Partida Rol por web

Hanna sonrio.- Bajo yo.- dijo.

- Soy la mas sigilosa de todos, creeme. Dame diez minutos, si no vuelvo o oyes algo raro, vuelve a la habitacion.

La chica miro se dirigio a la barandilla y salto por ella, agarrandose a la barandilla de dos pisos mas abajo, era como un gato. Habia recibido un adiestramiento magnifico, la inflitracion era su campo

Hanna salto y bajo adentrandose en la oscuridad. Era tan sigilosa que asustaba.

Algo llamo tu atencion. Una melodia lejana, salia del pasillo, de una de las habitaciones. Sonaba en bajo volumen pero era demasiado familiar como para ignorarla.

La niña se acurruco en tus brazos dispuesta a dormirse si la ayudabas un poco.

De fondo comenzaste a oirl, lejanos y sutiles, los compases de una musica que te resultaba familiar. Alguno de los otros huespedes del hotel habia puesto algo de musica.

Me sorprendió cuán sigilosa era Hanna... Por un momento incluso estuve tentado de seguirla para ver si yo era capaz de ser tan sigiloso... pero entonces escuché aquella música. No sabía por qué me resultaba tan familiar... pero algo me decía que debía averiguar el orígen de aquella música.

Tenía diez minutos antes de que volviera Hanna, así que tenía tiempo, sólo tenía que ser discreto y rápido.

Encaminé mis pasos hacia la habitación de la que provenía el sonido, revisé que no hubiera nadie cerca y pegué la oreja a ver si escuchaba algo más. Si no oía nada tendría que intentar abria la puerta o golpear con los nudillos por si hubiera alguien dentro.

Escuchaste el teclear de una maquina de escribir. En esa epoca podia sonar muy anticuado pero para ti era un sonido reconocible. Alquien estaba escribiendo a maquina.

Sentiste que tu oido se afinaba mucho, como si hubiera traspasado la madera y escuchaste a alguien decir.

- Bien, veamos. ¿Donde nos quedamos? Si, el grupo habia caido en alemania despues de la traicion de su compeñero. Tenemos a la rubia con el craneo fragturado y al soldado negro tratando de reanimarla.... bien, seguimos desde alli.- volviste a oir a alguien teclear, parecia que estuvieran escribiendo vuestra historia al otro lado de esa puerta.

No sabía porque, pero la mirada niña me desarmaba y no le podía negar. Así que me dispuse a contarle un cuento, cuando empecé a escuchar aquella música… aquella música me traía recuerdos, era un Swing. Que posibilidad habían de que se tratase de una coincidencia, al menos de que el Swing continuase siendo la música de moda cosa que dudaba, debía de tratarse de Orphen o algún otro que tuviese que ver con todo esto.
Volví a centrarme en la niña y su petición, hice memoria durante unos segundos y recordé una historia que me contaba mi abuelo y como no podía ser de otra forma en el trataba de un caballo.
Muy bien cielo, esta historia me la conto mi abuelo cuando yo era pequeño quizás tenía dos años más que tu, pero la recuerdo bien. A mi abuelo le gustaban mucho los caballos y me conto que hace muchos, muchos años un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche.
Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad para venderlo, paso por el camino un batallón de caballería que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo tirando al ladrón al suelo, y junto a los de las tropas fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado.
¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán del batallón al ver al animal realizar los mismos ejercicios que el resto de caballos.
De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. Dijo enfadado. ¿Lo has robado tú? Le pregunto al ladrón.
¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante... dijo el ladrón intentando engañar al capitán.
Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ese caballo ha sido robado, dijo el capitán.
El ladrón se puso nervioso y no acertaba a decir una palabra. Al fin, viéndose descubierto, confeso la verdad.
¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán. Que este noble animal no podía pertenecer a un rufián como tú!
El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.

Me quedé junto a la puerta, procurando pasar desapercibido y tener un buen escondite por si alguien salía de repente.

Necesitaba escuchar más así que presté atención a las palabras...

Escuchaste el teclear de la maquina durante un rato, de vez en cuando soltaba alguna palabra suelta

- Si, esto es muy bueno.... veamos.. oh, si, claro... ahora eso.- Alguien hablaba consigo mismo mientras escribia, pero nada mas.

No podía quedarme quieto sin saber más así que desenfundé mi arma y tumbé la puerta abajo de una patada dispuesto a ver quién estaba tecleando, y a obligarles a decirme todo lo que supieran de nosotros.

Esperaba que contando con el factor sorpresa y un arma de mi parte, fuera quien fuera quien estuviera al otro lado de la puerta no cometiera ninguna tontería... o acabaría con una bala entre ceja y ceja.

La puerta cedio por tu patada. En el interior un tipo dio un respingo y salto de la silla donde estaba sentado. A su lado, sobre una mesa un monton de papeles y una maquina de escribir. El tipo se quedo blanco cuando vio el arma, alzo las manos de inmediato.

- ¿Quien es usted? ¿Que busca aqui?. pregunto sorprendido.- No tengo joyas ni dinero en la habitacion.- te aviso.

Sin dejar de apuntar a aquél hombre en ningún momento Ryan cerró la puerta tras de sí con el pie y revisó la habitación.

- De rodillas YA, luego túmbese despacio en el suelo. AHORA. - dijo Murphy alzando algo la voz. - Si habla sin que yo le pregunte es hombre muerto. - el tono frío y serio de Ryan no era algo que tomarse a la ligera.

Ryan registró la habitación con la mirada en busca de otros posibles enemigos primero, y luego en busca de armas que el tipo pudiera usar en su contra.

Ryan sabía que debía darse prisa... no fuera a ser que hubiera hecho saltar alguna alarma y tuviera a agentes de seguridad encima en pocos minutos. Tenía tiempo pero no debía entretenerse.

El hombre cumplio las ordenes sin rechistar.

Era la unica persona que habia en aquella habitacion y no parecia que hubiera nadie mas. Tampoco armas, salvo un cuchillo de estender mantequilla junto a unas tostadas y otros restos de una cena ligera.

Sobre la mesa muchos papeles, mas aun en bolas por el suelo. Era como si estuviera escribiendo una novela. El titulo decia:

Heroes y mutantes 1944

Por: Steven Newman

En memoria y gratitua a todos aquellos heroes que cayeron en el pasado, los que luchan en nuestro presente y los que vengan en el futuro.

Eché un vistazo a la última página que estaba escribiendo aquél hombre. La que estaba comentando en voz alta cuando escuché al otro lado de la puerta.

- Señor Newman - dije muy seriamente. - Intuyo que ésta es su última novela. ¿De dónde ha sacado toda la información que escribe aquí? - pregunté sin dejar de apuntarle. - Le aconsejo que no me mienta. -

Se me ocurrían varias opciones, pero una de ellas me inquietaba.

La niña se durmio en tus brazos. Un segundo despues alguien toco con los nudillos la puerta. La voz de Hanna susurro despacio.- Soy yo, Ethan. ¿Esta Ryan contigo?

- ¿Como que de donde...?... Señor, es una novela inventada, llevo cuatro meses trabajando en ella pero la inundacion a destruido mi trabajo, estoy reescribiendola de memoria... solo eso.

- ¿No tienes ni idea de lo que hablo, verdad? - preguntó Ryan al observar incrédulo cómo aquel hombre era ajeno a lo que ocurría. - ¿Eres uno de esos que llaman mutantes? - preguntó. Quizá el tipo tenía algún tipo de poder, algo que permitía influenciar en los acontecimientos de la realidad.

- Maldita sea... - Ryan se vio obligado a actuar rapido. - Si me estás diciendo la verdad estarás a salvo. Ponte en pie y ven conmigo. Y ni se te ocurra gritar o intentar escapar... - Ryan hizo un gesto con la pistola. - Soy muy bueno con esto. -

Ryan recogió todos los papeles de aquél hombre y se los guardó dentro de la sudadera, necesitaba pruebas para sus compañeros. Y luego le hizo cargar al propio Newman con la máquina de escribir... por si acaso. Apuntando al escritor le guió de vuelta hacia la habitación de sus compañeros, pasando primero por el punto donde se había despedido de Hanna... por si acaso ella había vuelto.

Mire la puerta extrañado por tal pregunta. ¿Qué demonios había pasado? Se suponía que no debían separarse, aquella misión empezaba a torcerse incluso antes de lo esperado.
Me levante con cuidado de no despertar a la niña y la deje en el sofá despacio para que no se despertara, me dirigí rápido hacia la puerta y abrí tras asegurarme de que era Hanna quien esperaba tras ella y no un truco de alguna clase y si lo era aun llevaba la pistola mano.
Abri con cuidado la puerta e hice pasar a Hanna y en voz baja para no despertar a la niña y al resto del equipo.
¿Qué ha pasado Hanna? ¿Dónde está Murphy?

¿No esta aqui?.- pregunto Hanna girando la cara en direccion al pasillo. Nos separamos, oimos voces. Yo baje a espiar y el se quedo arriba, cuando subi el ya no estaba, supuse que habia vuelto.

Hanna y Ethan vieron aparecer a Murphy encañonando a un tipo asustado. El hombre portaba entre los brazos una maquina de esquibir como si fuera un tesoro

- Señor... no se de que me habla, se lo juro.- susurro el tipo, blanco como la pared.

Estaba pensando que podríamos hacer para encontrar a Murphy, si era conveniente o no llamar al resto del equipo y antes de tomar una decisión Murphy apareció por el pasillo encañonando a un tipo que llevaba una máquina de escribir.
Si Murphy traía aquel tipo encañonado seguro que tenía un buen motivo. Mire un instante al sofá donde había dejado a la niña, no quería que aquel tipo viera a la niña.
Hanna que esperen un segundo aquí no los dejes entrar, no quiero que vea a la niña.
Dije en voz baja a Hanna asegurándome que no me escuchase es tipo de la máquina de escribir.
Rápidamente fui a coger a la niña del sofá y rápidamente pero con sumo cuidado la puse en mi cama para que no se despertase. Al salir de mi habitación cerré la puerta tras de mi sin hacer ruido y me guarde la pistola aunque preparada por si debía usarla.
Hice una señal a Hanna para que les dejase pasar y en cuanto el tipo al que apuntaba Murphy paso la puerta cogí dos sillas y las puse una en frente de la otra con suficiente separación entre ellas para que no intentase ningún truco sucio.
Siéntese. Dije en tono serio señalando una de las sillas.
Acompañe a nuestro “invitado” para que no se sienta solo.
Dije a Hanna mientras yo me acercaba a Murphy para que me explicase que estaba pasando.