia el mercenario que no pudo matar en las afueras de la catedral.

El escenario al que se aventuraron cuando cruzaron el portal no era otro que el de unas catacumbas antiguas, olvidadas en el tiempo, oscuras y tenebrosas donde aún podían observarse los restos de quienes en el pasado fueron vigorosos humanos, y esa reflexión era perfecta para que los aún vivos pensaran lo frágil que era la existencia y lo material.

- El sacrificio trae su propia recompensa..., qué cierto es... - dijo la pelirroja en aquella celda que los contenía, suspirando al notar la presión de los cuerpos de sus compañeros contra el suyo propio, escuchand las palabras derrotistas del príncipe Aidan -...¿A qué historias os referís majestad?.... ¿algún tipo de profecía o maldición pesa sobre estas catacumbas?.... - preguntó curiosa mirando la cesta de mimbre por si contenía algún objeto digno de su atención.

Garrohk habló con mucha coherencia, dando una lección al propio príncipe sobre ánimos y seguir adelante, haciendo que la hechicera quedara un momento pensativa sobre cómo iban a volver a salir de allí y no morir por aglutinación.

- ¿Y si hubiera que poner el anillo del Arzobispo en el cuenco de mimbre?.... El objeto pesaba..., ¿no?..., despojarse de la joya sería un adecuado sacrificio para quien pudiera merecerse estar entre rejas... - comenta la joven -... aunque puede que sea como tú dices Garrohk, pero no somos sanguinarios que vamos decapitando por el mundo..., ¿a que no?.... - miedo le daba la respuesta

- ¿Y si hubiera que poner el anillo del Arzobispo en el cuenco de mimbre?.... El objeto pesaba..., ¿no?..., despojarse de la joya sería un adecuado sacrificio para quien pudiera merecerse estar entre rejas..

Yo no tengo inconveniente en despojarme de él- dijo Garrohk lanzando el anillo hacia el cesto-. aunque dudo que funcione. Sería mucha casualidad que para salir de aquí hiciese falta el anillo de un Arzobispo que dudo que se aventurase a pasearse por aquí a menudo. 

pero no somos sanguinarios que vamos decapitando por el mundo..., ¿a que no?...

Se nota que no te ganas la vida como mercenaria, hechicera. Aunque bien pensado... Algunos decapitamos... y otros prenden fuego a todo el que esté delante, ¿no?- preguntó Garrohk con evidente tono de burla, mientras la miraba y le guiñaba un ojo cómplice.

La joven miró como el bárbaro ponía el anillo en el cesto, aunque por su mirada se notaba que pena le daba alejarse de éste, siendo seguramente la mayor cantidad económica de la que habría dispuesto nunca.

- Querido, en mi caso fue un error de cálculos..., y eso sí..., yo al menos no ensucio el suelo... - le guiña un ojo al hombre, y es que en cierta medida, su toque de humor le había divertido -...el sacrificio trae su propia recompensa..., oro, sangre..., armas... - barajaba la mujer posibilidades para desentrañar el acertijo.

El cansancio del viaje, de la batalla, de su pasado... Se tornó ira al escuchar las palabras del grupo.

-​​​​​​Sacrificio... Qué sabréis vosotros de sacrificio... -masculló entre dientes. Ethiel, querida. ¿Consideras sacrificio deshacerte de un anillo que hace una hora no te pertenecía? -Entonces fijó la mirada en Garrohk. Puedes cortarle la cabeza a ese mercenario. Adelante, sacrificalo. Te recuerdo que actuaba coaccionado, amenazaron con matar a su familia. ¿Tienes familia, bárbaro? -terminó escupiendo la raíz que mascaba.

Entonces buscó en su bolso, extrajo un frasco con líquido rojo y lo depositó en la cesta.

Jowen se acerca al crucifico para verlo de cerca buscando algún tipo de filo, también mira de cerca el cuenco buscando algún indicio de que se hubiese colocado algún tipo de líquido, tomando en cuenta la palabra sacrificio usualmente implicaba algo que no puedas recuperar o muy importante al menos. 

Al ver cuando Garrok coloca el anillo y Kazjah coloca la poción dice, no creo que sea algo que podamos recuperar fácilmente a lo que se refiere este enigma, espero que retirarán lo ya colocado y continuo examinando mejor los 3 elementos presentes. 

Ethiel se encogió de hombros, la muchacha acababa de salir al mundo, así que para ella hasta caminar le resultaba un sacrificio, con lo bien que se vivía en la Torre de Magia de la Ciudad de la que provenía.

- Querido Kahzaj...., si hubieséis visto la cara de ilusión de Garrohk al coger el anillo comprenderíais que un sacrificio para él no es lo mismo que un sacrificio para vos... - dijo la joven pensativa mientras observaba el vial de poción curativa, algo que Jowen descartaba, mirando por si veía algún símbolo o señal que pudiera darles algo más de información al respecto.

Jowen se acerca para estudiar los elementos que conforman el pequeño templo mendigo sin tardar en darse cuenta de que nada es lo que parece: no están ante otra cosa que un engaño, el disfraz de otro mecanismo que goza de adoptar una fachada tan menesterosa como falsa...

Motivado por la sugerencia de Ethiel o quizás por la bondad de su propio corazón, Garrohk lanza el preciado anillo que rebota contra la pared y hace canasta en la cesta: La pureza y el peso de su oro hubiera acomplejado al más rico de los mercaderes, podría haber financiado campañas enteras y costeado el equipo más caro del mundo... Mas sus glorias nunca serán conocidas, pues en un parpadeo el anillo ya no está, esfumándose ante las narices de todos...

Kazhaj se está abriendo paso para hacer su propia donación, pero la poción no llega a abandonar sus manos: el crucifijo cae a tierra, la inscripción termina de borrarse y los bloques de la pared se mezclan entre sí como si fueran ilusión hasta ceder en su artimaña: uno a uno comienzan a desprenderse hasta revelar el acceso a un túnel horadado en la tierra, pequeño y angosto pero lo suficientemente grande para alumbrar la esperanza de escapar al cautiverio... 

Evidentemente se nota que no has tenido que pasar hambre ni penurias, Ethiel. Si lo hubieses hecho, entenderías que todo lo que suponga un pago para mí me interesa. Aunque a decir verdad, el anillo no pensaba venderlo, sino que iba a quedármelo como trofeo- dijo Garrohk mientras los demás seguían intentando descifrar el enigma.

El cuenco bajo la cruz recibía el presente de oro como esperan los cultivos las aguas en mayo, haciendo que el peso del metal hiciera funcionar el mecanismo de apertura del enclave secreto, desapareciendo aquella magnífica joya de la vista de todos, y es que a veces lo mundano era muy valioso.

- ¿Decíais Kazhaj?.... - le pregunta ella con una débil sonrisa y dijo la mítica frase que nadie quiere escuchar cuando se le lleva la contraria -... te lo dije..., lo que para unos es un sacrificio, para otros son simples baratijas...

Las palabras de Garrohk le llegan en profundidad  ella asiente al bárbaro.

- Tenéis razón, nunca he pasado necesidad y lamento que haya gente que sí la pase... No penséis que por ello no os comprendo, es más os puedo prometer de que a vos no os faltará alimento si viajáis a mi lado... No soy rica, pero tampoco preciso mucha ostentación, mi oro es para invertirlo en magia y en allanar las penurias de quienes estén a mi lado... - dijo la mujer con tranquilidad. Nunca había sido particularmente codiciosa, pero sabía gestionar bien la economía -... Si os parece bien yo iré en tercera o cuarta posición... - No iba  ni a decir con quién, viendo la que se armaba con los sitios ella solo quería estar en un lugar donde le diera tiempo a conjurar y que no le atacasen por sorpresa, no era particularmente buena recibiendo golpes.

Jowen ve como el brillante anillo se desaparece y al siguiente se empieza a activar un mecanismo que abre paso, vio como cayó el crucifijo y el letrero, se inclino para agarrar el crucifijo, miro a sus compañeros y dijo bueno deberíamos pasar de dos en dos debido a lo angosto del pasillo, Alwar, Fandral vayan de primeros yo iré en segunda fila, si quieres venir Darna o quizás Roland, pensó que sería buena idea que Garrok quedará al último con Aidan pues parecía se la llevaban bien lo cierto del caso es que quería salir ya de este encierro.

Dicho esto se animo a empezar a caminar detrás de los mercenarios.

¿Decíais Kazhaj?....

-Touché -responde sonriendo. Después recoge algunos huesos del suelo y se los guarda.

La pelirroja le guiñó el ojo al nigromante y cuando vio que cogía los huesos del suelo no pudo evitar hacer el comentario -...¿Son para el caldero de la noche?.... No te llenes de peso anda, no creo que a los infelices que dejaron aquí su piel y algo más que eso les agrade saber que un nigromante los pasea por oscuras cavernas, es... recomendable dejar reposar a los muertos... - aunque estaba convencida de que esa guerra de antemano, ya estaba perdida.

Darna se sentía muy incomoda en la abarrotada celda. Cuanta pretura, cuánto abulta Garrohk y las armaduras de Roland y el príncipe - Ethiel aparta el bastón. ¡Au! me has pisado Jowen.

Escuchando (porque apenas podía ver) la discusión sobre el mensaje y el cuenco... Darna sopesa... ¿mi arco? ¿cómo vamos a salir vivos de aquí si lo dejo?

Mas el abigarrado barbaro ha dado con la clave, no ha hecho falta más. El sacrificio había sido generoso.

- Si Jowen. Iré junto a ti.

El nigromante iba a responder, pero un golpe de tos le sobrevino. Fué violento, sentía que casi se ahogaba. Las venas del cuello y la frente comenzaban a marcarse. Le dolía la cabeza.

Una vez recuperado, dijo:

-Llevas razón, mejor dejar los muertos en paz - devolvió los huesos a su lugar.

Pero dejó un par de ellos en la bolsa. En efecto, es una guerra perdida.

Os puedo prometer de que a vos no os faltará alimento si viajáis a mi lado...

Tranquila, Ethiel. Este cuerpo está fortslecido s base de comer poco. A mí con que me ofrezcas víctimas a las que despojar de la vida por un precio me basta y me sobra- dijo Garrohk sonriendo de forma sincera por primera vez en no sabía cuánto tiempo-. Yo iré en vanguardia. Y por cierto, nigromante, no, no tengo familia. Me abandonaron recién nacido en un poblado en las montañas nevadas del norte.

- Uys disculpa... - le dijo a Darna cuando su bastón se depositó sobre su cabeza, obviamente sin querer, no era el momento de descalabrar a nadie del grupo, ya se encargaría el destino de ello -... Menos mal que no se ha activado mi hechizo de convertir doncellas en ranas, hubiera tenido que buscar un príncipe para ti y que te besase... Si fueras doncella... claro....- bromeó intentando pegar el bastón más hacia su propio cuerpo, haciendo una sutil referencia a la sexualidad, o mejor dicho, a la ausencia de esta, gesto puro de castidad.

Cuando el nigromante cogió los huesos se atragantó y tosió de manera violenta, preocupando a Ethiel, la cual miraba al hombre mientras dejaba los huesos en su lugar, o al menos la mayoría.

- ¿Estás bien?... - absurda pregunta para alguien que casi se ahogaba, pero en su fuero interno era algo que deseaba conocer -... Cuida de tocar todo lo que pueda tener magia, y en estas cavernas hasta un insecto podría ser potencialmente mortal..., parece que nos metemos en el mismísimo infierno.

Garrohk era un hombre orgulloso y no admitía que nadie pudiera darle algo sin ganarlo, lo que hacía que la mujer de cabellos caoba le respetase más aún si cabía.

- Esperemos encontrar tesoros mejores en estas cavernas que el mismo anillo del arzobispo y que sea justo pago por nuestros esfuerzos... - comenta la hechicera decidiendo ir en la última línea, justo delante de Aidan, y quien lo deseara, se pusiera a su lado

Darna se sonroja brevemente y sonríe traviesa ante la broma de su amiga.

El príncipe se abandona y se castiga en un rincón

Ya se estaban preparando para hacer la formación y la situación del príncipe era un poco penosa.

- Principe Aidan no puedo daros buenos consejos: hace unos años vi caer a la familia real a quien servía. - hago una pausa - El reino vivió, fue necesaria la rendición aquel día para evitar la sangre. Gracias a aquella decisión ahora la gente sigue viviendo. - vuelvo a parar - Quiero decir... no importa que este lugar no debiera existir. Ahora solo nos queda elegir evitar los disparates que pretendía el arzobispo traidor - le tiendo una mano para levantar.