Eruditen caminó por el desierto con el halcón al hombro. El halcón le contó su historia:
El halcón luminoso era antaño un dios llamado "Alatar", que fue adorado por una civilización antigua entera. En aquella época, los bosques cubrían el desierto y había tal riqueza que los frutales alimentaban al pueblo sin necesidad de cultivar o cazar. El poder de este dios era alimentado por la fe y adoración de sus fieles. Gracias a la adoración de estos podía hacer milagros y prodigios, y los hombres de esta civilización vivían muchos años más de lo que normalmente permite la naturaleza.
Una envidiosa tribu de nómadas destruyo esta civilización, y profanó todos los templos. Fundió los ídolos y con el metal creó piezas de joyería. Entonces el poder del dios mermó, y tras siglos de ir desapareciendo sus últimos fieles, y sus estatuas y representaciones desaparecer solo quedo una ultima representación de el para alimentarle. El halcón de oro que encontrara Eruditen en aquel oasis.
El dios halcón le hizo al que quiso servirle una petición.
.-Ponme un nombre para vuestro tiempo. Un nombre que indique a los hombres lo que soy, y les invite a apreciar mi poder-.
- No estoy seguro de entenderte. ¿Quieres que te ponga un nombre a ti?
.-Así es. Yo no tengo un nombre propio. Cada civilización me puso el suyo-.
- Te gustaría llamarte Espíritu Miraculoso? No es broma...
.-Ese será mi nombre a partir de ahora. Espíritu Miraculoso-.
Dijo calmadamente el halcón.
Eruditen sonrie con simpatia.
Luego pregunta:
- ¿I ahora qué debemos hacer, amigo mio?
Finalmente salieron de aquel desierto. El halcón resolvía las dudas de Eriduten. Le contó que para que pudieran adorarle las personas no tenían que estar rindiendo culto a otro dios. Le habló de algo que había presentido:
En algún lugar del mar interior en una isla se estaban reuniendo gran cantidad de refugiados. Era un punto de comercio que antes solo tenia una pequeña empalizada y unas pocas casas. En la encrucijada de las grandes naciones de aquel tiempo se encontraba este puesto. Se llamaba Tritia.
Espiritú Miraculoso oriento los pasos del anciano hacia allí. Embarcado en quinquerreme el anciano hizo un largo viaje a través de los mares. El anciano tenía una misión muy clara: Debia convencer a los refugiados de que adorasen al mismo dios de la vida al que servía el protagonista.
Desembarca con una agilidad que sorprende a los mas jóvenes marineros. Una pena no haber podido aprovechar el viaje. Aquellos marineros adoraban a un dios de los mares.
Eriduten ve una pequeña destartalada población. No es más que unas pocas casas. Algunos hombres están tratando de edificar nuevas viviendas. Una mujer embarazada juega con la arena de la playa. Esa isla no es muy prometedora, pero esa ha sido la voluntad del halcón.
Un hombre de mediana edad y aspecto recio da ordenes a uno de los que construyen.
- No es un lugar muy idílico, Espíritu Miraculoso... ¿Y ahora qué hacemos? ¿Ir a intentar convencerles de que vuelvan a la antigua fe?
.-La mayor parte de los que aquí se encuentran vienen de un reino que fue destruido por otra nación más poderosa. Han encontrado refugio en esta isla y los dioses que adoraban les han abandonado. No confiaran en tu palabra cuando les hables de mi, pero con tus acciones, y con el poder que yo te daré para que las hagas les impresionaremos. No eres ya un simple anciano. Tienes el poder de un héroe. Usa tu criterio, pues las decisiones del hombre, para el hombre se han hecho-.
Me voy a buscar cerca algun bosque o huerto en malas condiciones para revitalizarlo con mi poder.
Eruditen quiere usar la magia de la vida para alimentar a la vegetación de un huerto. El hombre de mediana edad que daba ordenes a los trabajadores al verlo allí parado haciendo magia sobre las tierras aun sin dar producción se acerca enfadado.
.-¿Que malas artes haces sobre nuestra cosecha?-. Enseña una hoja afilada al protagonista y continua .-¡Alejate miserable!-. Tres hombres más se acercan a respaldarle.
- No hago ninguna mala arte. No tenía mala intención. Sólo quería mejorar su cosecha. Pruebe uno de estos frutos - le digo con total seriedad.
Con el poder del dios de la vida debilitado como esta, el campo no consigue producir frutos tan rápido. Aun que lo pretendiese eruditen no consigue tener éxito. Tal vez necesite de algunos días insuflando la magia de Espiritu Miraculoso. El hombre de mediana edad que parece veterano de alguna guerra mira suspicaz el comportamiento del anciano.
- Señor Hekiton (supondré que me dice en algun momento su nombre) deme unos dias para que mejore mis poderes y a cambio le daré sin pedir compensación una cosecha espléndida.
.-Tan solo aléjate de nuestro cultivo-. Dice acercando el arma amenazante. De pronto se escuchan gritos desde otra parte de la isla .-¡Nos atacan!-. Viene un niño corriendo a ver a Hekiton.
.-¡Hekiton!¡Piratas!¡Nos atacan los piratas! Están en los acantilados-. El niño esta muy nervioso.
.-¡Debe ser uno de ellos!¡Matad al maldito anciano!-. El hombre avanza con su espada en ristre contra Eruditen. Los otros tres hombres también se dirigen contra el.
Invoco mis poderes para hacerme una barrera de la luz defensiva para que se tranquilicen y para que hablemos.
Una poderosa luz brillante rodea al anciano mago de la vida. Hekiton y sus hombres tratan de acercarse, pero la luz es muy desagradable.
El líder de mediana edad dice furioso .-¡Maldito viejo!-. Retroceden.
.-¡Kasue! ¡Hazle frente!¡No podemos entretenernos con el!-.
Dicho esto dejan a uno de los hombres solo contra Eriduten mientras el resto corre, hacia donde supuestamente están los piratas.