Partida Rol por web

En el último piso, al final de la escalera, se encuentra el observatorio. Centenares de cachivaches metálios dispuestos aquí y allá permiten a Rudesindus ver y estudiar el mundo que le rodea. El centro de la sala está ocupado por una esfera metálica dorada de tamaño gigante que gira sobre un eje vertical. Otra esferas metálicas giran a su alrededor sujetas a finas varas de metal. Es un trasto curioso de ver. Algunos dicen que es una representación del Universo, otros que es un simple pasatiempo.

En el otro extremo de la sala, una pequeña escalera lleva al palomar. El arrullo de las palomas transmite cierta calma. Una voz estridente os llama la atención en el palomar.

- Ozú, qué caló!

¿Qué extraña lengua es esa? - esas palabras casi le sorprenden más que los fabulosos cacharros que el mago tiene en esa planta.

-¿Quién anda ahí? - pregunta acercándose con cautela a las escaleras, arco en mano.

-Cuantas cosas... nunca me habían mandado a este piso, menos mal que he venido con vosotros. Si no, nunca sabría que hay aquí- digo muy contenta.

Hoy he descubierto algo nuevo, y eso me hace muy feliz. En cuanto escucho la voz, me pongo al lado de Karabás.

-Karabás, creo que es un idioma que se habla en un sitio que estuve en el que hacía mucho calor, pero no recuerdo ahora el nombre...- informo deseosa de ayudar en algo a mi compi.

Una vez hemos llegado arriba, por fin dejo el saco del grano en el suelo. Ya iba siendo hora, el condenado pesaba. Tras estirar un poco los brazos y la espalda por el esfuerzo, miro a mi alrededor. Todo está lleno de cachivaches extraños, que aparentemente no hacen nada útil. Al menos, para mí.

Mientras me estoy fijando en los chismes, una voz me sobresalta. Seguramente, sea otro lutín... Si es otro lutín... ¿Por qué no respondió a la llamada de la campana?. Malditos lutines vagos...

Desde el "incidente" de la escalera Chim ha estado calladito e intentando pasar desapercibido. No es propio de él perder los papeles y entiende que los otros lutines se mosquearan.

-Lo que no entiendo es como aguantan a Trolop...- piensa mientras llegan a su destino. Sorprendentemente no hay ningun pájaro a la vista y sólo un montón de trastos. Trastos brillantes... De repente la voz le sobresalta, se siente vigilado.

-¡Eh! ¿Quién está espiando?- y prepara las manos para mojar a cualquier incauto, que ya ha sido demostrado que es muy útil.

Trolop llegó al observatorio dando saltitos a la pata coja, estirando la otra pierna para sacudir el agua que la mojaba. Cuando terminó, observó el observatorio, ya que entendía que un observatorio es para observar.

Al oir la voz, se sobresaltó como los demás, pero no le dió importancia pasado el susto inicial.

-La bestia del foso no habla, gruñe.  Y Lucifer maulla, así que no creo que haya nada de lo que preocuparse, chicos. Miró a Pirita. Y chica. Ala, vamos para el palomar,  a ver lo que nos dicen esas palomas. Aunque... qué raro, no recuerdo que esas palomas hablaran... y menos aún que pasaran calor

La pequeña escalera que lleva al palomar está algo sucia en su parte superior. Una puerta con una malla separa el palomar del interior de la torre, pero en un extremo inferior hay un pequeño hueco por donde los lutines pueden entrar y salir.

En el palomar encontrais las palomas apelotonadas en un extremo. Tan tontas como siempre parecen temer algo que hay en el otro extremo del palomar. Girais la vista extrañados y os encontrais con dos enormes cuervos repapados en lo alto de un viejo mueblo. Uno de ellos tiene los ojos saltones y os mira con curiosidad. El otro mantiene un aspecto grave y majestuoso.

- Pixa,mira qué grasioso, aquí hay unoh tipoh pequeñineh pequeñineh.

Góblop continua tendido en el suelo de la planta baja. Parece inconsciente. Una larga sombra parece observarlo... una larga sombra peluda y mojada. Unos metros más allá, Lucifer el gato observa como Goblop empieza a mover convulsivamente una mano, una pierna. Parece que empieza a despertarse.

Con un hábil salto el gato se aparta del lutín y, en ese momento percibe un objeto a su lado: la campana. Astutamente mira a Góblop. Si fuera un humano malicioso sonreiría, pero sólo es un gato malicioso. Agarra la Campana de la Llamada con la boca y huye de la sala con un sigiloso movimiento dejando el suelo perdido de pequeños charcos de agua.

Primero abre mucho los ojos por la sopresa de ver pájaros parlantes. Poco después, tras repasar la lista de cosas parlantes de la torre, se encoje de hombros y no le da mayor importancia.

-¡Titas! ¡Titas! ¡A comer! - empieza a vaciar el grano de su mochila en al suelo, al alcance de los comensales.

-¡Buff! ¡Qué alivio! ¡Cómo pesaba!

Cita:

Sonrío mucho. La mayoría de mis compañeros no hacen esa distinción. Trolop se ha ganado mis simpatías, al menos por un ratito.

Me acerco a los sacos para ayudar a mi compañeros a repartir el grano. No me gustan los bichos negros... porque son negros. Todo el  mundo sabe que los seres vivos deberían ser azules. Se pueden aceptar otros colores, pero el negro no, que es horrible.

-¿Y a vosotros quién os ha tintado? Preguntó Trolop con cierta sorna mientras seguía el ejemplo de Karabás, y sin darle mayor importancia al hecho de que aquella ave acabará de hablarles. Quiero decir, no es que me importe, claro, pero cuando destiñais como estas palomas blancas ¿Qué tenéis intención de hacer? Ahora hace calor, pero aquí de la que se pone a llover, no para y como os mojéis vais a dejar esto como el foso de la bestia de negro. Y si no preguntádselo a Chim.

Viendo a las extrañas criaturas que hablan, y que parecen pájaros como otro cualquiera (aunque los pájaros normales que he visto no hablan), acerco el saco del grano hacia ellos, y les digo- Venimos a daros de comer. Aquí tenéis grano, que creo que es lo que coméis vosotros. Comed cuánto queráis.

Ahora, debemos irnos, tenemos más cosas que hacer como para quedarnos a hablar...

-Sí, no vaya a ser que quieran lutín de postre.

Decididamente, no parecen palomas negras, tienen un aire más siniestro y feroz. Además de ser bastante más grandes. Se retira del palomar sin darles la espalda.

-Bueno, ¿qué nos falta por hacer? El regalo va a ser el busto, ¿no? ¿Qué era lo otro? - con tantas emociones, y tan centrado que estaba en lo de los cuervos, no se acuerda del otro encargo.

Salgo como Karabás, sin darle la espalda a esas cosas. Y lo de postre de lutin no me ha gustado. Al  menos yo soy azul. Nadie se quiere comer a las cosas azules o a las cosas con mucho pelo.

-Pues... pues... resulta que intentamos bajar el busto, pero pesaba demasiado para Tobias y para mi. Tendremos que conformarnos con el cuadro- digo con aire triste.

El busto era un regalo mucho más chulo. Además hablaba, y lo hacía en rima y todo. Suspiro mientras camino hacia las escaleras de la torre.

Asiente cuando Trolop habla del agua.

- Si, si... oye, y siendo tan negros no tendréis mucho calor? ¿Queréis que os dé un chapuzón?- dice servicial.

Pero ve que el resto no tienen muchas ganas de quedarse, así que los sigue. Aunque por su vida que no puede recordar qué más hay que hacer aparte del regalo... ¿Quería que le preparara un baño el amo?

- Bueno, pero si el busto no podiáis vosotros dos, ahora que somos más y tenemos a Condemorl- dice guiñándole el ojo- podremos cogerlo, no?

Tobías se queda en el marco de la puerta, no deja de quitarles el ojo a los pajarracos negros, y no tiene ninguna intención de ponerse a su alcance...

"Vaya, que palomas tan raras... -Las saluda con la mano- Aunque parecen más listas que las otras... En fin, lo del busto es verdad, no podíamos con él y decidimos usar el cuadro, pero ahora que ya hemos hecho todo si queréis podemos probar a volver a por él... ¿Entonces qué? ¿Bajamos?"

-¿El busto? ¿El de la oveja por sombrero? Preguntó Trolop mientras vaciaba los pocos granos que había llevado en su sombrero. ¡Genial! ¡Yo tengo una diea maravillosa! Gritó dando un salto ¡Solo tenemos que coger la alfombra mágica y...!

Al ver las miradas que recibió al volver a mencionar la alfombra se calló y terminó diciendo, enfurruñado y cruzado de brazos:

-Vaaaleee. Primero las tareas.

-La alfombra... Ya me imagino al pobre busto hecho añicos. - dice Karabás - Es divertida, sí, pero no es muy de fiar. Menuda fauna hay en esta torre. ¿Qué nos queda por ver? ¿Muertos vivientes?

Me gusta eso de rescatar al busto. Me da mucha pena, tal alto y tal solo, sin nadie que le haga compañía.

-Creo que lo de la alfonbra no es buena idea. Pero entre todos, seguro que conseguimos bajarla. Algunos sois muy fuertes. Y es mucho mejor que el cuadro. ¿Qué os parece?.Seguro que el amo y su amigo estarán muy contentos-

Escucho el comentario de Karabás casi con temor.

-¿Tú crees? A lo mejor los lutines que mueren en la torre sin terminar sus tareas reciben ese castigo. Sería terrible-