Partida Rol por web

La planta baja de la torre de Rudesindus es la planta de acceso más habitual del edificio (teniendo en cuenta los extraños y blasfemos tratos de vuestro amo, no es la única). Se accede a través de un puente levadizo que, la mayoría de las veces, permanece levantado. A través de un distribuidor se sube al piso superior y a las habitaciones laterales: por un lado, el izquierdo, a la sala de la trampa y a vuestra habitación y, al otro lado, el derecho, a la sala del diezmo y al almacén.

Camino hacia la puerta del almacén canturreando contenta.

-Qué suerte hemos tenido, en el almacén hay muchas cosas. Seguro que encontramos algo bonito. Pero mejor que sea pequeño, para no tener que cargar mucho. ¿Qué os parece?.- pregunto a mis compañeros.

-Qué ganas de terminar e ir a hacer mis tareas, tanto que hacer...-

Miro con gesto cansado las escaleras que me tocará subir dentro de un rato. Y después tengo que asearme para recibir a las visitas.

Tobías sale dando saltitos, tras Pirita...

"Hummmm, ¿y qué cosas le gustarán? Estoy totalmente de acuerdo en lo de buscar algo que no pese mucho, al fin y al cabo somos muy pequeñitos -Se coge las manos por detrás y empieza a mover la cabecita de un lado a otro, y a parpadear melósamente, poniendo cara de bueno- ¿qué tal si buscamos una pluma de ave para que se la ponga ene le sombrero? A mí me parece un regalo muy elegante"

"Porque... ¿algo de comer queda descartado, no?" "Que hambre, ñam ñam, ñam..."

Mi pequeño estómago ruje al oír hablar de comida.

-No creo que la comida sea un regalo apropiado. Pero cogeremos el regalo, y después podemos pasar por el comedor a coger algo. Yo también tengo hambre.- contesto a Tobías entendiendo sus intenciones.

Empiezo a rebuscar entre las miles de cosas del almacén.

-Había pensado en un abre-cartas adornado. Es un buen regalo, es útil y podemos acompñarlo de una nota de parte del amo. ¿Qué te parece?. ¿Se te ocurre algo mejor?.-

Veo un brillo metálico y corro hacia él, pero sólo son cuchillos normales.

La sala del diezmo es una amplia sala en la planta baja atestasa de miles de objetos por todos lados. Ciertamente la habitación está ordenada... es decir todo lo ordenada que un lutín puede mantener una habitación. En la sala del diezmo se almacenan todos aquellos objetos donados a Rudesindus por sus servicios. Objetos interesantes.. o objetos de nulo interés, que Rudesindus es muy generoso y lo acepta todo. Lamentablemente de vez en cuando os encarga catalogar objetos... pero a menudo el lutín encargado jamás ha vuelto o su orden nada tiene que ver con el establecido hasta el momento.

Al fondo hay la puerta de acceso al almacén que por lo pronto parece cerrada.

- Pst, pst - algo os llama desde un rincón que no podeis ver, parece que proviene de un rincón escondido tras unos botes con líquido en lo alto de un estante.

-Alllaaa un ruído, ¿qué será?.- pienso intrigada-Pirita, céntrate, tienes que buscar un regalo- me regaño a mi misma- bueno si, ahora voy, sólo quiero echar un vistazo.-

Me acerco despacito, manteniendo las distancias.

-Hola, ¿hay alguien ahí?- pregunto quedándome quietecita.

Miro hacia mis compis encogiéndome de hombros.

Rápidamente, Tobías se echa cuatro o cinco pasos hacia atrás asustado... Cuando se da cuenta de que va a quedar como un cobardica, se adelanta, pero no acaba de decidirse y acaba escondido disimuladamente detrás de Pirita...

"¿Quién habla? ¿Qué eres? ¿Por qué te escondes?"

Mientras, piensa...

"Espero que no sea otro lutín con el que disputarnos la comida... y... a la dama..."

Detrás de los tarros os parece ver parte de un busto de piedra gris. Diríais que de él proviene una voz dulce.

- ¿Qué son tantas preguntas

impaciente compañero?

Soy un busto de piedra

de Rudesindus consejero.

Antaño fui valioso,

de sus rapsodas, el primero.

Mas ahora, ya me veis, abandonado

en esta sala desespero.

Viendo, que la voz parece resulta inofensiva, Tobías sale de su escondrijo...

"¡Uy, si es un pedrusco parlante! ¿Qué malvada fechoría has cometido para que te hayan convertido en piedra?"

Mientras, agarra el brazo de la lutina y le dice...

"Pirita, no te de vergüenza ponerte tras de mí, por si resulta peligroso, esto podría ser una ilusión, y recuerda que soy experto en esos lares"

-Pobre, pobre estatua, tan sola en este aburrido almacén....-

Lo miro envelesada.

-No tengas miedo, es perfecto. Mira, es un regalo ideal para un mago. Una estatua que habla y da consejos. Y ya que el amo no lo quiere, seguro que está deseoso de librarse de él. Primer trabajo hecho. Ahora sólo falta cargar con él. Señor estatua, ¿sabe volar?.- pregunto con carita seria.

- Piedra fui, piedra soy y seré;

nunca cambiaré.

Volar no sé, lo lamento

sólo mis palabras surcan el viento.

Mas a qué te refieres con regalo?

tengo una curiosidad.

Vas a sacarme de aqui?

será eso vedad?

Empiezo a buscar entre los cachivaches del almacén.

-Compis, ¿me ayudais?. Creo que si conseguimos una tabla o algo así lo suficientemente larga, podemos hacerla rodar hasta el suelo con cuidadito. ¿Qué os parece?. Uno se queda arriba para empezar a empiejar, otro baja por la madera con ella para que no se caiga y otro espera abajo por si la estatua se descontrola. ¿Lo hacemos así?.-

Mientras hablo, rebusco entre las cosas.

Tobías se rasaca la cabezota mientras se fana en encontrar una solución...

"Hummm, muy buena idea Pirita, ¿qué tal si usamos la tabla de planchar ropa lutiniense?"

Miro a Tobías muy contenta.

-Jus, eso si que es una buena idea. Además creo que tenían una de las viejas en el almacén. Oh, mira, ahí está, será perfecta*- digo feliz.

-Jus, que listo.- pienso mientras taconeo hasta la tabla.

Cuando os acercais os dais cuenta que no es la tabla de planchar sinó un viejo cuadro. Parece que alguien, a cambio de algo, pintó un bonito retrato de Rudesindus hace tiempo. Girando la cabeza un poco (puesn o está puesto en su posición normal) veis un Rudesindus algo más joven. Mucho más joven.. incluso parece un chaval!.

Tobías se acerca para coger la tabla cuando...

"¡Uy! ¡Si no es una tabla! ¿Quién es este? Se parece al señor, aunque... parece... mucho más joven... En fin, esto se rompería si lo usamos para subir, ¿no?"

En efecto, apoyado contra la pared a un lado del mueble estantería veis lo que parece un cuadro. Una superficie rígida que podría hacer de rampa por la que hacer descender al busto de piedra. Quizá es un poco arriesgado pero se os pasa por la cabeza intentarlo. Cuando os acercais veis pintado en la superficie del cuadro un Rudesindus joven, con gafas y una curiosa cicatriz en forma de rayo en su frente.

Qué curioso, no recuerdo haberle visto esta cicatriz. Pensais.

Un terrible ruido de viento seguido del de objetos cayendo en el piso de arriba os saca del ensimismamiento y recordais que teníais una misión que cumplir.