Partida Rol por web

Cuando todos se han dormido y crees que Nadia también, la chica te coge de la mano. Te da un beso en el hombro. -Lo conseguiremos. Contigo. Estaré a tu lado. Todos juntos. -susurra. Y se duerme al poco. *

La cueva al final no fue tan mal hallazgo pese a lo accidentado. Aseguraba que no podíamos ser atrapados por detrás y que no había corriente de aire, lo que desde luego ayudaría a la fiebre que le estaba subiendo a Violet. 

La lluvia me tenía demasiado atenta a los ruidos exteriores, así que mi cerebro no desconectaba ni cuando todos se iban quedando dormidos poco a poco por el agotamiento. Creo que yo seguía demasiado enfadada y por eso estaba atenta a la entrada de la cueva, a punto de saltar por si a Willy se le ocurría volver.

Nadia... La tenía al lado contrario que AJ, y empezaba a ver que me acabaría convirtiendo en ella si alguien más me traicionaba. Esa idea me daba miedo. Quiero creer... que sus palabras me ofrecieron algo de consuelo, que si teníamos que acabar solas, estaríamos solas juntas. Pero no se lo quise decir y pretendí dormirme también hasta que se hizo real.

[...]

El amanecer es fresco, pero es algo que sólo noto cuando nos vamos separando en lo que Vi nos despierta. No puedo evitar sonreírle al verla moviéndose, en mejor forma que anoche, y hasta le toco la cara para comprobar su temperatura. 

— Alguien ha descansado; me alegro. 

Tras estirarme, me acerco a recoger las botellas de agua de todos y compruebo con el oído atento alrededor. Lo último en que me acabo fijando es en lo que parece humo en la distancia.

— AJ, ven un momento —le hago gestos para que se acerque mientras me agacho: ya sabe que eso es para que se me suba a los hombros, pero como siga creciendo más dejaré de poder. — ¿Lo ves?

A pesar del desaliento, o tal vez precisamente por este, no tardo demasiado en caer. Me levanto sorprendentemente descansada si es que se puede decir, dadas las circunstancias. Cosas de tener un techo encima, supongo. Dentro de lo que cabe hemos tenido suerte de encontrar un refugio, de reponer el agua y los suministros... Y aunque no sea práctico, no puedo evitar desear que fuéramos más para compartirlos. 

Antes de despertar a mis amigos me tomo un instante para levantarme y asomarme a la entrada de la cueva, buscando desentumecerme con esos pocos pasos y refrescarme con algo de brisa. Cierro los ojos para sentirla durante un instante hasta que me siento lista para despertar a mis amigos.

- Gracias Clem. - Le sonrío ligeramente, de verdad por primera vez en lo que se siente una eternidad. - ¿Cómo habéis dormido vosotros? - Me preocupo de vuelta, pero entonces veo algo en su mirada, algo en lo que se fija en lo que yo no lo había hecho hace un instante entre mi sueño y los colores ya oscuros del cielo, un color más negro aun, que extrañamente, aunque me aporte dudas, mayormente me transmite esperanza.

- ¿...Creéis que nos ayudarán? - Comparto ese sentimiento encontrado, la salvación o la perdición. Ojalá que no se de el caso, pero sabemos de sobra que a veces, la gente puede ser peor que los propios monstruos. 

-Lo veo, Clem. Humo. -responde AJ. Se vuelve hacia Vi- La gente siempre es mala. -hace una mueca de pesar- Bueno, no siempre.

Todos se asoman, miran a esa columna de humo. -No está muy lejos, ¿no? Estoy bien, agarrotado, ¿y tú, Vi? -dice Omar, adormilado.

-Por la tarde podríamos llegar. Depende del camino -señala Nadia. Al poco, Louis os muestra su libreta.

Creo que no es un fuego de hoguera o chimenea. -su cara no es alegre, muestra una expresión neutral de cierto desconsuelo.

Un desayuno frugal y en marcha. Fresquito y barro. No hay monstruos, no hay lluvia, solo el cielo plomizo que amenaza con caer sobre vuestras cabezas pero no lo hace en toda la jornada. Omar va renqueante, arrastra las secuelas de su herida, el color de su cara es algo macilento. Por su lado, Violet tiene uno de esos buenos días, la fiebre solo son décimas. Su cuerpo sigue luchando, aunque conforme avanza el día y la caminata,  la chica va perdiendo fuelle y su fiebre gana terreno.

El bosque es denso, pero los senderos transitados por los escasos animales son visibles. Entrada la tarde, pasadas las cinco, alcanzáis el lugar donde el humo tiene su inicio. A cubierto por la espesura, desde cierta distancia, observáis. Se trata de una granja aislada, casa principal, granero, un almacén separado un pozo, un corral más allá, con un par de cabras y algunas gallinas. El granero está reducido a cenizas, lo mismo que el almacén, medio derruido, de esas edificaciones surgen las volutas de humo, que disminuye igual que la luz del día.

Hay varios cadáveres apilados a un lado, lejos, no sabéis el número, cuatro, cinco. En las vallas del corral hay un hombre de mediana edad, sentado, la cabeza agachada, los brazos en alto y atados a las maderas. Tiene la cara ensangrentada y junto a él, en el suelo, se extiende una mancha de sangre seca. Frente a la puerta abierta de la casa hay dos personas, un chico de unos veinte años, y una muchacha bastante más joven, adolescente. Ambos fuman, van bien armados, pistola y cuchillo al cinturón, un fusil en las manos. Ropa sucia, botas, mochila. Parecen como de guardia.

-Mierda. -susurra Nadia, apretando con fuerza su lanza.

-Mejor nos largamos, ¿no? Media vuelta -apunta Omar, que ya retrocede. Louis le detiene con una mano en el hombro. Mira intensamente a la escena, apretando las mandíbulas. 

Después de una buena caminata encontramos el lugar de donde viene el humo negro, y por un momento me emociono y sonrío al ver a las gallinas y las cabras paseando por la zona. Pero luego veo esa otra escena, veo los muertos, veo el señor ensangrentado y atado, y veo a esos dos con armas montando guardia. Al final tenía yo razón, es gente mala. Bueno, probablemente el señor al que tienen retenido no sea malo, o al menos sea menos malo que esos... habría que ayudarle. Aunque Omar quiere irse.

- Hay que ayudarle. - digo, refiriéndome al señor atado, y aunque lo digo en respuesta a la sugerencia de Omar de marcharnos, al final desvío la mirada hacia Clem para ver si me apoya.

- Estoy. - Levanto los hombros al contestar a Omar, evitando ser negativa, pero sin ser deshonesta. Es más de lo que otros pueden decir. Sigo estando, que es algo, y ni tan mal como otras veces. Es la primera vez que me planteo en mucho tiempo que pueda sobrevivir sin haber encontrado medicamentos, con los que no esperaba contar de todas formas. Extrañamente, mi mejoría sólo hace más doloroso todo este desastre. La excusa para que Willy quemara nuestro hogar y esta misión desesperada de encontrar gente que nos pueda ayudar perdería todo su sentido. A lo largo del día, mi mente parece ir decayendo con mi cuerpo.

Y es que ni siquiera está claro que las personas que nos encontramos intención alguna de... Ayudar, aunque, por horrible que sea la escena que nos encontramos en esa especie de granja, no sabemos qué ha pasado. 

- No sabemos qué está pasando. - Contesto a AJ, cuestionando sus intenciones. Tampoco tengo claro que irnos sea lo mejor. Estábamos buscando gente, un refugio, ¿No? - ¿Y luego qué? ¿De vuelta a la cueva? - También es un plan de mierda, igual que esperar aquí a que nos den un tiro, pero joder, improvisar el día a día no es nada fácil. 

Si no es un fuego de hoguera, es una pira funeraria. O de quema de evidencias.

No sé por qué esas son las únicas opciones que me vienen a la boca cuando en la cabeza tengo aún la vívida imagen de Texas Two consumido por las llamas. Y eso me recuerda la furia que todavía guardo, esperando salir al exterior. Creo que es ella la que lleva mis pasos allá, en vez de decidir que reniego del resto de humanos de este planeta sean cuales sean sus circunstancias.

Odio tener razón...

Como en una especie de déja vu nos encontramos de nuevo frente a un refugio quemado, vidas lanzadas al abismo por la acción del fuego. Y gente armada, muy bien armada. Nuestras pistolitas, la lanza de Nadia y mi arco no son enemigo para armas de fuego automático como esas: no estamos preparados. Pero aún así siento el antojo de ese rifle, toda la protección que podría brindarnos. De hecho ni me había fijado en el hombre sometido hasta que lo señala AJ.

— Exacto, no conocemos la situación y estamos en muy clara desventaja si queremos intervenir. Tampoco sabemos qué nos espera en el interior de la casa que podría jodernos incluso si nos coordinamos a la perfección para eliminar a esos dos guardias. Si vamos a hacer algo deberíamos comprobar primero el interior, asomarnos por una ventana o como sea.

Transcurren los segundos, un minuto, no sucede nada relevante. Esos dos de centinela, apenas charlan entre ellos, monosílabos, alguna risa. Miran alternativamente adentro de la casa, luego hacia el bosque o al tipo atado. Tienen cigarrillos, y eso sí que es rato, ¿quedan cigarros en el mundo? 

-No podemos regresar a la cueva. Yo no quiero - asegura Nadia, muy decidida.

Tal y como asegura la mayoría, no es seguro lo que sucede ni lo que ha pasado. No hay blancos ni negros, sino grises, en realidad siempre ha sido así. Quizás no importe quién ha hecho qué, quién es el malo, si lo es, o bueno, si lo es. La moralidad queda atrás, interesan los alimentos, las armas, el equipo. ¿Así va a ser? 

-¿Y si esperamos a que se marchen y luego nos quedamos en la granja?-pregunta Omar, esperanzado.

Louis escribe deprisa -Este parece un buen sitio como para que lo abandonen. 

Finalmente rodeais la zona para intentar llegar por detrás de la casa, que no es muy grande, siendo los demás quienes les dais cobertura con las pistolas y resto de armas. Después el resto los sigue, sigilosos, sin levantar sospechas ni casi ningún ruido. Una ventana, se ve la pieza principal, hay una mesa y sillas volcadas, un sofá. Hay un cadáver en el suelo, una mujer de edad indeterminada, un charco de sangre nace debajo de su cuerpo. Desde otro ventana a unos metros, se puede observar la entrada principal desde dentro, y unas escaleras que suben. Hay otra puerta abierta en esa pared, pero no se puede ver su interior. 

Louis prueba y esa ventana no está cerrada, sube un poco con facilidad, es de esas que se abren hacia arriba. 

-Ya se que puede ser una tontería, pero...¿y si nos presentamos a ellos? -propone Omar, nada convencido de sus propias palabras.

-¿Qué dices? En cuanto asomemos la nariz nos la vuelan -responde Nadia. Mira a Violet y a Clem. - ¿Entramos y a por todas? ¿O nos largamos? 

-¿Una distracción? ¿Dos grupos? -escribe Louis *

-Pero...podríamos esperar a ver qué pasa -insiste Omar, nervioso.

— Merecemos algo más que una cueva fría, especialmente en nuestro estado —tuve que decir, poniendo una mano en el hombro de Vi pero sin perder el rifle de vista.  Se ha convertido en una extraña obsesión, quizás peligrosa.

La exploración del derredor de la casa no nos deja grandes opciones, la verdad. Sólo sabemos que, por donde podemos ver, la casa está vacía en la planta baja. Aún así eso es entre comillas.

— Omar, no estamos en condiciones de dar la cara; lo siento —cada vez me molesta menos ser directa con los demás pero la realidad es esa: no estamos en condiciones de hacer frente a nadie sin un factor sorpresa. El encuentro de anoche con los caminantes fue clara demostración. — Una distracción podría darnos más información sobre si hay más gente en la casa, eso sí. O podría entrar el más sigiloso de nosotros.

Miro a Clem. Yo misma no quiero volver a la cueva, pero sin ninguna información, intervenir es un riesgo demasiado alto. Omar no es el más sigiloso, Clem podría meterse en problemas con su pierna, Louis no podría hablar para defenderse o pedir ayuda, yo estoy enferma, y AJ es un niño. Eso sólo nos deja con Nadia.

- Podemos examinar el lugar y esperar para ver si averiguamos algo que nos ayude a decidir si debemos intervenir. No sabemos a qué distancia esta granja de su grupo. Nadia, tú te cuelas sin que nadie te vea y miras a ver qué puedes averiguar dentro. AJ, Clem y Louis te cubren, igual que a mi y Omar, quienes estaremos vigilando. - Sugiero. - Ten cuidado. Si encuentras gente ahí dentro, haz lo que puedas por que no te delaten. - 

- No quiero volver a la cueva. - pienso entre murmullos, casi sin darme cuenta, cuando Vi menciona esa posibilidad. Niego con la cabeza y aprieto los dientes, nadie me hace caso. Creen que es demasiado peligroso. Puede que lo sea, ¿pero qué no lo es? Pensábamos que caminábamos por un sitio tranquilo y nos atacaron los monstruos y mataron a uno de nosotros. Todo es peligroso.

Rodeamos la casa, y hay una ventana abierta. Todos proponen sus planes, y a mi me gusta lo de entrar a comprobar el terreno dentro de la casa. Pero parece que es Nadia la que va a entrar, y supongo que me parece bien.

- ¿Entonces nos quedamos en silencio mientras Nadia se cuela? ¿O los distraemos por si acaso? - pregunto.

— AJ, ¿por qué no vas con Nadia y la cubres? Eres muy sigiloso y podrás cubrir sus espaldas —me hubiera gustado ofrecerme en su lugar, pero después de tanto caminar no sé si mi renqueo será precisamente sutil en una misión silenciosa. — Una distracción podría ganaros tiempo, pero no estamos en buena forma para competir con armas de fuego y temo que en el interior se pongan alerta si hacemos algo...

- Vale. - me sorprende que Clem no se ofrezca ella misma, pero respondo y acepto de inmediato. Me gusta ser útil, y me atrae mucho más la idea de entrar yo mismo que quedarme esperando. Asiento ante Clem y le dirijo una mirada de que puede confiar en mí, y luego miro a Nadia. - Yo te acompaño. - le digo.

Miro a Clem, sorprendida por que confíe suficiente en todos como en el estado en el que estamos para mandar con Nadia al pequeño AJ, que confíe suficiente en él.  - Si a ti te parece bien... - Me conformo con la respuesta del pequeño. AJ sin duda puede ser de los más ágiles. - Tened cuidado. - 

AJ se cuela por la ventana, después de Nadia. No son dos personas que se tengan un gran aprecio, pero en estos últimos días el grupito ha hecho mayor piña y han limado asperezas. La chica ayuda al niño a pasar sin ruido alguno. Los demás afuera, expectantes y vigilantes. 

AJ y Nadia cuchillo en mano (Nadia deja fuera sus dos lanzas), descubren una estancia amplia, una chimenea apagada con troncos apilados al lado, sobre el sofá una mantita de color azul. Hay sangre aquí y allá. En una de las paredes la cocina pequeña, unos platos con pan, queso y manzanas. En otra pared un armario, estantes, con botes de cristal, de madera, de arcilla. También algún libro, incluso en el suelo. Al lado del cadáver de la mujer, de mediana edad, se extiende el charco de sangre. Tiene una herida profunda en la sien, para que no se transforme. Y la puerta abierta da a un pequeño lavabo, hay un cubo con agua, un inodoro y el lavabo mismo. 

La pareja de fuera está más preocupada en vigilar el exterior que no el interior. Arriba se escuchan voces, masculinas y femeninas, son varias, no está claro, tres, cuatro, no parecen discutir, no se entiende lo que dicen. Y los de fuera apenas hablan, fuman y vigilan, nerviosos. Pero subir las escaleras en un gran riesgo, os pueden ver u oír los dos centinelas, ya que esa escalera está justo frente a la puerta de salida abierta. Nadia y AJ regresan junto a la ventana y os informan de todo esto. Nadia no se resiste a coger un buen trozo de queso, algo de pan y dos manzanas.

-Hay señales de lucha, es evidente. Pero seguimos sin saber si esto es un ataque, un saqueo o qué coño ha pasado. -susurra Nadia. Sus ojos oscilan de Clem a Violet. -Tomad, guardad esto. -os pasa los alimentos. *

De pronto, se escucha un disparo que procede de arriba. Uno solo. Y varias maldiciones. Desde fuera, la joven se toma eso con cierto pragmatismo.

-Jooodeeerr. Vaya mierda.

-La suerte que tenemos es que no han aparecido putos zombis. Pero no tardarán con el ruido y el fuego. Estate atenta, Ardilla. -responde el chico.

-No me llames ardilla, capullo. ¿te llamo yo capullo? Capullo. 

Nadia y yo nos colamos por la ventana en silencio y armados, solo por si acaso, mientras los demás esperan afuera. La habitación es grande y sería bastante acogedora si no fuera por las manchas de sangre y el cadáver de una mujer. Me la quedo mirando por si tengo que lanzarme sobre ella rápidamente, pero veo que tiene un disparo en la cabeza, así que ya es inofensiva. La gente de fuera está ocupada hablando y no nos hace ni caso, así que exploramos un poco y Nadia toma un poco de comida para llevarnos.

Yo también busco si hay algo de comida por la zona, o algún cuchillo o arma que pueda llevarme disimuladamente. Tienen que ser cosas pequeñas para que no se den cuenta... Y entonces se escucha el disparo. Me sobresalto, pero me muerdo el labio para no gritar. Es algo que he aprendido a hacer. Miro a los demás con cierta urgencia...

Meto enseguida la comida que nos pasa Nadia, agradeciendo su iniciativa. No nos va a sobrar, desde luego. El disparo nos sobresalta a todos, evidentemente, pero trato de hacerles señales de calma a los demás para que el susto no les lleve a hacer ruido. Trato de agudizar el oído, pero no le siguen más disparos...

— Suena a una ejecución —susurro. Eso es bueno para nosotros, creo.

AJ también se lleva unas manzanas y, en un cajón, encuentra un cuchillo de comida, normalito. Estáis a la expectativa, Nadia y AJ dentro, el resto fuera, junto a esa ventana. Se escucha entonces el crujir de los escalones bajo el peso de las pisadas que descienden. Nadia se oculta rápidamente detrás del sofá, Alvin lo mismo. 

Desde la ventana observáis a los que bajan. Un hombre grande y fuerte, de más de cuarenta años, pelo y barba negros y largos. Otro chico con barba negra, más joven. Y una mujer de unos veinte, media melena rubia, una cicatriz en la mejilla. Se les ve en buena forma, ropa algo sucia pero en buen estado. Y armados. Pistolas, cuchillos, y el chico carga a la espalda un fusil. 

-Ya está. No quiso entrar en razón. -dice el alto y más mayor.

-¿Y qué hacemos con ese, papá? -pregunta la muchachita de fuera.

-Es un cabrón hijo de puta.

Risas. Al poco, un disparo desde el exterior. -Nunca más joderán a nadie - la voz de la otra joven.

-¿Vamos a quemar la casa?

-No. Para nada. Idiota. Es fabulosa…

-La quemamos. Como siempre. No quiero nada en pie. Nada que sea anterior al renacimiento. Ardilla, John, pillad toda la comida, revisad el interior. Lex, Lina, los animales. Moved el puto culo.-la poderosa voz se impone y ninguno de los jóvenes protesta. 

Nadia se muerde los labios, agarra con firmeza su cuchillo. 

-Vámonos corriendo, va, saltad por la ventana, deprisa. -insiste Omar.