Partida Rol por web

Una vez en el exterior, os encontráis con Saint, que os espera aferrado a uno de los salientes de acero de la estación. Cuando os ve preparados, se impulsa y comienza el paseo hasta la Zvezda, que antes hicieran Padalka y Ford. Un impulso detrás de otro, aferrados a la estación, vais recorriendo el camino que os separa del módulo destruido, donde lo que antes vieran vuestros compañeros os aguarda.

Lo único que podéis escuchar mientras estáis fuera es el constante sonido de vuestra respiración, que rebota en el cristal de vuestro casco y os llega ligeramente distorsionado.

El aspecto exterior de la estación no parece tan grave... Hasta que cruzáis por encima del Zarya y véis todo el segmento lateral desprendido. El perfil de la estación se ha tornado asimétrico, con uno de los grandes segmentos totalmente desaparecido. Fragmentos de metal pendulan en un movimiento infinito, carentes de gravedad, y golpean a izquierda y derecha las paredes del Nodo 1. Apartando la vista del desperfecto, seguís vuestro trayecto hacia el Zvezda. Con un último impulso recorréis la distancia que os separa del Zvezda, y es entonces cuando comprobáis de primera mano el efecto del golpe.

Un enorme agujero, más grande que una persona, ha abierto en canal el lateral del módulo, permitiéndoos acceder desde fuera como ya hicieran Padalka y Ford. A través de la brecha observáis los restos del dantesco escenario que vuestros compañeros presenciaron, con algunos fragmentos de sangre aún flotando en el vacío. También quedan todavía restos de la piedra cubierta de símbolos, de tamaño similar al que trajo Ford. Pero sin duda, todo queda eclipsado cuando fijáis vuestra atención en el cubo. Nunca en vuestra vida habéis visto algo que se le asemeje. Las descripciones del piloto se quedaban cortas ante lo que tenéis frente a vosotros, pues ahora os podéis dar cuenta de que no encontraríais palabras para describir semejante objeto.

El tamaño no es lo que más llama la atención del cubo. Cada uno de sus lados medirá medio metro, y las aristas están acabadas en perfectos cortes. Su superficie no presenta ninguna imperfección: ni rasguños por el golpe, ni marcas, ni símbolos. Cada uno de sus lados es tan perfecto que no podéis hacer otra cosa que maravillaros ante tal obra. Y sin embargo, toda la perfección geométrica del objeto queda relegada a un segundo plano cuando miráis durante un momento su superficie. A pesar de que el resto de cosas de la Zvezda están teñidos por la mortecina luz roja, el cubo emite su propia luz. Su superficie es iridiscente, pero lo más llamativo de todo es que no parece sólida. Su coloración oscila en distintos tonos que oscilan del negro al azul, pasando por distintos matices de púrpura. Pequeñas ondas de color danzan en su superficie, como si estuviera compuesta de un fluido cuyo movimiento arroja distintos matices de luz. Sin embargo, la luz no es suficientemente fuerte como para iluminar la estancia. Las ondas no son tales, pues podéis asegurar que la superficie es perfecta. Los colores no deberían estar ahí, todo os dice que el objeto debería dar un matiz rojizo, como el resto de la estancia, pero parece ajeno a los colores que le rodean. Todo en el objeto os incita a pensar que es irreal, pero está frente a vosotros. Y después de un instante, hipnotizados, descubrís que os inspira a partes iguales curiosidad y terror. Un instante no podéis hacer otra cosa que observarlo, y al momento sentís que tenéis que huir de ahí lo más rápidamente posible.

Mientras preguntas a Ford, te sientes inquieto cuando decide marcharse sin más de la estancia, dejándote solo con el japonés. ¿Será verdad que él mató a Sarah? ¿Por qué Ford parece querer alejarse de él y evita contestar a su pregunta? Hay demasiadas incógnitas, y nadie parece dispuesto a solucionarlas. En este momento ya dudas de todos: la estación, la misteriosa mujer, el comandante, Wasabi, Ford... Solo te queda tu raciocinio para tratar de aclarar las cosas, y no estás seguro que tan cerca del posible homicida vayas a ser capaz de ello.

Mientras esperas la respuesta del piloto americano, te aproximas a una de las consolas para introducir los códigos necesarios. Accedes al sistema, sin quitarle ojo al japonés, que permanece en silencio, observándote, y realizas el control de seguridad.

El resultado no es en absoluto sorprendente, todas las conexiones permanecen cerradas y parece que nadie tiene acceso a vuestros datos. Sin embargo, Raynor dijo que volvería a contactar con vosotros sin problema. ¿Cómo piensa hacerlo? Sin acceso a los códigos del sistema sería incapaz de abrir conexión con la estación, a menos que vosotros mismos le deis acceso.

La respuesta de Ford parece hacerse esperar, y la atenta mirada de Wasabi empieza a inquietarte. En silencio, detrás tuya, te impide concentrarte con tranquilidad. Y el silencio del americano no ayuda en absoluto...

Ante las palabras de Grechko, y viendo como Ford sale sin contestar, monitoriza todas las constantes viales de sus compañeros desde los ordenadores de la enfermería y activa las alarmas para que le avisen en caso de cambios graves en lso mismos. Mientras se siente enfrente de Wasabi y comienza a hablar con él:

Compañero Wasabi, ¿como te encuentras?. ¿Recuerdas algo más de lo que paso en el exterior?

-¿Pero que ....?- es todo lo que dice el médico al ver aquello. Lo que hace acto seguido es detener su avance, mirar un poco hacia los lados y después, a modo de prueba, ilumina con el potente rayo de su linterna al cubo, tratando de ver si hay algún cambio.

En el momento en que Raf se descolgó del primer asidero, conectó la cámara de su casco. Si no había ningún percance, quedaría grabado el paseo espacial, con Saint a la cabeza, la brecha del Zvezda, el ambiente rojizo de su interior y...

Los ojos se le abrieron como platos al contemplar el cubo. Nunca había visto nada como aquello y jamás habría podido imaginar que tal cosa pudiese existir. De formas perfectas, y con ese baño de luz irreal que capturaba su mirada y la retenía, fruto de la fascinación que generaba.

Por un instante, sintió un escalofrío. Quizás fuera el recuerdo de la historia de la enigmática mujer, quizás fuera otra cosa. Sintió tentaciones de huir pero se retuvo. Estaba allí para examinar el objeto, no para caer presa de sus propios miedos.
Comenzó a abrir la mochila, dispuesto a sacar el instrumental, a la vez que hablaba por el intercomunicador de su traje, dirigiéndose a Saint.

En el momento en que Raf se descolgó del primer asidero, conectó la cámara de su casco y el sistema de comunicación interno, para que puediesen oírle desde la ISS.

- Estamos en el espacio, chicos. El boquete en el Zvezda es impresionante, y hay todo un segmento desprendido del Zarya...

Durante un rato la comunicación se interrumpió, hasta que se pudo oir su voz de nuevo.

- Es... es increíble... -la voz sonaba entusiasmada y muy nerviosa al mismo tiempo.- el cubo está rodeado de una capa de luz de color...

Se volvió a interrumpir, hasta que por fin le oyeron dirigirse a Saint.

- Comandante, encárguense de verificar el estado de la Soyuz. Yo debo hacer un par de comprobaciones.

Abrió su mochila y extrajo un medidor de radiaciones, de uso portátil. Tembloroso, se acercó un poco al cubo y dirigió el sensor hacia él, mientras el doctor lo iluminaba con su linterna.

Observando como terminas tus comprobaciones, Wasabi parece pensar durante un momento.

- Hay cosas que sí y otras que no - dice, llanamente, sin dudar en su respuesta -. Recuerdo lo que había en la Zvezda. Recuerdo el cubo, y que fuimos a cogerlo. Escuchamos algo fuera de la Zvezda... Lo cual, la verdad, no tiene mucho sentido - dice como cayendo en la cuenta de que en el espacio el sonido no se transmite -. Pero parecía un grito. Entonces... Entonces el cubo dió un fuerte destello - está frunciendo el ceño, como si realmente le costara recordar esos momentos -. Y tras el destello... Vi los restos de Sarah, y creí que Padalka también estaba muerto. Pero había algo más. Algo no, alguien. Entonces perdí la consciencia, y poco más tarde desperté aquí.

Permanece callado, y crees que ha terminado su relato, cuando de repente parece caer en la cuenta de algo más.

- Aunque ahora que lo dices... Creo recordar más cosas, aunque son como sueños. Antes de despertar, creo que vi a Ford. Vino por la brecha, e hizo algo al cuerpo de Sarah. Luego a Padalka. Me cogió, creo. Yo no podía moverme, no podía hablar. Creo que luego aparecíais vosotros en esas imágenes. Después... Después estaba aquí, y el doctor Grechko también. Y luego desperté y estaba de nuevo aquí. Traté de llamar a alguien, y aparecieron Saint, el doctor y Ford. Parecían asustados. Y bueno... Después vinisteis los demás, y el resto ya lo sabes tú también. Aunque bueno - dice, concluyendo -, no se si esto sirve mucho de ayuda. Ojalá pudiera recordar lo demás. ¿Por qué Ford se ha ido y no contesta? Está algo extraño, ¿no?

Parece que, si realmente hizo algo a Sarah, no lo recuerda o no es consciente de ello. Sus palabras no te resultan falsas, ni ves que intente mentirte. Te parece el mismo Wasabi que conociste al llegar a la estación, aunque algo confuso.

Estás asomado al Cupola, observando como se alejan los tres astronautas hacia el Zvezda, cuando la radio del Nodo 3 cruje, y escuchas la voz de Wasabi.

- Ford, ¿por qué no me contestas? ¿Llegaste a tocar el cubo? - Parece que solo hable contigo, como si Paolo le hubiera dejado solo en la habitación -. ¿Qué les has dicho a los demás? Espero que no hayas inventado nada...

La voz es suya, pero la inocencia con la que os hablaba justo después de recuperar la consciencia ha desaparecido. Incluso asegurarías que su última frase está cargada con una discreta amenaza.

Mientras preparas tu instrumental, Georgi ilumina el objeto con su potente foco. Os sorprendéis los tres cuando descubrís que la luz no se refleja en él. Es como si el foco estuviera completamente apagado, como si no iluminara. La superficie del cubo sigue su danza de matices azulados, ajeno completamente a la iluminación exterior.

Vuestra fascinación por el objeto crece a cada instante que estáis frente a él; sentís la imperiosa necesidad de desentramar sus misterios, su origen, y su posible relación con todo lo que os ha contado Helen Raynor.

Raf se acerca con cautela mientras el doctor todavía mantiene la iluminación sobre el objeto, y apuntando con el sensor hacia el cubo toma unas medidas preliminares...

La aguja del aparato oscila ligeramente, pero no parece captar señales significativas de radiación procedentes del objeto. Si está emitiendo alguna señal, desde luego es muy débil, insuficiente para que el medidor portátil registre niveles preocupantes de radiación. Cuando Raf parece haber terminado la medición, la superficie del cubo oscila de nuevo, y la iluminación azulada se concentra enfrente del científico. Entonces, la luz del objeto parece producir por un instante un reflejo de Raf, en un tono azul marino, para luego disolverse en ondas similares a las de la superficie del agua, y volver a su particular danza de colores sin forma definida.

Paolo dijo - Por cierto Ford, aunque loco, no has respondido a las palabras del japonés. ¿Tocaste el cubo?.

Ford pareció haber ignorado la pregunta y había salido hace minutos ya a Cupola desde donde vigilaba, hasta donde su ángulo de visión le permitía, a los astronautas que flotaban en el espacio.

- Por supuesto que no lo toqué, - dijo Ford activando la radio - a saber de que material radioactivo o corrosivo estará hecho ese artefacto, - hizo una pausa - ¿ De verdad creéis que con el estado en que os econtrábais me importaba una mierda el cubo ese ? - finalizó airado.

Sin embargo no parecía muy claro con quién estaba hablando y el silencio de estática apareció en la radio y no se volvió a escuchar más la voz de Ford.

Esa comunicación de Wasabi había hecho click en la mente de Ford - ¿ Como ha activado la radio si está maniatado ? - pensó - ¿ A qué se debe su repentina sospecha ?

- Hijo de puta, - dijo Ford entre dientes mientras empezaba a notar su pulso agitarse - finalmente EL parece que era el cabrón que ocultaba algo en la Nave, ¿ si no porque de su actitud ?. - me las va a pagar

Ford decidió salir de Cupola para dirigirse, lo más silenciosamente posible, a la zona de almacén del Nodo3 donde los Astronautas guardaban sus pertenencias y Ford, su arma.

"¿Qué ha sido eso?" piensa el médico al ver el extraño reflejo que se produjo en el cubo mientras estaba apagando su linterna y de inmediato preguntó:

-Raf ¿estás bien?¿Has visto eso?-

Wasabi parece confuso ante la respuesta del americano. No parece entender por qué le ha ofendido la pregunta, era simplemente una observación.

- Yo... No he dicho nada para ofenderle, ¿no? - dice con sencillez -. No pretendía ser una molestia para él. Yo... - Parece que no está seguro de cómo continuar -. Paolo, ¿por qué me tenéis atado?

La confusión del hombre parece auténtica. Desgraciadamente, parece no recordar con claridad el momento de la entrada de Ford en la Zvezda, lo que podría aclarar muchas cosas, tanto a él mismo como a todos vosotros.

Abres con precaución tu cabina personal, y rebuscas entre tus pertenencias. Por un momento te parece que el arma no está ahí, que quizá con el golpe se haya extraviado, o alguno de los otros astronautas se haya hecho con ella. Empiezas a revolver en tu bolsa personal, y emites un suspiro cuando la ves detrás de una camisa. Te sientes seguro con el arma entre las manos, y agradeces haberla introducido en la estación. En el fondo, sabías que iba a ser necesaria.

Compruebas que el arma está cargada, y vuelves a cerrar la bolsa de ropa, quedándote con la pistola en la mano, sintiendo el frío tacto del letal objeto.

El silencio del espacio era reconfortante y escalofriante a partes iguales. Como buen norteamericano, estaba acostumbrado al bullicio y la algarabía propios de su sistema de vida. Pero a veces buscaba el silencio del campo, el fluir del viento, el correr del agua... pero nada era comparable al vacío del espacio. Sólo escuchaba su respiración, e incluso eso le resultaba atronador. Notaba el latir de su corazón a través de la escafandra, sintiendo cómo se aceleraba a cada paso.

La visión de la zona del impacto le estremeció. Su mente de ingeniero calculó los materiales, procedimientos y horas de trabajo que requeriría reparar todo aquello y sacudió la cabeza. No, se necesitarían miles de dólares y un tiempo del que no disponían. Quiso calcular más, pero fue la mágica (¿mágica?) luz del cubo lo que hizo que se olvidara de sus pensamientos. ¿Qué clase de dispositivo era aquel? Intentó imaginar una maquinaria capaz de fabricar algo tan perfecto, o incluso de averiguar qué material escapaba de la luz de aquella manera. Sabía que un grupo de científicos de Los Álamos habían descubierto un material que absorbía la luz, pero aquel polímero era transparente, y el cubo estaba a años luz de aquel descubrimiento.

Entonces, ¿qué era aquello, y cómo era posible que...?

- Doctor, ¿acaba de ver la imagen de Raf reflejada en el cubo? - dijo, casi esperando la respuesta antes de escucharla, mientras se acercaba lentamente al científico - Shauri... venga aquí inmediatamente...

-Con cuidado comandante...- dijo sombrío Georgi al ver las intenciones de Saint-Con cuidado comantante...- dijo sombrío Georgi al ver las intenciones de Saint -Que ya tenemos malos antecedentes de todo esto.- 

Las palabras de Ford no mejoraban la opinión que es estaba empezando a formar Paolo sobre él.

No te preocupes Wasabi, desde lo que le ha pasado a nuestra compañera, todos estamos bastante subceptibles. 

Haciendo una pausa, Paolo mira hacia las ligaduras del japones y le responde pausadamente.

Ukio, aunque no lo recuerdas todo ahora, es mucho mejor para tí que sigas atado. Es por tú propia seguridad, lo que pasó en el exterior te ha provocado algún tipo de psicosis que puede que te dañe.

Raf se sorprendió, tanto por la falta notable de emisión de radiaciones como por la formación de su propio reflejo entre la luz azulada. Pero se encontraba bien.

- Estoy bien, no se preocupen. -apagó el intercomunicador para no alarmar a los compañeros e la estación.- Ahora que lo tengo delante de mis ojos no me cabe ninguna duda de que esto es obra de algún tipo de inteligencia ajeno a la Tierra. -aunque su discurso sonase otra vez a Hombrecillos Verdes, estaba firmemente convencido de lo que decía. Quizás aquello fuese una especie de sonda enviada desde muy lejos para rastrear esa zona del espacio. Quizás las señales percibidas anteriormente sí que eran un intento de comunicación; ahora, no había ni rastro de ellas.

No podemos dejarlo abandonado aquí en el espacio, su estudio puede ser muy valioso y aquí no tengo el equipo necesario.

Y, tras reflexionar unos instantes, acabó diciendo:

- Deberíamos comprobar el estado de la Soyuz y luego pensar la manera de transportar el cubo, a la ISS, y, quizás, a la Tierra.