Partida Rol por web

Se estremeció ante aquél escalofrío y abrió los ojos al ver aquello que la rodeaba. Se agitó visiblemente, no sintiéndose cómoda con todo aquello.

Miró la taza y luego a la Kitsune. Tragó saliva y levantó su mano hacia la taza, concentrándose lo que pudo. Pero tras unos segundos, no sucedió nada. Se miró la mano, frustrada, y volvió a mirarla a ella sin saber qué decir o hacer. Se mordió el labio, impotente.

El monje niega con al cabeza y comeinza a hablar con tranquilidad:

- Las Banshee entre uno de sus poderes incluye el poder del hielo o mejor dicho del frio mas absoluto, ellas dominan sobre el frio de la muerte y ese frio es capaz de crear el hielo, o acaso has sido capaz de controlar el hielo? no, lo has creado usando el propio frio de tu cuerpo, de tu esencia.

Acaricia con delicadeza a la niña y dice:

- Solo soy un monje, o mejor dicho el espiritu de un difunto monjue, al igual que ella es el espiritu de vuestra difunta hermana pequeña, erais trillizas pero un dia algo sucedio, no lo recordais porque fue demasiado traumatico para las dos, ese dia algo paso, porque piensas que tienes afinidad con esa Kitsune?

El monje se gira y dice:

- Si quereis conocer, si quereis saber la verdad seguidme, hablaremos con Beni-sama la señora de este lugar, ella podra guiaros, pero tambien podeis marcharos y uniros a vuestros compañeros, vosotras decidis.

Justo al lado de las dos hermanas aparece un portal en donde puede verse al resto de chicos, todos menos Lia y Rina, el monje comienza a andar con al niña de la mano en otra direccion

La mujer sonrie levemente y dice:

- No debes preocuparte...pronto podras conseguirlo, solo necesitas mas concentracion, practicar en un lugar que te transmita paz...

La mujer hace un gesto con la mano y una especie de puerta aparece junto a Lia, esta puede ver como esta el campamento donde estan todos menos las dos hermanas, ella y Rina, la asiatica le mira y añade:

- Debes pensar en ti misma, interiorizar tu propia esencia, recuerda que a tu alrededor hay muchas cosas, que eres capaz de mucho mas de lo que tu piensas, que eres como el viento, suave y calido, poderoso y frio, se lo que quieras y desees ser, pero no olvides que tu naturaleza depende unicamente de ti

Manuel dice a Himiko:

- Tu tenias ahi unas cantimploras no? no digo que no tomes sopa ni carne, pero tambien tendrias que tomar de esas cantimploras pequeña

Le dice meintras se acerca y le acaricia la cabeza, Manuel se apoya en la pared de la cueva y dice:

- Bueno supongo que los que faltan no tardaran en llegar, si quereis descansad esta noche en los sacos que yo hago guardia por si vienen ladrones y aparecen vuestros compañeros.

Mira a Ben y Liz:

- Hey parejita, nada de jueguecitos que hay una menor aqui eh, eso dejadlo para cuando esteis en el castillo y la chiquilla no este

Suspiró y asintió a la criatura.
-De acuerdo... muchas gracias por todo- accedió, aunque seguía contrariada. Miró el portal, aliviada de volver con los demás.

Se acercó a la puerta escuchando a aquella criatura. Antes de cruzar, se volvió hacia ella e hizo una reverencia con la cabeza, como símbolo de gratitud y que entendía lo que había dicho. Finalmente lo cruzó, volviendo al campamento. 

Al estar ahí de pie, de nuevo, se colocó unos mechones rebeldes tras la oreja y miró al resto, callada, sin saber muy bien qué decir.

-Puedes llamarme Sylvanas cuando salgamos de aquí-apreció la gracia de estar muerta por dentro y extender ese frío a los demás... era una preciosa encarnación de su propia amargura y soledad tras la ruptura con Jake.

-También se supone que las banshees oyen voces pero no debo de haber cogido su sintonía...tsk. Me voy con ellos, ahí no se me ha perdido ninguna pregunta.-le dijo a su hermana refiriéndose al grupo de excursionistas mientras seguía los pasos del monje.

- ¡Entonces no se hable más! - dijo a Himiko - ve a por las cantimploras que dice Manuel mientras yo te voy sirviendo esto Hime-chan.

Apenas había empezado a verter la sopa en un tazón para Himiko cuando vio aparecer a Giulia.

Creo que es la primera vez que veo a esta chica preocupada por algo

Le dedicó un gesto a Lia con el tazón que estaba sujetando y empezó a servir otra ración que acercaría a la recién llegada.

- Himiko-chan - llamó a la pequeña para llamar su atención y señaló con un gesto en dirección a la chica por la que la niña sentía devoción, seguro que sabría subirle el ánimo.

Sonrío de forma entrañable cuando Liz me responde de esa manera. Dormir, por supuesto, no pensaba en otra cosa estando toda esta gente presente. Pero también yo quiero dormir con ella, abrazarla y estar muy juntos, poder susurrarnos cosas al oído.

Tengo tanto que contarle...

Comienzo a desplegar mi saco cuando Manuel nos llama la atención, no me queda claro si en broma o en serio. Puede que ambas. Hay que habituarse a su particular sentido del humor. Pero, a pesar de la vergüenza que me provoca su comentario, me giro sonriendo y cierro los ojos, levantando el índice de mi mano izquierda.

Normas básicas de supervivencia en entornos fríos: aprovechar al máximo el calor corporal. -Digo, también medio en broma medio en serio- Nos portaremos bien...

Vuelvo a concentrarme en la tarea, aunque le dedico un guiño a Liz antes. Abro completamente la cremallera del saco, dejando éste abierto. Entonces abro también la cremallera del saco de Liz y, cuando ella sale del mismo, engancho uno de los lados de la cremallera a su homónima de mi saco, cerrando hasta arriba. Repito la operación con la otra cremallera y sitúo el resultado extendido sobre las dos esterillas juntas.

¡Listo! -Digo levantando las manos, como si hubiera superado una prueba que mereciera unos aplausos. El resultado es un saco de dormir lo bastante amplio para albergar a dos personas- ¡Al sobre!

Me quito las botas y el abrigo, y pongo este como almohada para mí. Liz tiene su manta para ese propósito, pero yo la mía prefiero extenderla sobre el saco, solamente en la parte inferior por si acaso. Me meto en el saco junto a Liz y extiendo el brazo en su parte para que se acomode sobre el.

Hay muchas cosas que quiero contarte. -Le confieso entre susurros- Pero si estás cansada podemos dejarlo para mañana...

Al escuchar el consejo de Manuel asiento y siento una punzada en mi alma, me había recordado algo muy importante para mi que a veces trataba de olvidar - Cierto - dije suspirando - Claro, voy - le dije a Mako cuando fui a buscar mis cantimploras. De pronto sentí un cosquilleo en el estómago y Mako llamó nuevamente mi atención señalandome a alguien - LÍA LÍA - Dije corriendo hacia ella y de un salto agarrándome a su cintura - Oh Lía estás bien - dije saltando a su lado - Van a venir esta noche los 4 jinetes del apocalypsis - le dije emocionada.

Miré mi cantimplora y luego miré a Lía - ¿Estás bien? - pregunté con temor.

El comentario de Manuel me pilló completamente por sorpresa.

-N-nosotros no… - comencé a decir nerviosa, mientras me giraba hacia ellos, pero no pude terminar la frase.

Me di cuenta de que Himiko y Giulia ya estaban de vuelta y les saludé con la mano desde la distancia, momento en el que Ben comenzó también a bromear.

¿Calor corporal?

Me di la vuelta, avergonzada, mientras Ben procedía a unir los sacos. Parecía que su truco había salido bien y que estaba entusiasmado con su logro.

- Qué bien… - le dije, sonriéndole, y me acosté dentro.

No tardo en prepararse y acostarse junto a mí, cediéndome su brazo, en el cual me acomodé.

-¡No! – respondí repentinamente, como si corriera el peligro de que cambiase de opinión. – Quiero decir qué… Quiero que hablemos, te estaba esperando. – me expliqué más tranquila, ya en susurros.

La sensación de internarse en el interior del saco es muy agradable. Sin la presión de las botas ni el incómodo abrigo, puedo moverme mejor, abrazar a Liz en cuanto se recuesta a mi lado. Y el interior del saco en seguida adquiere una agradable temperatura.

Me alegro, porque quiero contarte todo lo que ha pasado. -Digo achuchándola contra mí, cerrando los ojos y disfrutando de su contacto cercano, del olor de su pelo, de la caricia de su cuerpo- Pero también quiero saber lo que te ha pasado a ti... ¿Prefieres empezar tú?

Dormir en el suelo, en una húmeda y fría cueva, no me resultaba nada tentador. Ir de camping no era para nada lo mío, era una chica de ciudad, pero la presencia de Ben cambiaba todo por completo. En aquel momento, al acomodarme junto a él, abrazarle y sentir su calor, no podía imaginar otro lugar mejor que aquel.

Me encontraba agusto, demasiado agusto, así que cuando Ben me preguntó si prefería empezar acepté, no quería terminar durmiéndome, sería mejor que comenzase yo para espabilarme un poco más.

-Vale… Pues… - me resultaba difícil comenzar a hablar, ya que realmente lo que tenía que contarle no resultaba agradable, ni para él ni para mí. – Cuando caímos, apareció un espejo, y en él me veía a mí. Bueno, era yo, pero dentro de unos años… Y me hablaba sobre mí, sobre nosotros. – hice una pausa, esperando algún tipo de reacción, y continué. – Decía que eras poca cosa para mí… - continué algo entristecida. – Que ni siquiera me satisfacías, y que estabas frenando el avance de mis habilidades… - miré hacia él de inmediato, buscando sus ojos. – Pero yo lo negué todo, no pienso eso, de verdad. – añadí de carrerilla, algo inquieta. – Pero no me creyó, empezó a reírse, recordándome lo de anoche y… Me habló como si fuera una cualquiera. – volví a apartar la mirada, acomodándome sobre él. – E hizo que me excitara, mucho…

El comienzo del relato me resulta familiar. En realidad, todo ello. Quizá eso es lo que me resulta más inquietante. Que esa visión le diga que soy poca cosa para ella no me molesta. Yo también lo pienso. Liz es demasiado buena para mí. Por ese motivo, por ese precisamente, tengo intención de dedicar todas mis fuerzas a hacerla feliz.

Y otra vez el tema de satisfacerla. Pensé que ese hijo de puta sólo lo había dicho por joder me, pero que a ella también se lo hayan dicho...

Se apresura a negarlo, todo, tanto eso como el freno a sus habilidades. Aún así, yo me quedo con una pequeña duda que me carcome por dentro. Tiene sentido decir eso para engañarme a mí, pero ella sabe si es verdad o no, nadie podría engañarla sobre eso.

Oh...

Se me escapa esa simple exclamación, y me apresuro a abrazarla con más fuerza. No se que decir, menos aún cuando confiesa que la trató como a una... ¿Y qué es eso de hacerla excitarse? ¡Cabrona! ¿Quienes se creen que son para tratarnos así?

Yo... -Ni siquiera se qué decir- Lo siento mucho, cariño. -No soporto que sufra, no aguanto que nadie pueda hacerla daño ¡debería poder impedirlo!- También yo me encontré con un espejo. Y de él salió una especie de imagen mía de dentro de unos años. Un tipo horrible, sin sentimientos, un monstruo. -Aquello en lo que no quiero convertirme. No puedo- Me dijo que debía dejarte, que me frenabas, que nunca sería feliz a tu lado. Que eso no era posible junto a alguien que podía leer mis pensamientos. También... -Me avergüenza y hiere a partes iguales decirlo y recordarlo, pues supone oír mi orgullo resquebrajarse en mil pedazos- ...que ni siquiera era capaz de satisfacerte. Que me harías débil. -Me sumo en un tenso silencio durante unos instantes, pero pronto me recuerdo que esa batalla la gané, que superé esa prueba, que no soy el mismo que entró en esa cueva. El dragón, no la gacela- Me enfrenté a él, le dije que era todo mentira, que tú me hacías fuerte, que me dabas valor. Le amenacé, qué locura... Se puso agresivo, me mostró lo poderoso que era comparado conmigo, y al final le mostré mi desprecio por aquello en lo que se había convertido. Le dije que yo jamás sería como él. Y entonces me dijo que... que había superado su prueba.

Sentí como apretaba su abrazo, tratando de consolarme, antes de decirme que lo sentía y comenzar a relatarme lo que a él le había sucedido. También había visto a su yo del futuro, y este también había dicho que yo le perjudicaba a él, pero había cosas que no me cuadraban, o al menos no del todo. ¿Simplemente querían meter cizaña después de todo? Al menos Ben había superado la prueba, eso me hizo esbozar una sonrisa. No sólo me alegraba por él, sino que aquello demostraba que realmente no le estaba frenando.

-Ha debido ser muy difícil oír esas cosas… Lo siento.- dije apretándome contra él. – Pero lo superaste, eso es genial. – le miré, mostrándole una sonrisa que pronto desapareció. – Yo en cambio… Fallé. – me refugié en su pecho y continué contándole lo sucedido. – Da igual lo que dijera, sólo se reía de todo llamándome ingenua y diciéndome que no estaba preparada, que eras muy pausado para mí y me frenabas. No pude demostrar lo contrario… Cada vez hacía que me excitara más y más, trataba de aguantar pero estuve a punto de… - me detuve, no me salía cómo referirme a ello. - Resulta que mis habilidades tienen que ver con evocar sentimientos. Es lo que hacía, hacerme recordar lo de anoche, y me retó a detenerlo provocándome yo misma otro sentimiento que recordara, pero no lo conseguí. Había prometido mostrarme algo si lo conseguía, así que no se de qué se trataría, pero al menos se compadeció y frenó eso antes de que llegara a... ya sabes.

Me quedo helado al oír sus palabras, ante su confesión de haber fallado. Inmediatamente pienso en por qué y cómo considero que superé la mía. No fue por mi capacidad ni poder, fue por mi voluntad, por mi forma de pensar. Eso fue lo que dijo. Por mi decisión sobre en qué convertirme y con quién compartirlo.

Entonces... si falló... ¿Es que aceptó lo que ella le dijo?

Pero no, no se trataba de eso. Esa versión distorsionada de sí misma la retó a usar sus poderes para resistir los suyos, haciéndola sentir mal en el proceso. Es como si a mí me hubieran obligado a pelear con mi reflejo adulto, una pelea a todas luces injusta. ¡Claro que no lo hubiera logrado! Todo esto de la cueva ha sido más duro con ella que conmigo, más injusto.

Tranquila, cariño, ya ha pasado... -Le digo apretándola contra mí y acariciando su pelo- No has fallado, simplemente no controlas aún tu poder, pero lo harás, estoy seguro. -Le doy un beso en la frente, único punto al que llego estando como está refugiada en mi pecho- Luchaste contra ello, te resististe a lo que te dijo. Para mí no has fallado, Liz. Has hecho lo que has podido, y aprenderás a controlar todo ese inmenso poder que tienes. Él me lo dijo, que teníamos mucho poder y que debíamos aprender todo lo posible sobre nuestra naturaleza porque se nos iba a exigir mucho debido a ella. Eso y... que el destino no es inmutable. Nuestro futuro lo construimos nosotros, y lo que vimos en ese espejo no tiene por qué ser aquello en que nos vamos a convertir. Y no lo haremos, ¿me oyes? -Pongo una mano en su barbilla para que levante su rostro y me mire- Lucharemos, aprenderemos, y saldremos adelante. Seremos el mejor Benjamin y la mejor Elizabeth que podamos ser. Juntos, ¿de acuerdo? Y, bueno... -La seguridad que empezaba a desprender comienza a evaporarse, ya que este tema sí me hace regresar a mi estado inseguro anterior. Un tema delicado en el que me siento algo indefenso- ...sobre el tema de anoche, p-pues... Perdóname si, esto, bueno, si no te... Si no fui... Ya sabes... -Suspiro, tratando de reunir valor- Si no te dejé satisfecha.

Las palabras de Ben y sus muestras de cariño me reconfortaban. Mejoraríamos, juntos, pero esa vez había fallado; había sido un fracaso, pero no me iba a quedar con eso, trabajaría para no volver a fallar.

-No fallaré la próxima vez… - le dije antes de hacer que le mirara tomándome por la barbilla.

Fue muy rotundo en cuanto a salir adelante juntos, lo cual era muy tranquilizador, pero lo que me dijo a continuación me puso nerviosa. Era evidente que él también lo estaba, le costó bastante decir aquello, pero finalmente pudo soltarlo.

-¡P-pero yo no he dicho eso! –me separé de él para mirarle a la cara, quedándome tumbada a su lado, con la cara a su misma altura. – Lo de ayer… - miré abajo avergonzada, pero volví a mirarme de inmediato en cuanto me di cuenta – Me gustó mucho, de verdad. – Me moría de la vergüenza, pero sabía que aquello teníamos que hablarlo cara a cara. – Y-yo… Como decirlo… Hubiera seguido un poco más. – dije poniéndome aún más roja. – Pero me gustó mucho. – estiré mi brazo hasta su cara, acariciándola. – No le di importancia, ya habrá más veces, ¿No? – volví a desviar la mirada avergonzada, antes de volverme para acercarme a él y darle un beso en los labios sin soltar su rostro. Un suave y pausado beso.