Partida Rol por web

Tres personas bajan del piso de arriba, los tres armados y en buena forma, y Nadia y yo nos ocultamos detrás del sofá para no ser vistos. Al principio no estaba del todo seguro de si eran buenos o malos, pero después de escuchar la forma en la que hablan ya lo tengo bastante más claro. Quieren quemar la casa, una casa tan útil como esta que podría ser un buen hogar si se cuidase, y además hablan de un renacimiento o nosequé. Tonterías de gente que no está cuerda.

Nadia agarra su cuchillo, Omar nos dice que nos vayamos. Yo le pongo una mano en el brazo a Nadia y la miro, porque parece que está a punto de saltar a por ellos y me preocupa.

- Vámonos. - le digo en susurros. Son demasiados, están en buena forma y nosotros no. Ya hemos sacado algo de aquí, al menos. Un poco de comida y un cuchillo.

La verdad es que podríamos haber sacado cosas más útiles de esta misión suicida, pero yo escojo quedarme con la información: claramente es un grupo organizado, con los recursos para sobrevivir y mantenerse en forma. Y parece que se dedican a eso, asaltar y destruir.

"El grupo perfecto para Willy", se me escapa pensar cínicamente.

Una verdadera mierda que estemos en nuestro momento más bajo. Sigo obsesionada con ese fusil. Y debo admitir que salvar la casa también me atrae. Pero por ahora lo importante es sacar a Nadia y AJ de dentro; me asomo un poco a la ventana para asegurarme de que están bien y de que tienen la vía libre.

No podíamos haber elegido peor momento para mandar a nuestros amigos, con gente armada a punto de registrar la casa. Maldita sea. - Si los van a pillar, saldré a hablar y distraerles. - Digo a los chicos. - Así podremos ver cuales son sus intenciones y ganar tiempo. - Insisto en mi ofrecimiento, seria. Estoy claramente enferma... Frente a alguien así, dice mucho de ti el que decidas cuidarlo o rematarlo. 

— Vi, ¡no! —trato de ordenar, pero entre que no puedo alzar demasiado la voz y que estoy más preocupada que enfadada de verdad no queda muy creíble. Sé lo que está haciendo y no me gusta un pelo. — No podrás huir...

- Es para que ellos puedan huir si los van a encontrar, y vosotros. Ya los has oído, van a registrar la casa. No podemos dejar que los encuentren, es mejor que sólo los distraiga uno. - Trato de razonar con Clem. - Estamos hablando de AJ, Clem. - 

Si es que tiene razón... ¡Y a la vez no! ¡No tiene las fuerzas necesarias para ser cebo! Es básicamente carne de cañón...

Pero acabo gruñendo y apartando la mirada como una cría contrariada, maldiciendo por dentro, cuando saca a colación a AJ. 

- No voy a salir si no hace falta. - Reafirmo seria al insistir, con el ceño fruncido al ver cómo le afecta. Puede no gustarle, pero es lo necesario, al ser yo la que menos lo es en el grupo. Tampoco es que me quiera entregar, ni que espere que me vayan a dejar sin más si siguiera conmigo bajo el encuentro. 

No es necesario que Vi intervenga. AJ y Nadia se las apañan bien para saltar afuera a través de la ventana, muy rápidos, decididos, sin errores. Los dos jóvenes armados se mueven con cierta parsimonia, empiezan a llenar sus mochilas y cualquier cosa que les interesa, pero sobre todo los alimentos y bebidas.

En el exterior, los otros se encargan de los pocos animales domésticos. Vosotras os escondéis bien, los seis como una sola persona, alrededor de los laterales de la casa. Pero la van a incendiar si es que iban en serio. Y os cogerán a no ser que corráis aprisa hacia el refugio del bosque. 

-Esos dos están atareados, los de la casa. Podemos pillarlos desprevenidos. Un golpe rápido, somos más que ellos, un ataque por sorpresa, a los de dentro y a los otros. -propone Nadia

-¿Y qué pasa con el jefe? Es todo muy arriesgado. -protesta Omar- No lo veo. 

¿Y si nos hablamos con ellos? ¿Unirnos? Tal vez necesiten gente. -escribe, dubitativo, Louis. 

-Nos volarán la cabeza en cuanto la asomemos. -no está de acuerdo Nadia. Siempre la más guerrera, la más decidida, pero también la más peligrosa en sus reacciones. Aunque durante todo el viaje no ha desobedecido una sola orden de Clem o de Vi.

- No nos podemos unir a ellos. - replico a Louis, mirándolo. - Son violentos y muy raros. Dicen cosas de un renacimiento. - explico, aquellas cosas sonaban muy extrañas para mi. - Quieren quemar la casa porque es anterior al renacimiento o algo así. No me gusta la gente que va quemando casas. - digo, apretando los dientes mientras pienso en Willy.

Por suerte podríamos tener una salida limpia, pero Louis propone algo interesante. No es que no piense como Nadia ni mucho menos; estoy segura de que matarnos sería lo más fácil para ellos... Si no estuvieramos en horas tan bajas ni me lo plantearía.

— Corred, escondeos donde podáis pero quedaos cerca con lo que hemos robado. Tú quédate conmigo, AJ —les pido. — Intentaré mediar yo, y quiero pensar que no dispararán a una madre con un niño —alguna vez ya había utilizado esa estrategia que yo consideraba bastante ruin. No es mi culpa que funciona más veces que las menos, pero también es cierto que han sido momentos muy desesperados en los que he tenido que recurrir a ello.

La mayoría del grupo niega a la inesperada decisión de Clem. Nadia abre mucho los ojos, lo mismo que Omar. Louis asiente. Vi se muerde la lengua, calla. Y la jefa toma de la mano a su "hijo" , mientras que los demás se escurren por las cercanías del bosque, detrás del tronco de un árbol, tras unos matorrales, o algún desnivel.

Los cuatro empuñando sus pistolas, listos para lo peor, con el corazón encogido -¿Por qué has tenido esa sugerencia, Louis? Eres idiota. -protesta Nadia.

Clem y AJ aparecen de la nada, con calma y gestos de paz. Pronto, dos fusiles, dos pistolas y un revólver encañonan a ambos.

-¿De dónde cojones salís?

-¿Quiénes sois? Las manos en alto, ¡ya!

-Ni un puto paso más. Lina, John, revisad los alrededores. -ordena el tipo grandote de la barba, el jefe. Sus ojos van y vienen del niño y la chica a la casa y al bosque- Tira las armas que lleves, chica. Y el crío, que ya me se las tretas. -su voz es serena, firme, con un toque de incertidumbre, entretanto os observa con una mirada aguda e intrusiva.

No tengo problema en levantar los brazos, uno de los de AJ en el proceso porque me niego a soltarle. Y bueno, es mi única arma porque mi arco no tiene flechas, mi cuchillo lo tiene él...

No creo que los demás se dejen encontrar, y si acaso, aprovecharán esa oportunidad para quitarlos de en medio.

— Haz lo que dice, Alvin... —le pido. — Yo no llevo nada más que el arco de mi espalda.

Clem y yo nos acercamos a los desconocidos, y estos no tardan nada en sacar las armas y apuntarnos. Menuda panda de violentos. Entiendo que sean desconfiados, pero es que además sueltan un montón de tacos. No me gusta nada esta gente, pero alzo las manos también cuando nos lo ordenan.

- Vale... - murmuró con voz de asustado cuando nos piden que tiremos las armas y Clem me dice que les haga paso. Estoy fingiendo, claro. No es que esté tranquilo con tanta gente apuntándonos, pero en el pasado el numerito del niño asustado siempre ha logrado que se confíen. Así que saco mi cuchillo con lentitud y lo tiro al suelo frente a mi.

Es un argumento casi tan convincente como el de mi enfermedad, así que tengo que joderme y morderme la lengua. Espero tensa, escondida, lista para atacar de ser necesario, o para soltarlo todo y salir de mi escondite como apoyo diplomático, dependiendo de la situación. 

-No has respondido. Habla ya. El gatillo de mi pistola está flojo -el grandote de ojos crueles va en serio. 

 *

Clem y Alvin depositan sus armas en el suelo, alzan los brazos. Lina y John empiezan su cacería aquí y allá. Vi y os demás pueden observar que están nerviosos, no buscan con detalle pero sí que se mueven rápido, hacia el otro lado del bosque. Pronto tuercen sus pasos y se van acercando a la posición del grupito. El chico lleva una pistola y la muchacha el fusil. 

¿Os encontrarán? Louis hace recular un poco a todos, cada uno oculto aquí y allá, separados unos metros. Las armas preparadas, en corazón en la boca. 

El jefe apunta a Clem y AJ. Aguarda contestación. -De rodillas. -masculla con acritud en la boca. 

Intento arrodillarme, ser obediente y no provocar a alguien que no tiene ningún control de arma de fuego. Por dios, si hasta AJ tiene más sangre fría que este tipo; si arrancáramos a correr no creo que lograse acertarnos a ninguno de los dos con ese nervio.

Pero mi estúpida pierna me lo pone difícil, tensa de la caminata y la situación se niega a doblegarse sin obligarme a poner una mueca de dolor.

— Me llamo Clementine, y él es Alvin. Y no, no estoy mordida: es una vieja herida —me adelanto, pues han debido notar lo que me ha costado ponerme de rodillas. — Sólo necesitamos ayuda, nada más.

Y no veas lo que me jode por dentro tener que pedirla a estos tipos sin poder enfrentarlos...

El tipo este nos apunta con la pistola, y yo me arrodillo junto a Clem y bajo la cabeza para no mirar a esta persona a los ojos. Esos ojos crueles que me dicen que no dudará en matarnos aunque no le hayamos hecho absolutamente nada más que estar cerca de él. Aprieto los dientes. Esta clase de personas me dan rabia, mucha rabia. Sabía que no se podía razonar con esta gente, con todo eso que decían del renacimiento y esas tonterías.

No digo nada, dejo que Clem hable. Tiemblo un poco de pura rabia, pero es posible que piensen que es de miedo. Eso me viene bien.

-Ayuda. ¿Qué clase de ayuda? -la serenidad del tipo cada vez se diluye más. Ha debido de tener encuentros delicados. La otra chica apunta con el rifle, lo mismo que el chico con su revólver. Sus ojos nerviosos miran aquí y allá, buscando.

-¡¿Algo por ahí, John? -pregunta a gritos la muchacha. John responde que nada. Esos dos se acercan a donde está el grupo con Vi, no los descubren. 

-El jefe insiste.- Clementine. Alvin. Todos tenemos viejas heridas. -os mira con detalle, una mirada intrusiva, intensa- No hay grupos por aquí. ¿Sois errantes? -hace una señal, y el muchacho se acerca para cachearos, coge el arco, y después niega con la cabeza hacia el jefe.

-Nada. Dos botellas de agua y unos pocos víveres.

El grandullón aguarda explicaciones. 

Me pone MUY de los nervios que me cacheen. Malas experiencias. Lo que tienen a favor es que soy muy consciente de la inferioridad en la que nos encontramos AJ y yo.

— Lo somos —"gracias" a un renacuajo traidor, quisiera contarles. Técnicamente es lo que somos ahora. No parece que hayan encontrado a los demás, pero tampoco estamos en posición de ser deshonestos. — No nos ha ido mal por nuestra cuenta hasta ahora, pero seguro que sabéis lo difícil que es dar con medicamentos cuando los necesitas...