Partida Rol por web

Justo entonces, vislumbras un ligero movimiento en la cortina de separación.

Inmediatamente te lanzas a uno de las filas de tu izquierda, donde te agachas junto al asiento central. El de ventanilla está ocupado por una mujer mayor que permanece inconsciente.

Te arriesgas a echasr un vistazo por encima del respaldo mientras oyes de nuevo la voz del Terrorista.

¡Escuchadme cerdos americanos! Grita el hombre con un marcado acento árabe, mientras agita su arma en el aire. ¡Este vuelo ha sido tomado bajo control de los gloriosos luchadores de la libertad de Al Qaeda! ¡Cualquiera que se resista se convertirá en un mártir para la causa y será sacrificado a mayor gloria nuestra causa!

Ahora apunta su arma hacia delante, lo que levanta gritos de miedo en los pasajeros que quedan despiertos.

¡Que todo el mundo se coloque en asientos apartados del pasillo central! ¡Ahora! ¡Poneos el cinturón y manteneos agachados! ¡Al primero que se atreva a mirarme a la cara le meteré un tiro! ¡¿Habéis entendido?! ¡¿Lo habéis entendido, joder?!

Mierda, voy atener que hacer algo, algo medio suicida, estos de al qaeda están muy colgados, y si no hacemos algo, estamos perdidos. Por ahora se que me apoya un decrépito con su bastón, je, ya somos casi una "legión".

Me hundo en mi asiento, con el cinturón en la mano, y comienzo a meterme los dedos en la boca para provocarme un vomitón.

Después del whisky aguado, los menéos, y los nervios, no me será muy difícil sacar todo lo bueno que llevo en mi interior.

Me concentro hundido en el asiento, rozándome la garganta, hasta que...

¡BUAAAAJ! ¡BUAAAAJ!

Comienza mi pequeña fuente color oscuro.

Asomo la cabeza por el asiento del pasillo, y echo la pota.

Me comienzo a levantar, y ando encorvado lo que sería media fila de asientos, mientras digo entre lloroso:

-No me mate señor, me encuentro muy mal. Señorita, me encuentro fatal, necesito vomitar, acerquenme una bolsa o algo.

¡BUAAAJ!

Me tiro un poco encima y en las manos, y avanzo la media fila enseñándole mi mano sucia, mientras lloriqueo y vomito.

Te incorporas a mitad mientras finges el mareo, pasando al pasillo central y llegando hasta la azafata morena, que te bloquea el camino. ¡No puedes avanzar más!

A su lado, la mujer con el niño se ha levantado, pero lo que no puedes dejar de observar es al Terrorista, que trata de apuntarte con su pistola, pero la azafata se interpone entre ambos impidiéndoselo.

Entonces, el secuestrador se mueve hacia la izquierda, sin dejar de apuntar, tratando de conseguir una línea de tiro despejada. Esta vez no te hace falta fingir, la nausea te llega de manera automática.

Por tu cabeza pasa un pensamiento fugaz. Esto es igual que el judo. En un segundo puede acabar todo…

Jugando con el ángulo para que me cubra la azafata, y escabulléndome hacia el asiento de la segunda fila, me siento rápido en el, y me abrocho el cinturón.

-No me dispare señor, ya me siento, ya me siento - le digo mientras me cubro la cabeza con la mano en acto de defensa- Haré todo lo que usted quiera, pero por lo que mas quiera, no me mate ni a mi ni a nadie.

Me siento en el asiento con cara de asustado, mientras le miro a los pies al terrorista, para no cruzar mi mirada con la suya.

En cuanto el Terrorista hace el amago de apuntarte con su arma, te escabulles en uno de los asientos, agachándote y colocándote el cinturón mientras ruegas que no te dispare.

Los siguientes segundos te parecen siglos, mientras permaneces con todos los músculos en tensión, esperando oir el disparo, esperando recibir el impacto. Nunca te han disparado, pero sí que te han golpeado muchas veces. Sin embargo, siempre tenías la opción de defenderte. En esta ocasión estás indefenso. Te das cuenta con alarma que aunque no pueda dispararte directamente, podría abrir fuego contra el asiento delante del tuyo, y posiblemente las balas atravesarían la estructura y te alcanzarían.

Ahora mismo le ato. La voz es de la azafata morena. De Fátima. La muchacha se inclina sobre ti con una cinta para atarte las muñecas y entonces por fin te das el lujo de respirar de nuevo, al comprender que la intervención de la muchacha seguramente haya hecho que el Terrorista no te dispare.

Aliviado, dejas docilmente que la chica enrolle la cinta alrededor de las muñecas, pero enseguida sientes que lo hace sin apretar con fuerza, dejando algo de hueco con lo que las ataduras parecen firmes pero que con un poco de esfuerzo serías capaz de librarte de ellas.

Compartes una mirada con Fátima. La chica parece una mezcla de miedo, preocupación, pero también percibes fuerza en sus ojos y sabes entonces que si necesitas su ayuda, puedes contar con ella.

Cuando termina de “atarte”, pasa al lado para hacerlo con los pasajeros del otro lado. En tu interior saboreas este pequeño triunfo. Has logrado aproximarte más adonde está ese cabrón. Todavía tienes guardado el cinturón que te has quitado de tu cintura, preparado para usarlo cuando tengas oportunidad.

Fátima termina con los pasajeros de al lado y se mueve hacia la parte trasera del Boeing, lo que te permite ver a tu vecina de fila. Es una mujer. Y a su lado te parece ver a un niño. Ya recuerdas, es la madre que se sentaba unas cuantas filas delante de la tuya.

Ella te mira, pero en lugar de encontrarte con la mujer aterrada por la situación que esperarías, ves a una luchadora. Alguna vez te has encontrado con una mirada como esa en oponentes durante enfrentamientos en campeonatos de judo, y en esos momentos sabes que tienes la pelea perdida de antemano. Alguien con esa mirada no se detendrá ante nada para conseguir lo que se propone.

En ese momento unas piernas pasan a tu lado. Las de una mujer. Al estar agachado no te has dado cuenta, pero una mujer ha pasado por el pasillo siguiendo a Fátima hacia la parte trasera del avión. Te giras en tu incómoda posición agachada y puedes ver que se trata de otra azafata, la bajita pelirroja.

¿Qué? Descubres de pronto que la chica lleva una pistola en la mano, y con ella encañona a Fátima.

Medio agachado en mi sillón, observo el gesto de la chica, y le susurro:

-Pst, pst, señora.

Espero a que se gire:

-Pst pst, señora, si, usted, tengo un plan, y por la posición en la que se encuentra, usted podría ayudarme.

Miro a los lados, y prosigo:

-Hemos de esperar a que las azafatas vuelvan a la otra parte, y entonces atraer aquí al secuestrador. Una vez esté cerca, yo lo intentaré reducir, mientras usted tendrá que hacer una cosa, que puede ser un poco dolorosa.

Me vuelvo a girar y vigilo mi alrededor:

-Cuando yo intente reducirle, usted le ha de quitar la pistola de una manera muy determinada, y es poniendo el dedo entre el martillo y el percutor de la bala. Posiblemente notará un golpe seco que puede que le parta la uña, pero eso será todo, y ya tendremos controlada esta parte del avión. ¿usted que opina?

Los ojos de la mujer te dicen que hará lo que sea necesario, y la determinación que muestran te dan todavía más confianza en que eres capaz de lograrlo.

Aprietas los dientes y continúas moviendo las manos en un movimiento circular, haciendo que las lazadas se aflojen aún más. Un par de minutos más y las tiras estarán tan flojas que serás capaz de liberar una de tus manos en cuestión de un instante. A tu lado, en el hueco entre tu asiento y el del pasajero inconsciente sentado junto a ti, has dejado el cinturón de cuero con la gruesa hebilla conmemorativa del campeonato nacional de judo del 2009. Empiezas a pensar cómo podrías usarlo, a visualizar tu ataque antes de que llegue a producirse.

Podrías usarlo como arma, a modo de látigo. Lanzar el extremo de la hebilla contra el rostro del Terrorista, para sorprenderlo y aturdirlo. O quizás contra la pistola que mantiene en su mano, lo que podría hacer que la soltara. Otra opción sería usar el cinturón sujetando ambos extremos y utilizarlo para atrapar su brazo, o su cuello si eres capaz. Inmediatamente después podrías hacerle una proyección o romperle el brazo. Una última manera sería usar el cinturón para distraerle, tirándoselo a la cara. De esa manera quizás consiguieras el segundo necesario para llegar hasta el pasillo central del avión y reducirlo en el cuerpo a cuerpo.

Pero todo esto son conjeturas. Como cientos de combates te han enseñado, tu estrategia previa siempre acaba por irse a la mierda en cuanto el combate comienza. Al final, tal y como te decía tu sensei:

Todo es cuestión de reflejos.

¡Tú! La voz del Terrorista hace que casi saltéis en vuestros sitios. ¡De pie, cerdo sionista!

Por un segundo tienes la sensación de que se dirige a ti, y que te encuentras en una versión de pesadilla del instituto, cuando el profesor te elegía para salir a la pizarra sin que tuvieras ni idea de la lección.
Pero no es a ti, sino a alguien de los asientos de delante. Decides arriesgar un poco y asomarte ligeramente para descubrir lo que pasa.

¡Has dicho que eras médico! ¿verdad?

Efectivamente. El hombre al que el Terrorista apunta ahora y que se ha puesto de pie con las manos atadas es el que antes se ha ofrecido ha ayudar cuando han ejecutado a la azafata. El de pelo cano.

Sí. Responde el hombre, con voz calmada a pesar de la situación. Lo soy.

El Terrorista asiente, satisfecho. Bien, ven aquí.

Podeís ver como, a punta de pistola, el árabe le hace moverse y le obliga a ir hacia delante, llevándolo a la zona de primera clase del avión.

El doctor va delante, el Terrorista un par de pasos por detrás.

Veo que el terrorista se va, y le gigo a Jeanette:

-Pst pst, señora, se ha ido el terrorista, hay que estar preparados, si la secuestradora que está detrás, llega antes que este tío, la reduciremos a ella en cuanto pase por delante nuestro,  haremos el mismo plan. -después de una pausa, le digo- hemos de hacerlo cuando sólo haya uno, y esté en una posición por delante nuestro, así, si luego vuelve ese tipo, lo podemos reducir cuando atraviese la cortinilla. Mientras estén los dos juntos, o uno detrás nuestro, no podremos hacer nada.

Le digo mientas comienzo a sacar las manos de mis ataduras.

El plan se perfila en tu mente. Sólo queda que se de la situación adecuada para llevarlo a cabo. Lo que te preguntas es cuándo será eso. Cuándo tendrás la oportunidad. Si es que la tienes.

Consultas tu reloj de pulsera para hacerte una idea del tiempo. Te da la impresión que han transcurrido semanas desde que esta pesadilla comenzó, pero sólo han pasado minutos. Calculas que quizás queden quince minutos o menos para llegar a Chicago, eso si no han variado el rumbo. Y luego ¿qué? No quieres ni imaginarlo, pero las imágenes del 11-S, de los aviones estrellándose contra el World Trade Center, aparecen de nuevo ante ti, grabadas a fuego en tu mente, como en la de tantos americanos. ¿Intentarán estrellar el avión? ¿Contra la Torre Sears quizás? Pensar en ello te atemoriza y te indigna al mismo tiempo. Si fueses ingenuo quizás pensarías que no va a ser así, que esto es un secuestro normal (¿puede ser “normal” un secuestro aéreo?), que sólo quieren dinero, o alguna reivindicación hippie. Pero no te haces ilusiones. Están haciendo esto en esta fecha en concreto, diez años después, lo que significa que buscan el mismo final…

Mientras, la mujer de tu lado escucha tus palabras, escucha tu plan. En sus ojos lees que cuando el momento llegue, estará a tu lado. Ahora sólo queda esperar.

Un parpadeo llama entonces tu atención. Se trata de uno de los televisores del pasillo central. No, espera, son todos. La imagen cambia de un canal a otro como si alguien estuviese haciendo zapping.

Entonces llega el disparo. El sobresalto hace que te muerdas la lengua y saborees el sabor de tu propia sangre.
¡Ha sido delante! De nuevo en primera clase. Miras de nuevo, asomándote por un lateral del asiento. La cortina de separación te impide ver lo sucedido.

Ha sido justo delante. Donde han entrado el médico y el Terrorista.

Despistándome un poco con la tele, y desatándome las manos (con muy poco disimulo, ya que no hay nadie que nos vigile), escucho lo que parece ser un disparo y  vuelvo a entablar conversación con la chica que tengo a  mi lado.

-Señora, señora, se ha oído un disparo en la parte delantera. Estese atenta, que posiblemente ahora el terrorista hombre esté ocupado ahí delante, y la chica va a pasar corriendo por aquí. Cuando pase por su lado, haga cualquier cosa para despistarla, y yo la atacaré desde atrás. Recuerde que es muy importante que la pistola no se dispare para que no avise al otro terrorista.

Se están volviendo locos, no se debe disparar dentro de un avión, eso es que les importa bien poco lo que nos pueda pasar a todos, así que tendremos que hacer algo rápido.

-En cuanto la tengamos reducida, la tiraremos en uno de los huecos que hay entre los asientos.

Espero que no la liemos, sería muy mala suerte acabar de esta manera, aunque últimamente, la muy puta no es que me sonría demasiado.

No te equivocabas. Ella viene de camino para ver qué ha pasado. Al arriesgar una mirada para atrás puedes ver como Fátima se aproxima deprisa, y te parece ver un reflejo pelirrojo justo detrás suya. Es la otra azafata, la Terrorista. Dentro de un momento pasarán, primero la morena, después a la que tienes que desarmar.

Sientes que se te seca la boca, es la sensación de cosquilleo justo antes de comenzar el combate, de no saber si ganarás o perderás. Pero en este combate, dependes de tu compañera. Le haces un guiño para avisarla, pero ella asiente y mira para atrás. Ya se ha dado cuenta de la situación y su mirada te dice que ella está preparada, así que más vale que tú lo estés...

Con la boca seca, el sabor amargo de la bilis, la posición perfecta, las azafatas viniendo, el terrorista en el otro lado, los disparos sonando, 5todo era perfecto para el fracaso, o la victoria.

Entonces veo que mi plan empieza a surgir tal y como lo he planeado, le digo a Jeanette:

-Pst, pst, señora, cuando la terrorista esté a tu altura, ponte a gritar señalando a la ventana, una vez esté despistada, yo salto sobre ella, y recuerde que no se ha de disparar la pistola. -Pienso unos segundos- si consigue arrebatársela, apunte a la cortina, y si el otro tipejo asoma la cabeza, ¡bang!

Casi suelto totalmente la cinta de mis manos, me agacho un poco para que no se vean, y cojo el cinturón de la mejor forma que se, cuando caigo en un detalle.

-Señora, si el terrorista entra por la cortina antes de que la otra pase por aquí, abortamos el plan.

Espero que haya oído esto último.

Retuerces en tus manos el cuero del cinturón. Te has librado de las ataduras de tus muñecas y del cinturón de seguridad y estás listo para saltar. Por encima del ruido de los motores del avión, de los gemidos y sollozos de los pasajeros que quedan conscientes y del retumbar del último disparo, puedes escuchar perfectamente el sonido de los pasos de las dos azafatas que se aproximan hacia ti, cada vez más y más cerca. No quieres arriesgarte a asomarte y que la pelirroja pueda descubrirte, por lo que tendrás que fiarte de tu oido.

Entonces, un pequeño ruido te hace mirar al pasillo, donde una revista cae. No, la revista no ha caido, la ha dejado caer la mujer de al lado. ¿Qué pretende?

Pero no hay tiempo, la primera azafata, la morena, llega a tu altura.

Coges aire y aprietas los dientes, tensando todos los músculos de tu cuerpo.

En ese momento se oye la voz amenazante del Terrorista. Y te quedas congelado.

¿Qué ocurre?

A tu lado está Fátima, o mejor dicho sus piernas, que se han detenido de golpe ante la aparición del otro secuestrador. Ha faltado tan poco para que atacases…

¿E-estás bien? La pregunta titubeante procede de la azafata pelirroja, la que está manchada de sangre.

Por supuesto que sí. Responde con voz cortante el Terrorista, y continúa con el mismo tono. ¿Has terminado los preparativos de la parte trasera?

La azafata parece haber perdido la voz, ya que dice en voz baja: No… yo he oido el disparo y…

¡Pues termina de una puta vez! La dura réplica resuena como un disparo, e inmediatamente después puedes oir los pasos de la pelirroja hacia la parte trasera del avión.

Fátima se agacha entonces, quedando a tu altura y a la de la mujer del asiento del otro lado del pasilo. La chica respira de manera entrecortada, pero os mira a ambos alternativamente y hace un gesto hacia delante con la cabeza mientras os susurra:

Ya no está.

La azafata os mira alternativamente, echa un vistazo atrás para asegurarse que la pelirroja no la está mirando y comienza a hablaros:

-Escuchadme. Tengo que llegar a la cabina de los pilotos como sea. Allí hay un arma y podriamos librarnos de ese par de locos.-

Fátima hablaba con decisión y con seguridad. Sabía que tenía que demostrar un gran aplomo para que confiasen en ella ya que lo que iba a decir sonaba a completa locura.

-Además...Yo puedo aterrizar este avión. Si no recuperamos el control pronto no serán los terroristas los que nos maten. El propio gobierno nos derribará. Parece que Kate se ha olvidado de mí, supongo que pueda seguir "atando" pasajeros en primera clase pero necesitaré que alguien atraiga al pseudo-arabe ese aquí y le entretenga unos minutos para poder acceder a la cabina y coger el arma.

Escucho a la otr5a azafata, y con cierto recelo, ya que no tengo claro que sea una terrorista o no, ya que por lo visto se mueve con bastante libertad por el avión, le digo:

-Necesitamos que los terroristas estén separados el uno del otro, y en diferentes partes del avión, sin contacto visual.

Pienso un momento.

-Y a ser posible, que estén por delante nuestro, no por detrás. A ver si puedes ayudarnos en eso. En cuanto caiga uno, el otro ya estará casi que eliminado. Su poder se basa en que son dos, si sólo fuese uno, no podría hacer nada.

Demasiado arriesgado-insistió la azafata- De verdad, con ese TASSER en nuestro poder estarán reducidos. Solo necesito unos minutos a solas en primera clase.

Jeanette escucho con atención lo que decían. Sus planes, pese a ser una locura eran mejor que nada. Se le ocurrió una idea, incluso le serviría para alejar al pequeño de los disparos. Miro a Fátima y asintió con la cabeza.

-Tengo una idea-susurro con precaución. No le dio tiempo a decir nada mas pero si funcionaba podría separar a los secuestradores.

Miró de nuevo a los lados para asegurarse de que nadie los vería. Le corría un sudor frío por la frente y tragó saliva antes de hablar:

-Voy...-les miró antes de continuar, asustada- voy a decirle a esa chica, ¿Kate?, que nos lleve a mi hijo y a mi a la parte de atrás. Así mi hijo estará lejos de... bueno, de los disparos...-les miró de nuevo a los ojos. Aquello era los mas importante, la seguridad de su hijo y todo lo que hacía era por él- Eso la obligará a llevarnos a la parte de atrás con lo que quedará separada de su compañero...

No dijo mas. No hacía falta. Ellos tendrían que ocuparse del resto, aunque intentó pensar alguna forma de ayudar a retener en la parte de atrás a la terrorista pero ella no sería capaz de reducirla, no se le ocurría como. Se sintió impotente por no poder hacer nada mas, pero era lo mejor para el pequeño y aquello bastaba.