Partida Rol por web

Ya en el ayuntamiento. En el despacho del Alcalde.

Hola, hola. Encantado, soy el Alcalde Carros - os saluda con, forzada, alegría - que gusto tener nuevos supervivientes. Vivimos malos días ¿Verdad? Imagino que os quedaréis por el pueblo una temporada ¿No es así? Me gustaría pediros un favor, sino fuese mucha molestia ¿Eh? ¿Que me decís?

Parece que después de tanto correr y huir un poco de tranquilidad llega a mi vida, VillaOso parece un pueblecito en el que se puede respirar tranquila, al menos de momento. nos llevan a un albergue, agradecida cojo una cama y cuando me estoy acomodando, nos llevan ante el alcalde.

Nos empieza a pedir ayuda. uuuyyyy porque me da que no me va a gustar....Miro a mis compañeros algo dudosa ¿alguno sabrá de que va la cosa? no me gusta como suena...

Un placer alcalde Carros, soy Emmy Stone, soy doctora...y si alguien lo necesita...estaría encantada de atenderle

intento parece agradecida por aceptarnos en su pueblo.

Aparecieron unos militares y prácticamente los arriaron hasta lo que parecía ser el punto de reunión de los sobrevivientes. Alek vigilaba cada lugar que veía, le costaba sacarse esa costumbre de esperar que algo se le tire encima desde algún rincón oscuro. Pero se alegraba de ello, pues mejor era ser paranoico a terminar muerto de una forma horrible.
Ni siquiera pensó en desprenderse de sus preciadas herramientas, más de una vez le habían salvado la vida. Las llevaba en una mochila roñosa pero fuerte, la cual mostraba costras de sangre reseca. Las camas le parecieron todo un lujo, hacía mucho tiempo que no dormía en algo blando y casi nunca lo hacía de corrido.
Cuando los llevaron hasta el alcalde y este comenzó con su pequeño discurso, Alek arrugo el ceño y levantó el mentón con desagrado. Algo muy malo estaba por pasar, y ellos estarían metidos hasta el cuello.
-Soy electricista, nunca acepté un trabajo sin saber de qué se trata- dijo cautelosamente.

- Sabía que tenía truco esto.. - murmuró. Hacía tiempo ya que la sociedad se había dispersado en pequeños grupos, y la ley se había olvidado hacía ya meses. Henán, como un superviviente mas, había pasado por varios grupos y pueblos que clamaban ser un nuevo modelo de sociedad, pero para el joven latino, no era mas de nuevas bandas con un nuevo líder despreciable.

Cuando vio al alcalde aparecer y presentarse, pensó que era un hombre con ansias de poder, puesto que no mucha gente se encargaría de una ciudad asi en medio del caos a menos que su familia estuviera alli y era algo poco probable. Le estiró la mano ofreciéndole un estrechón de manos y se presentó.

-Mi nombre es Thomas Edginsen señor alcalde, un placer conocerle.

Thomas estaba acompañando al alcalde y al resto del grupo por el pueblo tan pequeño en el que se encontraban. Parecía una mini fortaleza y las condiciones de seguridad aunque fueran militares estaba casi seguro que eran de la misma magnitud que de las libertades que existirian en un tipo de sociedad asi. Optó por no dejar nada en las taquillas puesto que era mas que probable que dejarlas allí era una invitación a robos y a cosas asi, y mas en un sitio del que desconocian hasta hace poco incluso el nombre. Cuando el alcalde les empezó a pedir el favor, Thomas exhibió una pequeña sonrisa, estaba claro que las cosas allí no serian gratis, y de seguro el favor tendría que ver o con recuperar algo o con darles algo a cambio. Decidió no decir una palabra hasta escuchar lo que el alcaldes debía decirles y a partir de ahí decidir.

Lorenzo es despertado por un militar, parecia que le iba a explotar la cabeza. Se aprieta las sienes con fuerza, a continuación se apoya en la pared para enderezarse. Con paso lento pero sin pausa sigue a sus compañeros, estos son conducidos delante del alcalde.

El cura lo mira sorprendido por la hospitalidad que les daban, no era normal en la época que andaban.

-Me llamo San Lorenzo... podéis contar conmigo y con dios...- dice a la vez que se inclina levemente. 

¡Una médico! - exclama con alegría - Nos vendría muy bien una ¡y un electricista! Sin duda, podrían ser muy útiles ustedes dos. Ya saben, nosotros ofrecemos hospitalidad pero cada uno tiene que aportar su granito de arena a cambio, así sobrevivimos jeje

Así que sino tiene problema, Doctora Stone, la enviaremos al hospital del pueblo a echar una mano a nuestro escaso personal sanitario. Y usted, señor... - se detiene, esperando oir un nombre pues Alek no le había proporcionado esa información - podría ayudarnos con el generador que suministra electricidad al pueblo, está dando problemas.

Respecto al resto, veréis, en el pueblo iba a inaugurarse un centro comercial antes de que todo esto sucediese, pero tal inauguración nunca tuvo lugar y ahora permanece cerrado pues en su interior hay... bueno... hay zombies. Hay mucha comida ahí dentro que nos sería muy útil ¿Sabéis? y no podemos prescindir de ningún guardia, no hay muchos, así que ese es el trabajo que os ofrezco, que entréis ahí y saquéis toda la comida que podáis. Si habéis sido capaces de sobrevivir ahí afuera, esto no debería ser un problema. Puedo proporcionaros armas - concluye con una exagerada sonrisa.

-Dukovich- dijo con lo que podría llegar a pasar por una sonrisa-. Alek Dukovich.
En verdad estaba contento, aunque su rostro apenas haya cambiado algo, no porque haya evitado tener que ir a un almacén lleno de zombis, sino que podía poner sus habilidades en uso una vez más. Su trabajo era lo que realmente necesitaba, lo que siempre le había ayudado a afrontar cada problema con el que se encontraba.
Ignoró al resto para concentrarse en las posibles soluciones del problema, casi siempre tenia en su mente diferentes planes para poner en práctica cuando llegara. Si era un probable especialmente difícil, mejor, mas tercamente se esforzaba por arreglarlo. Esperaba que lo llevara pronto a ver ese desperfecto, estaba ansioso por comenzar.

-Cuando quiera...- dijo con impaciencia mirando al alcalde Carros.

Suspiré de alivió cuando supe que me había librado de ir a un almacén lleno de zombies, me sentía mal por el resto, pero ya había aprendido que pensando en los demás no se sobrevivía, una tenía que ser un poco egoista si quería salir con vida de este tipo de situaciones.

con gusto iré al hospital a ayudar alcalde Carros. salvar vidas siempre es un trabajo gratificante y si puedo ayudar en eso, estaré más que contenta.

Miré al resto, no los conocía muy bien, pero sentí algo de lástima. menuda cara dura la del alcalde Carros.

Hernán se cruzó de brazos al oír lo que decía el alcalde. Sin duda se esperaba algo así, todo el rollo de supervivientes, hasta el momento solo les había aportado desventajas. Solo una ventaja en cambio, que era mantenerse vivos.

Iba a soltar su parrafada negándose a hacer nada y revelándose a la autoridad, como hacía siempre. Pero aquel tipo que se denominaba alcalde no le gustaba nada, y su manera de hablar parecía esconder una amenaza.

Al menos podrían conseguir armas y rapiñar lo que quisieran en ese centro comercial. Ya que últimamente todas las tiendas que veía estaban ya saqueadas.

- Por mi vale.. - dijo escueto. - Pero quizá la doctora debería venir con nosotros por si nos pasa algo.. - añadió finalmente con sorna.

Thomas suspiró en voz baja y miró a los ojos al alcalde hablando, no le había hecho ninguna gracia que mandaran a unos recien llegados a un sitio que parecía ser una muerte segura ya que de seguro, esa información acerca del almacen no era nueva, lo mas probable es que algunos hayan fallecido al entrar ahí y no le importaría mandar al matadero a los que no eran tan sumamente utiles como la doctora o el electricista. Un trato injusto...

-Señor alcalde, sin lugar a dudas agradecemos su hospitalidad al dejarnos quedarnos aquí, pero mandarnos a un almacen sin conocimiento de combate ni instruccion militar es un suicidio, aun armados, no creo que sepamos siquiera dispararles a esas cosas. Le pido al menos que un par de guardias nos acompañen, se que no se puede permitir perder a parte de sus hombres, pero nosotros tampoco podemos arriesgar nuestras vidas en unos minutos despues de haber sobrevivido ahí afuera. Creo que es una propuesta mas que razonable. ¿Que opina usted?

El tono de voz de Thomas era muy tranquilo pero firme.

Dire ¿como hago la tirada para tratar de convencerlo?.

Tienes que hacer una tirada de "Elocuencia". Tienes que sumar lo que tengas en "Elocuencia" + tu "Inteligencia" + lo que saques tirando 1d10.

No es una tirada fácil así que deberías sacar 12 o mas. En tu caso, ya sumas 12 de base, así que o sacas un 1 en el dado (que es una pifia) o pasas la tirada ;)

El latino empezaba a ser molesto de verdad. ¿que pretendia? ¿que más le daba a él? si de todas maneras él tendría que ir.... ¿es que quería que muriera? Quizás era un pensamiento un poco cruel, pero desde luego no le iba a llorar si le pasaba algo.

Algo seria y con un tono en el que se apreciaba claramente que estaba bastante molesta por el comentario del latino, respondí.

En un almacén lleno de zombie lo único que te puede pasar es que uno de ellos te muerda, y para eso no tengo la cura. Además, doctores no quedán muchos y sería un irresponsabilidad y una locura mandar a uno de ellos a una muerte segura. solo un imbecil lo haria, y no creo que el señor alcalde Carros lo sea.... luego medí bien mis palabras "muerte segura", me había pasado un poco con esa expresión, allí había personas que tenían que ir a esa "muerte segura", pero....¿para que mentir o disfrazar todo aquello? todos allí presentes ya lo sabian y yo no les había descubierto las Americas.

Parece que las palabras de Thomas hacen mella en el alcalde.

mmmm... De acuerdo, dos guardias os acompañarán. Os conseguiré algún arma pero... - mirando hacía Hernán - prefiero que la señorita Stone se quede en el hospital. Vivimos malos tiempos, los médicos son muy necesarios. Aleck, Emmy, mis guardias os escoltarán a vuestros puestos. El resto volver al albergue y descansar un rato. Recibiréis noticias mías pronto.

¿Alguna pregunta antes de retiraros?

Thomas le dedicó una sonrisa al alcalde.

-Muchas gracias por su comprensión, agradecemos la ayuda, no tengo ninguna pregunta mas señor alcalde.

Sin lugar a duda la ayuda se la estaban dando ellos al alcalde, era mas que evidente que si se negaban, lo mas probable es que el alcalde intentase obligarlos o hacerles cosas peores. No sabía exactamente porque pero tenía claro que el alcalde no era una persona de la que se podía fiar, y tarde o temprano lo debería pagar. Los guardias estaban evidentemente mandados no para que les ayudasen, sino para que se asegurasen de que queden bien encerrados. Ante esta actitud, lo mejor era cooperar.

Antes de salir de la habitación del alcalde, Thomas miro a la doctora y al electricista y les habló.

-Perdonad, pero debo hablar con vosotros luego, creo que coincidimos en algunas relaciones y me gustaría preguntaros que tal estan algunas de ellas.

Thomas les guiñó un ojo de una forma muy discreta para que el alcalde no se diese cuenta.

Viendo que la situación es un poco tensa me acerco con la intención de sacar el mayor provecho posible de todo esto.

Disculpe señor alcalde pero yo soy un mecanico, con un poco de conocimiento en explosivos, si para conseguis alimento hay que ir al almacen ire, pero necesitare munición un soplete, y unas cargas explosivas con detonador a distancia.

Alek casi sonríe cuando el alcalde accede a dejarles dos guardias a los que irían a buscar alimento. El chico si que sabía convencer, aunque de todos modos esos guardias no despertaban mucha confianza. Se dio cuenta que nadie era de confiar, era muchos mas sano estar siempre alerta por futuras traiciones. También le pareció acertado lo que dijo la doctora, ahora nada era como antes, un raspón podía convertirse en días en una infección muy seria, una gripe podía llevarte a la muerte fácilmente…y una mordida… eso era lo peor, andar por ahí sin conciencia, llevado solo por el hambre y la necesidad de alimentarse. Sintió como si un hielo se alojara en su espina. No eran buenos pensamientos.
Cuando el chico le hablo lo miró con curiosidad, no tenía muchas ganas de hablar pero quizás tenga algo interesante para decirles. Asintió levemente, con el rostro imperturbable y serio como siempre. Solo quería ponerse a trabajar, olvidar donde estaba y que solo el problema frente a el lo absorbiera.

Cuando el Alcalde Carros decidió que era más útil tenerme en el hospital, sentí que mis palabras habían sido acertadas. después del "sólo un imbécil lo haría, y no creo que el señor alcalde Carros lo sea" era casi evidente que el alcalde no me mandaría. Bueno...cada uno sobrevive como puede y tiene sus propias armas.

Gracias alcalde Carros, con mucho gusto iré al hospital. le contesté sonriendo.

suerte en el almacén. le dije al latino con algo de burla. Aunque ese no era mi estilo, él había intentado ponerme en peligro sólo por mala leche y la verdad es que y aunque no deseaba la muerte de nadie, me sentí con muchas ganas de hacerle la burla. Me quedé con las ganas de añadir un "gilipollas" a esa frase, pero el "gilipollas" me lo guardé.

Cuando estabamos saliendo, Thomas nos invitó al electricista y a mi a hablar luego, parecia que tenía algo planeado.

bueno....puede que sea interesante....

No hay problemas, cuando salga del hospital te buscaré en el albergue.