Partida Rol por web

Un lugar un poco escondido en la villa de Madrid, tiene buen vino y mujeres de variados precios, y la comida bueno... es pasable.

Sin duda un lugar donde pasar tardes y noches con algo de compañía, o sin ella.

El grupo llega al interior de la taberna, sin duda era como la imaginaban, un lugar grande y lleno de todo tipo de gente. Un buen lugar para cualquier cosa, el juego, las damas, el alcohol, conseguir información. Todo parecía posible en ese gran antro.

Pronto les atendió una camarera muy ligera de ropas y con un escote muy grande.

¿Qué van a querer los señores? Aguardiente, algo de comer... ¿Alguno me quiere a mí? - dice esto último guiñando un ojo al bueno de Arana -

- Podría ser, pero no de entrada, belleza. De momento creo que mis compadres y yo preferimos vino y algo de comer. ¿Me equivoco señores?

Julián mira a sus compadres, no sin antes dedicar un guiño a la camarera descarada.

Alejandro asintió con la cabeza, aprobando la idea de Don Julián. Entonces la chica abandonó la mesa.

- Caramba, amigo, no dejáis títere con cabeza. A este paso no habrá aquí hombre de bien que pueda yacer con una de estas mozas - dijo riendo de buena gana - pero vamos a meternos en harina: propongo que repasemos el plan. Que, como dice nuestro buen Calderón, "afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar".

Marcos sonrie ante la situación:

- Veo que nuestro joven amigo no pierde el tiempo... Pero si, mejor que repasemos el plan señores. ¿Por donde empezamos?

Alejandro apura el vaso apenas la moza trae el vino a la mesa y, con dificultades visibles, recuerda en voz alta el plan a sus socios.

- Si mi memoria no falla, y saben vuestras mercedes que eso es algo habitual, la idea es que el joven Don Julián se infiltre en la casa, haciéndose pasar por un noble en horas bajas escoltado por dos de sus esbirros, mientras Don Marcos vigila la entrada y Don Guzmán utiliza sus artes para sustraerles a esos hideputas la carta en cuestión, ¿me equivoco, amigos?

pues puede ser... como llegué un poco mas tarde a la partida igual me he equivocao xD

si quieres rolea que me corriges :P

- Pues- Julián levanta el vaso, mirando cómo se marcha la tabernera- eso había propuesto yo. Pero a nuestro compadre Bruno le hacía ilusión hacerse pasar por noble y vestirse elegantemente... asi que parece que él entra y los demás vigilamos.

Aparta por fin los ojos de la mujer, y mira a don Marcos:

- Era eso, ¿no compadre?

Don Julián que se había cansado de esperar una respuesta que no llegaba por parte de sus compañeros que admiraban casi babeando a las mozas del lugar, se levantó para acercarse a la mesonera.

Pero antes de que pudiera empezar el "cortejo" se escuchó el abrir de la puerta, y por ella entró vuestro compañero Bruno.

Eso sí, más pronto de lo esperado.

Julián guiñó un ojo a la moza, volviéndose hacia la puerta. Maese Bruno... vaya, qué oportuno. Con algo de pereza se aparta de de la barra y se acerca a su compadre.

- Vaya, menos mal que habeis vuelto, Bruno. Me parecía que nadie se acordaba ya de a qué habíamos venido todos aquí. Echa otra mirada a la mesonera, con una sonrisa resplandeciente- y ya estábamos haciendo otros planes para la noche. ¿Dónde habeis estado?

Bruno iba a dar un toque de sombrero, pero nota que ya no lo lleva puesto en el último segundo, ya que se ha cambiado a la ropa de villano habitual y, torpemente, continúa el movimiento para rascarse la oreja. Cuando habla, lo hace con la sonrisa de fauno de siempre:

- Pues, Maese Julíán, me alegra que vuestra merced me lo pregunte. Muy ajetreado -echa un nervioso vistazo a su espalda-, muy ajetreado... ¿Recuerda vuestra merced a los dos valentones de poca monta que encontramos tras comer? A mi zaga y por mi sangre aún, mucho me temo. Quizá debiéramos salir a saludarles, no sea que nos arruinen la faena, y no tenemos los bolsillos para perder estas grandes oportunidades...

Lentamente, se gira hacia la puerta por la que escasos momentos antes había entrado, como esperando algo.

- ¿Qué me decís? ¿Aún tras vos? La última vez les libró la guardia, pero no habrá quién les libre esta vez. No escarmientan... ¿Acaso no vieron ya que no andabais solo? Pero cuando salgamos de ésta, don Bruno, me debeis una explicación... detallada sobre este asunto. Vamos compadres. Saquemos los aceros a que tomen el aire.

Dicho lo cual acompaño a Bruno hacia la puerta, con la mano sobre la espada.

Bruno  pone los ojos en blanco, como mirando hacia arriba, y vuelve a mantener la compostura, aunque habla con un tono más alto de lo habitual.

- ¡Juro que esta vez no sé por qué me persiguen! Si queremos los motivos, tendremos que extraérselos a esos podencos. Por detrás de ustedes, señores, que no parecen tenerme por mucha cosa para perseguirme todo el santo día por Madrid.

- Será por encima de mi cadáver que esos bellacos se abalancen sobre vos, mi buen Bruno - dijo encolerizado Alejandro - sin duda, no arrastran buenas intenciones de modo que no duden en sacar los aceros si la situación lo requiere. Que Dios guíe la mano del más fuerte.

Acto seguido, se levantó y mantuvo asida por el pomo la espada, a la espera de sus compañeros.

- ¿Don Marcos? ¿Don Alonso? Vienen con nosotros, ¿verdad?

Julián se volvió hacia sus compañeros en una pregunta retórica, caminando hacia la puerta con Alejandro.

Don Marcos se alisó el bigote:

- Faltaría más Don Julián, iremos con vuestras mercedes... Ya se echaba de menos esto. - Dijo para sí en voz baja esto ultimo, como un pensamiento en voz alta.