Partida Rol por web

Nehifile todavía estaba con ganas de marcha tras reposar levemente la comida. Ya que Atalulfo no hará la segunda guardia, yo lo haré la primera. Jijiji. 

El gigantón le parecía de lo más divertido. Se figuraba que no decía lo contrario de lo que quería decir por que sí, debía tener alguna razón. Pero no podía imaginar lo que era. Aunque su naturaleza juguetona le impulsaba a explorar algo tan intrigante. 

Atalulfo, has jugado al juego de beso, verdad o atrevimiento alguna vez?

Alé repartía órdenes a diestro y siniestro durante el establecimiento del campamento.

- Cariño, ¿puedes ayudarme a montar eso?...Extiende esto ahí, ata al burro a ese árbol, pon más leña en el fuego, acércame eso por favor,  sostén esto así... (etc, etc).

Una vez estuvo montado el campamento se dispuso a rezar al Débil sus oraciones. Tenía pensado  usar sus dones para consultarle acerca de la hermana de Nehifile a ver si iluminaba el camino que debieran seguir. Le pidió a Denis, aquel aguerrido hombre, que le ayudara con  todos los preparativos. El incienso, las velas, los extraños símbolos. Se vistió para dormir con sus mejores galas, que no eran nada del otro mundo, pero con un generoso escote como le gustaba al Viejo. Quedó tendida en el suelo, boca arriba, con los brazos sobre el pecho agarrando la ramita de madera con forma de mano nudosa. 

- Acordaos de que si convulsiono debéis impedir que me trague la lengua. Con hacerme morder mi símbolo del Débil  y que no me golpee la cabeza será suficiente.   No me agarréis fuerte o me haréis daño en las extremidades. - Sobre todo lo decía poraquel gigante que podría partirla en dos. Afortunadamente tenía una buena mata de pelo rizado que la protegería de los golpes de la cabeza mientras ya estuviera tumbada.

El Debil vuelve a sonreirte con su poder. Vuelves a caer en picado para viajar por el tiempo y ver el futuro posible que puede acontecer. Te ves a ti y al grupo llegando a las minas, una elevación desprovista de vegetación a su alrededor. Árboles talados para hacer más habitable el lugar a los kobolds.

Sin dudarlo, os lanzais a la carga contra los kobolds trabajadores, un puñado de soldados os intentan frenar, pero nada pueden con la magia de Thessaly y las dagas de Nehifile y Atalulfo. Después de caer arrasais a todos y cada uno de los kobolds que se os cruzan en el camino, ya esten desarmandos o sean niños. El fuerte olor del hierro de la sangre derramada emborracha tu paladar mientras que te asfixia el olor a la carne quemada.

Thessaly le pide a Atalulfo apilar los cientos y cientos de cadaveres en una gran pira que arderá durante dos días, los cuales pasareis disfrutando de las bebidas de una bodeva y compartiendola con los pocos supervivientes de los kobolds. Nehifile muy feliz de reenconrtrar a su hermana no puede evitar estar llorando durante esos días...

O será el humo de la grasa de kobold quemada que le escuece los ojos.

El humo se va haciendo más y más espeso hasta que te impide ver nada.

Te despiertas con el cuerpo templado. La hoguera está algo lejos y ha refrescado. Tu cuerpo se encuentra relajado y descansado

Las guardias pasaron sin mayor dificultad. Había algunos animales que se aproximaban al campamento a curiosear pero no se atrevían a asomar sus cabezas, un lobo solitario, una pareja de buhos y algunos roedores pequeños se fueron pasando mientras NEhifile paso su guardía a Atalulfo y este a Aletheia.

Por último Thessaly se quedo de guardia mientras el resto descansaban, menos Denis, que se había levantado para hacer compañia a la bruja.

Miraba constantemente a los árboles. Esto no puede ser... no, una gran aventura tiene que tener encuentros nocturnos, o al menos al alba. Hay que hacer algo.

Y sin mediar palabra cogió un puchero de su equipo y un cuchillo y empezó a golpearlos sin cesar mientras gritaba a pleno pulmón.

¡¡¡Eehhhh, BICHOS ASQUEROSOS, ESTAMOS AQUI, HACEDNOS UNA VISITA!!!

y algo grande a unos cuantos metros parecio oir muy bien el escandalo de Denis, algo capaz de hacer crujir los árboles a su paso.

Alé había despertado a la bruja para que hiciera la última guardia pero no había conseguido volver a dormirse. Había tenido un sueño profético agraciada como estaba con el toque renqueante del Débil y, pensando sobre ello, se había desvelado.  Aún así se encontraba de buen humor y descansada. El futuro que había vislumbrado era halagüeño, tan solo en una pequeña parte de su ser quedaba un resquicio para el escepticismo, pero no podía demostrarlo o sufriría la ira de su amado y caprichoso dios. Se quedó por tanto trazando notas en un gran pedazo de pergamino que había comprado a un escriba. Un sencillo plano que le había sido extremadamente difícil de conseguir a pesar de que era de mala calidad. Markel había tenido razón, la cartografía de este nuevo mundo podía ser un negocio bastante rentable, pero aún así había tenido mucha suerte.

Cuando Denis comenzó a provocar aquel estruendo Alé se levantó de un brinco, guardando el mapa en un lugar seguro.

- ¿Qué haces loco?- Con ese ruido acabaría atrayendo a sus enemigos, pero...es tan valiente y masculino que no puede evitarlo. Rápidamente echó mano a su maza y escudo. ¿Qué era ese ruido? Algo grande se les aproximaba. Rápidamente dispuso unas cuantas órdenes.

- ¡Despertad!- Les dijo a Atalulfo y Nehifile.- Tú-Señaló al cuidador de las monturas con su maza y el pelo rojo fuego revuelto.- Apaga el fuego con tierra. Prepara las monturas y quédate en lugar seguro. Recoge lo que puedas, lo más valioso primero.

Denis, mendrugo, que estamos de incógnito! Dijo la elvariel tras despertarse sobresaltada. Se enfundó las dagas y tomó su arco a la espalda. Se posó en un sitio lo bastante alto, fuera de la cueva y se escondió. De paso, seleccionó una buena piedra. Una de esas que pesan lo suyo... Como varias libras. Y esperó a tener al monstruo a la vista. 

Atalulfo sale cagando leches de su tienda. ¡Que agradable despertar, por tan excelente persona que, además, atrae a los bichos para nosotros! Susurra en tono amargo mientras dispone su cinturón delante de él, con todas sus dagas de lanzar, y el arma de asta al otro lado. Toma dos de las dagas y espera a que se acerque eso tan grande que viene por el bosque, para apiolarlo sin preguntar a base de dagazo limpio.

Aletheia da ordenes para organizar al grupo, los gritos de Denis ya habían espabilado a aquellos que dormían. Por fortuna, lo que se acercaba estaba lo bastante lejos como para dar un poco de tiempo a prepararse.

Nehifile se preparó para el combate y salió volando para ocultarse entre las ramas de uno de los muchos árboles del bosque, desde allí, encontró una piedra bastante grande y fácil de sacar del suelo, si eso, del suelo, donde están todas las piedras.

Por otro lado, Atalulfo no esperó para atacar a la criatura, guiándose por el estrepito lanzó sus dardos hacia la espesura esperando que alguno se clavara en lo que fuera que viniese.

Mientras, el mozo, se quedo dubitativo en apagar el fuego, aún no había salido en sol aunque ya empezaba a clarear el cielo.

Denis por el contrario sonrío mientras retrocedía con los brazos en cruz satisfecho de haber traido una bestia.

Thessaly....

De la oscuridad de los árboles aparecen dos enormes tenazas capaz de cortar casi cualquier cosa unida a una cabeza acorazada, seguida de un inmenso cuerpo. De la pequeña boca en comparación con las tenazas le cae una baba viscosa mientras emite un sonido profundo y gutural mientras elige su objetivo.

Nehifile salió disparada hacia la piedra. La cogió y se alzó como un rayo a la inversa: hacia el cielo. Una vez arriba, gritó:

APARTASUUUUS!

Ya tenía el ojo puesto en su caparazón. La piedra podría reventar a cualquiera, aunque esos bichos resistían bastante.

Bichos, bichos y más bichos. ¡Tsk! ¡¿Cuándo aparecerá un rival digno?! Thessaly saca de su bolsillos sus componentes mágicas.

Es hora de bailar, cucaracha.

La bruja empieza a entonar sus cánticos mágicos.

Atalulfo tiró una daga. No llegó a ver muy bien si daba en algo, pero la otra, si vio dónde dió: en una piedra. Con tanta fuerza la había lanzado, que al dar contra el meño, lanzó un chispazo y se partió en varios trozos. Uuuups, una daga menos.

Ante la visión del aquel escarabajo  gigante Alé  dio un pequeño paso atrás, asentando su peso sobre el terreno. No era una buena guerrera, aunque no le gustaba admitirlo, pero no iba a dejarse intimidar por otro bicho de esos. Arañas, escorpiones, y ahora un maldito escarabajo. Thessaly tenía razón, empezaba a estar harta de los insectos.  Todos sus compañeros actuaban rápido, sin reflexionar, como si fuera un instinto natural en ellos.  Se dirigió a los dos mozos contratados.

- ¡Quedaos detrás de mi!-Su pelo rojo refulgía con la claridad del amanecer y en sus ojos claros se podía ver signos de una gran determinación. Sin más dilación tomó un frasco de agua bendita, lo descorchó y derramó un poco delante suyo, salpicándose con algunas gotas en su voluptuoso pecho. Las gotas resbalaban por las sinousas protuberancias del cuerpo de la Pitonisa, cayendo por la fuerza de la gravedad en el canalillo del generoso escote.  Mientras hacía la libación rezaba los salmos para pedir la ayuda del Débil. -¡Oh, Débil, el del argénteo cabello!. Así como se derrama el agua bendecida que se derrame sobre mi tu semilla inspiradora.

Jeje, es que el Débil es un viejo verde y Alé es una frescales. Quiero tener un hijo suyo que sea un semidios :)