Partida Rol por web

¡Maldito gato! -chillo cuando oigo el grito de Karabás- ¡Ahora verás lo que es bueno! ¡Como si no tuviesemos bastante distracciones, encima ese maldito gato ya la está liando! ¡Pues se va a enterar!

Tras esto, me doy media vuelta y me encamino a por el gato, mientras me arremango unas mangas imaginarias y preparo mis puños para darle un buena zurra a ese bichejo...

Trolop pegó un salto de miedo ante la repentina alarma generalizada que se exntendió entre los lutines cuando Lucifer hizo acto de presencia.

El gaberro diablillo corrió a esconderse tras el marco de la puerta mientras observaba con divertida sonrisa la valiente actuación de Condemorl.

-¡Ahí, ahí! Le gritó. ¡Rómpele los dientes a ese felino abusón!

En el momento en el que el gato pareció percatarse de su presencia, se volvió a esconder tras el marco con un agudo chillidito de rata capada.

-¡Iiiich!

Karabás duda, no sabiendo si quedarse a apoyar a su compañero, aunque sea lanzando unas flechas desde lejos, o aprovechar la oportunidad para poner tierra de por medio.

Chim había salido corriendo, pero de repente tiene un lutín encima. El exceso de peso está a punto de hacerle caer y con los nervios no para de gritar.

-¡Baja de ahí! ¡Baja!- dice con los brazos en alto, intentando coger a Tobías, y dando vueltas en círculo. Quiere ponerse a buen recaudo como la niña llorona que es, no le importa admitirlo.

La aparición de Lucifer ha traido el caos a la habitación. Los lutines corren hacia en lugar que les parece más seguro mientras el gato de Rudesindus decide a cuál atacará primero... hasta que Condermorl toma la iniciativa y se planta, desafiante, con intención de hacer frente al peludo enemigo.

Con un poco de empeño consigue coger el cascabel del dichoso Tobías (por qué llevará una cosa tan absurda? Así el gato siempre sabrá dónde está) y tirando de él consigue desequilibrarlo y que su rechoncho cuerpo acabe en el suelo.

- ¡Pero a ti qué te entra!? ¡Zoquete, zampabollos, zote! ¡Si quieres ser pienso de gato, tú mismo, pero a mi no me frenes!- y dejando a Tobías en el suelo sale corriendo hacia la puerta. Sin embargo, su instinto cotilla hace que se quede escondido en la jamba de la puerta sacando la cabecita para observar el combate. Condemorl parece un tipo duro y verlo vapulear al gato tiene que ser un rato divertido.

Miro con admiración a mis compañeros lutines, por fin parece que tengamos algo parecido a sangre en las venas. Menos Tobías, claro.

-Yo os ayudo, a por él- digo con decisión.

Estoy hasta mi azul naricita del petardo peludo ese, el gato merece arder en la hoguera. Mi hoguera, por supuesto.

Desde su posición junto a la puerta Trolop vió acercarse a Chim, y ambos se quedaron expectantes a la titánica batalla que iba a producirse frente a ellos, asomando únicamente sus cabecitas en un intento de mantenerse ocultos, pero sin perderse ni un detalle de la batalla.

-¡Chiiiiiiist! ¡Chim! Le susurró al lutín. Te apuesto tres pelos del tentáculo izquierdo a que Condemorl le da una buena tunda al minino.

-No puedo defraudar a Pir... a Rudesindus. Tenemos una misión que cumplir. Una gesta que cantarán los bardos durante siglos. Una epopeya que inspirará a reyes y fascinará a niños. Una... Bueno, sí, arrastrar un puñetero busto de piedra de una sala a otra. Pero firmamos un contrato y eso es sagrado. - se convence a si mismo, en voz alta, de que no debe huír.

-¡Aguanta, Condemorl! ¡No le haré mucho daño, pero le distraeré lo suficiente como para que baje la guardia! ¡Atízale fuerte!

Dicho y hecho, saca una flecha de su carcaj y tensa el arco con toda la fuerza de sus lutíneos bracitos. Sacando la lengua y cerrando un ojo, busca el momento en el que tenga a tiro al gato sin que el riesgo de darle a Condemorl sea demasiado grande.

La escena se sucede a cámara lenta y a juzgar por los acontecimientos podría bien ser pintado en un gran lienzo por el pintor real:

El gato, en su envestida, ha fallado el ataque, ha tropezado con su cola y la garra del felino ha pasado por encima de la cabeza de Condemorl, agitando levemente los pelos de éste con el paso del aire. Su grueso volumen aterririza a la mayoría de presentes... excepto a Condemorl que se cuadra y emprende su esperado ataque.

Por otro lado, Karabás lanza una flecha con bastante habilidad. La saeta sesga el viento en dirección a las patas traseras del gato. Congelada en el aire, lanza un resplandor brillante a su paso por un rayo de luz proveniente de la ventana.

Y más allá de la vista de tan épica batalla está Pirita, peleándose con sus dedos, que se calientas sin llegar a lanzar llamas.

Y más allá aún están Chim y Tobías, peleándose por quién se sube encima del otro.

Y más allá... ¿dónde está Trólop? Se le oye pero no se le ve.

- Trolop, búscate otro escondrijo, este está ocupado!!

-¿¡Eeeeeh!? ¡¿Pero tú qué haces aquí!? Preguntó alterado por la sorpresa del susto al ver a Goblop escondido en el mismo hueco que había encontrado él.

-¡Todos estaban enfurruñados por que no aparecías despues de llamarnos! Anda, anda, vamos a decirles que estás aquí, antes de que se cabreen más. Y comenzó a empujarle hacía los demás, olvidando completamente a la amenaza que era Lucifer.

Condemorl, a su vez, impresionado por la cercanía del temible gato falla también su ataque y golpea el aire. La saeta de Karabás impacta en los cuartos traseros de Lucifer. La imagen se congela y el gato negro, con parsimonia dirige su mirada al pequeño lutín quie, encantado con su disparo salta y baila de alegria: en la mente de Lucifer se hace clara una imagen: "ratón". Sonríe maléficamente y se dispone a saltar en la caza de su nuevo objectivo.

Ajenos a la batalla, Trolop y Goblop parecen discutir por encontrar su lugar en un escondite cercano. No sin esfuerzo Trolop est´consiguiendo echar al ex-portador de la campana al exterior.

- Aix, ufff. Grrrr. Oye, por ser tan canijo pareces bastante movidito. ¡Déjame un sitio que tengo medio trasero fuera! ¡Habrase visto! ¡Qué poco respeto por la veteranía!

-¡SIIIIII! ¡Qué puntería! - agita el arco en el aire mientras salta.

Demasiada. No solo ha apartado la atención del gato de Condemorl, sino que la ha atraído hacia él.

-¡Estírale del rabo, grandullón! ¡Que se me merienda! - desesperado, mira en todas direcciones en busca de un recoveco o agujero donde el gato no quepa.

Ya hay dos lutines que se disputan uno.

De pronto, se le ocurre una idea. Con gran pesar, y sintiéndose casi desnudo, se quita la capa de piel de rata y la tira sobre el suelo extendida, apartándose lo más rápido posible de ella.

Espero que todavía conserve el suficiente aroma a roedor...

 Haciendo caso a Karabás, con un rápido movimiento, agarro al felino del rabo, para proceder a ponerme a dar vueltas sobre mí mismo, y lanzarlo como si fuese un martillo olímpico...

-¡Gente! ¡Que Goblop estaba aquí todo el rato! Grita el lutín intentando llamar la atención de su compañeros. ¡Ahora que lo he encontrado, nos puede decir para qué nos llamaba con la campana!

A Trolop le encantaba hacerse el tonto. Con aquella actitud se divertía poniéndo nerviosos a los demás, que rápidamente se crispaban ante la aparente falta de entendederas del lutín. Algo que no hacía en presencia de Rudesindus... en algunas ocasiones.

Ya se le habían pasado varias ideas sobre el motivo por el que la campana había sonado y Goblop había desaparecido escondiéndose en aquel lugar, incluyendo una relacionada con un buey almizclero y 7 sacos de cebada. Pero prefería hacerle pasar el apuro al portador de la campana poniéndolo frente sus compañeros para que diera explicaciones. El hecho de que el gato estuviera presente con los demás, no tenía absolutamente nada que ver.

O eso era lo que quería hacer pensar al resto de lutines.

Olor a roedor... ¡Pero si yo lo podría crear!

Dando unos teatrales pases de manos en dirección al pellejo, intenta impregnarlo de un fuerte olor a ratón.

-¿Explicaciones? ¡Estoy demasiado ocupado! ¡Tengo un asunto de supervivencia entre manos! ¡Podríais ayudar un poco, pandilla de gallinas! ¡Hasta el busto parlante ayuda más con el gato!