Partida Rol por web

Tras lo que te parecio una eternidad de estres, logras llegar a tu pequeño rinconcito de paz personal, tu casa y, un breve dialogo con Selvis despues, te desplomas sobre tu cama, presa de un brutal agotamiento, tanto fisico como mental y te dejas abrazar por Morfeo, adentrandote, como todas las noches, en el mundo onirico.

Sin embargo, algo inusual sucede en este viaje. No te sientes como en un sueño normal, es mas como si estuvieras viendo el sueño de otra personas, lo presencias en 3º persona, viendo, desde atras, a otra persona hacer sus cosas, una entidad de cabello rubio dorado que se te hace muy familiar. Estas en un lugar bastante colorido, similar a Statera*, pero a la vez ligeramente mas primitivo. Va corriendo por las calles, buscando a alguien, pero no logras encontrarlo. Escuchas a esta persona gritar algo, pero no logras entender sus palabras, y luego sigue corriendo, desesperada. Tras un rato de busqueda, encuentras a otra entidad, un anciano sonriente que rapidamente reconoces como Baba. Tienen una pequeña conversacion y, entonces, el anciano no se fija en su interlocutora, se fija en ti, o mas bien en el lugar donde, de estar presente y no en un sueño, deberias estar ubicada, y entonces sonrie y te saluda con la mano... y te despiertas.

Aunque no ha amanecido del todo, los primeros rayos del sol te estaban saludando y, si mal no recuerdas, habias quedado con tu maestro al alba, lo mas sensato seria prepararse para no llegar tarde.

Los rayos del sol empezando a levantarse por el horizonte entraron por mi ventana despertándome. Pese al sueño que había tenido no fue un despertar brusco, si no mas uno bastante calmado. Me quede sobre la cama intentando asimilar lo que acababa de soñar o... ¿Realmente había sido un sueño? Se había sentido bastante real.

Durante un momento, sin levantarme pensé sobre ello. ¿Había sido real o simplemente había visto lo que quería? Me levante despacio de la cama, con el pelo revuelto y los ojos medio cerrados. Avance hacia el cuarto de baño para arreglarme antes de bajar a la sala de estar y tomar algo de alimento.

Ya arreglada y con una de las pocas manzanas que habían quedado del voraz apetito de Selvis en mi mano me senté tranquila en una silla. Si no recordaba mal, había una rama de hechicería relacionada con los sueños, pero por desgracia no estaba entre las que había aprendido. Mas tarde buscaría información en alguno de los libros, peor el momento tenia que acudir a Ykki para ver que era lo que quería comentarnos el día anterior. Agarre del frutero una manzana mas y me dispuse a partir

Cuando me estaba levantando de la silla vi como Selvis asomaba la cabeza por la puerta y me miraba. Sus ojos expresaban un cierto tono de tristeza de la cual no pude mas que sentirme culpable.- ¿Quieres venir? Voy a casa del maestro.- Sus ojos se iluminaron al instante y rápidamente ya estaba junto a mi aunque seguía mirándome con cierta triste... Dirigí la mirada hacia el punto exacto que miraba y lo comprendí. Con una pequeña risilla le tendí la segunda manzana que tenia antes de salir en dirección a la casa de Ykki.

Hitomi observó en silencio cómo Aiko realizaba el ejercicio. No pareció notar cómo la joven hacía trampas al mover los pies de posición, y si lo vio no hizo mención.

Cuando ésta terminó de entretejer la rama en un entramado de piedra, Hitomi alargó la mano y golpeó la piedra. Una, dos y hasta tres veces. Por suerte, ésta aguantó sin caer del sitio.

<< Ojalá yo hubiese dispuesto de ése poder cuando mi maestro me puso éste mismo ejercicio... me hubiese ahorrado mucho tiempo >> le dijo mentalmente esbozando una leve sonrisa, aunque su mirada continuaba posada en la piedra.

La diminuta maestra se puso en pie y se quitó las hojas que se habían pegado a sus piernas con unos manotazos. Luego miró tímidamente a su posible alumna.

<< Todo ejercicio se da con un motivo... incluso aquellos tan molestos como éste >> le explicó << ¿Cuál crees que era el propósito de éste? >> le preguntó finalmente.

La joven se levantó un segundo después de su maestra agradeciendo poder al fin estirar las piernas. Agitó un poco los pies, tratando de que la sangre volviera del todo a los miembros. A pesar de todos los pequeños movimientos que había intentado realizar sin abandonar la postura que Hitomi le había impuesto, no había logrado evitar un terrible entumecimiento.

Le devolvió una tímida sonrisa como respuesta a su comentario, demasiado molesta como para devolver más cortesía que esa. El hecho de haber logrado superar la extravagante prueba era lo único que le otorgaba el ánimo suficiente para ello.

- Dudo que el objetivo fuera poner a prueba mi paciencia... - comentó casi como para sí misma. - Supongo que aprender a usar mis dones de manera diferente a la que suelo hacerlo.

Se encogió de hombros como complemento a su respuesta y esperó a una explicación más amplia.

<< En realidad sí es un ejercicio pensado para entrenar la paciencia, templar la personalidad y entrenar un uso creativo de las propias capacidades, pero está dirigido a personas que empiezan a dar sus primeros pasos con sus poderes psíquicos. >> explicó Hitomi mientras comenzaba a caminar de nuevo y tranquilamente hacia el edificio del que habían venido, aunque desde la espalda era imposible ver si sonreía, a través de su voz mental se sentía que así era << Para una alumna con acceso a capacidades de tercer nivel, es juego de niños, y yo tampoco hice mi papel interfiriendo en tus intentos de completar el ejercicio >> agregó << Pero me ha sido de gran ayuda para conocer un poco más de tus habilidades, verte en acción y conocer un poco más de ti >>

Se detuvo y se giró levemente para mirar a los ojos de Aiko, aunque rápidamente enrojeció y dirigió su mirada al frente de nuevo.

<< Me gustaría tomarte como alumna. Si aún lo deseas, claro >>

“De modo que el objetivo sí que era, en parte, desesperarme.” El pensamiento sí que arrancó una que Hitomi no pudo ver puesto que se encontraba de espaldas. Ambas se miraron a los ojos. Era extraño para Aiko que le sacase una cabeza a alguien que pasaría a denominarse su maestra.

Había visto a la chica inclinarse ya en varias ocasiones y comenzaba a entrever el significado de aquel gesto. Esperando no tener una falta de etiqueta demasiado grave, Aiko se inclinó levemente, quedando su cabeza a la altura de la de su interlocutora.

- Sería un honor. - respondió de forma ceremoniosa.

Hitomi, aún de espaldas a Aiko sonrió alagada, sin perder los colores. Estaba muy nerviosa... pero si quería ser una buena maestra para ella no debía dejarse llevar por los nervios y su timidez.

<< Desconozco los pormenores, pero estoy segura de que será necesario que realicemos un registro como mi alumna en la academia de psiónica. >> comentó mientras comenzaba a caminar de nuevo.

Tras unos pasos, se percató de que necesitaría saber un par de cosas más sobre su alumna si iban a tener que encontrarse más veces.

<< Antes mencionaste que vienes del exterior de ésta ciudad. ¿Tienes asignada una residencia? >>

Aiko desconocía totalmente los pormenores de la burocracia, tanto de la escuela como de la ciudad.

- Puede ser. - respondió dubitativa a la primera pregunta mientras emprendía su marcha tras la joven maestra. La segunda pregunta la dejó algo descolocada. - No tengo casa. Ni siquiera tengo algo de diner, no podría pagarla. Nunca he tenido una casa propia...

Se dio cuenta de que estaba caminando distraida a un paso demasiado ligero para la estatura de su acompañante y redujo el ritmo, sonrojándose un poco.

Hitomi se detuvo al escuchar la explicación de Aiko. Se giró para mirarla de reojo y enrojeció levemente.

Boqueó levemente un par de veces, como si fuese a decir algo, pero finalmente se comunicó con ella usando su voz mental, como de costumbre.

<< En mi casa hay muchas habitaciones vacías... >> paralelamente a las palabras, la imágen de una pequeña mansión de estilo oriental a la sombra del gran castillo del centro de la ciudad apareció en la mente de Aiko, luego la vista cambió al interior, donde si bien había muebles, eran escasos y muy separados entre sí... estando las habitaciones dominadas por el espacio vacío y el polvo << Y necesitamos a personas que puedan ayudar con la limpieza y la cocina. >> le propuso << Estoy segura de que mi madre no se opondrá si deseas trabajar allí. Obtendrías techo y sueldo... y ya que vas a ser mi alumna, también sería más cómodo. >>

El ofrecimiento de Hitomi pilló a la joven totalmente desprevenida. Durante toda su vida, sólo dos personas habían realizado una oferta tan desinteresada como aquella: Seles y el explorador que la había llevado a aquel lugar. Estuvo tan confusa que ni siquiera preguntó su nombre.

- Pues... - titubeó un instante, abrumada. - Estaría encantada. No sabría cómo agradecerte esta oferta. Sin embargo... yo... no sé cocinar...

Durante todos los años de trabajos forzados de Aiko, había limpiado infinidad de habitaciones y muebles, hecho la colada y realizado innumerables tareas del hogar. No obstante, la cocina, era un espacio vetado para ella y no había tenido oportunidad de aprender.

Hitomi se puso roja hasta las orejas con la reacción tan animada de Aiko. Por suerte estaba de espaldas a ella.

<< No es nada... >> pese a su arranque de timidez, su voz mental continuaba sonando tan serena como siempre << Y no te preocupes por la cocina, siempre puedes aprender o ayudar en otras cosas. >> agregó mientras caminaba hacia el edificio.

Se detuvo justo antes de entrar.

<< Normalmente en la ciudad asignan algún techo para dormir incluso a los recién llegados sin dinero... ¿hace poco que has llegado? >> rebuscó un momento en un bolsillo y sacó una plaquita de metal de pequeño tamaño, en ella aparecía su foto y sus datos personales, se lo tendió para que lo viese Aiko mientras apartaba la mirada avergonzada << ¿Dispones ya de tu propio carné de ciudadana? De no ser así, podemos ir en cuanto terminemos aquí. El lugar está cerca de mi hogar, así que no nos desviaremos demasiado. >> le propuso.

De nuevo, Aiko estaba algo confusa con su desconocimiento del funcionamiento interno de la ciudad. Llevaba apenas unos días allí pero no había tenido noticias sobre aquel trámite o la asignación de residencias. Miró durante un instante la pequeña placa metálica. La imagen de Hitomi algo sonrojada podía verse con claridad.

- No... no tengo carné ni residencia aquí. Apenas llegué hace un par de días. Cuando iba a informarme, ocurrió el incidente del meteorito y se me fue totalmente de la cabeza. - la mente de la joven comenzó a atar cabos gracias más a su sentido común que a su inexistente conocimiento burocrático. - Tal vez, ni siquiera pueda ser oficialmente tu alumna si no vivo en Statera de manera oficial.

Devolvió sin detenerse demasiado el documento a su dueña, meditabunda por el hecho que ella misma acaba de plantear.

- Supongo que lo mejor sería pasar ha hacerme el carné y evitar futuros contratiempos.

Hitomi escuchó silenciosamente y sin interrumpir la explicación de Aiko. Al final inclinó la cabeza.

<< No te preocupes. Ya que estamos aquí, deberíamos probar si no hay problemas en realizar ahora tu registro como mi alumna. Es posible que podamos traer el carné más tarde. >> explicó mientras cruzaba finalmente a la entrada << Ayer cuando hubo el ataque, yo estaba fuera de la ciudad, y no tengo todos los detalles. ¿Tú lo viste en persona? >> le preguntó mentalmente mientras accedía al interior del edificio.

La joven asintió. Por probar, tampoco perderían nada. Su rostro se agravó cuando Hitomi comenzó a hablar del ataque. Aún tenía fresca la sensación de impotencia cuando aquel desconocido inmovilizó a toda la élite de la ciudad.

- Sí. La primera parte del ataque pudo verla todo el mundo desde la calle. Una bola de fuego enorme caía sobre Statera. Afortunadamente, las fuerzas de seguridad la detuvieron. - contaba lo ocurrido con voz neutra, como si le hubiera ocurrido a otra persona. - Luego, muchos de los que estábamos dispuestos a ayudar nos reunimos en el interior del castillo y una especie de constructo mágico atacó a MM que acababa de personarse allí. Ese ser fue capaz de controlar a todos los presentes con su poder psíquico. Era muy poderoso. MM fue capaz de darle un golpe u se batió en retirada. El gremio de magos e invocadores se estaba encargando de rastrearlo, creo.

Aiko se quedó unos instantes vagando por ese recuerdo, tratando aún de asimilar lo que había ocurrido pocas horas atrás.

Hitomi se ladeó tímidamente para mirar de reojo a Aiko mientras explicaba el cómo ocurrió todo.

-Mmm... -por primera vez desde que la había conocido, Hitomi hizo un sonido con la boca, no más que una mera expresión de preocupación.

<< No suena bien... espero que los magos sean capaces de encontrarlo. >> dijo mentalmente mientras se giraba de nuevo y caminaba por los pasillos del edificio << Siento que tuvieras que ser recibida por un evento semejante a tu llegada aquí... >> agregó.

Tras un breve paseito, alcanzais el humilde mostrador que se encontraba en el interior del templo. El templo de psionica esta rodeado de un ambiente de paz y tranquilidad, y la gente suele estar meditando, asi que no habia mucha cola, pudiendo presentaros al recepcionista casi al instante de llegar.

-Buenos dias, ¿Que desean?-pregunta un hombre joven, sin abrir los ojos. Parece practicar algun tipo de poder sentiente, asi que no los necesita actualmente para detectaros

La pequeña Hitomi se acercó sigilosamente al mostrador, sin romper el ambiente relajado del lugar. Agradecía enormemente que el hombre permaneciese con los ojos cerrados... aunque supiese que éste usaba sus poderes para "verla", y ocupadas en ello veía a sus matrices psíquicas, le seguía siendo mucho más fácil tratar con él si no centraba sus ojos reales en ella.

<< Soy Hitomi Yoshida. Quería registrar a ésta joven que me acompaña como a mi alumna. >> le envió al hombre el mensaje mentalmente, incluyendo una imagen mental de Aiko << Su nombre es Aiko, y aunque actualmente aún no cuenta con su certificado de residencia, ahora mismo la acompañaré al castillo para ayudarla a iniciar los trámites. Si es necesario, ¿podríamos realizarlo ahora y mañana traerle el certificado? >> agregó, en previsión de que el hombre le pidiese el certificado de Aiko.

Por su parte, Aiko simplemente vio a Hitomi en silencio, quieta y mirando fijamente al otro mentalista.

Aiko, por su parte, abrió la boca al ver que su futura maestra no decía nada. Sin embargo, fue lo suficientemente rápida como para darse cuenta de que se comunicaba de nuevo mediante la voz que proyectaba desde su mente.

- Buenos días. - se limitó a saludar a la espera de la respuesta de lo que quisiera que Hitomi le hubiera dicho.

Se quedó algo colorada en silencio reprendiéndose por casi hacer el ridículo. No estaba para nada acostumbrada a codearse con personas con dones similares al suyo.

El hombre se queda un momento en silencio, evaluando la situacion.

-Normalmente pediria que las cosas se hicieran en el orden habitual, registrandose primero en la ciudad y luego en el Templo, pero puesto que es la Maestra Hitomi quien lo pide, podremos hacer una excepcion, aunque agradeceria que no lo tomara como costumbre-te dice amablemente mientras que ofrece unos papeles-Por favor, cubra este impreso

Mientras trabajas, puedes notar como otra persona se acerca por detras de Aiko. Al girarse, descubre un orondo mentalista que esta comiendo un bocadillo del que sobresalente varios tentaculos. 

-Pequeña...-le dice a Aiko-¿Nos hemos visto antes? Tu aura se me hace muy familiar...

Cuando el hombre mencionó que haría una excepción por ser ella, Hitomi no pudo evitar ponerse roja hasta las orejas y bajar la mirada con timidez.

<< Muchas gracias, tan solo no quiero que mi alumna deba hacer más viajes. >> le explicó mientras rellenaba la hoja con lentitud y cuidado. Claramente no estaba acostumbrada a escribir con los caracteres del latín << Con el incidente de ayer, la pobre chica se quedó sin hacer su certificado. Probablemente haya tenido que pasar la noche al raso. >> le comentó con cierta preocupación << Prometo que mañana traeré los documentos de su certificado. >> agregó, sintiéndose en deuda.

Había algunos campos para que los rellenara Aiko, así que se giró hacia ella y vio al enorme hombre que se estaba dirigiendo a su alumna. Hitomi dudaba que se conociesen de antes, pues Aiko le había dicho que había llegado ayer tarde a la ciudad, pero con su inocencia de quién no ha tenido que tratar con más hombres que los de su familia simplemente pensó que quizá se equivocaba y sí se conocían de antes. Por ello, permaneció a la espera de que Aiko terminara de hablar con aquel hombre para pedirle que rellenase sus campos.