Partida Rol por web

-La dama bien puede ser de vuestra confianza, pero no es de la mía, Aun así se hará como digais. Estoy aqui por que conozco la cura a vuestra maldición Majestad. Una cura rápida y definitiva.

El anciano torció el gesto ¿como se atrevía a jugar de aquella manera con su maldición?!Y lo peor!¿Como se atrevía a falta de aquella manera a Su Reina? La mente del Rey Maldito bullía con ideas oscuras relacionadas con el Capitán, instrumentos punzantes y la creatividad de Midas en el maravilloso escenario de sus mazmorras.

-Sois vos el verdadero interesado Majestad. Solo os la ofreceré una vez. Y os aseguro que es la única cura autentica. A prueba de conejos blancos pócimas y engañosos hechizos.

El anciano miró pensativo al corsario, dando un par de pasos en su dirección hasta estar a la altura de su Dama. El anciano se arremangó mostrando su mano desnuda y ofreciendosela para estrecharla al Capitán. Era inmune a su toque...que lo demostrara pero entonces el Capitán desaparece invadido por un miedo irracional.

Satisfecha con la ausencia del Capitán, me volteo para mirar al Rey.

Maldito Garfio, venirme con éstas... ¿Tendrá la cura realmente, es por eso que sigue con vida?, ¿Él es la clave?... Tengo que demorar ese asunto, mis problemas son mucho más urgentes...

-Sé que vuestra maldición es importante para vos, pero os prometo investigar ese asunto y si hay una cura la encontraré-.

Hago una pequeña pausa, durante la cual doy un pequeño paseo, nerviosa, alejándome un par de metros del monarca y volviendo hacia él.

-Ahora tenemos trabajo, sospecho del niño vagabundo que se coló en la ceremonia. Sé que aparentemente es sólo un muñeco de madera simulando a un niño, pero si se confirman mis sospechas, tendréis que convertirlo en oro... de hecho...-

Permanezco pensativa unos instantes...

¿Y si no es él?... ¿cómo planteo esta situación?... Un cazador está entre nosotros, lo sé, lo intuyo, pero si no es él... él puede ser el arma... madera... madera... ¿Qué hago?...Demonios, Maldita voz, da la cara, ¿por qué me has hecho venir?, Me has metido en un buen lío... Piensa, Nieves, piensa.... Si descubren su ausencia, desconfiarán de mi... pero... también podría haberse marchado, al fin y al cabo era un infiltrado, un no deseado en esta ceremonia... Su desaparición podría esclarecer la muerte de la otra chica, podría ser culpado por el asesinato, realmente no me importa... Entonces, saldrían todos a buscarlo y yo podré marcharme de aquí, sea o no el cazador, su muerte es conveniente. No, su muerte es necesaria...

-Bien, esto es lo que haremos, en cuanto venga a hablar conmigo, le tocaréis, sin previo aviso, ¿De acuerdo?, después pensaremos en algo-.

Vuelvo a pasear nerviosa por la estancia, evitando levantar la vista hacia la cruz que allí se encuentra. Vuelvo hacia Midas y añado.

-Quitaos los guantes-.

El anciano miró desconcertado a Su Reina mientras que el Capitán desaparecía de su vista ¿por qué 

-Sé que vuestra maldición es importante para vos, pero os prometo investigar ese asunto y si hay una cura la encontraré-.

La mirada del Rey Maldito se iluminó mirando con ojillos esperanzados a Su Reina, como un niño con zapatos nuevos. El Rey la miraba como si la Dama fuera lo más bello y fascinantes que jamás Midas había visto !Y lo era!!Coño, que si lo era!!Por algo era Su Reina! La que quería para si y por la que estaría dispuesto a morir si hacía falta.

!Aiins!!pero que arrebatadora se pone mi Blanca cuando se impone!!Y que buena que es! Suerte que Ella cuida de mi sino ese Capitán ya me hubiera engañado porque solo quería engañarme seguro...!Blancanieves nunca se equivoca!!El muy bastardo...ya le ajustaré cuentas...

-Vos solo querías evitar que ese bribón tratara de engañarme, sé que solo vos jamás me procuraríais mal alguno -dijo decidido el anciano

-Ahora tenemos trabajo, sospecho del niño vagabundo que se coló en la ceremonia. Sé que aparentemente es sólo un muñeco de madera simulando a un niño, pero si se confirman mis sospechas, tendréis que convertirlo en oro... de hecho...

El anciano asíntió, por su Dama no tenía problemas en quitar de en medio a aquel muchacho de madera. Si Su Reina lo creía era seguro que el muñeco era el asesino, SEGURO, Su Reina nunca se equivocaba y por eso Midas la amaba tanto en toda su perfección y belleza platónicas. El anciano sacó las manos de sus mangas y la Dama pudo observar que ya se había librado de uno de sus guantes, señal de que el anciano había estado velando por ella, siempre dispuesto.

-Vuestros deseos son órdenes para mi -Midas asintió y continuó- Nos desharemos del muñeco en esta sala y si se tercia, también convendría acabar con el Capitán...nos espiaba por algo, sabe algo. Habló de conejos blancos, el mismo conejo que me habló a mi y trató de incitarme a matar al Príncipe en la sala de invitados...tal vez Garfio esté compinchado con ese conejo.

Ante mi sorpresa, el viejo Midas me enseña sus manos, una de las cuales está sin guante. Sonrío satisfecha por la actitud de mi fiel siervo.

-Así me gusta, siempre preparado-.

-Vuestros deseos son órdenes para mi -Midas asintió y continuó- Nos desharemos del muñeco en esta sala y si se tercia, también convendría acabar con el Capitán...nos espiaba por algo, sabe algo. Habló de conejos blancos, el mismo conejo que me habló a mi y trató de incitarme a matar al Príncipe en la sala de invitados...tal vez Garfio esté compinchado con ese conejo.

Y dale con el maldito capitán, ¡Qué manía tienen todos con él!, vale que es un estúpido, caprichoso y maleducado, pero no veo la urgencia de terminar con su vida... A no ser que sea él el cazador... no, es imposible, no me busca a mi, busca al viejo... ¿Qué sabe él?... 

-Acabar con Garfio... no estaría mal, es un entrometido, pero deberíamos ser cautos. Demasiadas muertes o desapariciones llamarían la atención... Quizás debamos darle esa tarea a Peter, al fin y al cabo no está haciendo nada útil y si no fuera tan bobo y hubiera hecho su trabajo, el capitán no estaría aquí.-

-Espera... ¿Conejo blanco? , ¿De qué narices habla?..-

Arqueo una ceja, me cruzo de brazos y examino con la mirada al decrépito Rey.

-Esperad...¿Conejo blanco?, ¿De qué habláis?, No hay ningún conejo blanco por aquí, ni he visto a nadie así en la sala de invitados... ¿Acabar con vuestro sobrino?, está bien, no es el más listo del mundo y tiene pinta de pelele, pero ¿Por qué ibais a querer matarlo?, no es que me importe, pero no entiendo eso del conejo blanco. ¿Habéis estado oyendo voces?-

-Esperad...¿Conejo blanco?, ¿De qué habláis?, No hay ningún conejo blanco por aquí, ni he visto a nadie así en la sala de invitados... ¿Acabar con vuestro sobrino?, está bien, no es el más listo del mundo y tiene pinta de pelele, pero ¿Por qué ibais a querer matarlo?, no es que me importe, pero no entiendo eso del conejo blanco. ¿Habéis estado oyendo voces?-

-Hasta entonces pensé que se trataba de una alucinación por culpa de la tensión de esta noche o que simplemente estaba senil -hizo una pausa- pero el Capitán ha confirmado mis sospechas sobre su existencia ¿Y si fuera alguien real con poderes reales?¿Y si ese conejo fuera el asesino que desea acabar con la boda? Sin novio, no puede haber boda...

El anciano se sentó en uno de los bancos incómodo por la mirada inquisitiva de Su Reina

Observo ceñuda al Rey y comienzo a pasear por la estancia...

¿Un asesino invisible?... No es posible... ¿Y si fue él quién me trajo hasta aquí para tenderme una trampa?... Si me intenta estacar no podré verlo venir... Ahora más que nunca tengo que salir de aquí... ¿Y si está compinchado con el muñeco de madera?... Pero no tiene sentido... Acabar con la boda ¿Por qué?, bah, que me importa... Si al acabar con el muñeco no consigo salir de aquí, podría aprovecharme de las órdenes del conejo y que Midas acabe también con su sobrino... no hay boda, no hay príncipe, nos largamos a casa... ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?...

Me detengo en seco delante del monarca y me coloco con los brazos en jarra,

-¿Estás seguro de lo que estás diciendo?-

Vuelvo a dar un pequeño paseo delante suya, nerviosa y añado...

- De ser así tendremos que ser cautos... primero acabemos con el niño de madera... y luego... luego... si no podemos salir... Ya se me ocurrirá algo, olvidemos al conejo de momento y centrémonos en lo que tenemos que hacer-.

-No lo estoy pero no correré ese riesgo con vuestra vida de por medio.

El anciano observó como la Dama se paseaba por la estancia nerviosa por la sombra que se cernía sobre ella. Irían por partes, primero el niño de madera, después ese conejo y después...y después !pues el mundo que diablos! El anciano se levantó de su asiento y asintió ante las palabras de Su Reina, 

-Vuestros deseos son órdenes para mi -volvió a decir sumiso mientras escondía sus manos en sus mangas

Sonrío fríamente al anciano y asiento con la cabeza.

-Me alegra saber eso-.

Acto seguido me dirijo caminando hacia el final de la estancia, como si de un paseo se tratara. No tengo mucho más que decir, sólo esperar a que el muñeco se digne a aparecer.

Al arribar a la parte trasera, me acerco a un precioso vitral y paso distraída la mano por el contorno de los colores.

Es un precioso castillo, eso es indiscutible. Pero la trama que aquí se esconde no me gusta nada, tengo que localizar a Peter después de esto...

El rey maldito se sentó de nuevo, estaba mayor para esos trotes y a veces se le iba la cabeza. Midas se aburría, se aburría mucho y cuando se aburría hablaba. Hablaba mucho, no, lo siguiente...de hecho hablaba solo en sus aposentos, tenía largas charlas consigo mismo y con sus distintas personalidades.  

-Pues parece que hace bueno, decían que iba a llover hoy...-el anciano se quedó callado- Sabéis antes todo esto era campo, pero llegó el padre el bueno del Príncipe !y Ale!!A edificar!...Hombre más poco paciente y más avaricioso en la vida, !que bueno, Uno no está para hablar! pero lo de ese hombre es cosa mala me acuerdo cuando hicimos la mili en Cerromuriano en el 5º de Husares que iba yo con la espada todo contento.

La charlatanería del viejo me sacan de mis pensamientos, me giro molesta ante la poca coherencia de sus palabras.

El niño parece que no va a venir, seguramente se haya cruzado con Garfio y ha complicado las cosas.

Camino con decisión hacia el anciano y anuncio.

-A estas alturas, dudo que venga y me urge hablar con Peter, haremos otra cosa...-

Coloco mis manos en mi espalda, cruzandolas pensativa mientras decido el próximo paso a dar.

-Iremos en su busca disimuladamente, no te pongas los guantes, tú solo... rozalo, como quién no quiere la cosa, no podrán culparte, dirás que el niño se acerco demasiado a ti y bueno todos saben de tu maldición...-

-Os sigo

El Rey Maldito entró el último en la sala cerrando tras de si. El anciano miró al conejo sentándose en uno de los bancos.

-Creo que no habéis sido todo lo honesto que pudierais, Señor Conejo, sois algo más de lo que me dijisteis...¿que tal si me ofrecéis un nombre?

El anciano se llevó la mano a la barba y miró al Capitán y después al conejo.

-Bien, intuyo que ese vial mágico al que os referís Señor conejo no es otro que la cura que el Capitán Garfio me ofrecía ¿Que si no me equivoco está en la empuñadura de vuestra daga, cierto? El mismo vial que Peter Pan aseguraba que era el veneno más mortal conocido por el hombre...¿y debo confiar por qué...?-miró al Capitán y extendió la mano desnuda ofreciendosela-¿Habíais dicho que erais inmune a mi toque no, Capitán? Creo que es el momento de probar que es cierto y después seré todo oídos.

-Si me ermitís antes majestad. Mi información es para vos y solo para vos.-Cierro la puerta y me aseguro de que nadie mas esté en la sala. Una vez echo esto me dirijo al rey.

Con soltura le doy un apreton en la mano al rey para qe vea que no hay nada de que preocuparse.

-¿Me creeis ya majestad? ¿o preferís alguna otra prueba?

El sonido de la puerta al cerrarse tras de mí me provocó un sobresalto. Allí nos encontrábamos los tres con tantos asuntos por aclarar y muchas más cosas por decir. El primero en sentarse y tomar la palabra fue el Rey Midas que mostró cierta desconfianza ante mis palabras. No era de extrañar aunque sí que se podía aclarar. Me coloqué en medio de la capilla donde podía tener a los dos caballeros en un mismo campo de vista. Entonces hablé.

- B-b-bueno, sus dudas me ofenderían si no las comprendiera Majestad pero por descontado ese no es el caso. El reloj marca la hora de las explicaciones y yo se las voy a dar. Porque el tiempo me lo exige. - dubitativo recapitulé por un instante - ¿P-p-por dónde empezar? Empezaré por la verdad. Mi nombre es el que sabéis y lo que os conté sigue siendo lo mismo, sólo que a falta de algunos detalles. En realidad, tampoco soy un conejo, soy un Don Nadie. Algunos también me llaman Purista. Soy muy viejo y he visto muchas cosas pero pocos me han visto a mí. - noté como el tartamudeo desaparecía - Hace mucho tiempo una niña me creó en sus sueños, sueños en los que se escabullía para no enfrentar el mundo tal y como lo conocemos. Pero esa chiquilla era especial y consiguió extrapolar mi figura a la realidad. A su verdad y a la de todos los locos, pues ellos eran los únicos que podían verme. Como vos Majestad, atrapado en una maldición, como Garfio amenazado por su pánico al sonido del tick-tock, como Bestia y su eterno miedo a perderlo todo. Y yo tenía todo el tiempo del mundo para sanarlos a todos... - agaché la cabeza - pero entonces algo ocurrió. Esa muchacha presenció un asesinato y su trastorno se hizo más presente y con él me hice yo. Invitados que no deberían, comenzaron a verme y las preguntas no tardaron en venir. Todo lo pendiente tenía que ser saldado antes de que se acabara la noche pues creo que ese es mi fin. Por ello le dije que era parte de vos, como también lo soy de otros, pero con cada uno juego un papel y utilizo ciertas normas. No tiene porqué creerme si no quiere pero esa es mi historia.

Después de tan larga explicación de mis años pasados, inspiré aire y me centré en el presente.
- N-n-no-no sabía que el vial lo tenía usted Capitán. El mundo está lleno de sorpresas. Y por lo visto la información que yo tenia acerca del tema era errónea. - fruncí mi ceño - pero ya me encargaré de aquel que me mintió... De todas formas, sabía que el Rey no iba a creerme y tampoco le convenía. Pues de hecho es un vampiro, como Peter y otras dos personas más. ¿Es por eso que cree tanto en él, Majestad? Todo el mundo parece tenerle en sobreestima, incluso Blancanieves, quien claramente le presta más atenciones. Me pregunto si como bruja que es planea pasarle sus poderes a Peter. Quizás fue eso de lo que hablaron en el balcón después de que a vos le mandara a encargarse de Pinocho como si fuera un simple mercenario... Sí-sí-sí-sí, todo cuadra. - miré al Rey fijamente - La vida es un juego Majestad, y vos va perdiendo. Mi hora se parará esta noche, nada me importará y ya no podré ayudarle... ¿Qué va a hacer? Su desconfianza no me disgusta, le protege, pero la confianza ciega que ha posado en otros es su verdadera amenaza.

-¿Quién os dio la información sobre el vial, Señor conejo?

El anciano se giró hacia el Capitán Garfio

-¿Y vos que queréis proponerme?

De pronto mis ojos se abrieron como platos y mi mente se nubló. Tuve la sensación de estar en otro mundo diferente, como si me encontrara en otro universo. Moví la cabeza agitadamente para despertar y dije...

- Y-y-ya n-n-n-no imp-po-p-porta... Pepito Grillo ha muerto. - sentencié - S-su reloj se ha p-p-parado.

Sonrio al rey y luego miro consternado al conejo.

-¿Como has dicho?-Me giro al conejo y luego miro a los lados de manera nerviosa- ¡Mostraos malditos! ¿Creeis que no os veo? ¡Malditos niños del demonio!¡Tristes criaturas poseidas!-Me coloco de espaldas al rey protegiéndolo. Desenvaino mi espada apuntando tras las cortinas.

- Tranquilícese Capitán, en este lugar no hay nadie más que nosotros tre... - pero antes de poder acabar la frase me quedé en blanco (nunca mejor dicho). El mundo había desaparecido de mi alrededor. Me encontraba en una habitación gris ceniza, sin paredes ni ventanas ni suelos... pero aquel aire espeso y asfixiante me confirmaban que me hallaba en un cuarto muy pero que muy pequeño. De repente una puerta inexistente se abrió y un conejo se adentró en mi cubículo con paso lento, tranquilo, parsimonioso... Se colocó delante mí y fue entonces cuando me percaté de que era yo mismo pero a su vez alguien completamente diferente. Sin dirigir ningún saludo comenzó a entonar una dulce canción:

La noche se acaba, tick-tock, tick-tock, tick-tack.
Piénsalo bien y no te equivoques,
Porque un bando habrás de tomar.

No lo pensé ni por un instante pero aquello empezó a brotar de mi boca perdiendo toda su musicalidad. - La noche se acaba, tick-tock, tick-tock, tick-tack. Piénsalo bien y no te equivoques porque un bando habrás de tomar. - Fue entonces cuando las palabras mostraron su propio significado. ¿Alerta? ¿Amenaza? ¿Ultimátum? Sin embargo, antes de que pudiera analizar bien su gravedad un último suspiro llegó a mis oídos. Probablemente era Pepito. Alarmado aterricé de nuevo en la capilla nupcial para unirme al Rey y a Garfio. Con mi tono usual continué.

- Qu-qu-que nosotros tres... decía. ¿Y bien muy señores míos? ¿A qu-qu-qué hemos venido aquí? ¿Qu-qu-queda algo pendiente de lo que hablar o responder? ¿Garfio?