Partida Rol por web

Un alto en el camino

1. En mitad de Castilla

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19/05/2011, 23:56
Dolores

La puerta se abrió ante las atentas palabras de Álvar para con la dueña de la casa. Una campesina de mediana edad y estatura les abrió, les miró de abajo a arriba y también los caballos, más atrás. Sólo dios sabría qué le hubiera podido pasar al haber abierto a cualquier desventurado o peligroso; sin embargo, la mujer lo hizo debido a esas palabras. Acto seguido, les invitó a pasar a su casa. En esos momentos precisos comenzó a caer un chaparrón, precedido por otro terrible trueno.

-Podéis quedar los caballos en el establo, detrás de la casa.

Y en esos momentos, los mercenarios de aquellos señores, como si fuera un mandato divino, fueron a guardar las monturas. Al internaros en la casa, comprobásteis que era una modesta vivienda, construida de pobre adobe y sobre todo paja y madera; sin embargo era cómoda y acogedora. Disponía de un salón-comedor con chimenea, una mesa y algunas sillas (bastante más de lo que tenía un campesino normal de la época), todo ello alumbrado con un par de lámparas de aceite. En la estancia hay otra puerta que conduce al resto de la casa (la cocina y un par de dormitorios, sin nada que ocultar, sin puertas ni cortinas).

Vísteis a un hombre encendiendo el fuego del hogar, justo en el momento de irrumpir en la casa. La mujer os guiaba por la pequeña vivienda, y acto seguido se ponia al lado de su marido.

Él es mi marido, Jaime, y mi nombre es Dolores. Bienvenidos, aunque... -su voz calló, pues parecía que aquella humilde casa no correspondía del todo con hombres con tan buenas pieles, monturas y criados...

 

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20/05/2011, 00:19
Antonio Burgos

 Oh, bendita mujer. No debeis sonrrojaros, vuestra humilde casa es un palacio para unos viajeros cansados como nosotros. Toda hospitalidad que podais mostrar sera bien agradecida por nos-dijo inclinandose, seguidamente le dió un ataque de tos pero presto, su compañero arabe corrio a ayudarle. Claro esta que la mujer lo miró y se dio cuenta de que aquel no era un hombre de Dios- No os...cof.. preocupeis señores, pues aunque Rabah sea un infiel es buen compañero y me sirve con teson. Respondo ante el-dijo mirando a Jaime antes de empezar a toser una vez mas.

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20/05/2011, 10:36
Alvar Peláez

 Entré en aquella modesta casa con una sonrisa de agradecimiento. Con mi mano eché para atrás la capucha, evitando mostrar mi oreja amputada, que permanecía, como siempre, oculta bajo mi cabellera. Asentí con convicción ante las palabras de maese Antonio.

 - Reitero el agradecimiento a ambos por su hospitalidad - Dije en tono cortés, a pesar de no ser más que un eufemismo pues de sobra sabíamos los presentes de la obligación que tenían aquellas gentes de acoger a nuestras personas en su hogar si se lo requeríamos. Aunque ello representase que ellos debieran marchar fuera de su propia casa, si faltase el espacio. A pesar de todo, quise mostrarme cortés como si de una familia de más alta cuna se tratara. La vida me ha mostrado que se consigue mucho más de las gentes cuando estas actúan de agrado.

 - Tiene razón maese Antonio, su sirviente es de total confianza. Se lo digo yo, que batallé tiempo atrás a aquellos infieles y me dejaron un terrible recuerdo - Les mostré mi antebrazo izquierdo, a cuyo extremo se evidenciaba la falta de la mano y el muñón envuelto en cuero. - Si incluso a mi me convenció este moro de su lealtad hacia su señor, no debería resultar en absoluto inquietante para vuestras mercedes.

 Al notar el calor del hogar, tuve a bien quitarme las pesadas pieles que me protegían del frío de la intemperie y se las entregué a Lucio en cuanto este volvió de acomodar a mi caballo. Entonces busqué la comodidad de una silla y me senté a la mesa con un cortés - Con su permiso.

 - Buena madera. - Dije al palpar la gruesa tabla que ejercía de mesa en el centro de la estancia. - Por cierto, ¿sucede algo digno de mención en la aldea? Sé que anochece y amenazaba tormenta, pero aun así me ha parecido demasiado tranquila... incluso diría que cierta tensión se sentía en el aire cuando hemos llegado. - Les comenté esto mirando a los ojos, tanto del hombre como de la mujer. Quería comprobar sus reacciones al referirme a sus asuntos.

- Tiradas (2)

Notas de juego

 Tiro Elocuencia, para hacerme el simpático: Crítico!

 Tiro Psicología, para evaluar su reacción: Acierto (a menos que haya algún malus que desconozca).

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20/05/2011, 15:46
Manuel Noguera

Manuel no había pronunciado palabra, no porque no comparta la forma de pensar de sus compañeros, sino porque es más hombre de acción, y hay veces en las que es mejor que cada cual se dedique a lo suyo.

- Como dicen mis compañeros de viaje, tanto yo Manuel Noguera, como Antón, por quien también hablo - dice señalando al mercenario que, aún contratado como soldado, muchas veces hacía también las labores de criado - les agradecemos su hospitalidad. Aún nos queda camino que recorrer, y sin un buen descanso, seguro se nos haría más difícil.

Manuel calla cuando Alvar pregunta por el estado de la aldea dándose cuenta de que no había prestado tanta atención como debería al viaje, y pretendiendo enmendar su error a partir de ese momento.

 

Notas de juego

Perdón por la tardanza.

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21/05/2011, 15:34
Dolores

La mujer hasta se sonrojó por el agasajamiento de Álvar (reacción de acierto), y a pesar de que podían temerle o hacerles dudar acerca de la veracidad de sus palabras tras ver una oreja y un brazo amputado (por vaya vos a saber la razón...), el matrimonio sólo tuvo ojos para complacer en la medida de los posible a sus invitados viajeros. Incluso trataban de la misma forma a los criados de los nobles caballeros venidos.

-El placer es nuestro, caballeros. Poca gente pasa por esta tierra, pese a estar en un bonito paraje, aunque haya pocas gentes a los alrededores, y además...

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21/05/2011, 15:35
Jaime

-Pero mujer... -interrumpió el hombre- ¡Anda y prepárales algo a estas mercedes! ¡y a sus pajes, que no son menos a nuestros ojos, aunque sean sus siervos! El hombre es visiblemente un viejo casi decrépito al que todavía le sostienen las piernas, por ahora; ambos están acostumbrados a la llegada, de vez en cuando, de viajeros que se instalan en su hogar por no haber otra población cercana.

-Pues lo cierto es que no, no ocurre nada de mención en este lugar ¿porqué lo dicen? Es un sitio tranquilo,  esas casas de ahi fuera -dijo señalando a alguna parte con la cabeza- son la de nuestros hijos, que ahora no están, asi que todo queda en familia. No estamos al servicio de nadie ni nadie nos molesta... ¡casi un lujo diría yo! Ja ja ja.

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21/05/2011, 15:36
Dolores

La mujer fue con celeridad a preparar algo de cena. Mientras Jaime les invitó a sentarse donde podían y a darles un vaso de vino a cada uno, para refrescar el gaznate, la mujer permanecía en la cocina. El fuego era acogedor y calentaba lo suficiente como para no llevar tanto abrigo encima. Afuera comenzó a llover, pues la tormenta no cedía terreno. Unos diez minutos después comenzaba a oler bastante bien en la cocina, y en unos quince o veinte minutos más, la mujer salía con un gran puchero entre sus manos, al tiempo que algo de pan. Tras sentarse todos a la mesa, la mujer levantó el caldero y vísteis una rica y caliente sopa, con algunas patatas y cierta carne de ave.

Y se pusieron a comer.

-Por supuesto, no tenemos inconveniente en que pasen aquí la noche, incluso podrán guarecer sus monturas, mis señores... y bien ¿a qué se debe su viaje si no es indiscreción preguntarlo? Nos gusta que los viajeros nos cuenten sus historias, aventuras o chismes más ocultos -una sonrisilla se le escapó a la mujer.

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23/05/2011, 17:26
Alvar Peláez

 Sentados todos a la mesa, no me detuve en diligencias para lanzarme sobre la comida. Al igual que mis compañeros, estaba hambriento, después de un día entero subsistiendo a base de raciones de viaje. Además, estas gentes humildes no precisan ni conocen finezas a la mesa. Pudieran verlas, incluso, como un desdén hacia la comida servida.

 - Esta sopa es digna de reyes. - Exclamé con convicción y la boca aun ocupada con media hogaza de pan. Tragué y miré con confianza a la mujer - Dolores, sepa usted que hace tiempo no degustaba una sopa tan suculenta. - Le sonreí antes de continuar comiendo.

 Para saciar la curiosidad de tan hospitalarios huéspedes, les comenté - Andamos camino de tierras astures. El Conde de Noreña ha solicitado nuestra presencia, pues va a tener lugar un evento de mucha importancia, y debemos asistir para honrar al Conde y a la Corona.

 Tras una pausa, que aproveché para echar algo más al buche, pregunté - Pero decidme, ¿cómo es que vuestros hijos no se encuentran ya en sus casas? ¿Acaso disponéis de ganado que deba hacer noche en los pastos? A buen seguro son fornidos mozos, si se han alimentado con tan buenos cocidos.

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23/05/2011, 18:39
Antonio Burgos

 Antonio se sentó a comer tranquilamente, y zampó con gusto el plato pese a que la tos le hacia tener que parar de manera incomoda cada poco tiempo. Decidió mantenerse en silencio, pues era sano comer y callar en lugar de atragantarse y charlar. Notese que Antonio trató en todo momento de mantenerse algo apartado, pues no queria con su tos molestar a ninguno de los que en el cuarto estaban.

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23/05/2011, 22:10
Dolores

Si, Tomás y Elías -respondió la mujer al salir la conversación de sus hijos. No...no, sino que fueron de la feria de ganado de Soria con unas cuantas ovejas, para venderlas. Dijeron que vendrían para el día de hoy. Irene también fue, la mujer de Tomás, y los hijos de Elías... toda la familia, vamos.

En esos momentos, una lagrima se le escapó a la mujer.

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23/05/2011, 22:16
Jaime

¿Mujer ya estamos otra vez? -decía Jaime mientras llenaba su cuchara de sopa y se la metía en la boca. Lo que tiene que hacer Jaime es cuidar de sus retoños...

En esos momentos dejó de mirar a su mujer y miró a sus invitados.

Nuestro Elías perdió a su mujer hace unos años, por la negra peste. Fue un duro golpe para él, ¡y para nosotros! ¡Miren como está su madre nada más nombrarle! Elías nunca se repuso de ello, y, desde entonces, es un hombre triste y solitario, pero buen chico. ¿Hacia tierra astures, decís, mis señores? ¡Harto asombroso!

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23/05/2011, 22:21
Director

En esos momentos, mientras los truenos volvían a sucederse y los diálogos en la mesa se llevaban a cabo, llamaron a la puerta. No esperaron a que nadie de dentro abriera, sino que empujaron la puerta directamente, con suavidad. En esos momentos, aparecieron varias personas, y entraron enseguida. Estaban calados y venían tapados con una sábana blanca, como para resguardarse de la lluvia, aunque cosa inútil.

Era el resto de la familia: Tomás, Irene, Elías y sus hijos. Cuando vieron a sus padres los saludaron y al encontraros con vuestra presencia se presentaron de forma educada y cortés, como sus padres habían hecho con vosotros. En seguida los niños, de unos 8 o 9 años, comenzaron a correr por toda la casa, abrazando a sus abuelos y enredando en todos sitios. Los dos hijos de Elías parecían la alegría y felicidad de sus abuelos, aparte de, una vez más tranquilos, parecer niños modélicos, que no envidiarían la educación de cualquier vástago de conde.

Tras intercambiar saludos, todos se sentaron a cenar. Irene y Dolores fueron a la cocina a preparar más comida, y en cuestión de minutos volvieron. Se conversaba en un clima acogedor y se hablaba de cualquier cosa, con prudencia, obviamente.

 

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23/05/2011, 22:33
Manuel Noguera

Manuel come lo suficiente como para pasar bien la noche, pero sin exagerar, intentando no abusar de las buenas intenciones de la gente que con amabilidad les han acogido.

- Al fin y al cabo, esto es un lujo - piensa, recordando la de veces que cuando era más joven, con su padre acampaba casi en cualquier lado, intentando valerse por sus propios medios, por lo que más de una vez quedaron en ayunas, por no ser capaces de conseguir comida.

Cuando llega el resto de la familia, se alegra de ver cómo cambia el ánimo en general. Y es que los niños siempre traen alegría a una casa.

Al acabar de cenar, como no es hombre al que le guste hablar de cosas que no van con él... o bueno, no le gusta hablar, directamente, se pone a juguetear con los niños, después de haber pedido permiso a sus progenitores, para que no se lo tomen a mal.

Les enseña algún juego de cartas, dejándoles ganar (sin apostar nada, claro) y les cuenta alguna historia de final feliz, hasta que sus padres les manden retirarse.

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23/05/2011, 22:51
Antonio Burgos

Sentimos ocupar su espacio, buena gente-dijo Antonio cuando hubo terminado de cenar.- Espero que la venta en la feria fuese buena. RRrjem! Disculpadme. Bueno imagino que no les irá mal, viendo a estos niños tan fuertes y saludables-dijo giñandoles un ojo a los jovenzuelos, que no paraban de reir mientras jugaban a las cartas-Lastima que la lluia les haya estropeado el regreso.

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24/05/2011, 09:55
Alvar Peláez

 Primero mostré cara de preocupación, al escuchar a los progenitores diciendo que su familia debía regresar hoy y sentir fuera la lluvia azotando con fuerza los campos castellanos. Pero la cara se tornó en alegría cuando vi entrar a toda la familia por la puerta. La alegría sincera de los niños desterró cualquier mal augurio que pudiera rondar mi cabeza.

 Tras presentarnos amablemente y acabar de cenar, asentí ante las palabras de maese Antonio, sumándome a ellas, e inicié conversaciones con los hijos del matrimonio anfitrión.

 - Eso, dígannos. Siempre es interesante lo acontecido en las ferias, tanto por el siempre emocionante regateo de las ventas como por la cantidad de noticias que recorren entre los participantes. Seguro que los niños se lo han pasado en grande. Se ven chicos despiertos y fuertes. Ha hecho usted una loable labor, don Elías. - La última frase la concluyo con el respeto que merece su desgracia. 

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24/05/2011, 12:14
Elías

Bueno, no ha estado mal, don Antonio -respondió Elías. Pagan poco por mucho que piden, pero al menos sacamos cierta parte de provecho, que nunca vienen mal en estos tiempos... No os fiéis demasiados si alguna de vuestras mercedes quiere vender o cambiar alguna de sus buenas capas por las que allí se hacen con la lana: no son tan buenas como dicen, créanme...

Luego miró a Álvar.

La verdad es que si, aunque más que regateo es competencia, debes tener cuidado en esas ferias, pues te venden el gato por la liebre a la mínima. Mi hermano y su mujer lo saben bien, que ellos han sido los que han dispuesto todo, los monetarios, por decirlo así. Yo, al fin y al cabo, -en esos momentos miró a sus dos hijos, que reían con Manuel y le hacían bromas porque al parecer estaba perdiendo a las cartas...- al fin y al cabo he ido por ellos, desde que su madre...

En esos momentos Jaime interrumpió el discurso de Elías.

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24/05/2011, 12:20
Jaime

Bueno, bueno... -se agitó jocosamente Jaime quitando hierro al asunto de la mujer de Elías. Niños, venid aquí, dejad ya al señor Noguera, que seguro que no quiere contar más historias en éste su descanso de viaje. Os contaré yo una leyenda que me contaba a mí mi padre, cuando tenía más o menos vuestra edad.

En esos momentos los niños dejaron tiradas junto al fuego las cartas, se acecaron al abuelo y se tumbaron en el suelo a escucharle, con los codos apoyados en el suelo y sujetando sus cabezas. Fuera continuaba lloviendo.

Pero prometedme que luego iréis a dormir sin rechistar, ¿de acuerdo? -y Jaime comenzó a contar la leyenda-:

Cuentan que en mitad de Castilla, donde los verdes, rojos y amarillos campos se superponen unos a los otros y donde se encuentran la más fabulosa fauna antes de llegar a los reinos moros habitan seres maravillosos por la noche. Si. Sólo de noche. Mucho tiempo ha que vuestro abuelo y yo, su hijo, vivíamos en una aldea solitaria, al lado de Soria, cuando esa ciudad aún no era próspera siquiera. Una noche, un vecino llegó a nuestra casa, después de una dura jornada de trabajo. Era raro, porque era ya muy tarde y todos dormíamos. Mi padre se levantó con el rastrillo en mano, aguardando que no fueran salteadores... Aunque, ja ja ja -rió Jaime-, los salteadores no llaman a las puertas...

Fue entonces que nos contó cómo había salido al establo junto a las casas, pues el caballo de labranza estaba relinchando fervientemente, y le había despertado, tanto a él como a su mujer e hijo pequeño. Nos contó que, cuando llegó allí, el caballo estaba de pie, fuera de su cuadra, y los arreos estaban desperidigados por el suelo y el agua de su bebedero vertida. Después de revisar todo a fondo, no encontró nada, ¡ni a nadie, pues pensaba que estaban intentando robarle la montura!

Jaime hizo una pausa, bebió algo de agua y carraspeó.

Cuando el vecino no encontró nada, ni restos ni huellas, supuso que el caballo había tirado todo aquello por el suelo y habría sentido el frio de la brisa nocturna. Pero cuando salió de allí... ¡¡¡ZASSS!!! -en esos momentos los niños gritaron por el susto del abuelo-, se encontró con... ja ja ja... con una bella mujer...

Los niños estaban expectantes.

Aquella mujer tenía una apariencia muy hermosa, aunque tenía una larga mata de pelo, según contaba, muy desordenada y revuelta, unas garras negras y alargadas y unos dientes de fiera salvaje, con ojos enloquecidos, casi a punto de salírseles de las cuencas... Vestía de oscuro y no supo quién era, pues nunca la había visto en la aldea o cualquier otro lugar. Fue entonces que nuestro vecino nos contó como la mujer le empujó y salió huyendo, haciéndole caer al suelo, junto al caballo.

Entonces, el hombre, aún tendido, pudo escuchar cómo su mujer gritaba y su hijo pequeño lloraba desconsoladamente, hasta que...

...hasta que dejó de hacerlo. Rápidamente, nuestro vecino entró en casa y vio a su mujer pálida y asustada, ¡aterrorizada!, pues aquella dama de pelos engañosos había cogido al hijo de ambos, en la propia cara de su madre, y lo había robado y secuestrado. Había salido huyendo hacia los huertos junto a la aldea, perdiéndose en la oscuridad. No se supo nada de aquel niño... Jamás.

No es que fuera una gran historia en la actualidad, pero para aquellos niños fue algo impactante, aterradora aquella historia, y más por contarse con aquel tono de voz. Los niños esa noche se fueron a dormir a una de las habitaciónes de casa de sus abuelos. Cuando se fueron a la cama Jaime sonrió y concluyó:

Obviamente, viajeros -os dijo-, en aquella zona nunca se ha visto algo parecido ¡Válgame Dios! ¡Ja Ja Ja! ¡estos crios me adoran por estas "anécdotas", je je je!

Toda la familia asintió, mirándose unos a los otros y ocultando su mirada, desviándola...

 

 

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24/05/2011, 12:51
Antonio Burgos

 Estraña historia en verdad. Yo nunca tube hijos pero recuerdo que con esa edad mi padre me contaba cuentos sobre princesas y caballeros, no de niños secuestrados.-dijo con una sonrrisa-me parece que sus jergones mañana amaneceran mojados. De todas formas he de decir que la historia me ha gustado, pese a lo tenebrosa que es. Siempre me gustaron todas las historias y yo se mucho de eso...

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24/05/2011, 13:17
Alvar Peláez

 - ¡Tengo que felicitarle, Jaime! - Sonrío ampliamente y doy un par de aplausos - Ha sabido transformar la historia en terrorífica, sólo con su tono de voz. Jajajaja. Buen relato, sí señor. Casi parece que lo hubiese vivido usted realmente.

 Agarro un vaso y doy un buen trago, aunque justo antes de echármelo al gaznate le digo: - ¡A su salud!

 Mientras bebo, me fijo en la reacción de la familia.

- Tiradas (2)

Notas de juego

 Quisiera hacer un par de tiradas. 

 Una de Conocimiento mágico por si conozco qué ser podría ser el que protagoniza la historia que nos acaba de contar (y si le cuadra ése comportamiento de robar niños) y otra de Psicología para interpretar la reacción de la familia.

 Acierto ambas ^___^

 Gasto 3 puntos de Suerte para transformar la tirada de Psicología en un crítico (si te parece bien).

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24/05/2011, 13:27
Manuel Noguera

Manuel se incorpora y se sienta junto a los demás adultos tras recoger sus cartas y guardarlas, para escuchar la historia del señor Jaime.

Tras la intervención de Antonio, comenta:

- Mi padre, que en paz descanse, también me contaba historias. Pero no sólo de princesas y caballeros, pues decía que de ellos serían mejores los cotilleos que escuchábamos en los caminos jajaja. Muchas veces eran de monstruos, e incluso adornaba las narraciones con dibujos que hacía con un palo en la tierra a la luz de la hoguera. Pero, cuéntenos, señor Jaime, ¿qué le ha impulsado a contarnos esta historia? No temerá que nos llevemos a sus nietos, ¿verdad? Me gusta jugar con los niños, pero sólo eso, ¡lo prometo! jajaja

Las palabras de Manuel casi nunca suenan tranquilizadoras, sin ser el consciente de ello. Se sirve un vaso del vino que dejó Dolores en la mesa, y se lo bebe tranquilamente.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Tirada de conocimiento mágico que paso... pero el hablar no es lo mio xD