Partida Rol por web

Entro en la capilla más relajado, tras haber dejado a Gato controlando el acceso, aunque el lugar me turba.

Miro a Alicia, que está nerviosa, e intento tranquilizarla:

A Alicia: - Sé que lo que has pasado es muy duro, pero ahora debes intentar tranquilizarte y responder a mis preguntas. No hay nadie más en la sala y no creo que mi pequeña presencia deba causarte temor -sonrío- Dime. ¿Dónde estabas cuando viste a Bella? ¿Cómo estaba Bella? ¿Qué aspecto presentaba? ¿Viste qué pasó?

- Te equivocas, Grillo. Yo no supe que era Bella hasta que vi su cuerpo inerte sobre el suelo. Estaba escondida dentro de un armario. Solo oí los pasos de Bella acercándose y de su perseguidor, los gritos desgarradores de ella y entonces salí y me la encontré tal y como todos la vimos. Pero te aseguro que no vi nada.

Pongo una cara incrédula.

A Alicia: -¿Y qué hacías encerrada en un armario? ¿Y cómo sabías que los pasos eran de Bella? Porque si estabas encerrada en un armario y no veías nada, supongo que tampoco viste quién venía. ¿Bella sólo gritaba? ¿No dijo algo que nos permita descubrir a su perseguidor?

- Te he dicho que no supe que era Bella hasta que la vi en el suelo, no lo supe antes. Y si estaba en el armario fue porque el Conejo Blanco me pidió que me metiera en él. No sé el motivo por el que me lo pidió.

A Alicia: -¿Y sólo escuchaste gritos? ¿Nada que nos sirva para identificar al que atacó a Bella? Por cierto, ¿cuánto tiempo pasó desde que oíste los gritos hasta que ... saliste del armario... ?

Empiezo a creer que esto no nos conduce a nada. Me fijo en los gestos de Alicia para intentar adivinar si dice la verdad. No puedo entenderlo: el Conejo Blanco (¿qué pinta en todo esto? otro más al que preguntar y al que, por cierto, no recuerdo si he visto antes) le dice que se meta en un armario y se mete, sin preguntar por qué. Alucino con los invitados...

- Salí en cuanto oí los gritos para saber qué pasaba, aunque no puedo precisar cuánto tiempo pasó. Siento no poder ayudarte más. No me encuentro bien. Quiero volver al salón.

Así me gusta, Alicia. Ni una palabra de más. Ahora vuelve con Hansel. Él te protegerá. Y cuando tengas ocasión aplasta a ese maldito insecto. Él desconfía de ti. Cree que le ocultas algo, pero tú y yo sabemos que la mentira es debilidad. Y que nosotras somos fuertes.

En fin, no merece la pena insistir más. Hablaré con el Gato, mal que me pese, a ver si sabe algo del Conejo Blanco y del cadáver. Y tengo que hablar con Pinocho.

- De acuerdo. Volvamos al salón.

- Déjala marchar, Pepito, parece que ha dicho la verdad.

-Cállate. Está ocultando algo.

- ¿Por qué eres siempre tan desconfiado?

- Ni siquiera me mira cuando le hablo. ¿Y qué clase de explicación es esa del conejo blanco?

- Alicia ve cosas que tú no puedes ver. Ella es una niña especial.

- No me sirven sus explicaciones.

- Mírala ¿crees que una criatura tan dulce te podría estar mintiendo?

- Todos mienten. Incluso tú.

- Yo no soy como tú, Pepito. No lo olvides. 

Toc-toc-toc. Los tacones de Blancanieves resonaron en la estancia. La capilla nupcial parecía un lugar hermoso. Demasiado hermoso quizás para el gusto del rey y de su acompañante. Flores, guirnaldas, tarjetitas bordadas con el nombre de los invitados... Una boda perfecta si nadie lo impedía antes. 

El Rey y Blancanieves se dirigen a un lugar oscuro para hablar, pero antes echan un vistazo a la sala por si algún cotilla ha decidido seguirlos de nuevo. Entonces la mirada de Blancanieves descubre a alguien de tratando de esconderse detrás de un banco y previene a Midas. Al parecer, el capitán Garfio los estaba acechando.

Genial... ya sabía que esto no funcionaría. A ver como acaba esto.

-Lo lamento, pero no puedo esperar a hablar con su majestad. E sido cortés y e esperado lo que e podido pero esto ya raya el insulto.

El anciano miró en la dirección en la que Blancanieves le señaló mirando con el gesto fruncido...otra vez el capitán...!se había emperrado en tener a Su Reina! El anciano respiró hondo, control...debía controlarse.

-Lo lamento, pero no puedo esperar a hablar con su majestad. E sido cortés y e esperado lo que e podido pero esto ya raya el insulto.

El anciano se acercó lentamente al Capitán Garfio poniéndose en el camino directo entre el corsario y Su Reina. Se plantó delante del Capitán con el gesto serio ¿que era tan importante?

-Bien, aquí me tenéis. La Dama es de mi completa confianza, asique contadme eso tan importante que teníais que decir y después hablaremos de por qué os escondíais en las sombras...porque no termino de entender que tiene que ver sentirse insultado por no poder hablar con alguien con esconderse...

Bufo. Tres es multitud... Hay que hacer algo con ese maldito número.

-La dama bien puede ser de vuestra confianza, pero no es de la mía, Aun así se hará como digais. Estoy aqui por que conozco la cura a vuestra maldición Majestad. Una cura rápida y definitiva. - Me cruzo de hombros-. E viajado por buena parte del globo y sabe Dios que vi cosas extrañas por todos mis viajes, hombres que no envejecen, resurreciones y cosas aun peores. Por las andaduras que me llevaron a otros lugares conocí a una mujer como vos Majestad, ella tambien se vió afectada por esa maldición, y me confió el secreto de su curación. Y puedo demostrar que estoy en lo cierto.

Enfadada por la intrusión observo con ceño a Garfio. Para mi satisfacción, Midas se coloca delante de mi para protegerme, pero lo último que necesito ahora mismo es un enfrentamiento. Mis problemas me urgen demasiado.

Me adelanto despacio tras oír las palabras del viejo.

-Querido Midas, no os enfadéis, no podemos esperar otra cosa de un pirata, dejadme que yo me encargo y no creáis sus palabras. Nos ocuparemos más tarde del tema de vuestra maldición-.

Adelanto a Midas y me acerco al Capitán mirándolo a los ojos fijamente, puedo oler su nauseabunda respiración, y ver el latir de una potente vena en su sien. Tranquilamente sin apartar mi mirada de la suya comienzo a hablar.

-Capitán, le dije que yo estaba primero, váyase, ya hablará con él más tarde, no admitiré que nos espíe. La próxima vez no dudaré en llamar a la guardia, porque su comportamiento deja mucho que desear... VÁYASE-

Pongo mucho énfasis en mi última orden, esperando haber sido clara.

Noto la mirada que me dirige la mujer y algo en mi se retuerce. Desde luego la e juzgado mal. Tiene mas caracter del que creia. Aun así no pensaba darme por vencido.

-¿Como podeis poner por delante otro asunto a la maldición que acosa al monarca? ¿Que puede ser más importante que el hecho de poder volver a ser libre? Si señora soy pirata, y soy mas que eso. Soy el mejor capitán de barco que vereis jamás, soy explorador, soy bucanero, corsario, soldado y saqueador, pero lo que es mas importante, soy inmune al toque del rey. Y no creo que seais la más adecuada para sermonearme acerca de comportamiento señora.

Miro al rey, ignorando a la dama.

-Sois vos el verdadero interesado Majestad. Solo os la ofreceré una vez. Y os aseguro que es la única cura autentica. A prueba de conejos blancos pócimas y engañosos hechizos.

Pese a tu voluntad de ignorar a la dama Blancanieves, ella te toca en el hombro y cuando la miras sus ojos refulgen con un fuego abrasador:

- Váyase capitán, o lo lamentará. No pienso volver a decírselo.

Sus palabras te hicieron caer presa de un oscuro terror que te paralizaba e incapaz de dominarte, sentiste la necesidad ineludible de abandonar aquella sala

- Le ruego que me disculpe señora, ahora mismo me voy -fueron tus últimas palabras como pronunciadas por alguien que no eras tú-.

Y a continuación saliste precipitadamente de la capilla sin volver la vista atrás.