Partida Rol por web

Alex miró el reloj y vió que casi eran las 6 de la mañana. Observó el movimiento de los hombres de Judas. ¿Habría alguien más luchando contra ellos? ¿Quizás algún otro superviviente que había conseguido librarse de ser asado? Perdido en esos pensamientos, vió que el resto del grupo hechó a correr hacia el depósito. Hizo lo propio, sujetando con fuerza la lanza y la escopeta. Llegó a toda velocidad hasta la camioneta y se subió a la parte trasera de un salto, dejando allí las armas. Alargó la mano para ayudar al siguiente que fuese a subir, y se quedó observando a Horace. Algo no iba bién, parecía quedarse atrás. Esperó impaciente a que retomara el ritmo, aunque Alex ya tenía un pié en el borde de la camioneta, para saltar en su ayuda en caso de que alguien le viera.

Corrí lo más rápido que pude, con mi hija en brazos. El camino parece no terminar, en los interminables segundos que se alargan por la adrenalina.

Apenas llegar al borde la deslizo rápidamente hacia el interior. En ellos confío. Con señas le indico que se esconda debajo de los asientos. ¡Mi pobre, pequeña valiente!

La dejé a salvo en la camioneta, esperando a los demás. Veo a Jack en el volante, listo para todo. Alex ya está aquí. Me vuelvo y veo a Horace trastabillar. Mi cuerpo se pone en tensión, presto a correr por él o cubrirle la espalda. La colt de Judas sigue en mi mano.

En el momento de correr, Horace corrió un punto. Sólo un punto más lento de lo que era necesario.

Pero ese punto podía ser todo lo que les hiciese falta para que les viesen. Posiblemente el peso de la pistola y la caja de municiones grande que había conseguido fuera lo que le ralentizase en aquel momento... pero fuera cual fuera la razón, el caso es que pasó. Eura era joven, atlética. Alex era un muchacho. Reing igual. Horace... había vivido unos cuantos años, y la invasión del mundo por los dientes no te cambia mágicamente por mucho que se quiera que pase.

Llegó resoplando, el último, girándose casi instintivamente allí donde había creído ver algo*

Los sobrevivientes salen rápidamente de la estancia y se encuentran con que algo ha agitado a los hombres de Judas quiénes han dejado de emborracharse y festejar la invasión de su nuevo refugio, la mayoría se concentra en la entrada a la estancia principal donde vivía la familia O´brian.

Algunos disparos se escuchan y luego varios tipos regresan corriendo consternados como hormigas alteradas, Alex y Eura son los primeros en llegar hasta el déposito improvisado mientras que el pequeño Jack ya ha preparado la camioneta, los años le cobran condición física a Horace quién pierde el paso.

En medio de la confusión uno de los hombres que se retrasa y algo mareado distingue la robusta figura de Horace y se espabila acercando velozmente sacando una pistola que guardaba en la cintura de su pantalón.

-¿¡QUIÉN ANDA AHÍ!?... ¿¡ERES TÚ ROBERTH?!...- los efectos del alcohol nublan la vista y reflejos del hombre quién se tambalea a pesar de los disparos y alarma que se ha disparado en la estancia.

...demasiado lento.

¿¡ERES TÚ ROBERTH?!

Horace podía ver la pistola a aquellas alturas delante suya: el tipo había sido rápido como una centella. Pero estaba él solo. Y estaba borracho como una cuba.

"Ahora o nunca"

La situación fue tan rápida como imprevista: el pescador placó al tipo al suelo, demasiado rápido como para que diera la alarma, y le tapó la boca mientras subía sobre él a horcajadas. Entonces, puso la punta del machete sobre su cuello y hendió. Y retorció.

...

Una, dos, tres veces.

...

Bastaron unos segundos para que la lucha y el pánico en los ojos de aquel hombre se convirtieran en un gorgoteo desesperado y, finalmente, en nada. Después de aquella escena de brutalidad inmisericorde, tomó la pistola del hombre y salió corriendo hacia el coche, ahora sí.

Ver llegar a Horace tranquilizó a Alex, pero la voz que lo acompañó le puso los pelos de punta. Se agazapó en la camioneta, casi sin respirar. En ese momento vió a Horace transformarse en una persona distinta a la que solía ver, y no supo cómo sentirse al respecto. Intentó retomar la calma, dejando de lado la brutalidad que acababa de presenciar, y volvió a ponerse en pié.

- ¿Quién sabe conducir? Tenemos que salir de aquí cagando leches. ¿Podremos atravesar la puerta de salida o tendremos que volver a saltar?

Levanté la pistola, por reflejo, a una de disparar a la voz, cuando Horace saltó sobre él. No iba a disparar así, podía matarlo si erraba.

Corrí hacia Horace, sin detenerme cuando vi que se puso de pie. La adrenalina de un enfrentamiento puede hacer que uno no sienta sus propias heridas, yo misma vi gente levantándose para luego caer chillando porque una pierna estaba rota. Quedó tan cerca que lo encontré apenas a tres metros, y regresamos deprisa.

No sabía como estaba el exterior, por lo que no podía responder esa pregunta.

Acabó reuniéndose con los demás, al parecer sin ser consciente de la sangre que ya se le estaba secando y haciendo costra en toda la mano y parte de la cara, salpicones aquí y allí el la barbilla y alguna de las mejillas. Enraron por la puerta a la camioneta, el ticked de salida a la salvación.

-Puedo conducir, pero prefiero cubrir la retirada por si pasa algo -miró a los otros dos- ¿Reing? ¿Eura? ¿Cómo se os da a vosotros?

- Creo que me necesitarán más con esto

Muevo la mano, exhibiendoles la Colt. Entro a toda prisa, acomodándome cerca de la ventana de pasajero.

Si la señora estaba decidida a matar y sabía como usar el calibre, nada más lejos de él que detenerla. No era de esos. Miró a Reing.

-¿Reing? Es tú o yo. Vamos.

Cogió la puerta del asiento y abrió. Quien fuera a ser de los dos, tenía que ir subiendo ya.

-¡Eres tú!...- Reing señala a Horace apresurandolo a que suba y conduzca el vehículo. -Y-Yo no soy tan hábil al volante...- baja la mirada un instante como avergonzado por lo que acaba de decir, casi al instante se recompone y sube al vehículo rápidamente.

Horace subió al vehículo. El mismo vehículo que había arrancado él.

-mrgfsenfffgo que hacermffffodas lasutas cosassgrf

Refunfuñó cuando tras que la puerta (suya) estuviera cerrada y la otra puerta (la de la entrada) estuviera abierta y arrancó, buscando que salieran de allí aprovechando la confusión. Era una situación difícil... realmente, todo el mundo, y el gordo al volante no el que menos, tenían suerte de que tuviera buena experiencia conduciendo con furgonetas y convertibles varios o aquello podría haber sido diferente.

-¡Todo el mundo con la cabeza gacha! ¡Que no nos vean!

Pero lo fue.

Apretando dientes ante lo que esperaba fuese el inevitable momento de que les detectasen, empezasen a disparar y tuviesen que devolver los disparos, se encontró... con nada. Todo fue bien, el trayecto fue rápido y ninguna patrulla les encontró.

"...huh"

Llegaron a la salida sin que nadie les descubriese, con las luces apagadas y los corazones en un puño. Éxito rotundo.

A Jack no hizo falta que se lo repitieran dos veces. Agachó la cabeza y se escondió detrás de la puerta de coche. Con a pañoleta, el joven boy scout se enjuagó el sudor de la cara. Misión cumplida.

Esperaba que no se torcieran las cosas...