Partida Rol por web

Aquel heterogéneo grupo de investigadores descendió del tranvía y se quedaron observando la fachada del pub Paulie's. No era para nada lo que esperaban. Habían imaginado algo al estilo de los grandes nightclubs de Nueva York,  pero lo que se encontraron fue el típico restaurante italo-americano reconvertido en pub nocturno.

En la barra un jóven repeinado ataviado con una pajarita servía bebidas y charlaba amistosamente con las chicas que se pasaban a pedir un trago.

Aún era pronto, por lo que el local estaba semivacío, pero la orquesta, un quinteto de jazz bastante bueno, ya amenizaba la velada a los presentes. Aparentemente, nada parecía indicar que el pub albergara a ningún miembro de la mafia.

Una sonrisa se dibujó en la cara de John al entrar en el "garito" ya que era un gran amante del buen Jazz, y más aún si se trataba de música en directo. Se quedo clavado observando las improvisaciones del grupo de músicos mientras sus acompañantes seguían avanzando por el local. En ese momento le habría gustado apalancarse en la barra y pedirse una copa mientras seguía disfrutando de la música, pero de repente cayó en la cuenta de a qué había ido allí y se dispuso a seguir a los otros tres hombres. Aunque no había mucha gente en el local Robert se movía como pez en el agua y se veía a la legua que no era la primera vez que se veía en una situación similar.

Los recuerdos que tenía de aquella estancia nada tenían que ver con aquel ambiente agradable que invitaba a tomar un combinado. Patadas, gritos, casquillos cayendo al suelo mientras la mercancía se iba haciendo añicos…

Desechando rápidamente aquellos pensamientos el detective se encaminó a la barra y avisó al barman. Con una seña le invitó a acercarse, como si el ruido del ambiente fuese demasiado elevado para su gusto y se aproximó a él.

-Quiero ver al hombre. –Anunció- Soy policía pero hoy no estoy de servicio… Es por un asunto personal. –Aclaró.

Aquello bastaría, consideró, siendo como era el dueño de todo aquello confiaba en que pronto le llevarían ante su presencia.

Phil llevaba año y medio sin entrar a un club pero al pisar el interior del local parecía que no hubiese pasado más que horas. 

Ahhhh, el jazz. Qué bien suenan estos chicos.... 

Los olores, la musica, la luz baja.... todo era agradable e incluso hacía que no se fijase en que el Paulie's estaba prácticamente vacío. 

No quería molestar a Graves en su tarea así que tenía claro quedarse de lado en la situación. El instinto hizo que ese lado fuese la barra del bar, cerca del camarero. 

- Jefe, buenas tardes. ¿Me pondría un.....

Phileas, dale. Pídelo. Te lo mereces. Están siendo unos días muy extraños dentro de un año muy jodido. ¿Qué mal te va a hacer?

Llegó a tiempo de frenarse y pensar que llevaba 18 meses sobrio, por un momento llegó a tener la palabra "zarzaparrilla" en la punta de la lengua. Pero rápidamente el camarero estaba delante suyo con una botella en la mano.

¿Cuánto tiempo hace que no ves una botella con whisky? ¡Si tiene etiqueta!

- ... un trago? Gracias. 

El joven se quedó un tanto parado al escuchar al detective. Llevaba menos de dos semanas en el puesto y no sabía muy bien como tratar con el cuerpo.

-Disculpe señor, pero no sé a qué hombre se refiere- contestó.

Luego sin dejar de atender a Robert, contestó a Phil mirando de reojo al policía -¿De qué será ese trago?¿Zarzaparrilla?¿Alguna bebida con gas?¿Una Coca-Cola?-.

Le habían dicho que no debía desatender a ningún cliente.

-Chico. Por favor llama a tu encargado, es un tema legal. –Fue esa la primera excusa que se le ocurrió, un tema legal con el que cualquier meapilas no podría hacerse cargo. Pronto llamarían a alguien competente… Eso esperaba.

-Un... un tema le... legal?- balbuceó el pobre camarero, entre las jornadas de once horas, el trabajar hasta las tantas y éstas situaciones tan delicadas estaba claro que no era el trabajo de sus sueños.

-El encargado, Bobby... eeeesto... el señor Robert lleva un par de días sin venir por aquí, y el dueño... bueno... al señor Bannon nunca le he visto- contestó apurado al detective.

Phil se había lanzado a pedir una bebida alcohólica sin tener en cuenta que el camarero estaba más pendiente del detective que del resto de clientes.

Te pierdes Phileas...

Contesta al camarero en tono más bajo. 

- Chi...chico. He oído que el señor - señala a Graves haciendo ver que no le conoce realmente - no está aquí de servicio. Sírveme algo que sea habitual entre los locales, hazlo sin aspavientos. No tengo el día de zarzaparrillas ni sodas. 

-Shhhh tranquilo, no deberías decir ese nombre tan a la ligera. ¿Eres el único que está en el sitio? -Preguntó mientras echaba una ojeada a su alrededor. Era imposible que ese cretino ignorante fuese el único en el lugar.

El chico se acercó a los estantes de los que pendían varías botellas de colores y agarró una que se encontraba debajo de todas las demás, como intentando pasar desapercibida.

Era una botella de color verde, sin etiqueta. El camarero agarró un posavasos y lo colocó frente a Phil, después situó un vaso encima y lo llenó con aquel liquido transparente, aunque ligeramente turbio, típico de las destilaciones caseras. Seguramente se trataba del licor que ofrecían a los borrachos a altas horas de la madrugada, el whisky de contrabando estaba reservado a otros paladares más selectos.

-Son tres dólares señor-.

Cuando hubo acabado de verter el licor en el vaso se dió la vuelta y colocó de nuevo la botella en su lugar. Hasta las fosas nasales de Phil llegó un fuerte olor a alcohol junto con un regusto a tierra, seguramente se trataba de algún destilado de tubérculos, probablemente patata, pero sin duda era fuerte.

Cuando volvió a su lugar en la barra se dirigió al detective Graves.

-Lo siento, pero sí, hasta que llegue el señor Robert, si es que llega, estoy a cargo del bar, pero ya ve que no hay de que preocuparse, practicamente está vacío. Los días que hay partida de poker o alguna reunión de los compañeros de Bobby... el señor Robert somos tres, pero en noches tranquilas como ésta con uno basta. Si lo que necesitan es hablar con el señor Bannon, les recomiendo que vayan a su casa, es una mansión a las afueras, quizás puedan encontrarle allí- explicó el joven camarero.

-Chico… -El agente masticó aquel desprecio por parte del camarero que simbolizaba su transformación. Ya no era el recién llegado ignorante que no sabía preparar un combinado, si no que era cómplice consciente de cuanto se cometía allí… En otro momento tal vez habría sido arrestado para ver si conseguían alguna declaración más no estaba allí para eso.

-Entendido. –Respondió con la mayor educación posible y desistiendo ya de concertar una cita. –Sé dónde se encuentra su domicilio. No quise importunarle en su lugar de descanso pero veo que no queda más remedio.

A continuación extrajo de su cartera un billete y se lo tendió discretamente. Al tiempo que se dirigía a la salida.

-Por las molestias.

El camarero miró el billete con ojos brillantes, lo cogió con cuidado y se lo guardó en el bolsillo del pantalón.

-Gracias señor, y... señor, tengan cuidado- le advirtió el chico -Si no van armados... deberían hacerlo-.

El consejo sonaba sincero, no habían sacado ninguna pista del local, pero al menos podrían ir preparados para lo peor, solo por si acaso.

Cuando el camarero sirvio la copa a Phil, la mano le empezó a temblar. También la barbilla. Las imagenes de su mujer gritándole en casa mientras hacía la maleta se agalopaban en su mente. 
18 meses sobrio que podían acabar ahí. 

Phileas, ya has hecho lo más duro. Has pedido un trago. Bébetelo, te lo mereces. 

Y ahí acabaron. No pudo resistirlo y con el vaso en la mano, al ver cómo el detective parecía querer abandonar el club, de un trago se bebió el whisky.

Uffffffff - el licor le quemaba al bajar. Notó el calor expandirse por su espalda. No pudo evitar esbozar una sonrisa tal y como haría al encontrarse por casualidad con un viejo amigo. 

No ha sido para tanto...