Partida Rol por web

-...Beni Suzaku- recordaba vagamente el nombre Suzaku como uno de los dioses que salía en una serie de anime, uno de esos super empalagosos en los que todos los hombres se sientes atraídos por la protagonista que era una pava insufrible, caprichosa y solo atractiva dependiendo del ángulo en que se la mirase.

El juego misterioso o algo así, se dijo, incapaz de recordar el título en japonés de tal anime.

-Si no estamos preparadas ahora no podremos avanzar. ¿Quién avanza sin saber qué es lo que tiene a sus espaldas?- la mujer, tan tranquila en su hablar y en su forma de arrancar música de las cuerdas de lo que Nyara creía que era una especie de citara oriental parecía dudar seriamente sobre la estabilidad emocional o mental de las gemelas y en su fuero interno Nyara no podía reprochárselo. Kyara estaba sometida a gran presión aunque no se diese cuenta. Rina hasta el momento de llegar a las cuevas había dependido de ella como si fuese una niña pequeña, confiándose a su hermana hasta tal punto que el espíritu que habitaba en Rina se la había jurado a Kyara. Y en lo que a Nyara respectaba... no era la más adecuada para nada excepto, quizá, decir cosas hirientes a otros y sentir una ira irracional y casi imparable en cuanto la situación la decepcionaba o contrariaba sus intenciones.

Como el cabreo que me cogí con Kurt. Pensó, cayendo entonces en la cuenta de que las únicas palabras que habían intercambiado los dos habían sido antes de ser engullidos por aquella sustancia sanguinolenta. Tampoco había que ser muy lista para ver que podía ser un peligro relativamente serio.

Aunque como no me ponga a pegar gritos... pensó sobre su naturaleza de Banshee, bastante limitada según su punto de vista.

-¿Por qué el monje y la pequeña no podían venir?

Rina se encogió de hombros, y es lo único que pudo responder a las acusaciones de su versión más joven de sí misma, que era la representación del zorro que había en su interior, y por eso también se quedó mirando a la Kitsune, esperando que ella respondiera, sin embargo en el discurso de la niña, comprendió algo, que ella había reaccionado sin control y que había matado y lastimado a toda esas personas, incluyendo a Mako.

- ey... no tan rápido, señorita - se voltea  hacia ella, con sus manos en su cintura - tú eres yo, y yo soy tú, nada que una esté sobre la otra, además, ahora comprendo que no debo controlarte, no debo controlarme, sino comprenderme, y trabajar en canalizar este poder,  eres parte de mí, pero no eres más que yo, no alcanzas ni siquiera a ser una parte de la complejidad que soy... -  sus ojos se fueron entrecerrando, pero no la dejaron de mirar.

-  tú mataste a todas esas personas, y lastimaste a Makoto, ¿y quieres tener todo el control?, no, lo siento, no te lo permitiré, -  la enfrentó  con la seguridad en lo que decía.

El corto roce de sus labios me reconforta, me demuestra que comparte mis pensamientos, como confirma después con sus palabras. La primera vez, ni me había dado cuenta al decirlo de lo mucho que implicaba, de la pérdida de la virginidad, para ambos. Todas las primeras veces, eso implica mucho más, y hace que no sólo piense en el sexo, sino en otras muchas cosas que ahora mismo me parecen más importantes.

Y eso me gusta.

Como me gusta el modo en que mete su mano bajo mi jersey, acariciando mi costado y acercándose a besarme de nuevo, deslizando su mano hacia mi espalda. Hace que me recorra un escalofrío, aunque también me da tiempo a mirar furtivamente hacia la hoguera, recordando la advertencia de Manuel. No podemos permitirnos hacer todo lo que queramos, lo que nos gustaría, aunque simplemente besar y abrazar a Liz ya me parece todo un premio después de lo que ha pasado ahí dentro.

Y las segundas... -Digo al separarse momentáneamente nuestros labios- Y las terceras... -Meto yo también mi mano libre bajo su jersey, llevándola hacia su espalda y acercándome más a ella, mientras estiro mi otro brazo para que se recueste de nuevo sobre él, más cómodamente- Todas las veces, siempre a tu lado.

Tan sólo saco mi mano de su ropa un momento, para tirar de la parte superior del saco y taparnos mejor, cubriendo nuestros hombros y parte de nuestras caras. Entonces vuelvo a introducir mi mano bajo su ropa, y a acariciar su piel suavemente, mientras me sumerjo en sus besos.

-Sí creo, como no creer después de lo que he visto -dijo algo más tranquila- y no sé que esperar de mí porque no sé de qué soy capaz -escuchó todo lo que decía la mujer a su hermana, y no pudo evitar asentir. Inspiró profundamente y optó por sentarse con las piernas cruzadas delante de la tetera, se sirvió un poco y alzó el chisme- ¿queréis? -preguntó para saber a quién servir y a quién no- Pues para poder avanzar necesitamos saber qué hay detrás, así pues, cuéntanos, ¿qué pasó con el monje y la niña? Cuéntanos todo eso, por favor.

Me había quedado sentado bebiendo mi sopa y debido a la gran cantidad de carne que me había puesto, me pasé el rato comiendo para que no se enfriase, pues estaba demasiado bueno.

Escuchaba como unos hablaban por aquí, otros por allá y llegó Himiko saltando por aquí y por allá. Si en algún momento me miraba la saludaría y seguiría a lo mío.

Ya estaba terminando cuando Guilia apareció también. 

Makoto les preparó al cena a estas dos y cuando se acercaron, ya las saludé como debía.

-Hola a las dos-les sonreí y en ese momento terminé de cenar y dejé las cosas a un lado-Bueno, parece que yo ya he cumplido mi parte para que vengan los jinetes me ha costado un poco, pero de las ganas que tenía me he puesto demasiado. Ahora te toca a ti-Dije para todos pero en especial para Himiko, continuando con lo que habían empezado.

Volví a mi sitio y esta vez me dirigí a Cuilia.

-Bueno y a ti, ¿qué tal te ha ido?

-Si son amigos tuyos entonces podemos montar una fiesta de las buenas-sonrió divertida con la idea de cuatro Chris más pululando por el castillo. Tomó un sorbo de la sopa disfrutando de como el calor entraba y la recomfortaba. Ante la pregunta del chico asintió-Veo que todos hemos pasado por lo mismo, ¿no? Supongo que sí, que aquella mujer era algo como un guía... aunque a veces no era muy clara hablando, así que no creo que fuese buena para dar direcciones de calles- Aun la broma, no parecía divertida.

Himiko tan contenta como siempre estaba dispuesta a un bombardeo, no sabía muy bien si desde la inocencia o realmente no le importaba mucho la situación, como por ejemplo, montar en un caballo del apocalipsis. Sonrió a la pequeña y la abrazó con un brazo mientras que con el otro sostenía el cuenco- El Ronsky pequeña es una poción monstruosa que hace que te conviertas en una cruatura peluda y babeante, con ocho ojos y cinco narices, todas con mocos-relató teatralmente. Suspiró y le acarició la cabeza-Así que tendrás que hacer caso a Makoto e irte a dormir pronto, o no los conocerás y no te dejarán jugar con sus caballos...-guiñó el ojo al japonés. Era agradable ver cómo trataba a Himiko con tanta atención-Muchas gracias Makoto, te haré caso sin duda, aunque ésto me viene de lujo- asintió a la propuesta de makoto, viendo como Kurt daba buena cuenta de su parte. Ante la pregunta de éste, habló un poco más.

-La verdad, pensé que sería diferente. Y tampoco ha sido la mejor charla que he mantenido con alguien-acarició por acto reflejo el brazo de Himiko. Por un momento había sentido la necesidad de un poco de apoyo, y la pequeña parecía ser más que oportuna con su cariño. El encuentro la había decepcionado y frustrado consigo misma, ni siquiera había sido capaz de poder hacer algo sencillo y no esperaba de ella que fuera a ser gran cosa. Inclinó la cabeza hacia Himiko-Pero no tengo muchas ganas en volver a entrar ahí-suspiró de nuevo, una mezcla visible de frustración y resignación-Al menos tengo una pista para seguir, mañana al volver pasaré por la biblioteca para investigar un poco. Hasta entonces, el objetivo es no morir congelada durante la noche-intentó quitarle hierro al asunto.

Al escuchar hablar a Guilia sobre su experiencia, hice una mueca.

-Estoy contigo, pensé que sería de alguna forma...diferente. Pero por otro lado, no os entiendo cuando lo veis como una experiencia mala, o simplemente que no volveríais a repetir, por lo que a mi respecta, no fue el fiestón del siglo pero, fue agradable.

Estaba un tanto confundido en ese aspecto que todos relataban.

Mientras hablaba con su otra forma Beni estaba algo apartada sin duda queria que las dos Rinas hablasen, la Rina "adulta" con la Rina joven y rebelde, esta ultima dice:

- Claro, porque si yo no llego a tomar el control nos hubieran matado, no lo veias? no lo vista mientras yo tome el control, nos amenazaban, querian acabar con nosotras, no ves que nos tienen miedo, o te crees que solo nos hubiesen dicho, no seais malas, no. 

Se notaba que estaba molesta, Rina nunca se habia visto a si misma asi, o al menos que ella recordase:

- Es...no quiero morir vale? tu quieres pero me da igual, yo no quiero morir, tengo muchas cosas que hacer y esos tipos los mataban a todos, solo querian vernos muertas y tu no ibas a hacer nada, si estabas sentada en un rincon lorando, tuve que hacerlo yo, si soy mala y oscura y rebelde, pero sin mi estariamos las dos muertas y y y y Makoto fue su culpa, el se metio en medio, sabes, el fue el que no se fue cuando se lo digimoos

La imagen parecia muy alterada e inclsuo empezaban a asumar lagrimas por sus ojos.

Me estremecí al sentir que introducía su mano bajo mi ropa y me acariciaba la espalda. Se acercó a mí y volvió a ofrecerme su brazo para que reposara en él, así que me acomodé en este, mientras me decía que quería que todas aquellas veces fueran siempre a mi lado.

-Siempre… - susurré antes de darle un corto beso.

Continué dándole pequeños besos mientras nos arropaba, divertida al dificultarle la labor; pero al volver a acariciarme, ya cubiertos hasta arriba, me centré más en sus labios, alargando aquellos besos, sin pensar en otra cosa.

Estaba tan feliz, tan relajada, que no había reparado en algo. De pronto me sobresalté, separando mi boca de la de mi novio.

-No te he contado lo más importante. – dije de repente, sacando mi mano de debajo de su ropa. – Algo os he dicho, pero quiero contártelo bien. – dije sonriendo. – Beni Suzaku me ha ayudado mucho, me ayudó a ver mi camino. No entendía mis habilidades, sentía que no hacía nada… Todo eso de Kyoto… Me sentía impotente. Ahora sé que ayudo, sólo que desde otro ámbito. Pero también me ha enseñado a ver otras cosas, “Visión verdadera” lo llamó; puedo ver lo que tengo realmente ante mí, como en su caso, que es una Kitsune. Me escuecen un poco los ojos cuando lo hago, pero no dura mucho. – reí.

Con el saco cubriéndonos casi completamente, el calor se acumula en su interior por nuestros cuerpos tan cercanos y cálidos. Nos acariciamos, nos besamos suavemente, y no se me ocurre una sensación más agradable que ésta de estar aquí, junto a mi novia.

Pero entonces se detiene bruscamente, se separa y me dice que tiene que contarme algo. Me quedo mirándola, sorprendido, y Atiendo a toda su explicación.

¿Otro ámbito? No entiendo... -Pero antes de que pueda indagar sobre ese asunto, me habla de otra nueva habilidad, que parece muy interesante aunque en cierto modo me produce igualmente curiosidad y miedo. Retraigo mi mano desde su espalda y la dejo acariciando su costado, mientras miro a Liz directamente a sus bellos ojos- Es decir, que puedes mirar a alguien y ver "lo que es" realmente... Pues dime, ¿qué ves cuando me miras así?

La idea me causa cierto estupor. Supongo que el aspecto "verdadero" de un hijo del dragón puede no ser agradable, más bien reptiliano o algo así. Recuerdo el aspecto de mi yo adulto cuando me mostró las escamas cubriendo y acorazando todo su cuerpo, y supongo que eso no será todo. Pero si algo he aprendido en esa cueva es a enfrentarme a mi miedo, a recordarme que lo que soy no debe asustarme, sino que debo asumirlo y aprender sobre ello, controlarlo.

Y que lo que siento por Liz debe servir de motor a esa fuerza que necesito para hacerlo.

La mujer deja de tocar y mira a las dos hermanas, su voz sonaba melodiosa y parecia que canturreaba meintras dice:

- Este lugar esta en el mundo entre los espiritus y la realidad, ni los espiritus ni los humanos pueden acceder a el sin ayuda o sin ser guiados, para llegar aqui debe ser el momento de cada uno de llegar por eso no han podido llegar hasta aqui...

La mujer suspira, no por cansancio, mas bien parecia por nostalgia y dice:

- Ese monje y esa niña... el es un hombre sabio que vivio hace algunos años...cuando murio decidio proteger a esa pequeña y asi lo ha estado haciendo hasta ahora, hasta que la pequeña pueda trascender su existencia llegar a un plano superior, sin embargo, ella no puede llegar a ese plano, no puede descansar en paz.

La pequeña es Ryara Rosseau vuestra hermana pequeña, no la recordais porque murio con la edad con la que estais viendola y bueno, su existencia se elimino de todos los que le rodeaban, ni vuestros padres, ni el medico que la atencion ni en los registros esa pequeña existe...la pobre nadie se acuerda de ella, solo el monje la recordaba...y el me enseño a como conocerla y recordarla.

Mira a las dos y dice:

- De hecho vosotras no teniais habilidades en vuestro nacimiento, erais chicas normales, por decirlo de una forma sencilla, vuestra esencia estaba latente, esperando a que despertarais a que ella suprimiese la barrera que hacia que no pudierais desarrollar vuestra autentica esencia.

Mira a las dos a los ojos y ambas coinciden en un pensamiento, ella sabia porque y como murio, pero no pensaba decirlo

A pesar de que trataba de dar una buena noticia, notaba a Ben entre sorprendido e inquieto. Me preguntó sobre lo que le había contado, así cómo qué era lo que veía usando mi habilidad con él.

-Veo… - dije mirándole fijamente y acariciando el contorno de su rostro con mi mano. – Algo diferente, nunca había visto nada así. – me acerqué algo más a él, fijándome en cada uno de sus rasgos. – Veo algo que me gusta, que me encanta… Veo a mi novio, al chico más maravilloso del mundo. – concluí con cierto rubor en mis mejillas y le sonreí, consciente de que esperaba algo bien distinto.

Deslicé mi mano de su mandíbula a su nuca, acercándonos para darle un suave y cálido beso antes de continuar.

- No vería nada diferente en ti, somos humanos, aunque tengamos algo más en nuestro interior. En cambio Beni… Ella no debe serlo, me dijo que era una Kitsune, pero no como Rina; pude ver las siete colas tras ella, además de un aura azul.

-Joer, pues para mí no ha sido nada especial.-digo, viendo como unos y otros hablaban de sus experiencias, algo sorprendido de que Gula se llevase una experiencia negativa.-A mí sólo me dijo un par de chorradas pseudomísticas. Y me enseñó a invocar un perro.-en este momento recuerdo que tengo que empezar a memorizar los conjuros. Es bastante ridículo ser un mago que depende de que su móvil tenga batería para recitar los hechizos.

Me pregunto cuál será la pista de la que habla Gula. No quiero forzarla a que diga algo de lo que no tiene ganas de hablar, así que ya se lo preguntaré en otro momento.

Me quedo mirándola fijamente mientras me observa, tratando de analizar sus gestos, lo que pueda delatar sus pensamientos cuando vea mi verdadero yo. Pero finalmente me pongo colorado y sonrío como un idiota cuando me doy cuenta de que es una broma y me dice que soy el chico más maravilloso del mundo para ella.

Ah, calla tonta, que me pones colorado -Digo entrecerrando los ojos, momento en que me agarra de la nuca y me da un suave y cálido beso, tras el que inmediatamente los abro de nuevo- No, es broma, puedes seguir, sigue, sigue, jajaja.

Todo tiene una explicación, y es que somos humanos. Eso es algo que no me cuadra demasiado con lo que me dijo Beni, pero supongo que es interpretable.

Vaya, pues lo de ser humano era algo con lo que yo no contaba ya completamente -Confieso- A mí me dijo que era descendiente de un gran dragón, o sea que tengo sangre de dragón. Pensaba que eso me convertía en un "mestizo", o algo así, no se. Aunque en el fondo me da igual. Lo que sí he aprendido es esto... -Saco la mano del interior de su ropa, y la sitúo entre nosotros, a medio camino entre nuestros rostros, con cuidado de situarla de forma que con el cambio no pueda causarle daño alguno. Me concentro, esta vez algo mejor, en la idea de los soldados causándoles daño a mis compañeros, como temí en la cueva, centrándome en la visión de Liz herida, el mismo concepto de mi amor sufriendo algún daño por parte de alguien, la necesidad de defenderla. Siento cómo si sangre se calienta, la ira resurge sobre la calma, y eso provoca la reacción necesaria. Unas duras escamas comienzan a cubrir la piel de mi mano, al tiempo que de los extremos de mis dedos surgen unas grandes uñas negras, afiladas y tremendamente duras, de unos diez centímetros de longitud. Auténticas armas de destrucción, como me dijo mi yo adulto, para matar- Los del castillo se equivocaban. No debía pensar en cosas agradables, sino todo lo contrario. Las garras son para causar daño, y debo pensar en cosas que me hagan enfadar, despertar la agresividad y la ira. Que las use para asesinar o para proteger a otros ya es cosa mía, aunque es bien clara mi elección.

Con el hambre saciada y el calor de Lía, noté como a poco se iban cerrando mis ojos, las voces de mis compañeros eran cada vez mas lejanas. Bostecé suavemente y me acomodó en el regazo de Lía mientras me abandonaba a un sueño profundo.

Ben me mostró lo que había aprendido ahí dentro. Era realmente impresionante la transformación, aquellas garras resultaban temibles, pero era otra cosa la que me infundía mayor temor.

-¿La agresividad y la ira? – pregunté, llevando mi mano hasta la suya ya transformada, volviendo a tocar aquellas duras escamas. – Así que para hacer daño… - deslicé mi mano hasta lo que serían sus dedos, hasta recorrer con los míos aquellas uñas. – Es increíble… Seguro que serás muy fuerte. – dije entre orgullosa y asustada.

¿Y si esto le cambia? ¿Será bueno centrarse en esos sentimientos?

-¿por qué no puede descansar y tas...trs..trascender?-Sabía algo.Bueno, algo no, lo sabía todo pero el por qué se lo quería seguir ocultando era un misterio para Nyara. Se pasó una mano por el pelo, peinándose los rizos hacia atrás y cerró los ojos un segundo como si así pudiese controlar el aplomo que la calma de aquella mujer hacía peligrar.

-... hemos venido a saber cosas. ¿Siempre es así de discreta o tiene algún truco el llegar al conocimiento?

Siento el tacto de sus dedos sobre mis garras y las escamas de mi mano. La sensación sigue pareciéndome extraña, ya que noto su contacto pero como algo lejano. Inspiro profundamente, entrecerrando los ojos, forzando a las escamas a retirarse, a las garras a encogerse y retraerse hasta formsrcde nuevo las pequeñas uñas de mis dedos.

Sí, es la verdadera naturaleza de las garras, ser tratadas como armas naturales. -Explico- Cuando me lo dijo, recordé a esos soldados, el modo en que nos apuntaban con sus armas. Imaginé que te hacían daño, sentí la necesidad de protegerte. Y surgieron. -Sonrío, orgulloso de ello- No quiero hacer daño a nadie, pero no voy a permitir que nadie dañe a aquellos que quiero...

Acerco la mano que hace un instante era un arma dañina a su rostro, acariciándolo, realizándola hacia su nuca y atrayéndolo para besarla suavemente.

Su mano volvió a su forma humana mientras aún me encontraba acariciándola. Aquello era extraño, muy extraño, pero podría acostumbrarme. Ante su explicación le solté la mano y sonreí, algo más tranquila.

Proteger a lo que quiere…

Acarició mi cara con su mano y la llevó hasta mi nunca para atraerme hacia él, volviendo a fundirnos en un suave beso.

-¿Pensabas en protegerme? – pregunté ruborizada al separarme. – No me gusta eso de la ira y la agresividad… ¿Es lo que te dijeron? Preferiría pensar que es instinto de protección. – sonreí resignada. – Yo también quiero enseñarte lo que se hacer… - me puse algo más colorada pensando en ello. – pero no lo controlo aún.

Fijé mi mirada en sus ojos, concentrándome en la pasada noche, en volver a hacerle sentir como ayer, pero esta vez sin tan siquiera tocarnos. Estaba un poco nerviosa, quería poder mostrarle a Ben algo de lo que sabía hacer; pero no, no lo conseguía.

-Parece que no funciona… - dije al ver que Ben continuaba impasible. – Tendré que seguir intentándolo. – añadí con la cabeza gacha, pensando en que era la segunda vez que aquello no resultaba. – Intentaba que sintieras lo de ayer… - le expliqué, tras lo cual  levanté la vista y volví a mirarle. – Pero para eso tampoco me hacen falta mis poderes, ¿No? – le dije en un susurro, visiblemente ruborizada.

Tomé su mano y la lleve hasta mi vientre, por dentro del saco, y subí un poco mi ropa, dejando espacio para meter su mano bajo ella, guiándola hasta mi pecho. La solté y volví a acariciarle el costado por debajo de su ropa, a la vez que me acercaba a su oído.

-Si prefieres podemos dormir. – le dije en bajito y le mordí suavemente el lóbulo de la oreja antes de volver a mirarle.