Partida Rol por web

Me pilla todo en retaguardia, trayéndome a la mente viejas emboscadas. Como ya me conozco los cobardes que atacan con nocturnidad y alevosía, me preparo para vigilar las espaldas del grupo.

Agarro el fúsil y reviso con atención los alrededores de la puerta forzada. A ver si hay algún compañero de los chorizos que esten dentro, que esté escondido, pueda tirotearnos por la espalda. Tuerto como estoy no tengo la vista de halcón de antaño, pero he aprendido a agudizar el oído y el olfato para descubrir sucios afrancesados escondidos entre las basuras.

- Atentos compañeros - susurro - Voy a revisar esas callejuelas que dan a la basílica, cubrid bien esa puerta que no entre ni salga un alma, y cuidad de nuestros compañeros que han entrado.

Dado que mi compadre de patrulla, ha hecho bastante ruido con el chirriar del portón, al entrar, yo miro de colarme detrás de el, pero sin ser visto y con un paso firme y silencioso.

En realidad espero que los ojos de quienes puedan estar ahí adentro, se fijen en el y eso me de tiempo a deslizarme a una posición de ventaja para sorprender a quien quiera que esté en la Basílica a unas horas tardías como las que son.

Protegido por la oscuridad y pasando por los distintos ábsides laterales, intento avanzar a una posición ventajosa parapoder ver que diantres ocurre.

Miro de tomar notas de lo que veo, en mi libreta, con mi lápiz...

Dado a mi entrada funesta intento ocultarme tras alguno de los bancos de la basilica, igual con suerte el posible intruso no me vio y tan solo piensa que el chirrido fue ocasionado por el viento. Tras de mi viene Jose Manuel, asi que le susurro por si el vio algo.

- Compañero, viste algo extraño. Yo no logre ver nada, intenté esconderme lo más rápido posible debido al ruido de la puerta. Vayamos con cautela, si aquí dentro pasa algo malo debemos averiguarlo y evitarlo.

- Dalo por hecho, compañero Tomás. Nos quedaremos a buen recaudo guardando la puerta, controlando cualquier movimiento o ruido sospechoso. Por cierto, si no es molestia, acérquese a ver por qué la lechuza se ha puesto a cantar como loca. No vaya a ser que haya algún malandrín molestándola.

Mientras tanto, me acomodo frente a la puerta y reviso el fusil, comprobando que está cargado, engrasado y a punto por si fuera necesario su uso. De esta forma, controlo tanto la zona exterior de la puerta como la zona inmediatamente interior.

Tomás se aleja de la puerta, quedando en ella montando guardia el doctor y el abogado a la espera de recibir noticias del interior o del compañero que acaba de marcharse.

Tras dar un breve repaso a las callejuelas y rodear la basílica te topas con un fulano zarrapastroso pegado a la puerta del otro lado tratando de forzarla e imitando burdamente el canto de la lechuza, como queriendo avisar a quien o quienes vayan a ser sorprendidos dentro del templo e intentando facilitarles la huida. Parece nervioso y desesperado, tanto que no atina con las ganzúas.

Mientras tomáis posiciones, comienza a oírse el canto imperioso de una lechuza, que parece provenir del otro lado de una de las puertas opuestas al acceso que habéis utilizado. También se escucha cómo alguien intenta manipular la cerradura desde fuera del edificio.

José Manuel aguzando la vista observa brevemente a un individuo que lleva un saco al hombro y que intenta escabullirse entre las sombras, cosa que consigue como por arte de magia. De pronto, es como si hubiera desaparecido, ni se le ve, ni se le oye.

No consigues localizarlo. Es como si se lo hubiera tragado la tierra, pero no puede andar lejos.

Efectivamente, ahí al fondo parece que veo a alguien. Lleva un saco a la espalda... Podría ser un ladrón cuando de pronto parece desaparecer, como por arte de magia. Asi que avanzo un par de metros y fijo la mirada para cerciorarme de si se a escondido o ha salido por alguna puertezuela, trampilla u otro conducto.

Allí hay alguien, pero creo que nos ha oído. intenta huir...

El ulular de aquella lechuza me había parecido un mal augurio, esperaba que Tomás no tuviese problemas por aquella zona.

Imito a mi compañero y reviso mi fusil, esperaba no tener que dispararlo aquella noche, pero uno nunca sabía lo que podía suceder, y más después de darnos cuenta de que aquella puerta había sido forzada, algo estaba pasando y esperaba que no tardásemos demasiado en averiguar qué era.

- ¿Crees que simplemente hayan entrado a robar algo?

José Manuel consigue localizar al hombre del saco intentando escabullirse aprovechando las sombras, las columnas y los bancos de los feligreses. Se dirige hacia la puerta a través de la cual se oye el cantar de la lechuza y ruido de forcejeo. Está cada vez más cerca.

El de las ganzúas está tan centrado en tratar de abrir la puerta que de momento no te ha visto. Es tu oportunidad si quieres atraparlo. También puedes pedir ayuda a tus compañeros, pero perderías un tiempo precioso. Te encuentras a unos veinticinco metros de distancia.

Tomás se tensa como un felino, pero los años le pesan y ya no es lo que era. Intenta acercarse silenciosamente y noquear al zarrapastroso de un culatazo de su fusil. 

- Ya veremos, doctor. Si quien haya entrado ha forzado la puerta, está claro que intenciones honrosas no tendría. Esperemos que se haya quedado en un simple robo y que nuestros compañeros hayan llegado a tiempo de sorprender al ladrón. Pero en estos días inciertos en los que vivimos, quién sabe lo que puede pasar.

Aquella noche de invierno era cada vez más fría, o por lo menos, así me lo parecía. La brisa llegaba helada y me congelaba hasta las ideas. Me envolví todavía más en mi capa, encendí un cigarro y me puse a fumar lentamente, a la espera de que mis compañeros regresaran con noticias. 

El infeliz no se da cuenta de que se le acercan por detrás y cae redondo tras recibir un golpe seco con la culata de tu fusil. Las ganzúas quedan incrustadas en la cerradura, sin haber logrado abrirla. Por la mañana tendrá un intenso dolor de cabeza.

Viendo que el tipo es ágil y está a punto de llegar a una portezuela, que al parecer alguien esta intentando abrir, salgo corriendo hacia el tipo. Cuando este se percata de que se le van a echar encima en breve, grito para que mis compañeros rodeen el edificio hacia el ruido de la lechuza y den el alto aquien este por allí, o quien salga huyendo.

Rápido id hacia el canto de la lechuza, intentan huir!!!!

Detente en nombre de la autoridad, tenemos permiso para disparar a matar!!! no seas inconsciente!!!

Como buen comunicador, espero poder persuadir al ladrón de que intente huir. Cuando menos, que vea que somos varios y que lo tiene difícil si se emperra en salir con la carga. (quizás consiga escapar, pero si al menos tira el saco con lo robado...).

Todo sucede muy rápido y las dudas se despejan. Un par de ladronzuelos de la villa se habían propuesto aligerar de objetos de valor la basílica aprovechando la noche y el frío, que mantiene las calles despejadas de viandantes. Forzaron la cerradura de la puerta y, mientras uno accedía al edificio para arramblar con todo lo que pudiera, el otro se quedó fuera para dar aviso si las cosas se ponían feas. No habían contado con que un grupo de cinco hombres armados hiciera la patrulla, así que, al veros el compinche de fuera, muy asustado, ha intentado abrirle otra puerta con las ganzúas al de dentro para facilitarle la huida.

Mientras estaba en ello, ha sido cogido con las manos en la masa por Tomás, que ni corto ni perezoso le ha propinado un golpe seco en la cabeza que lo ha dejado inconsciente antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando. El otro ha intentado huir, pero viéndose atrapado por José Manuel y Juan Carlos, y estando la única salida cubierta, no ha querido jugarse la vida. Así pues, ha levantado las manos, ha soltado el saco que llevaba al hombro y se ha entregado.

Tenéis un hombre inconsciente y el otro a vuestra merced. En el saco se encuentra el manto de la Virgen, una cruz de Jerusalén, de madera, nácar y marfil; un cáliz, una biblia iluminada con pan de oro y también dinero.

Desde luego, esta noche ha comenzado de una manera prometedora.