Partida Rol por web

La historia de Atlantis está llena de magia, amor y guerras.
En tiempos antiguos Atlantis fue la mayor y más poderosa ciudad de magos. Sus dirigentes tenían tanto poder que algunos incluso se hicieron inmortales.
Pero los dioses castigaron su vanidad y sepultaron la bella ciudad bajo las aguas. No obstante sus ciudadanos sobrevivieron, gracias precisamente a la magia. Fueron cambiados y se adaptaron a vivir en lo profundo de los océanos.

Eso no quiere decir que después todo fuera bien. Al contrario. Varios ciudadanos quisieron desterrar a los magos, y casi lo consiguieron. De esas guerras mágicas surgieron después las ciudades de Tritonis y Poseidonis. Separándose y diferenciándose de sus semejantes en Atlantis.
No obstante no pudo desarraigarse del todo la magia de Atlantis, aunque está fue dejando paso a la tecnología.

Se dice que Atlan el inmortal ha tratado de tomar la ciudad más de una vez desde que esta se sumergió. Se dice que está detrás de la guerra civil que asoló Tritonis, y que enseñó a los magos de Poseidonis la hechicería oscura para pactar con demonios y que casi acaba con ella.

Atlan, o Kordax como a veces se le nombra, es el hombre del saco de los niños de Atlantis. Pocas personas creen que haya existido alguna, vez. Menos saben que todavía existe.

Hace 23 años, la Reina de Atlantis y esposa del rey Trevis, Atlanna. Deseosa de darle un heredero al rey, ya que este no podía concebir, se dejó seducir por Atlan. De su unión nació Orin, Futuro Rey de Atlantis.
Lo que no esperaba Atlanna es que su hijo naciera con el cabello rubio. El color de la maldición. Rasgo genético que indicaba que entre sus ancestros estaban los antiguos gobernantes de Atlantis. Los que causaron el hundimiento. El Rey presa de cólera mandó matar al bebe, haciendo que fuera abandonado en unos arrecifes para que se axfisíara.

Lo que no contó el Rey es que Orin había heredado algo más que el cabello rubio de sus ancestros. Sobrevivió el tiempo suficiente como para que su madre pudiera ir a buscarle y se lo llevara lejos.

El futuro Rey de Atlantis creció en unas cuevas antiguas, llenas de vida marina. La cual descubrió que podía controlar.
Mientras, su madre, buscaba aliados que la ayudaran a que Orin se convirtiera en el nuevo gobernante de Atlantis. No le importaba quienes fueran con tal de que la ayudaran

Las cuevas donde se ocultaban resultaron ser templos antiguos de cultos que rezaban a oscuros dioses. Atlanna los descubrió y les pidió ayuda. Y estos respondieron con la promesa de que en un futuro ella, o alguno de sus descendientes les ayudarían. El pacto se selló con sangre.

De la noche a la mañana, el Rey Trevis y todos sus familiares con posibilidad de ascensión al trono fueron asesinados. Justo cuando una nueva guerra contra Tritonis estallaba.  No podía ser casualidad, la ciudad enemiga tenía que estar tras el golpe de estado.
En Atlantis estaban desolados. Sus ejércitos luchaban como podían, pero no estaban motivados. Necesitaban un líder que les guiase, en el que confiar.

En eso apareció Orin. Como salido de la nada se puso en la vanguardia del ejercito de Atlantis. Encabezó los ataques más peligrosos, nadie podía pararlo. Cambió el curso de la guerra prácticamente él solo.
Cuando esta acabó todos lo aclamaron como héroe. Cuando se dieron cuenta de quién era realmente lo aclamaron como Rey.

Así fue coronado Orin como Rey de Atlantis.

Tan solo su madre sabía la verdad. Verdad que no le pudo contar a nadie porque murió al finalizar la guerra.

En algún lugar un dios oscuro sonreía.

La vida continuó, y Orin demostró ser el Rey que necesitaba Atlantis. Era justo pero implacable. Interesado en el bienestar de su ciudad.
Con él al mando, sus ejércitos tomaron la ciudad de Trtitonis, la cual se convirtió en una colonia penal.
Poseidonis, viendo que le podía esperar un futuro similar prefirió pactar una alianza y su heredera al trono fue ofrecida en matrimonio para que hubiese paz.
Así fue como el Rey de Atlantis conoció a Mera, su esposa y madre de su hijo.

Actualmente Poseidonis ha logrado que la magia vuelva a ser importante, tanto como la tecnología. Y por ello Atlantis es la ciudad más poderosa de la tierra. Y según los consejeros del rey debería demostrárselo a los humanos de la supreficie que no paran de envenenar sus mares.

En algún lejano lugar. Un dios oscuro piensa que  es la hora de cobrar antiguos favores.

Hoy es el aniversario de la muerte de tú madre. Aunque deberías estar en una reunion del consejo, tratando el tema de anunciaros al mundo de la superficie, no te apetece. Sientes nostalgia, y nisiquiera las caricias de tú esposa te animan.

Te apetece salir de la agobiante ciudad. Estar un poco a solas contigo mismo y tus recuerdos. Sientes la necesidad de ir al lugar donde creciste. Las cuevas de tu juventud. Pero nisiquiera tus habilidades te permitirían llegar allí en un día. Por lo que necesitas un vehiculo.

Te llegas hasta los laboratorios de Vulko. Uno de los mejores cientificos de Atlantis, y una de las pocas personas que puedes llamar amigo y no subdito.

Encuentras al viejo cientifico en su laboratorio. Parece enfrascado en algo, pero en cuanto te acercas a él se gira con gesto contrariado.

Os he dicho que no quería que se me molestase, panda de ...Oh. Disculpadme mi señor. Pensaba que erais otra persona.

Con una leve y triste sonrisa por el pesar de los recuerdos, Orin alza la mano al viejo inventor.-Tranquilo Vulko.- Siempre le había agradado la forma en la que su amigo se implicaba en sus experimentos, hasta el punto de abstraerse de todo.

-Solo nosotros dos estamos aquí viejo amigo, y hoy se me antoja más pesada que otros días la responsabilidad del trono, llamadme por mi nombre, y no me hagáis tener que ordenaros lo.- Conocía bien el protocolo, pero solo ellos dos se encontraban en el lugar, aquel día no se sentía como un rey, tan solo era un hombre con una pesada carga, que echaba de menos a su madre.

Se giro para ver el taller de su camarada, como siempre y gracias a él, la tecnología de Atlantis era sombrosa.-Decidme mi fiel amigo. ¿Cual es vuestro vehículo más rápido?.- Dijo expectante de que su compañero le diera una solución para llegar donde quería, y no demorarse demasiado en sus quehaceres de monarca.

Vulko sonrió ante el cumplido del Rey.
Era un juego que llevaban jugando ya muchos años. Lo maximo que Orin había logrado era que le llamra sire. Que sonaba un poco menos formas que "su majestad", "mi soberano" o "mi rey".

El viejo cientifico se quedó mirando a Orin. Pareció darse cuenta de su estado de animo, y de repente una luz se encendió dentro de él. Había recordado la fecha.

Me alegro de que me hagais esa pregunta sire. Precisamente tengo aquí algo que he acabado recientemente.

Vulko le guió por el laboratorio, era uno de los más grandes de Atlantis, y lo usaba sólo él. Lo cual era un cumplido por sus logros y meritos pasados.

No es tan majestuoso como los carruajes de paseo, ni tan fuerte como los acorazados militares. Pero loque no cabe duda es que es rápido.

Te llevó a una plataforma en la que se veía un aparato con forma de medusa.

Además tiene otras ventajas. Debido a su motor de propulsión no hace apenas ruido, y es muy util para pasar desapercibido. Como para hacer escapadas reales y esas cosas.

El viejo sonrió afablemente.

El rey de Atlantis se sonrió admirando los logros de su amigo, el espacio que le habían destinado, todo ese gran laboratorio, estaba más que bien empleado por él. Tras recorrer la estancia, Vulko le mostró la magnifica embarcación. Recorrió las lineas del vehículo, primero con la mirada y luego con la mano, maravillado por lo adecuado y elegante del diseño, y atento a las palabras del científico, que parecía orgulloso de su logro. Y mirándolo cómplice cuando menciono lo adecuado que resultaba el vehículo para una escapada real, "a Mera le gustara", pensó, recordando las veces que su esposa le había pedido un poco de tiempo para los dos, y para obligar le a relajar los deberes del trono.

-Es magnifica amigo.- Dijo abriendo el compartimento de la cabina, para mirarlo por dentro un instante, y al segundo sentarse a los mandos, revisando cada palanca y cada botón mientras ponía la subacuatica nave en marcha.- Alguna cosa más que deba saber sobre mi montura real.- Se permitió bromear un instante, incluso en un día como aquel , no podía si no admirar el vivo genio científico de su camarada.

-Me lo quedo.- Hablo finalmente, mientras ponían en marcha el motor para partir de inmediato, solo aguardando un segundo para que Vulko añadiese algo, y despedirse correctamente de un súbdito tan leal.

Vulko sonrió ante los agradecimientos de su rey. Agradecia la confianza y la fe depositada en él. De momento no había defraudado a nadie.

No sire. Lo único que tratar de devolvermelo de una pieza.

Despues de eso empezó a explicarle los funcionamientos de la nave. Era bastante facil, similar a otro tipo de nave atlante, más facil incluso.

Este es el dispositivo de camuflaje. Lo único tener cuidado de este indicador cuando lo conecteis. Si se activa es que el dispositivo se ha sobrecalentado y  se desactivará la anve por completo. No debería pasar, pero es un prototipo.
También tengo otra cosa para vos.

El viejo cientifico apretó unos controles y unas gruas movieron el submarino hasta una exclusa. La compuerta se abrió en silencio.

Es un pasaje que da a unas zonas de prueba que suelo usar. Eso, más el dispositivo, debería aseguraros la discreción.

Todo estaba listo. Lo único que faltaba era que Orin activara el navio.

"¿Traerlo de una pieza?", no podía prometer eso, no en los mares en los que estaba acostumbrado a nadar y combatir, cada día era un peligro nuevo para Atlantis o para su persona, y el debía enfrentarlos.

- Tratare de hacerlo viejo amigo, pero no os prometo nada, no sería digno de un rey.- Dijo con una leve sonrisa de camaradería. Vio que Vulko se había colocado a los mandos de la grúa, y lo había bajado hasta el agua. Lo escucho atento, pensando en las posibilidades que le ofrecía una ruta como aquella, y en el peligro de que alguien más pudiera usarla, pero esa ultima idea fue disipada pronto, sabía que el leal científico lo tendría todo cubierto.

Hizo un solemne gesto con la cabeza a su compañero para que esto lo bajara-Gracias.- Dijo de manera escueta, no tenía por que darlas era él rey, y Vulko su súbdito, pero también su amigo, y le había prestado un buen servicio. Se sumergió en la gruta, y activando el novedoso sistema de camuflaje, se aprestó raudo a llegar a su objetivo, deseoso de encontrar la calma que le proporcionaba el templo donde tantos años descanso y creció.

En cuanto la nave empezó a moverse, Orin activó el sistema de camuflaje. Si no fuera porque veía el paisaje cambiar jamas hubiera dicho que la pequeña nave se movia. Apenas había resistencia, y no se escuchaba nada.
Orin esquivó algunas patrullas mientras ponia dirección a las cuevas. Las patrullas ni se dieron cuenta de que pasaba a su lado. No estaba seguro de si eso era bueno o malo.

La nave era invisible, pero no demasiado rápida, y eso no era lo que le había dicho Vulko. Cuando ya estaba a una distancia prudencial de Atlantis, desactivó el camuflaje y entonces la nave sí que empezó a moverse velozmente. Al parecer el camuflaje consumia mucha energia y mermaba la velocidad.

A pesar de la rapidez de la nave, esta tardó algunas horas en llegar a la zona de su infancia. No obstante, cuando ya empezaba a reconocer algunos lugares, la nave detectó movimento. No se trataba de la vida marina, sino de una gran nave submarina.

Rapidamente activas el sistema de camuflaje de la nave y desvias un poco el rumbo. Lo cual es una buena idea ya que puedes observar como del enorme submarino salen dos naves más pequeñas que se dirigen a tú posición.
Decides quedarte quieto y observas como las naves recorren la zona por donde venías y luego vuelven a la nave principal.

De la misma salen varias figuras, parece que llevan algún tpo de aparato. Se dirigen, sin ninguna duda, a las cuevas donde creciste.

La nave grande no tiene ningún tipo de distintivo, ni identificador.

Orin observa como las figuras se introdcen en la cueva. Con el camuflaje activado confía en poder acercarse lo máximo posible. Pero está claro que no va a poder entar en las cuevas con ella.
A una distancia prudencial, Orin sale de la nave y se acerca a la entrada. Confia en ser lo suficientemetne pequeño como para que sus sensores no lo capten.

Orin se notaba impaciente, no le gustaba ver a intrusos husmeando en las cuevas de su niñez, y menos de este modo. Artefactos extraños, enormes navíos de guerra, alguien estaba detrás de todo esto, y debía llegar al fondo del asunto. Presto, abandono su vehículo cuando este no pudo acercarle más, y confiando en que un navío tan grande no pudiera definir con exactitud una amenaza de su tamaño, se aventuro en soledad a seguir a los intrusos que se habían internado en sus dominios, más les valía tener una justificada excusa, pues si no tendría que responder al poder del soberano de los mares, y precisamente en aquel día se notaba menos receptivo a administrar misericordia.

Entendiendo que una confrontación directa le conduciría con más dificultad a la verdad de todo aquello, trató de avanzar con sigilo camuflado entre las rocas de su niñez, y con decisión se internó en la cueva.

Orin se adentró con todo el cuidado que pudo en la cueva. No estaba seguro de que lo fueran a detectar, pero tenían que arriesgarse.
Tenían toda la pita de moradores de la superficie. Moradores de la superficie profanando un lugar importante para él. No sabía lo que querían, pero no le importaba.
Nada más entrar se dio cuenta de que había algo raro. Notaba una sensación, como un crepitar de energía. Más adelante.

Justo al girar un recodo se encontró cara a cara con dos de aquellos tipos. Estaban tan sorprendidos de verlo como él de encontrárselos.

Orin reaccionó con la presteza del guerrero que era, y su tridente fue directo a uno de los villanos que han osado profanar su amtiguo hogar.
Lamentablemente, parecian bien entrenados y pudo evitar el filo mortal por escasos centrimetos. Rápidamente ambos hhombres apuntaron con sus armas y dispararon.

Más el rey de Atlantis había estado en diversas batallas y no era un blanco facil.