Partida Rol por web

La criatura demuestra ser hostil y utiliza su látigo contra nosotros. Intento esquivarlo pero algo me paraliza como si estuviese clavado al suelo. Tal vez sea su poder de atracción, que también parece haber hechizado a Will. Sea como sea, sólo soy capaz de emitir un grito ahogado cuando siento el corte en mi pecho. Nunca había sentido algo parecido, y mi hasta ahora apacible vida como contable no me había preparado para esto.

Trato de mantenerme en pie mirando a mis compañeros con terror.

- Tenemos... que irnos...

-Creo que habeis conseguido enfadarle con vuestra falta de creatividad y de imaginación, habeis rechazado sus dones y le habeis ofendido, con lo que habeis atraído su ira. Una cadena de sucesos del todo predecible para cualquier mente de un infante.

William aun con sus palabras retrocede unos pasos.

-Tal vez sea mejor aguardar a un momento más propicio para tener un encuentro con el Rey, y en el que seais más capaces de guardar vuestro respeto...

-¡Carcelerooo! - grita William.

Puede que el dolor no sea tan malo. Incluso puede que no sea real o incluso sea otro modo de llegar a la sabiduría que emanan todos los pliegues de piel del Rey.

No te apetece irte. Solo te apetece hablar y hablar.

¿Carcelero? ¿el celador?

El rey suelta la cara de Moore e inmediatamente se vuelve hacia el acobardado grupo de investigadores. Podría decirse que está sonriendo, pero no se le ve la boca por ningún lado.

Seguidamente comienza a efectuar una especie de hipnótica danza, que curiosamente recuerda a la que realizó Moore según iba hacia las letrinas, pero mucho mas estilizada y medida. Y la inaudible música comienza a resonar en vuestro cerebro sin que pase previamente por vuestros oídos.

Y coro de locos responde con un Ooooooooooooohhhhhhh seguido de un sinfín de aplausos.

¿Qué hacéis exactamente? ¿Hablar? ¿Salir corriendo? ¿recular unos pasos mas? ¿Sacar una pistola de rueda y volarle la cabeza a este desgraciado?

-No tengais miedo, el dolor que el Rey nos puede proporcionar nos purificará con toda seguridad, ya sabeis como se purga el mal, y debemos soportar lo que se nos impone. Si nos quedamos aquí podremos beber de las fuentes de la sabiduría, seremos inmortales del todo... no os dejeis engañar por las habladurías, a nosotros no nos pasará nada, estoy seguro, puesto que somos adalides de la verdad y del bien, nuestro interés no es egoista, hemos venido aquí llevados por el afán de esclarecer la verdad y eso es bueno, y eso lo tiene que saber el Rey, por eso nos inspirará, ¿llegais a verlo?

Willfred permanece quieto sin dejar de hablar.

- Salgamos de aquí. Corriendo

Y dicho esto salgo echando piernas hacia la seguridad de la puerta. En la medida de lo posible me cubro con los locos

-Lester, no seas loco, no corras, además con el poder que emana estoy seguro de que no podríamos escapar de sus designios, es mejor someterse a ellos. ¡Por los dioses antiguos! En mi mente se forman palabras nuevas y de gran contenido... como... ¡internet! Oh... cuanta belleza alberga... ¿quereis más?

A pesar del terrible dolor de mi pecho, intento sobreponerme y agarro a Willfred del brazo mientras tiro de él hacia la puerta.

- Olvídate de eso ahora. Mira lo que me ha hecho a mi!

Ahora sólo nos queda una cosa por hacer. Salir de aquel lugar cuanto antes.

La danza del Rey continúa y antes de que Oglethorpe llegue a ser consciente de que el Rey se ha desplazado, éste está a apenas unos pocos centímetros de su rostro, como si se hubiera teleportado.

Los tirones del brazo de Will se detienen bruscamente, ya que el oficinista queda completamente absorto ante la hipnótica danza de esta horrible criatura. Su mente se queda en blanco y descubre que no puede apartar la mirada ni siquiera moverse.

Y Lester llega hasta la salida de una carrera y apartando a su paso al grueso de desquiciados cuando desde allí ve la bella pero cruenta danza de la criatura de amarillo.

Lester consigue alcanzar la puerta. Intentando que sus compañeros tengan alguna posibilidad arenga a los locos a los que va apartando...

- Corred hacia el enfermero de amarillo. Él os duplicará la ración de comida. Y tiene dulces.

Buen intento, Lester, pero los locos no parecen reaccionar ante tus comentarios, pues sus palabras resultan casi inaudibles ante el ruidoso y absorto coro demencial que no hace sino emitir gritos de aprobación ante la hipnótica danza del Rey.

Y la cruel danza del Rey se torna mortal cuando los harapos que lo cubren ondean a escasa distancia del pobre Pethwick y se extienden. Pethwick no tarda en sentirlos en sus carnes como afiladas púas de algún erizo cuando estos filamentos de amarillenta carne que daban aspecto de harapos le causan numerosas heridas al contactar con su ya maltrecho cuerpo tiñéndose de sangre.

Y Pethwick ya ni siente el dolor cuando su vista primero se nubla y luego se oscurece para inmediatamente perder la consciencia ante este último ataque mientras una espectral música resuena en su cerebro sin llegara pasar por sus oidos.

Extraordinaria interpretación de la logorrea, amigo Eldorin.

Lástima que sigas teniendo unas insoportables ganas de hablar y hablar, insensible a los apuros de tus compañeros.

Veamos si Lester puede hacer algo para sacaros de aquí, porque la cosa está bastante jodida.

Will sale corriendo hacia donde está Lester.

-Por favor, amigo, date la vuelta y contempla la grandeza, la sabiduría milenaria, no trates de huir o algo malo pasará, aunque ya es bastante malo el perderse esta exibición de poder y de sapiencia. No tengas miedo, el dolor no existe entre tanta perfección, vamos, no seas cabezota, ven aquí.

- Wilfred. ¿No ves que ese engendro nos matará? Huyamos mientras podamos. Esperemos que se distraiga con sus locos y con su compositor. Ahora entiendo de qué huían Shakespeare y todos los que lograron escapar a tiempo.

Sin detenerse ni un momento, Lester sigue tratando de alcanzar el exterior del manicomio.

-Oh, y que pasa con Patrick, no podemos dejarle atrás... no podemos dejarle... disfrutando del Rey Amarillo... oh, que oda voy a escribir. Ya lo estoy viendo, es como si las palabras se apareasen ante mis ojos para tener descendientes cada vez más puros. ¿No eres capaz de escucharlo?

Will grita por encima del enfervorecido coro de voces para tratar de hacerse oir y convencer a su amigo.

Pethwick está inconsciente.

- Siento en el alma dejar abandonado a Patrick. Pero quedarnos en el manicomio sería cosa de locos*. Además soy hombre de letras, no de armas.

Sin dejar de caminar hacia el exterior continúa...

- Y ni siquiera estoy seguro de que un arma nos hubiera ayudado contra eso que hay detrás.

Dios mío, no es capaz de ver la maldad de esa criatura. No se si será el corazón de artista que lo predispone y que mi deber como editor es controlar esos arrebatos de locura de los artistas.

- Ven Willfred, acompañame cuanto antes para que puedas escribir esas ideas antes de que abandonen tu mente. Y así, además, quizás puedas rendirle homenaje a Patrik que dudo que sobreviva...

Will comienza a dudar.

-Es cierto... tal vez se me olvide, y eso si que sería una tragedia... pero podemos quedarnos y así seguiremos recibiendo inspiración y sapiencia, sapiencia e inspiración. Que mejor combinación. Si es que hasta mi diálogo sale en forma de verso. Es todo tan increíble, es todo lo que había buscado cualquiera, beber de la misma fuente del conocimiento.